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93. Reclamado por un Depredador (07) por dayanstyle

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Soy un maldito policía - dijo Byung Joo, con un áspero siseo, mientras miraba alrededor del callejón desierto. - ¿Cómo diablos puedes pedirme eso?

Su hermano, Marius, se quedó allí mirándolo fijamente como si no estuviera siendo razonable. Marius era mucho más bajo que él, con el pelo castaño grasiento que colgaba en sus ojos azules y el rastrojo recubriendo su mandíbula. También tenía una cicatriz debajo del ojo derecho, de un accidente cuando eran niños.

Cuando no parecía como si la vida le hubiera pateado, Marius era muy bien parecido. Lástima que su hermosura estaba escondida detrás de años de abusar de su propio cuerpo.

Los dos estaban parados detrás de The Jolt, un asqueroso club de striptease, en Sugar Creek; que contrataba a strippers que ningún otro club tomaría, con los cuales no tenían ningún problema en entregarse para conseguir dinero rápido. Byung Joo oyó la música, golpeando detrás de la puerta trasera del club, mientras los autos pasaban por la boca del callejón.

Si Byung Joo era atrapado, detrás de esta pocilga, el jefe de policía de Dalton Falls serviría sus bolas en un plato; si Gun Woo no le disparaba primero.

Era bien pasada la una de la mañana y Byung Joo no podía creer que había ido; cuando Marius lo llamó. Normalmente no lo haría. Su hermano menor tenía la mala costumbre de meterse en aprietos y siempre lo buscaba, para sacarlo del apuro.

Durante años, Byung Joo había hecho precisamente eso. Hasta que descubrió que los problemas de Marius no eran "lugar equivocado en el momento equivocado" o "simplemente mala suerte". No, los constantes problemas de su hermano provenían del abuso de drogas, un problema que Marius negaba admitir.

Siempre era un bache en el camino para Marius, o juraría que era sólo mala suerte.

Si el chico sólo abriera los ojos, vería qué jodido desastre realmente era su vida.

 

Byung Joo había intentado muchas veces hacer que Marius viera las cosas como eran, pero su hermano nunca lo hizo. De ahí el reciente apuro del chico.

- Es sólo un pequeño préstamo - Marius lloriqueó, descaradamente. -Puedes permitírtelo.

 

- ¿Quieres que le pague a tu proveedor de drogas? - Byung Joo se restregó la cara; luchando contra el impulso de golpear algo de sentido común en su hermano.

- No puedo hacer eso. No voy a hacer eso.

 

- Si no lo haces, Taro enviará a sus hombres para recogerlo.

 

La mirada de Marius se precipitó alrededor del callejón, su cuerpo temblaba. El sudor brillaba en su labio superior y cejas, y no podía dejar de morderse las uñas. Byung Joo conocía las señales y; podía decir, que Marius estaba tocado.

- ¿Mamá y papá saben estás usando de nuevo? - Byung Joo no quería estar allí. A pesar de que no estaba haciendo nada malo, se sentía como si estuviera haciendo una venta de drogas. Él siempre estaba nervioso cuando tenía alrededor a Marius. Era imposible saber si uno de esos traficantes de droga estaba cerca. Con Marius, uno nunca podía estar seguro.

- ¡No estoy usando! - Sostuvo Marius. - Esta es una vieja deuda.

 

Byung Joo estudió a su hermano, un poco; más detenidamente. Vio las señales muy bien, y su instinto le dijo que el dinero era para drogas; no una deuda. Era la misma vieja canción y baile. Nada había cambiado. Marius lo estaba manipulando para poder usarlo. Byung Joo maldijo   y se giró, haciendo un pequeño sonido de irritación, en la parte posterior de su garganta.

 

- Vamos, hombre - le rogó Marius y la súplica desgarró su corazón. Amaba a su hermano menor. Lo hacía. Pero también resentía el hecho de que Marius hacía padecer a su familia. Byung Joo era un hombre lobo. El resto de su familia no lo era. Había sido adoptado; y que shock había sido, cuando sus padres se enteraron de que podía cambiar. Por no hablar de lo sorprendido que había estado él también.

Byung Joo amaba a sus padres, más que a su propia vida, porque no le habían dado la espalda. Habían mantenido su secreto y lo criaron con amor.

Marius, por el contrario, había utilizado el secreto de Byung Joo en su beneficio en más de una ocasión; amenazando con exponerlo si no conseguía lo que quería. Había sido chantajeado, por Marius, más veces de lo que quería recordar. Rezó, para que esta no fuera una de esas veces.

- ¿Por qué, simplemente, no te llevo a casa? - Preguntó Byung Joo, cuando se giró hacia Marius- . Me quedaré contigo y te ayudaré a pasar a través de esto.

- No hay nada, que pasar.

 

La actitud de Marius había pasado de suplicante, a francamente hostil. Su labio superior se curvó, mientras su expresión se tornó mordaz.

- Te lo dije. Es una vieja deuda. ¿Eres un idiota egoísta, tan grande, que me dejaras que me golpeen por tus altos valores morales?

 

Entrecerró los ojos, y Byung Joo lo vio venir. - No te olvides; he mantenido tus secretos todos estos años. La gente tiende a dejar que las cosas se deslicen, cuando tienen su cráneo fracturado.

Byung Joo empujó a su hermano, en la valla de tela metálica, su mano alrededor de la garganta de Marius. Gruñó, dejando al descubierto sus largos caninos. Algo se rompió dentro de si, y él estaba a segundos de acabar con la miseria de Marius. La única razón, por la que se detuvo; fue porque sus padres llorarían la pérdida y no iba a ser el responsable de causarles ese tipo de dolor.

- Amenázame de nuevo y voy a mostrarte lo que un hombre lobo puede hacer. - Le apretó la garganta antes de dejarlo ir. Marius tosió, frotándose el cuello, mientras asentía.

- Bueno. No hay necesidad de ponerse violentos.

 

Por desgracia, la violencia era la única cosa que su hermano menor entendía. El chico empujaba y empujaba, hasta que o bien te alejabas o te quebrabas.

- Vete a casa Marius. Organiza tu maldita vida. Deja las drogas en paz. - Sabía que lo que estaba diciendo caía en oídos sordos. También que, tarde o temprano, Marius terminaría muerto. Era inevitable, cuando vivías de la forma en que este lo hacía. No sólo su hermano usaba, sino que también era un atroz alcohólico. Byung Joo no podía entender al chico. Habían sido criados en un hogar lleno de amor, por grandes padres. ¿Cómo su hermano había resultado ser tal pérdida de aire?

Algunos podrían pensar que su opinión era cruel, pero después del infierno que Marius había hecho atravesar a su familia, Byung Joo sintió que su evaluación era sosa.

Su hermano se dio la vuelta y se alejó, con las manos metidas en los bolsillos, con la cabeza agachada. Byung Joo comenzó a ir tras Marius, pero lo dejó ir. Sólo terminarían discutiendo de nuevo, y era tarde. Byung Joo estaba programado para trabajar el primer turno y necesitaba dormir un poco.

Esperó unos minutos y luego se dirigió hacia la calle. Había estacionado a una cuadra. La calle estaba llena y estacionarse había sido imposible.

Tan pronto como salió al callejón, vio a un grupo de hombres caminando hacia él. Sugar Creek era una ciudad densamente poblada, y ver a la gente en la calle a estas horas no era gran cosa. Pero los pelos de su nuca se levantaron, y sintió los problemas dirigiéndose en su camino.

- Atrapamos a un rezagado, chicos - dijo uno de los hombres. Su voz estaba llena de diversión, mientras Byung Joo seguía caminando. Los hombres se acercaron, rodeándolo.

 

Byung Joo gruñó. No estaba de humor para lidiar con su basura. No después de tratar con Marius. - No quieres nada de esto - dijo. Su voz era baja y mortal.

El hombre que había hablado, se rió.

 

- Es cuatro contra uno. Estoy bastante seguro de que podemos derribarte.

Simplemente, entrega tu billetera y te aseguro que no vas resultar herido.

 

Uno de los otros hombres se rio entre dientes. - Sí, prometemos no hacerte daño.

 

- No puedo prometer lo mismo, si no se van a la mierda - dijo Byung Joo. Trató de seguir caminando, para pasar junto a ellos, pero su círculo se cerró. El lobo de Byung Joo gruñó, pidiendo ser liberado. Si los cuatro hombres hubieran sido shifters, podría dejar libre a su bestia. Pero eran humanos. Byung Joo podía manejar a los cuatro con las manos atadas a la espalda.

 

- Tipo duro, ¿eh? - El primero que había hablado, preguntó. Tenía una boca llena de dientes podridos, piel pálida y llevaba una sucia chaqueta de mezclilla. El chico estaba drogado, como el infierno y Byung Joo olió drogas en la sangre del hombre. Los cuatro hombres estaban drogados.

Simplemente, de puta madre.

 

Trató de respirar a través de su ira. En el humor en que estaba, podría matar a los cuatro. Rodó sus hombros y miró a Boca Ruidosa. - Retrocede.

- O. ¿Qué? - Boca Ruidosa, se burló. Los otros tres rieron. El tipo tenía un séquito de idiotas. Pronto aprenderían que, seguir a un idiota no era bueno para su salud.

Sí claro. Ellos usan drogas. No les importa a quien siguen. Era la triste verdad.

 

La mano de Byung Joo salió disparada, como una sorprendente serpiente, sus dedos se cerraron alrededor de la garganta de Boca Ruidosa. Aplicó suficiente presión; para hacer que el hombre jadeara en busca de aire, pero no lo suficiente para aplastar su tráquea.

Uno de los otros hombres, trató de golpearlo desde atrás. Entonces, pasó la pierna hacia fuera barriendo los pies del otro hombre de debajo de él. El chico terminó tumbado sobre su espalda.

Otro se acercó a su derecha. Byung Joo dio un puñetazo en la nariz, al mismo tiempo que mantenía su agarre en Boca Ruidosa. La sangre salió a borbotones por la camisa del tipo, mientras aullaba de dolor. Cayó de culo, sosteniendo su nariz con sus manos.

 

 

Byung Joo echó un vistazo al cuarto tipo. - Tu turno.

 

El hombre negó con la cabeza, mientras se alejaba. Levantó las manos con las palmas hacia fuera. - No quiero nada de eso - se dio la vuelta y se fue.

Byung Joo tiró de Boca Ruidosa, acercándolo, hasta que sus narices casi se tocaban. El aliento del chico olía como si algo se hubiera podrido en sus entrañas.

- Cuando alguien te dice que retroceda, presta atención a esa advertencia.

 

Todo lo que Boca Ruidosa pudo hacer, fue asentir. Su rostro se había vuelto de color rojo oscuro, sus ojos estaban desorbitados. Byung Joo soltó al chico, más bien como que lo arrojó al suelo. Boca Ruidosa jadeo y tosió, arañando su garganta, mientras Byung Joo continuaba hacia su auto.

Ahora estaba lleno de energía, listo para dirigir toda su rabia hacia alguien. Esa emoción, hervía justo debajo de su piel. Su lobo gruñó una vez más, pidiendo ser puesto en libertad, listo para infligir daño.          - Maldita sea Marius - Byung Joo maldijo. Fue su hermano quien lo había puesto de tan mal humor, y los asaltantes no habían ayudado. Miró a su alrededor, observando las calles a través de los ojos de su lobo. Necesitaba poner sus emociones bajo control, o realmente podría herir a alguien.

Dando una respiración profunda, se metió en su auto y se alejó de la acera en dirección a Dalton Falls. Agarró su volante con fuerza, controló su respiración; para de este modo, liberar lentamente su ira. Byung Joo era normalmente de buen carácter. Era Marius quien sacaba esas desagradables emociones. Sólo había algunas personas que hacían que su enojo, llameara instantáneamente.

Además de su hermano, había otra persona que sabía cómo empujar sus botones.

 

Kim Chaejin. El tipo era Fae y le recordaba a Marius. No por el uso de drogas o la parte del alcoholismo. Cuando no estaba destrozado, Marius era arrogante, tenía una boca inteligente y empujaba a Byung Joo a sus límites. Chaejin le recordaba a Marius, lo que hizo que al instante, no le gustara el Fae. Injusto, pero era lo que era.

Tomó la salida a Dalton Falls y condujo por el largo tramo de carretera, que conducía a la ciudad. Aproximadamente a una milla del camino, Byung Joo vio luces rojas parpadeando en la oscuridad.

Luces de emergencia.

 

Disminuyó la velocidad y luego estacionó su auto; a un lado de la carretera, aparcando detrás del conductor con dificultades; que se quedó allí mirando a su neumático, como esperando a que se inflara mágicamente. Byung Joo estaba sorprendido por la pura hermosura del hombre. El tipo no era muy alto, pero era delgado, y se quedó allí como un ángel perdido. Sacudió la cabeza ante ese pensamiento.

Era un chico varado a un lado de la carretera. Nada más. Al salir, se paseó hacia el chico. El desconocido miró en su dirección, y Byung Joo vio vacilación en los ojos verde esmeralda del hombre.

- Soy policía - dijo Byung Joo, sintiendo la necesidad de que el desconocido se sintiera a gusto. El tipo parecía listo para saltar a su auto y cerrar las puertas. Levantó una mano y se acercó un poco más lentamente- . Sólo estaba ofreciendo mi ayuda.

No podía culpar al chico por estar nervioso. Era tarde y estaba oscuro, no había nadie en la calle salvo ellos. Byung Joo era un tipo bastante grande, y cuanto más cerca llegaba del desconocido, más se daba cuenta de su diferencia de tamaño.       

El hombre lo miró, mientras sus manos se cerraban con nerviosismo a sus costados. - Te he visto por la ciudad.

 

Byung Joo inclinó la cabeza y le tendió la mano. Nunca había visto antes al hombre y se preguntó dónde los Lee lo habían estado escondiendo.

- Adjunto Kim Byung Joo. Veo que tienes un pinchazo.

 

- Soy Jung Hansol - sacudió y soltó la mano de Byung Joo- . Creo que podría haber recogido un clavo.

 

Doblándose por la cintura, Byung Joo pasó la mano por el neumático. Sus dedos tocaron algo metálico.

- Eso parece - miró a Hansol y tuvo que tragar el gruñido, que amenazaba con retumbar por su pecho. El hombre estaba incluso mejor de cerca- . ¿Tienes un repuesto?

Al infierno si Byung Joo quería cambiar un neumático a estas horas de la noche, pero por Hansol cambiaría los cuatro, si el chico se lo pidiera.

Incluso en la oscuridad, Byung Joo vio las mejillas del hombre llamear.

 

- Olvidé reemplazarlo la última vez que tuve un pinchazo.

 

Byung Joo se puso de pie, quitando el polvo de su mano en sus vaqueros.

 

- ¿Obtienes muchos pinchazos?

 

Hansol se encogió de hombros. - Los autos y yo somos enemigos mortales. Si no es un pinchazo, entonces algo está mal siempre con el motor - Hansol lo dijo, como si hubiera aceptado ese hecho hace mucho tiempo.

- Justo tuvimos que reemplazar el motor, hace un mes. Dos días, después de eso mi eje de transmisión se rompió.

Hansol se rascó el pelo castaño oscuro. - Creo que eso es lo que era. Realmente no puedo recordarlo. No soy aficionado a la mecánica. Sólo le puse el gas y salí.

- Suena como que deberías montar una bicicleta - bromeó Byung Joo. Sonreía mientras hablaba con Hansol. El chico parecía tan práctico acerca de su mala suerte con los autos, que Byung Joo encontró a Hansol adorable. - ¿Y si te doy un aventón, y Taehyung o Jimin pueden remolcar el auto en la mañana?

 

Hansol echó un vistazo a su reloj y luego a Byung Joo. - Es de mañana - tocó la caja del reloj, como si no estuviera seguro de que era la hora correcta o no.

Byung Joo se rió entre dientes. - Quiero decir, cuando salga el sol.

 

- Estaba a punto de llamarlos para que me dieran un aventón. No quiero sacarte de tu camino.

- Soy policía - Byung Joo le recordó a Hansol. - Para proteger y servir - le mostró una sonrisa a Hansol. - Es parte de mi trabajo ayudar a los automovilistas varados.

- Nunca un extraño me ha dado un aventón - dijo Hansol. - ¿Estás seguro, de que eres seguro?

 

- Lo estoy.

 

Hansol carraspeó. - Un asesino en serie te dirá que es inofensivo.

 

- Lo mismo ocurrirá con un policía.

 

- ¿Así que si tuviera a Niel, corriéndote a través del sistema, saldrías absolutamente limpio?

- Ni idea de quién es Niel, pero si eso te ayuda, ve por ello.

 

Byung Joo estaba disfrutando de la broma ligera. No tenía nada en su pasado que quisiera mantener oculto. Bajo cualquier otra circunstancia, habría dicho al diablo con ello y llamado a los Lee por un remolque. Pero a él, realmente le gustaba Hansol. El tipo era ingenioso, aunque era un poco extraño.

 

- Tienes suerte de que  Niel está dormido, y Minsoo  me  mataría  si  lo  despertara - dijo Hansol.

Muy extraño de hecho. - ¿Quieres ese aventón, o debería dejarte aquí fuera para el próximo extraño? Podría ser que un asesino en serie que te esté buscando.

Hansol lo miró, como si estuviera inseguro de que debiera aceptar el aventón. Finalmente se encogió de hombros. - Supongo que no tengo que darte direcciones a la casa de los gemelos.

- No - dijo Byung Joo. - He estado en el lugar muchas veces. Hansol le dijo, una vez más. - He oído hablar de ti.

- No de Chaejin, espero.

 

Cuando las mejillas de Hansol se encendieron de nuevo, Byung Joo supo que Chaejin había estado hablando mierda sobre él. Un poco de su anterior ira regresó.

- No creas todo lo que escuches.

 

- Trato de juzgar a la gente después de que me encuentro con ellos, no del boca a boca.

 

Byung Joo hizo un gesto hacia su auto. Cuando Hansol se dirigió hacia el lado del pasajero, notó que el humano tenía una pronunciada cojera. Parecía casi doloroso para el hombre, caminar.

- ¿Necesitas algo de ayuda?

 

Hansol sacudió la cabeza. - Estoy bien.

 

No dio más detalles, por lo que Byung Joo dejó el tema. Esperó fuera de la puerta del conductor, para asegurarse de que Hansol no necesitara ayuda. Una vez que el hombre estaba sentado, en el interior, se deslizó en el asiento del conductor. Fue rodeado inmediatamente, por el olor de Hansol. Se arrastró y se deslizó a través de él, como una niebla, invadiéndolo. Inhaló profundamente. Su lobo gruñó. Byung Joo se mantuvo tranquilo, mientras estudiaba a Hansol.

Byung Joo se sentía como un gigante sentado al lado del hombre. Tenía 1,82 mts y estaba fornido; mientras que Hansol tenía que tener alrededor de 1,62 mts  y era delgado, como un látigo.

 

 

Tenía la cabeza llena de cabello castaño oscuro y sorprendentes ojos verde esmeralda. A medida que el olor del hombre continuó llenando el interior de su auto, sintió una necesidad profunda y abrumadora de derribar a Hansol y reclamarlo. Sus colmillos amenazaron con alargarse, mientras lo miraba.

Byung Joo estaba aturdido, hasta su núcleo, cuando se dio cuenta que estaba sentado junto a su pareja.

 

 continuara...


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