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Elementos por Fye

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Notas del capitulo: Vuelvo a publicarlo, en unos días el segundo capitulo.

 

¡Qué bien se siente!. Nunca puedo creer cuánto me relaja el agua tibia. Siempre que tengo un problema recurro ella. Agua, limpia mi cuerpo y mi alma. Pero debo admitir que me duele. Cuánto duele la herida en mis muñecas, a pesar de estar vendadas, a pesar de estar ya cicatrizadas, la carne todavía se encuentra débil. Y el corazón todavía se siente aprisionado. El orgullo encierra nuestros sentimientos y los guarda en el corazón, por esto se siente así, hinchado y a punto de explotar, y cuando parece que eso es precisamente lo que sucederá, vuelve el orgullo lo recubre y lo esconde y el sufrimiento se va apoderando de todo nuestro ser.

Eso es precisamente lo que me pasó, no aguanto esta tristeza que se apodera de mí, por eso quería dejarla salir, pero mis ojos estaban secos, y abrí mis venas para dejarla salir.

La sangre salió a borbotones, llorando toda esa tristeza que pugnaba por salir, pero inmediatamente comenzó la cicatrización, una clase de orgullo que forma parte del cuerpo y nos mantiene a salvo de otros.

            Inmediatamente mi conciencia comenzó a abandonarme mientras que yo, luchaba por mantenerla, quería ver como mi cuerpo lloraba, pero cedí y caí sobre mis lágrimas.

No sé cuando llegó, pero al despertar lo vi a mi lado, tendido sobre mí. Había repetido lo que yo había hecho, pero él lo hizo por mí y yo por mi dolor.

En mi sopor, vi el blanco suelo cubierto por nuestra sangre. Vi mis heridas y las de él, ambas estaban cerradas, pero él seguía inconsciente.

            La carne era frágil todavía, por ello la cubrí con vendas. La de mi brazo izquierdo y con dificultad, la de mi brazo derecho. Hice lo mismo con las de él, lo levanté cuidadosamente y lo llevé a la cama para que descansara. Con una toallita limpia, le quite torpemente lo rojo de su rostro, le besé los labios y regresé al baño.

A pesar de todo lo que había sucedido me sentía mejor, pero atontado y mi cerebro no estaba funcionando muy bien. Poco a poco y casi automáticamente, me quité toda la ropa y la arrojé a ese charco de sangre que estaba frente a la ducha, pasé sobre él y me sumergí bajo ella.

 

¡Ah!, La divina sensación del agua caliente. Dejé que me empapara completamente y al mirar el piso, vi que estaba teñido de sangre; pero con el fluir del agua, se fue haciendo mas y más claro hasta desaparecer completamente.

            Cuando estaba justo debajo de la regadera y la calidez de ésta me embargaba, sentí una ráfaga de viento helado que llenaba la pequeña estancia, me aparté del agua, me restregué los ojos y vi a Iiel. Había abierto la puerta y se encontraba ahí, desnudo y dispuesto a entrar también.

Estaba mirándome fijamente a los ojos. Estaba sintiendo el mismo embotamiento que había sentido yo y lentamente entró a la pequeña ducha.

            Estaba justo frente a mí. Yo me había apoyado a la pared contraria a la regadera para que pudiera entrar. Cerró los ojos y dejó que el agua lo invadiera, igual que había hecho yo minutos antes.

Yo solo lo miraba y no sentía ningún deseo hacia él. Por lo menos en ese instante. Ladeé la cabeza para seguir viéndolo, y por fin las lágrimas cayeron de mis ojos. Por supuesto él no se dio cuenta, mi cara estaba completamente mojada.

            ¿Por qué razón él tenía que ser así?. Tan torpe, si sabe que nunca lo he rechazado y que puedo hacer lo que me pida, sólo tiene que pedirlo.

Sorpresivamente, alargo los brazos tomó mi cuerpo y me estrechó en un abrazo que casi me deja sin poder respirar. Me apretaba más y más sobre su cuerpo. El pecho, el tórax, la pelvis... si, en especial la pelvis, lo sentía sobre mí.

En mi cabeza, buscaba mi oreja y me susurró una disculpa en ella.

-         La próxima vez que te haga daño, me lastimaré a mí mismo.

Mis sollozos se hicieron visibles y avergonzadamente lloré desesperado apoyado sobre su hombro, aunque mi cuerpo había estado buscando deshacerse de él. 

Tal y como lo había hecho horas antes, me obligó a estar en ese abrazo, sólo que ésta vez buscaba consolarme y antes buscaba herirme.

Y lo consiguió.

Sí ese fue su propósito desde un principio, castigarme, hacer que me doblegara ante él, y yo me resistí. No era merecedor de sus recriminaciones, no permitiría que me hiciera nada, pero es tan fuerte que me dominó con cierta facilidad. 

Le había dicho que no quería estar con él de ese modo. No dijo nada y se limitó a sostenerme fuertemente las muñecas sobre la cabeza, a aplastar mis piernas bajo las suyas y a besarme desesperadamente. Traté de luchar bajo él, y cuando supe que todo sería inútil, le aparté la vista y me concentré en ver la puerta abierta de la habitación y en lo mucho que me hubiese gustado atravesarla para salir y huir de ahí. Por supuesto eso nunca sucedió. 

Había abandonado mis intentos de resistencia y dejé que me hiciera lo que quisiera, sabía que con oponerme no lograría nada y que solo conseguiría mas dolor después que todo terminara. Total, que importaba si mi alma ya estaba abatida.

Solo me prohibí terminantemente no llorar en esa cama, no dejar que él viera mis lágrimas y por eso ellas se evaporaron antes de nacer.

Sentí un frío que atravesaba mi cuerpo cuando me dio vuelta salvajemente y concluyó su obra con unas embestidas brutales. Ya era suyo, justo como él quería hacerme sentir. Y todo esto ¿con qué motivo?, si ya yo lo sabía. Su cuerpo se tensó dentro del mío y cayó exhausto sobre mí. Se extrajo cuidadosamente (¡qué irónico!) y se durmió a mi lado, abrazándome para que yo no pudiera huir. 

¡No lo veas a los ojos! ¡No quieres recordarlo así!. Me repetía  una y mil veces. Sí, a pesar de lo salvaje que a veces puede llegar a ser, me atrae y no puedo separarme de él. No quiero recordar esos momentos, sólo quiero que se mantengan los recuerdos felices que superan en gran cantidad a aquellos recuerdos, que cómo éste, son dolorosos y desagradables.

Sí, en efecto no puedo separarme de él. Estamos predestinados a estar juntos incluso desde antes de nacer. El y yo somos demonios que vivimos como seres humanos y buscamos el camino para ser mortales.

Y esta parece ser una de las escabrosas pruebas que tenemos que superar...

Agua, limpia mi mente, mi cuerpo, mi alma, mi corazón... Ah! Y ahí está él. Ni siquiera aquí me ha dejado en paz. Es tan hermoso. Se ve tan desvalido... hasta pareciera es él el lastimado, de hecho en el fondo, él cree que así es.

Frente a frente estamos ahora, y él cierra sus labios contra los míos. No quiero responderle. De todas formas ya no importa lo que me haga o deje de hacer.

Igual que a mí, en estos momentos no lo domina el deseo y la pasión, sino un cariño inmenso mucho más agradable y placentero que aquel brutal deseo.

Sé que trata de reconfortarme, pero no puedo olvidar lo que me ha hecho. Si tan solo me diera tiempo... pero no es capaz de aguantar mi indiferencia.

Lentamente levantó mi cara con sus manos, y sus pulgares limpiaron mis ojos cerrados, tanto del agua como de las lágrimas. Cuando los abrí, lo miré fijamente a los ojos y soltó un gemido casi apunto de estallar en lamentos. Pronto comprendí que se debía a aquella mirada triste y cansada que le acababa de dirigir. Sin proponérmelo lo había atacado y pude contemplar lo miserable que se sentía en ese momento.

 Por supuesto no lloró, no lo haría frente a mí. Él es tanto o más orgulloso que yo y mucho más práctico, antes de lamentarse una y otra vez, preferiría reparar el daño que habría hecho. Y así fue.

Con sus manos llevó atrás mi cabello, que comenzaba a cubrirme el rostro y cerró de nuevo sus labios sobre los míos, que estaban sellados. Sus manos recorrieron mi cabeza hasta que las dejó reposando, abrazando mi cuello. Desde allí, de nuevo con los dedos pulgares acarició mis labios e hizo que se abrieran. En ese momento aprovechó para besarme de nuevo. Esta vez su lengua irrumpió en mi boca topándose con la mía, que descansaba apaciblemente en el interior. No se rindió y siguió sonsacando a mi lengua para que volviera a la vida, y así pasó. En realidad tenía tantas ganas de besarlo que me avergüenza reconocerlo. 

Dejó morir ese tranquilo pero apasionado beso y comenzó su descendente camino sobre mí. Se refugió al lado de mi cabeza mientras besaba dulcemente mi cuello. ¡Ah! Él sabe cuanto me gusta ese sencillo gesto. Es muy cínico, sabe como inutilizar mis defensas. 

Mientras tanto sentía unas inmensas ganas de agarrar ese largo y brillante cabello suyo y hacerlo un lado. Apartarlo y salir huyendo, una vez más mi voluntad me traicionó. Me abandonó y me dejó allí a merced de lo que él quisiera hacerme. 

Había terminado de llenar mi cuello con sus besos y continuó su camino por mi pecho. Allí se quedó un rato entretenido mordisqueando y lamiendo mis pezones. Continuó su camino por mi vientre y allí se detuvo de nuevo, jugueteó un rato allí, esta vez sobre mi ombligo. 

Yo seguía inmóvil y sólo sentía aquellos sentimientos contradictorios que él me provocaba y aquella respiración rápida y entrecortada que hacía subir y bajar rápidamente mi pecho violentamente.

Se arrodilló frente a mí para culminar su recorrido. Desde allí, extendió un brazo y cerró la regadera para concentrarse mejor. Se limpió los ojos y me dirigió una pasiva mirada desde abajo. Casi podría jurar que me estaba pidiendo permiso, pero ni yo pronunciaría palabra y él tampoco esperaría hasta que la dijese. Estaba allí frente a mí, en esa actitud indiferente y hasta sumisa, casi parecía una mujer complaciente a punto de satisfacer a su amante... y precisamente todo había comenzado con una mujer.

Le había dicho que había estado con una y que quería seguir con ella. Se trataba de  una amiga de mi hermana, que había estado enamorada de mí desde que ambas iban a la secundaria. Y que por fin ahora, cuando ya ha pasado el tiempo me he enterado y he estado con ella.

Había experimentado la dulzura y la belleza que solo las mujeres son capaces de brindar. Esa mezcla de fragilidad y fuerza, esas pequeñas pero grandes diferencias me habían seducido.

Yo sólo quería experimentar esas sensaciones un tiempo más, de todas formas Iiel estaba con mujeres cada vez que le venía en ganas y yo nunca le reprochaba nada. Sólo ésa única vez y él simplemente se fue de mi lado.

Como si no hubiese aguantado ya lo suficiente. Cuando se fue; declaré mis intenciones a la chica, pero ella me rechazó alegando que todo lo que había vivido conmigo lo hizo para dejar morir sus últimos deseos de adolescente. Se disculpó por el malentendido. Pensó que nunca llegaríamos a nada formal, también debido a que estaba comprometida y próxima a casarse. Nos despedimos como amigos, por supuesto no sin antes arrancarme la promesa de que su novio nunca se enteraría de lo que había sucedido entre nosotros.  

Al regresar a la casa, Iiel ya no estaba y sabría que no lo vería próximamente, así que me dedique a buscarlo para no enterrarme allí y torturarme como un mismo idiota.

Después de todo ese tiempo volvía a mí y con esa rabia acumulada, me lastimó y me castigó de la manera en que lo había hecho.

De repente comencé a sentir sus manos aferradas a mis nalgas, que acercaban mis caderas a él; y su lengua aterciopelada y cálida que jugueteaba con mi miembro. Casi inmediatamente mis manos cobraron vida y se posaron en su cabeza. Mis dedos se hundieron en su espesa cabellera húmeda, masajeándola, impidiéndole la huida.

Sentí el éxtasis recorriendo mi cuerpo e hizo que se tensara hasta que todo terminó. Me descubrí jadeando, casi apunto de caer, tratando de recuperar el control sobre mí mismo y él aferrado todavía a mí, abrazando mis caderas. Sus brazos rodeaban mi cuerpo y su mejilla izquierda descansaba sobre aquella maraña que era mi vello púbico.

Esos minutos parecieron eternos. Mi cuerpo estaba intranquilo. Finalmente mis manos se deshicieron de su cabeza y ahora estaban libres, se apoyaron en sus hombros y lo alejaron de mí. Por fin mi conciencia retornó, él por el contrario parecía estar mucho más aletargado que antes. Me miró y me dedicó una tímida y entrecortada sonrisa, mientras que yo, le respondí con una gélida mirada:

- No creas que he perdonado lo que me hiciste, ni mucho menos que esto ha significado algo para mí - Fue lo único que alcancé a decirle.

Salí de la ducha, me vestí rápidamente y por el rabillo del ojo pude ver aquella mueca de dolor que tenía su rostro. Se había abrazado para protegerse de esa fría actitud mía, pero era inútil y él lo sabía. Pero no podía hacer nada más. Él estaba consciente de su error.

Cuando terminé de vestirme salí a refugiarme en la oscuridad de la noche, prometiéndome a mi mismo nunca más regresar a ese cuarto de hotel.

Notas finales:

Este fic me lo borraron pq no lo habia actualizado^^UUU, la verdad queria que fueran 4 capitulos pero solo tengo dos, asi que publicare los que tengo y lo pondre como finalizado. No creo que escriba los otros dos capitulos, solo se que serian referentes al viento y tierra... pero ni idea de la historia o personajes (bueno la verdad si tenia pensado a los personajes, son los de la otra historia "Parte de tu mundo" pero de verdad que ni idea con la historia ^^UU) bueno eso es todo, en unos dias publico la continuacion para que por lo menos sepan como termina este ciclo ^__^


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