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Menú de hoy: melones por Kaiku_kun

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Notas del fanfic:

Shot creado para el 9º Reto Literario de Mundo Yuri.

Imagina: tienes una vida cómoda viviendo con una maid que te considera su esposa, una niña amiga suya que te considera su madre y la psicópata amiga suya que no conocía el cariño se ha acoplado; tu mejor amigo ha adoptado a uno de los amigos de ellas, el hijo de tu jefe también vive con otra amiga de ellas y encima trabajas con otra rival de esa maid. Ah, y todos son dragones cargaditos de magia destructora excepto tu mejor amigo.

¿Cómo podría una persona sentarse tranquilamente con su café matutino a ver las noticias un tranquilo sábado por la mañana?

Kobayashi podía. Vivía con la paz de saber que si su casa quedaba destruida porque Tohru y Elma se peleaban, ella podía echarles la bronca y ordenarles reconstruir la casa. Que el dragón en casa de su mejor amigo, Fafnir, sólo daba miedo de vista. Que Kanna e Iruru eran dos buenas hijas a ojos de todo el mundo, una iba a la escuela y la otra trabajaba en una tienda del barrio. Y que Lucoa, que vivía con Shota (hijo del jefe de Kobayashi) sólo buscaba la atención del menor.

Precisamente fue Lucoa la que ese día acudió a Kobayashi. La humana seguía mirando las noticias cuando la voluptuosa dragona llamó a la puerta. Tohru la dejó pasar.

—Qué raro, no vienes con Shota —fue lo primero que dijo Kobayashi.

—Es precisamente por él que vengo. Estoy preocupada por él.

—¿Qué ha hecho? ¿Insultar tus pechos? —se burló Tohru.

—No me deja entrar en su habitación. —Tohru e Iruru iban a contestar a eso bromeando, pero la mayor de las dragonas les cortó—: Y antes de que digáis nada, sí, siempre lo hace, soy su canalizador principal de magia.

Kobayashi echó una mirada de desaprobación a Tohru e Iruru, que se estaban aguantando la risa de mala manera.

—Déjalas, están tontas hoy —le aconsejó—. ¿Vamos todos a ver qué le pasa?

—No podemos ir todos.

—¿Por qué?

—A ver si adivino —habló Iruru, algo más seria—. No deja que ningún dragón se le acerque.

Lucoa asintió. Se mostró algo avergonzada de no haber comentado eso de entrada, pero Kobayashi lo entendía, teniendo a alguien como Tohru en casa: Lucoa se había tomado como algo personal que su protegido y protector al mismo tiempo no dejara que se le acercase.

—Esto puede ser cuestión de su magia, entonces —comentó Tohru—. Los dragones podemos canalizar poder para los magos, pero también modificamos su composición. Shota debe estar intentando ejecutar un hechizo que le obligue a prescindir de nuestra magia.

—Entonces voy yo sola —propuso Kobayashi, de forma bastante obvia.

—¡Asegúrate de que no está haciendo nada peligroso! —le advirtió Lucoa—. Siempre que ha usado más poder del que debe ha sido solo y ha resultado en desastres. Podría haber invocado a un demonio peligroso en vez de a mí aquella vez…

Todo el mundo conocía la historia: Lucoa se sintió atraída por el poder del muchacho y decidió ser ella quien resultara del hechizo de Shota, pero sólo para que bloqueara la entrada a alguna entidad mucho más peligrosa e incontrolable. Desde entonces, Lucoa no dejaba su lado (aunque los motivos fueran otros).

Kobayashi fue ella sola a casa de Shota. No permitió que nadie la llevara volando. Shota tenía una percepción impresionante a la hora de detectar dragones a su alrededor, así que era más seguro que Lucoa se quedara en custodia de Tohru y compañía en su casa.

Cuando llamó al timbre, su amiga Georgie la abrió, en su papel habitual de maid.

—Te esperábamos —comentó—. Shota avisó de que vendrías.

—¿Sabes lo que está pasando?

—No me ha querido comentar nada, pero cuando he visto a Lucoa irse volando hacia tu casa nos lo hemos pensado. Shota ya te espera en su habitación.

Kobayashi era una persona que meditaba mucho sobre los misterios de las acciones de cada persona cual detective, pero en ese caso sólo podía pensar en el enésimo malentendido que habían tenido los dos. Se apostaba lo que quisiera que en realidad Shota sólo quería tiempo por sí mismo para hacer lo que le diera la gana.

Georgie llamó a la puerta y la abrió sin esperar respuesta. Luego dijo adiós a Kobayashi y desapareció en su propio cuarto.

—Buenas —dijo Shota como si nada. Estaba delante de un libro de hechizos, mirándolo pensativo. Sólo había desviado levemente la vista de él para mirar por encima y encontrar a la Kobayashi inexpresiva de siempre—. ¿Me ayudas?

—¿Qué?

—Estoy intentando avanzar en mi entrenamiento como mago. He realizado muchos hechizos con éxito pero siempre se me ha resistido este. Mira.

Kobayashi llegó a su lado y encontró un indescifrable pictograma lleno de palabras prácticamente ilegibles. Sólo consiguió leer una línea: «lectura de futuro».

—¿Intentas predecir el futuro?

—Sí. Para un mago que usa tanto la alquimia como yo es más complicado. Los hechizos proféticos suelen grabarse en papel mágico y usar palabras, no ingredientes. Pero yo he encontrado la manera de convertirlo en una poción.

—Y voy a ser conejillo de indias, ¿verdad?

—Oh, si quieres sí. En realidad sólo quería pedirte que me vigilaras por si la poción tiene efectos inesperados.

Kobayashi alzó las cejas y asintió con aprobación por sus precauciones, pero no entendía qué tenía que ver que no dejara pasar a los dragones.

—¿Y qué pasa con Lucoa?

—Ah, es una cuestión práctica. He tomado la poción cinco veces ya y siempre me salen predicciones de futuro cortas relacionadas con ella.

—¿Se cumplen? —Shota se hundió en su libro en respuesta, ocultando el color de tomate que había subido a su cara—. Lo tomaré como un sí.

—Necesito comprobar si es la magia de los dragones lo que entorpece o si mi poción necesita ajustes y nuevos componentes —concluyó, recomponiéndose.

—Ahora se entiende mejor… —Shota acabó de prepararse para tomar la poción. Mientras lo hacía, Kobayashi preguntó—. Algunos dragones saben predecir el futuro. ¿Has usado algún ingrediente que tenga que ver con ellos?

—No, precisamente por esa razón. Por eso me resulta tan extraño. —Se puso la poción delante, que perfectamente podría ser un chupito de aguardiente y dijo antes de tomarla—. A la salud de los humanos.

Se la bebió de un trago como un adulto experimentado. Ambos esperaron unos segundos a que hiciera efecto, en los que el joven aprovechó para sentarse. Entonces los ojos se volvieron blancos y empezaron a brillar como dos luces de LED y puso una cara muy angustiosa que vino acompañada de unas protestas conocidas.

—¡Shota! ¡¿Estás bien?!

Diez segundos después, Shota reposaba con su vista normal y protestó también, pero con reniegos de adultos.

—Que Georgie no te oiga —se rio Kobayashi—. ¿Qué has visto?

—Lo de siempre. Lucoa ahogándome con sus barrigas de Buda que tiene como pechos.

—¡Vaya! ¿Puedes evitarlo? —preguntó Kobayashi con curiosidad. Le compadecía y se reía internamente al mismo tiempo, porque Tohru solía hacer cosas parecidas cuando la pillaba desprevenida.

—Me temo que no. Lo he intentado ya varias veces. Esta noche me espera un apretujón de los suyos —se quejó.

Shota se puso a mirar las instrucciones de nuevo y a revisar los componentes de su poción. Kobayashi se quedó un poco sin saber qué hacer, así que se sentó de la cama que su amigo acababa de dejar.

—Creo que deberíamos probar contigo —concluyó.

—Me lo imaginaba.

—No te preocupes, no duele. Y la poción tiene sabor a mango. Lo único que puede pasarte es que tengas angustia por lo que veas.

—¿Sabes que tus ojos se han iluminado como si fueras Aang, el de Avatar the Last Airbender?

—Lo sé, Lucoa me lo contó la primera vez que lo intenté. Me espió. —Luego le pasó otro chupito de deliciosa poción de las profecías con sabor a mango—. De un trago.

—A tu salud.

Kobayashi se lo tomó de golpe y se tumbó igual que había hecho Shota. Después de exactamente los mismos segundos, la poción le proyectó una imagen como si estuviera mirando a través de un periscopio y pudo verse en su propio cuerpo, en su casa, caminando, y de repente se encontró con media cara enterrada en dos cojincitos blanditos, calentitos, bien apretados y envueltos con ropa.

Eran los pechos de Tohru.

—¡¡¡UAH!!!

Y ya volvía a estar en la habitación de Shota. Se había quedado sentada del susto y Shota le observaba asustado.

—Tienes que hacer algo con esta poción tuya.

—¿Qué has visto?

—En algún momento Tohru me enterrará entre sus melones —dijo como si esperara la muerte con terror—. Creo que has creado una poción que prevé la próxima vez que alguien se vea amenazado por pechos.

—Esta poción no lleva a ninguna parte, maldita sea. Tendré que empezar de nuevo. ¡Fuego!

Y en nada, un conocimiento escrito tan valioso para el 50% de la humanidad (por lo menos) quedó reducido a cenizas.

Shota agradeció la participación de Kobayashi con chucherías de su personal colección y le pidió que avisara a Lucoa que todo volvería a la normalidad (a pesar de la pequeña profecía que se le acercaba). Luego, la invitada volvió a casa, aunque tenía la sensación de que iría con pies de plomo con la pobre Tohru hasta que la profecía se cumpliera, quizás con la esperanza de que realmente no ocurriera nada.

—Ya he llegado a casa —anunció, con voz cansada, como si hubiera vuelto del trabajo. Lucoa y Tohru corrieron a recibirla como si fueran Kanna e Iruru en su lugar.

—¿Qué tal ha ido?

—Ah, no era nada, estaba probando un hechizo nuevo que según él tenia influencia dracónica, tal como había dicho Iruru…

—¿Véis? —se ufanó ella.

—… Pero al final ha resultado que ha creado una poción que sólo puede profetizaba una acción concreta. No era culpa de nadie más que de una mala elección de ingredientes.

Kobayashi complementó su explicación con señas como para decir «ahora no», porque Kanna estaba observando la escena. Todas entendieron. Iruru se rio con ganas y Lucoa y Tohru se miraron algo incómodas.

—Ya puedes volver a casa, Lucoa —terminó Kobayashi—. No te va a echar.

—¡¡Gracias!!

Lucoa salió corriendo de la casa, dejando a la peculiar familia sola. Kobayashi sugirió que las niñas se fueran al baño, así las mayores podían empezar a preparar la cena. Iruru se llevó a Kanna a pesar de las pocas ganas que tenía esta última.

En cuanto éstas desaparecieron, Kobayashi se sentó delante de la mesa y Tohru se acercó.

—¡Mi Kobayashi una vez más resolviéndolo todo arriesgando su vida…! No podía ser de otra manera.

—Bah, no ha sido nada, si todo fuera tan sencillo como esto…

—¡¡Pero no te quites méritos!!

Y entonces Tohru se lanzó sobre ella antes de que Kobayashi pudiera reaccionar y se vio enterrada en esa maldita profecía pechonil. Kobayashi protestó enérgicamente con los brazos hasta que Tohru la soltó.

—¡¿Estás loca?, me vas ahogar con esos blanditos melones que tienes!

—¡Gracias! O, bueno, perdón. En fin, ahora estamos solas… —insinuó—. Cuéntame, ¿Qué viste con esa poción?

Kobayashi, aún enfurruñada, señaló alternativamente los pechos de Tohru.

—¿Qué? ¿Sólo eso?

—Sí, ya has cumplido con la profecía. Por suerte.

—¡Qué lástima! Yo esperaba un baño íntimo subido de tono, o… ¡Ng! —soltó, cuando Kobayashi la agarró con la mano las dos mejillas.

—Pobre de ti que intentes provocar una situación así como cuando cocinas tu cola o te vas a dormir a la calle, ¿estamos?

—W-wale —musitó, con el pulgar e índice de Kobayashi impidiendo pronunciar bien.

—Vale.

Tohru quedó libre de la atadura y Kobayashi respiró hondo, dispuesta a admitir un par de cosas después de toda la tensión de la profecía.

—Ya sabes lo que dicen: mejor que las cosas salgan de forma natural.

Luego extendió los brazos con una sonrisa y recibió el abrazo de una Tohru excesivamente ilusionada por el futuro próximo.

 

FIN

Notas finales:

Espero que les haya gustado <3


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