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Hands on me... por olgap_k

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Notas del fanfic:

Oneshot que participa en la treceava convocatoria de “Gundam Wing Yaoi en Español ((https://www.facebook.com/Gundam.Wing.Yaoi.Hispano).

 

Lo que más odiaba Trowa después de una misión no eran solamente las heridas, el tener que ir al taller a trabajar en su gundam o la incertidumbre de lo que ocurriría después; existían otras preocupaciones acechándole, como por ejemplo la energía que aun circulaba por todo su cuerpo exigiéndole mantenerse activo, en movimiento constante, aquella orden que enviaba su cerebro de hacer algo... 

 

Desafortunadamente en esa ocasión había muchos cambios ya en su rutina, por lo que se encontraba sentado en el suelo observando fijamente a su Gundam, junto a éste se encontraba el de Quatre, el cual estaba siendo reparado, casi igual que su piloto, quien descansaba en una esquina y era atendido por una enfermera. 

 

-Ya, ya estoy bien -le llegó, la voz suave de Quatre, quien tenía una cortada en la frente y el brazo muy golpeado. 

 

Durante un momento temió por su vida, cuando lo vio casi volar fuera del Gundam y aterrizar de golpe; su entrenamiento con Heero, quien era un psicópata, le había enseñado a cómo tratar las heridas más fuertes en el mismo campo de batalla, pero afortunadamente la suerte del rubio hizo acto de presencia y no tenía ninguna fractura, sólo los golpes. 

 

-Es recomendable que repose... 

 

-Lo sé, lo sé -interrumpió el rubio, mientras apartaba su atención de la mujer que estaba tratándole las heridas y la posaba en Trowa, quien se mantuvo estoico, como siempre. 

 

-Deberías obedecer por una vez -comentó con voz firme, miró de reojo a Quatre y sintió alivio al ver como éste le respondía con una amplia sonrisa. 

 

La sangre seca en los nudos de cabello rubio se veía fuera de lugar, pero era la prueba de la fortaleza de Quatre, quien sólo se sacudía los golpes, la mala suerte y el polvo, para continuar como si nunca nadie se hubiese interpuesto en su camino. 

 

Su misma fragilidad era lo que le convertía en uno de los más fuertes, porque nadie se imaginaba que tras su apariencia de cristal pudiese haber un soldado despiadado dispuesto a hacer lo necesario para concluir sus misiones. 

 

Vio cómo se intentaba acomodar el flequillo rojizo por la sangre y hacía una mueca por el nudo que por esta misma y la tierra se había formado ahí. 

 

-Lo que necesito es un buen baño y dormir todo un día, -hizo una pausa, como pensándolo- no sé cómo tú y Heero logran terminar sus misiones y aún tienen la energía para trabajar en sus Gundams... -una mueca se posó en su rostro y se quitó el chaleco, lo dobló y lo abrazó a su cuerpo. 

 

Estaban en medio del desierto, por lo que la temperatura empezaba a descender conforme iba avanzando la noche y el silbido del viento anunciaba las tormentas nocturnas, de arena. 

 

Trowa por su parte se puso de pie con la intención de seguir a Quatre y la enfermera de la base donde estaban resguardándose se atravesó en su camino haciéndole detenerse de golpe. 

 

El acto le tomó por sorpresa, por lo que frenó de golpe su avance. 

 

-No lo hemos revisado... 

 

-Ni lo harás -fue Quatre quien se dejó escuchar, estaba tras la enfermera sonriendo ampliamente-; Trowa no confía en nadie más que en sí mismo para revisar sus heridas. 

 

-Pero hay que revisarlo, está caminando favoreciendo más una pierna que la otra... 

 

-Yo puedo revisarme solo. 

 

La risa melódica de Quatre fue un bálsamo para Trowa, se permitió suavizar su mirada y dirigirla al rubio. Éste captó el sutil cambio y retrocedió lo avanzado para rescatar a Trowa, colocándose entre éste y la enfermera, quien se apartó un par de pasos. 

 

-Prometo que vigilaré se revise bien las heridas, además hay un botiquín en la habitación donde estaremos, también sé cómo curar heridas, no te preocupes, no lo dejaré morir. 

 

Sonaba tan entusiasmado con la idea de ser él quien cuidara de Trowa, como si la navidad hubiese llegado antes. 

 

La enfermera había oído rumores de ambos, aunque intentaba no prestarle atención a los chismes en la base, porque había una guerra de por medio y lo último que quería era perder concentración por ese tipo de nimiedades, pero no podía negar que en una par de ocasiones había escuchado con mayor interés las conversaciones que involucraban a los pilotos Gundam, y en parte le agradaban esos chismecillos, porque eran solo jóvenes, y cuando menos no estaban simplemente esclavizados a sus robots y las misiones que tenían que llevar a cabo. Quizás no era lo mejor, el escenario ideal para ellos, pero estaban disfrutando sus vidas en compañía. 

 

Les dejó continuar su camino, tampoco es que el piloto del cero tres se viese muy herido, no tenía nada grave dejarlo ir. 

 

Observó hasta que se perdieron en una esquina con rumbo a las habitaciones instaladas dentro de la base; recogió las herramientas con las que había curado la herida de la frente de Quatre y tomó su botiquín para regresar a su oficina. Ella también tenía que redactar su reporte del estado de salud de los pilotos. 

 

~o~ 

 

-Eres demasiado obstinado -comentó casual Quatre mientras obligaba a Trowa a tomar asiento en la cama para poder ayudarle a quitarse la camisa y revisarlo. 

 

No estaba muy herido, sólo un par de golpes que ya marcaban su piel, los hematomas de los brazos y espalda eran más escandalosos de lo que eran peligrosos. Tampoco tenía ningún hueso roto o alguna herida. 

 

Quizás solo su orgullo porque había sido su misión estar al frente y por un par de distracciones terminó siendo Quatre quien colocó los explosivos dentro de aquella base enemiga para poder detonarla. 

 

-¿Estás bien? -quiso saber, permitiendo que la camisa saliera y que las manos curiosas del rubio tocaran sus brazos, pecho y espalda, ejerciendo presión para revisar que no hubiese nada malo en él. 

 

-Estoy bien -recibió como respuesta, sintió una presión fuerte en un golpe cerca del hombro izquierdo y no pudo contener el jalar aire entre dientes debido al dolor-, pero aparentemente tú no estás tan bien. Alza tu brazo lo más que puedas. 

 

La orden fue dicha con suavidad, con ese tono ameno que le recordaba lo mucho que el piloto del cero cuatro se preocupaba por él y el afecto que le tenía. 

 

-Estoy bien -repitió la frase del rubio, y éste puso los ojos en blanco, no creyendo una sola palabra proveniente de su boca en ese momento-. En serio, estoy bien. 

 

De nada sirvió la repetición, porque el rubio le alzó el brazo al ver que éste ignoraba su petición. 

 

No gritó porque tenía una alta tolerancia al dolor, pero volvió a aspirar aire entre dientes y cerró el ojo derecho con fuerza. 

 

-Quizás no estoy tan bien, creo que el brazo se salió de su sitio... -hizo una pausa- y a diferencia de Heero, yo no estoy en la práctica de reacomodarme los huesos yo mismo. 

 

Escuchó la risa de Quatre y le vio buscar en el cajón junto a la cama, hasta que encontró un pañuelo que le pasó. 

 

-Muerde esto -pidió y cuando vio que seguían su orden tomó el brazo de Trowa y rápidamente con un jalón duro lo acomodó en su sitio. 

 

-Heero estaría orgulloso de ti -logró decir Trowa entre dientes, continuaba sintiendo el dolor, como una palpitación constante en el brazo, pero ya no esa molesta incomodidad que le alertaba que algo estaba mal con su cuerpo. 

 

El otro piloto soltó una carcajada fuerte y luego hizo una mueca al querer volverse a acomodar el cabello y encontrar el obstáculo de la sangre molestándole. 

 

-Todo lo hago para que Heero esté orgulloso de mí -provocó a Trowa y vio como éste se ponía más serio. 

 

Volvió a reír y le sujetó la mano. 

 

-Ven, puedo sentir toda la energía acumulada que hay en ti, no me deja estar quieto tampoco –dijo al tiempo que lo jalaba hacia él con dirección al baño pequeño que había en la habitación. 

 

Sentó a Trowa sobre el retrete y se dispuso a llenar la diminuta bañera que ocupaba la esquina del baño; sin olvidar su propio cansancio decidió que compartirían el baño, por lo que llenó con aceites aromáticos y relajantes la tina y regresó a Trowa para continuar ayudándole a desvestirse. 

 

El silencio de la habitación les envolvió en ese momento, Trowa permitió que los dedos hábiles de Quatre ayudaran a desabotonar su pantalón y lo deslizaran por sus piernas. Soltó un suspiro y se concentró él en el rubio, en ayudarle a remover la camisa y el pantalón, en pasar una mano por el brazo golpeado y la frente herida. 

 

Enmarcó con ambas manos el rostro pequeño de Quatre y enfocó sus ojos en los del otro, el suspiro que exhaló el rubio le sopló la mejilla porque estaba inclinándose hacia él. 

 

-¿Estás bien? -quiso saber de nuevo, sus dedos acariciando el cuello del rubio, sus ojos jamás apartándose. 

 

Veía en su mente el recuerdo del momento en que Quatre había volado y aterrizado sobre su brazo y se había golpeado la frente con una roca. 

 

La respuesta recibida fue un suave “sí” que se tragó cuando los labios rosáceos de Quatre se posaron sobre los suyos. 

 

-Estoy bien –le aseguró, el susurro le acarició los labios y después recibió otro beso, menos gentil un poco más desesperado. 

 

Era maravillosa la forma en que ambos conectaban, como la empatía de Quatre leía sus emociones y podía actuar conforme a lo que necesitaba y lo hacía por el amor genuino que experimentaba hacia él. Siempre quería hacerle sentir bien, no simplemente para complacerlo, si no para complacerse a sí mismo, sintiéndose más que suficiente para satisfacer las necesidades de todo tipo del piloto del Heavyarms. 

 

Mientras se besaban, Quatre los fue guiando a la bañera y solo para poder empujar suavemente a Trowa, indicándole que entrara fue que interrumpió el beso; se apartó por última vez, antes de ingresar él también al agua tibia, se apartó el flequillo del rostro y soltó una risa aliviada al sentir el agua tibia relajando los músculos de sus piernas. 

 

Esperó a que Trowa estuviese acomodado y se colocó entre sus piernas apoyando su espalda en el pecho amplio de éste y recibió el abrazo confortable del otro, la barbilla que se apoyó sobre su cabeza y el suspiro que alborotó su cabello rubio. 

 

-No, no –dijo entrelazando sus dedos y apretándolos con firmeza-, eso que quieres para liberar energía, después que me haya lavado la mugre de esta misión. 

 

Apretó el abrazo del castaño sobre su cintura y estiró el brazo para tomar una esponja que empezó a deslizar por los brazos de Trowa, removiendo la mugre y el cansancio con ese movimiento, era un gesto tan íntimo y afectuoso que provocó escalofríos sobre la piel de éste; se giró entre sus brazos y se arrodilló en la tina para poder continuar limpiando por completo al otro piloto. 

 

Estando frente a frente, sus miradas se encontraron y el afecto se reflejaba en los ojos de ambos, le regaló un asentimiento a Trowa y le echó agua en la cabeza, cogió el champú para poder lavarle el cabello, masajeando el cuero cabelludo con gentileza. Cuando le vio cerrar los ojos, relajándose, le besó brevemente y continuó su tarea de procurar la limpieza del otro. 

 

Fue una tarea no muy prolongada, cuando terminó regresó a su posición original, apoyándose por completo en el cuerpo firme de Trowa y disfrutó como éste imitaba sus acciones y se dedicaba también a limpiarlo. 

 

Demoró un poco en su cabello para remover la sangre y mugre y no arrancar muchos cabellos en el proceso. 

 

Trowa no era alguien muy cariñoso o que demostrase afecto a Quatre, por lo que esos momentos tras puertas cerradas que compartían, donde el piloto del Cero tres se permitía demostrar emociones los atesoraba porque eran preciados para él, una señal de que lo suyo no era para complacer o para compartir con nadie. 

 

Era tan privado que ni en la presencia de los otros pilotos se permitía ser cariñoso. 

 

No era por pena o temor, ni tampoco porque escondiesen su relación, porque jamás la habían negado, era simplemente que Trowa era demasiado privado; además la situación de guerra no ameritaba que gritaran al viento su relación. Tampoco es como si Duo y Heero fueran muy abiertos al mundo respecto a su propia relación. 

 

Al sentir como el agua se enfriaba y sus dedos empezaban a arrugarse, como seña de que habían pasado ya demasiado tiempo en el agua, buscó la toalla de Trowa y se la pasó, después tomó la suya y salió para poder envolverse en esta. 

 

Continuaba sintiendo la energía latente que recorría por completo a Trowa, ese boost de adrenalina que debido a la misión se apoderaba de él y del que no podía deshacerse tan fácilmente; por lo general trabajaba en su gundam o salía a correr por la base hasta el cansancio, pero en esta ocasión su preocupación por Quatre le habían obligado a estar pendiente de él. 

 

No había conmoción cerebral de por medio, por lo que esa preocupación la puso a descansar, pero ya estaba adentro, bañado, envuelto en una toalla, y la única forma de quemar energía que veía era la de tener sexo con el rubio en ese momento. 

 

La risa del rubio le hizo saber que estaban en la misma frecuencia. 

 

Era una risa divertida, de complicidad. 

 

Vio como dejaba caer la toalla al suelo, y se permitió apreciar su desnudez por completo, la palidez de su piel y el contraste de esta con los golpes que ya se notaban en sus brazos y torsos, así como en una de sus piernas, su esbelta cintura y la forma en que estaba erguido completamente de frente a él, apreciando la respuesta que recibía de los ojos de Trowa. 

 

Retrocedió de espaldas hasta que sus piernas rozaron con el borde de la cama y se sentó en esta, después se dejó caer. 

 

No tenía que enviarle invitación escrita a Trowa, éste ya sabía que le estaba esperando, y no tardó mucho en acortar la distancia entre ambos y subir las piernas del rubio sobre la cama para después sentarse él en la orilla e inclinarse sobre éste para poder besarle. 

 

Este beso fue un poco más enfocado que los anteriores, con un propósito claro, a diferencia de los anteriores, que no llevaban a nada y sólo buscaban demostrar afecto, éste buscaba completar la seducción, aunque Quatre ya estaba completamente dispuesto a lo que iba a ocurrir, quizás no como Trowa por su exceso de energía, pero sentía la necesidad de fundirse con él para borrar el mal momento vivido antes de regresar a la base. 

 

Con cuidado de no golpearlo se subió a la cama y se posicionó sobre el rubio, quien con los ojos cerrados recibió el calor del cuerpo delgado de Trowa sobre él, la firmeza de sus músculos posicionándose sobre él, la forma en que a pesar de todo no dejaba caer su peso por completo y como su cabello húmedo le rozaba la mejilla mientras le besaba casi con desesperación. 

 

El cosquilleo de energía que le recorría parecía despejarse de a poco a través de las caricias que soltaba en aquella esbelta y pálida anatomía; con una mano se mantenía sosteniendo su cuerpo y con la otra presionaba la cintura del rubio y luego deslizaba sus dedos hasta terminar bajo su rodilla para poder separar un poco sus piernas y colocarse entre éstas. 

 

Finalmente se dejó caer por completo sobre el rubio, quien le recibió al tiempo que cortaba el beso y dirigía su boca al hombro no herido de Trowa para morderlo con fuerza, su cuerpo reaccionó al dolor con un movimiento circular de caderas que presionó ambos sexos y arrancó un gemido prolongado del rubio. 

 

La noche empezaba a refrescar y la base no tenía calefacción de ningún tipo, por lo que la actividad física también ayudaba a mantener sus temperaturas corporales agradables, la fricción, las caricias, el que ambos estuviesen apretándose fuertemente en un abrazo sensual. 

 

La lengua juguetona de Quatre se asomó para lamer ahí mismo donde había mordido, recorriendo la marca que sus dientes habían dejado. 

 

Para él el sexo era algo más que simple deseo carnal y su satisfacción, y con Trowa se creó un vínculo irremplazable, y si bien parecía tener una relación empática todavía más fuerte con Heero, dedicaba mucho más tiempo y esfuerzo en su relación con Trowa. 

 

El beso que recibió en el cuello fue gentil, el antónimo del mordisco que él había dejado en la piel bronceada del hombro del piloto del cero tres. 

 

-¿No estás cansado? -escuchó que le susurraban en el oído, el largo flequillo del castaño cosquilleando en su cuello y su oreja. 

 

-Después de esto voy a dormir –le confió con una risa y apretó sus muslos, aprisionando a Trowa entre estos, apretándolo más a su cuerpo. 

 

Eran pocas las ocasiones en que provocaba risas en el estoico piloto, pero la respuesta fue justamente eso, una risa, que retumbó en su cuerpo, hizo vibrar al suyo también, como un ronroneo de gato, contagioso y que le hizo sonreír a él del mismo modo. 

 

Besos en sus párpados, en su mejilla, en la barbilla y por último en los labios, roces prolongados, los dedos hábiles que le llevaban a una completa erección, movimientos seguros sobre su miembro, firmes que presionaban y liberaban creando una placentera sensación... Como él estaba un poco más agotado, se dejó hacer. 

 

Quien vibraba con energía contenida y buscaba la forma de liberarla era Trowa. 

 

Lo llevó al orgasmo con paciencia, siempre atento, sin desatender su rostro, le recorrió también toda la espalda con caricias cuando arqueó la espalda por el placer que buscaba salir de su cuerpo por todas partes, hasta en el sudor que brotaba de sus poros. 

 

-Trowa, Trowa... -murmuró desesperado, en pleno éxtasis. 

 

Con los ojos apretados tan fuerte como los dientes, pegó su pecho al de Trowa y disfrutó como aquellos dedos continuaban estimulándole pese a haber alcanzado el clímax, hasta que sintió que no podía proporcionar nada más, al menos no inmediatamente. 

 

Con un poco de esa energía por parte de Trowa liberada al haberle llevado al orgasmo, vio cómo se apartaba lo suficiente para ir a buscar al cajón del buró junto a la cama la botella de lubricante para poderlo preparar. 

 

Con el brazo derecho se cubrió los ojos y soltó una risa alegre cuando Trowa regresó con él y le acarició las piernas, volviéndole a pedir con ese gesto que las separase. Se puso entre éstas y vertió un poco de lubricante en sus dedos y los dirigió al esfínter del rubio. 

 

Éste pareció vibrar con anticipación antes de recibir los dedos largos del otro joven; Quatre soltó un suspiro cuando aquel primer dedo se deslizó en su interior. 

 

Quiso sentirse culpable por ser él quien estaba recibiendo toda la atención, pero sabía que no debía ser así. Podía percibir la satisfacción que irradiaba Trowa al ver el estado en que estaba poniéndole con sus atenciones. 

 

Cuando no estuviese tan cansado y dispuesto a ser la forma de liberar la energía en exceso de Trowa, le devolvería el favor. 

 

Además, él estaba tan agotado, tanto emocional como físicamente, porque al momento en que el comunicador de Trowa falló y lo atacaron como si les hubiesen estado esperando, tuvo que ser él quien tomara la batuta y dio indicaciones a los otros preventivos que estaban con ellos; agradecía que reaccionó con velocidad. 

 

Cerró los ojos y casi se hizo líquido sobre la cama, quizás ésta era incómoda y demasiado pequeña para ambos, pero envuelto en los brazos de Trowa y satisfecho, lo último en lo que pensaría sería en eso. 

 

Mientras filosofaba en su cabeza, los dedos de Trowa continuaban preparándole para recibirlo, ya tenía dos dedos en su interior, acostumbrándole a la intrusión a su cuerpo. Antes de introducir un tercero, buscó la botella de lubricante y se echó un poco más en los dedos. 

 

Jamás habían sido aficionados del dolor, suficiente tenían con las heridas que se ocasionaban en el trabajo como para anexar más a su vida privada. 

 

Quatre rió, recordando que esa práctica sí le correspondía a Heero y a Duo. 

 

Abrió los ojos porque sintió la curiosidad de Trowa ante su reacción. 

 

-Lo siento –dijo y estiró la mano para buscar la que tenía libre Trowa-, recordé algo gracioso. Después te cuento. 

 

Arqueó la espalda cuando sintió los dedos largos de Trowa estimular ese punto en su interior que lo enloquecía, el gemido que soltó fue prolongado, todo su cuerpo ya cubierto de sudor, sus cabellos húmedos aun por la mezcla de sudor y el agua del baño que no se secaba por completo. 

 

Apretó los muslos, enviándole la señal a Trowa de que ya estaba listo. 

 

Su conexión era tan buena que el otro apartó la mano y preparó su propio miembro, asegurándose que estaba suficientemente cubierto con lubricante para poder entrar sin causar más dolor del estrictamente necesario al momento de entrar, y que era uno pasajero. 

 

Fue gradual, la forma en que se acomodó mejor y buscó el mejor ángulo para poder descender sobre el rubio y poderlo besar al mismo tiempo que entraba a su cuerpo. Lo rodeaba por todos lados y entraba a él también por todos lados, su boca llenándose de la lengua de Trowa, aquel abrazo estrecho que le levantó un poco de la cama, haciendo que la penetración fuera incrementando, que el espacio entre ambos desapareciera por completo y que con la fricción que se creaba entre ambos por los movimientos de cadera de Trowa, su propio miembro pudiese ser estimulado con el abdomen de Trowa. 

 

No tenía intenciones de durar mucho tiempo, debido a muchos factores, pero el principal era su cansancio. 

 

Aun así, no se quedó estoico esperando a que Trowa hiciera todo el trabajo, respondió todas las embestidas del otro piloto con entusiasmo y ejerció la presión necesaria para que éste de a poco también fuese incrementando su velocidad, acercándolo y acercándose a sí mismo más velozmente al clímax. 

 

Se corrió antes que Trowa, sintió como todo su cuerpo se concentraba en esa acción, apretó los brazos alrededor del otro y sintió la tibia humedad que cubrió su abdomen. 

 

Un par de minutos después una reacción similar por parte de Trowa, quien lo llenó abundantemente, continuó ejerciendo presión y aflojando por unos segundos, creando una especie de tortura sexual para un extra sensible Trowa. 

 

El beso que depositaron en su frente fue la señal para indicarle que podía quedarse dormido, y justamente eso hizo. 

 

~o~ 

 

Cuando abrió los ojos, estaba limpio y alguien había cambiado las sábanas de la cama, pero se encontraba solo, envuelto en una manta gruesa. Suponía que, debido al frío, Trowa había buscado algo más grueso que las sábanas delgadas que eran estándar para las habitaciones de los soldados. 

 

Se estiró, el reloj sobre el buró le indicaba que había pasado muy poco desde que cerró los ojos y se durmió, y junto a éste había una nota. Se estiró para tomarla y leerla. 

 

Estoy en la base, reparando mi Gundam, descansa. 

 

No pudo ni enfadarse, después de todo así era Trowa después de las misiones. 

 

Se envolvió más en la cobija y se acomodó para seguir durmiendo. 

 

 

 

-fin- 

 

Notas finales:

No me maten por el final tan simplón, es que ya no supe cómo concluirlo, jajaja...


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