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Manos unidas por Herr

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Notas del fanfic:

No

Notas del capitulo:

Pues realmente es lo primero que escribo, me atreví hacerlo de esta pareja por dos motivos. 

-Me gusta.

-No sé si es que ya no sé buscar bien o no hay mucho de ellos, pero no encuentro y decidí agregar mi granito de arena.

 

Los personajes no me pertenecen así que...

Todos los derechos reservados a sus respectivos autores.

No habían pasado más de dos horas desde que llegó al santuario, todo ese tiempo se le fue en presentarle el informe al patriarca y en asegurarse que Regulus hubiera cumplido sus deberes, pues el entrenamiento era mucho más riguroso desde que se postuló como candidato para ser portador de la armadura de Leo. Apenas pudo poner los pies en la casa de Sagitario, dejó el cargamento de ropa que utilizó para que las doncellas se encargarán de estas.

 

No quería comer solo, Regulus estaba ocupado con el entrenamiento y parecía muy divertido con otro chico de cabello verdoso, no quería molestarlo por lo que salió en busca de su vecino de la décima casa. Subió las escaleras, pero recordó que tuvo que pasar la casa vacía al no recibir respuesta de su guardián cuando subió a dar el informe al patriarca, seguro estaba entrenando. Suspiró, ese español parecía no conocer un horario para el entrenamiento. Además, que él solía recibirlo cuando llegaba de una misión, no podía hacerlo cambiar en ese aspecto y tampoco recriminarle por no hacer lo mismo, era algo innecesario además.

 

Mientras se dirigía a los campos de entrenamiento, pudo notar su cosmos en dirección contraria. Efectivamente estaba entrenando, pero sólo uno de sus ataques. Creyó que sería entretenido verlo entrenar esa técnica que siempre mencionaba que debía perfeccionar, era curiosa la manera en que se enfocaba sólo en su brazo derecho. No tuvo que llegar justo donde se encontraba capricornio, pues desde la altura podía observar bien, así como no rompía esa concentración que su compañero mostraba poseer.

 

Afortunadamente para él, el caballero de Capricornio parecía estar ya en las últimas de su entrenamiento, porque además de cansado, el brazo parecía dolerle y sobre todo el antebrazo. La manera en que empuñaba la mano sólo le indicaba que el dolor en la zona en verdad parecía molesto, pero que no detendría al español hasta estar satisfecho con las horas dedicadas a su técnica especial. Se puso de pie para poder regresar a su templo, él tenía un remedio para esos dolores y no dudó en que debía proporcionarlo a su compañero de investigación. Regresó sobre sus pasos hasta su templo.

 

 

—Sabes, muy pocas veces nos vemos en el santuario y yo tengo que buscarte para poder compartir un poco de tiempo contigo, amigo mío —habló tan sólo ver al capricorniano frente a su casa. Se cruzó de brazos frente a la entrada mientras le dedicaba una sonrisa, al contrario, el español estaba serio y sin saber muy bien que responder. Sísifo no sabía descifrar la expresión en la cara de su amigo.

 

—Sentí tu presencia mientras entrenaba, es bueno saber que estás bien luego de la misión —el tono tan serio que usaba El Cid parecía contrariar sus palabras, pero para Sísifo no era así.

 

—Quería invitarte a comer, pero no vi la necesidad de interrumpir tu entrenamiento —alzó los hombros relajando la postura, se dio la vuelta mientras le hacía una seña al español para que lo siguiera. —Noté como empuñas la mano luego de mover el brazo para ejecutar tu técnica, así que supuse que te dolía —mencionó mientras se dirigía a una habitación donde había preparado las cosas para poder atender a El Cid—. Así que un masaje no te viene mal, solía darle algunos a Regulus cuando recién comenzaba los entrenamientos.

 

—No debes tomarte esa molestia conmigo — nuevamente ese tono tan serio.

 

—No es ninguna molestia, además así puedo estar contigo para discutir nuevos datos que la misión me proporcionó— se detuvo para abrir la puerta, con una leve sonrisa le señaló la silla pegada a la pared.

 

El Cid estaba sorprendido por la cantidad de libros desordenados sobre la mesa, al parecer le había dado tiempo para comparar la información nueva con la que ya tenían, Sísifo nunca perdía tiempo. Una vez sentado observó la ligereza con la que el arquero se movía intentando organizar un poco los libros, supuso que ya tenía las páginas señaladas y sólo quería tener los libros en el orden en que sacaría la información. Mientras, él se quitó las partes de la armadura que cubrían su brazo.

 

El de cabellos castaños tomó la mano, ya sin protección, del español y le apretó un poco el antebrazo con la zurda para asegurarse de que tan rígidos estaban sus músculos. Tomó el bote de aceite de oliva que usaba para dar los masajes a su alumno, con una poca cantidad comenzó a frotar sus pulgares contra el antebrazo derecho de su compañero. Los movimientos eran casi lentos, hipnóticos para el caballero de Capricornio, quién miraba con mucha atención como esos dedos danzaba sobre su piel. No pudo evitar una mueca cuando los dedos tocaron una zona en específico, lo que al castaño le indicó la zona donde debía masajear más.

 

Fue justo en ese momento dónde Sísifo tomó la mano de El Cid como si de un saludo se tratara, esto para estirarle más el brazo que por los movimientos y el dolor del contrario, perdió la posición inicial. El Cid notó como ese agarre duró hasta que el masaje terminó, aunque también se dio cuenta de que Sísifo no lo había hecho con otra intención más que para masajearle mejor.

 

—Verás que el dolor disminuirá y mañana podrás entrenar con mayor comodidad —. El de cabellera oscura tuvo que alzar la mirada para prestarle atención a sagitario, pues realmente notaba su brazo más relajado y se quedó viéndolo mientras aflojaba y apretaba el puño.

 

—Gracias —inclinó un poco la cabeza para agradecerle debidamente. La risa de Sísifo fue sutil, pensaba que no le quitaría esa costumbre de agradecer y por ello ya no iba a negarlo.

 

—Ahora que ya puedes estar concentrado en lo que diré, te voy a contar todo lo que pude recabar — inmediatamente Sísifo procedió a contarle como le fue en el viaje. El Cid no pudo concentrarse del todo al principio, aún miraba la mano que el de Sagitario había tomado. Aunque rápidamente dejó de pensar en eso cuando el castaño comenzó a hablar sobre la información en la que él le ayudaba. Pasaron un par de horas en esa habitación, el de Capricornio sólo escuchaba atento a un Sagitario muy serio que hilaba lo que ya sabían con lo nuevo.

Notas finales:

Espero que fuera fácil de leer y que fuera de su agrado.


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