Y entonces un día se despertó nuevamente solo, en aquella casa vacía que tanto tiempo intentó olvidar. Despertó sin comprender muy bien lo que sucedía, hasta que la voz de Iruka lo sacó de sus pensamientos.
- Naruto, ya baja a desayunar que llegarás tarde a tu primer día de colegio –
A tu primer día de colegio, no entendió muy bien esas palabras, no entendió muy bien en qué lugar se había despertado, y tampoco entendió muy bien todo lo que ocurrió después. Pensó que era un sueño, el sueño más largo que había tenido jamás, o una pesadilla, la peor por lejos. Naruto, con 23 años de edad, un trabajo estable y una vida plena y feliz, se encontró, sin saber cómo ni porqué, en su cuerpo de 14 años, vestido para su primer día de clases, hacia ese colegio en donde tanto dolor había pasado, en donde tanta humillación y desesperanza lo habían llevado a sumirse en la más inmensa soledad. Pero todo eso había quedado atrás, de alguna manera había logrado sobrevivir, estudiar y encontrar un trabajo, comprar su casa y conocer a la persona que para él era el amor de su vida.
Y ahí estaba, sin entender nada, enfrentado nuevamente a su primer día de clases, pero ahora ya no era el mismo Naruto de hace años atrás. Sí, era el mismo cuerpo, pero no era la misma mente, y quizás la vida le estaba entregando una segunda oportunidad. Haría las cosas distintas, no le afectarían las burlas de la misma manera. Había dos cosas de las que estaba seguro:
- No volvería a permitir que las palabras del resto lo dañaran
- Debía encontrar a Gaara, y así ahorrarse todos aquellos amoríos fracasados y violentos por los que tuvo que pasar antes de conocerlo.
Sí, la vida le estaba dando una nueva oportunidad y debía aprovecharla.
Con esto en mente, Naruto se encaminó decidido a la sala de clases. Distinguió a sus antiguos compañeros, aunque ahora eran nuevos, pues sólo él los recordaba, de una vida paralela, o una vida pasada, no lo entendía muy bien. Se sentó en su pupitre y esperó pacientemente comenzara la clase.
Claro, todos lo miraban, sabía también que cuchicheaban, era un pueblo pequeño y todos conocían la historia de sus padres y la maldición que había caído sobre su familia, y sobre él mismo, por lo que nadie se atrevía a acercarse, más bien le rehuían la mirada y cuchicheaban a sus espaldas. No le importó.
Cuando le tocó el turno de presentarse, no tartamudeó, se mostró seguro, porque lo estaba, sabía de lo que era capaz, conocía sus fortalezas y no necesitaba que nadie más que él creyera en él. Quizás Gaara, pero en esos momentos de la vida se encontraba lejos, en otra ciudad, ya pensaría más tarde cómo llegar a él y poder conocerlo.
- Buenos días, mi nombre es Naruto Uzumaki, tengo 14 años y estoy feliz de comenzar mi vida escolar. Espero poder conocerlos a todos. Sé que me tienen miedo y se sienten inseguros, yo también lo he estado. Para nadie es un secreto la historia de mi familia. Sólo les pido que me den la oportunidad de darme a conocer tal cual soy, como una persona separada de las malas decisiones que tomaron mis padres. Si aún tiene temor, está bien. Espero que nos llevemos bien.
En la clase hubo un silencio, probablemente porque nadie esperaba que aquel chico tímido y solitario, como lo había sido hasta entonces, pudiese hilar más de una palabra y dar un discurso con tanta seguridad.
Alguien rió despacio.
- Dobe – se escuchó en el silencio de la sala.
Naruto miró desconcertado, algunos asientos tras de sí se encontraba un chico de tez blanca y cabello oscuro. Con une media sonrisa de lado y un brillo particular en sus ojos. No lo conocía, nunca lo había visto. Él no estaba ahí hace 9 años atrás-
- Baaka – Se encontró respondiendo. Se sorprendió, pues nunca pensó en responder defensivamente ante nadie. Algunos compañeros rieron ahora en un tono más alto y en el aula se rompió el silencio incómodo. Parecía que Naruto era un chico curioso después de todo, y curiosos en el buen sentido de la palabra.
Y sí, parecía que esta vida que nuevamente le tocaba vivir le daba la posibilidad de hacerlo distinto, parecía que le daba la posibilidad de vivir con mayor felicidad que hace 9 años.