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Physical leak por Sabaku No Ferchis

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Notas del fanfic:

¡Hola!

Este es mi segundo regalo para Gaara bebé hoy en su cumpleaños. Surgió porque tiene tiempo que quería escribir algo relacionado con el canon, así que me senté frente a la computadora y me puse a divagar xD

Advertencias: SasuGaa, por si alguien a quien no le gusta la pareja entró por acciente uwu. Semi OoC, soft-yaoi, y pongo semi-Canon porque probablemente me esté saltando aspectos importantes que involucran a Gaara y Sasuke en este momento del manga (o sea, luego de la muerte de Itachi bebé xD).

Fue difícil y no sé a qué llegué con esto, pero aun así espero que les guste :3

Ah, y a ti, Sky, siempre te voy a agradecer porque en este mundo que casi no voltea a ver a las parejas crack, sé que hay alguien además de mí y Marycita sempai que ama el SasuGaa. 

Sin más, les dejo con el one shot.

Physical leak

 

~ SasuGaa ~

 

Give me just a little bit of love and joy

That’s all I need

This damned world has punished me

With loneliness and cruelty

 

[ Ganges, Origami ]

 

El dolor surge de diferentes formas.

A algunos les basta con un pinchazo en el dedo, el hilo carmesí tras el roce de una navaja. Otros lo encuentran al torcerse el tobillo, o en la picadura de un animal salvaje.

(Una serpiente, por ejemplo).

Durante años, Gaara vivió encerrado en la jaula de un pájaro: una jaula esculpida en arena que, aun en contra de su voluntad, lo protegía del mundo externo. Y no había espada, aguijón o veneno que lo hiciese experimentar todas las sensaciones viscerales y punzantes que trae consigo el dolor físico.

Las mismas que, justo ahora, agobian al joven frente a él.

Gaara intenta enfocarse en suturar la herida, pero los gemidos contenidos del moreno se roban su atención de cuánto en cuánto. El alcohol ayudará, piensa el Kazekage, aunque sería más fácil si él hubiese aceptado ver a un ninja médico.

¿Será cuestión de orgullo? ¿Sasuke teme que le vean en ese estado y lo sobajen a un humano común y corriente?

¿Desechable?

¿Intrascendente?

Aunque, en realidad, Gaara sabe que ningún médico podrá darle a Sasuke lo que necesita. Sus heridas sanarían más rápido con un ninjutsu, sí; la medicina mitigaría el dolor, claro está. Pero el pelirrojo está consciente de que ese no es el tipo de aflicción que se esconde tras la mueca contraída y los ojos carbonizados del Uchiha.

Gaara podría usar todo el alcohol de la botella, e incluso noquear a Sasuke para terminar las curaciones mientras está inconsciente. Sin embargo, su dolor seguirá ahí al despertar; a veces latente, otras ardiente. Eventualmente permanente si permite que sus demonios terminen de hundirlo.

—Hazlo más rápido—sisea el renegado de la Hoja.

A través del tono autoritario, Gaara identifica una súplica camuflada («Aunque dure menos, haz que sea más doloroso. Por favor»). Y entonces, recuerda las palabras que le dijeron antaño, cuando todavía era aquel polluelo encerrado en su jaula:

«A diferencia del cuerpo, no hay medicina para las heridas del corazón. Y a veces no sanan jamás.»

Hay noches en las que los restos de insomnio todavía hacen de las suyas y sumergen al pelirrojo en lo profundo de sus memorias; hacia los recuerdos de su infancia perturbada, cuando la necesidad por sentir algo además del terrible hueco en su pecho lo estaba matando.

Gaara habría dado todo por una caricia en el cabello. Un abrazo, una sonrisa.

De menos la punta de una navaja perforando su piel.

Algo tan mundano como el dolor físico.

—Basta. Detente—gime Sasuke, y el taheño pausa la sutura, percatándose de la sangre brota por la pierna del Uchiha.

Pero yo no conocí nada de eso hasta años después.

—Lo siento…

—Olvídalo, Gaara—interrumpe Sasuke—. Solo haz que pare.

Es una petición simple, pero fácil de leer cuando el taheño levanta la mirada y se encuentra con el rostro magullado de Sasuke. Las lágrimas barren la mugre en sus mejillas, sus facciones estéticas pulidas por una mueca de tristeza que no puede contenerse más.

—De acuerdo.

En cambio, yo siempre encarné las dolencias del alma.

Con precisión, Gaara termina su tarea antes de que el reloj marque las tres de la madrugada.

Sasuke había aparecido en la oficina del Kazekage tres horas antes. Suele ser sigiloso cual felino, pero esta vez llegó herido. Tiró la maceta que el pelirrojo tenía en la ventana y se balanceó hasta apoyarse en el escritorio, encontrando el equilibrio y cesando los espasmos por un momento.

Las tonalidades moradas del chakra eran visibles, tan intensas que Gaara temió que alguien advirtiera la presencia del Uchiha.

—Mi hermano está muerto—espetó él, simple y llanamente. Y de inmediato, frente al de ojos turquesas, se quebró.

—Itachi está muerto—repite ahora, presa de su agonía. Gaara no puede evitar una oleada de dolor en el pecho; una pizca de lástima, un deseo enorme por ayudar a Sasuke, y una pequeña bomba de impotencia al percatarse de que, durante todo este tiempo, no ha logrado nada.

Varias veces (cuando los deberes no mantienen su cabeza ocupada), Gaara se pregunta cómo fue que Sasuke y él llegaron a este punto: una relación indefinida que tiene algo de todo y nada a la vez.

Sasuke no es su amigo, pero tienen charlas extensas y absorbentes. Sasuke no es, como tal, su enemigo, pero Gaara tiene que someterlo cuando los impulsos le ganan y su chakra representa una verdadera amenaza para los habitantes durmientes de Suna. Sasuke no es su amante, pero durante cada visita, bajo el cielo oscuro donde el viento acarrea los granos de arena, el moreno se inclina y le besa los labios. Sin palabras, sin explicaciones.

No obstante (quizá), el Uchiha el consciente de que Gaara no necesita ninguna explicación.

Viene aquí porque sabe que ambos fuimos la misma cara de una moneda. Pero no el sol, nunca el sol. Él no quiere acercarse al sol por ahora.

Y si algo los une, no es nada más que el profundo sentimiento de odio y soledad que fue plantado en sus corazones cuando todavía eran muy jóvenes para conocer la crueldad del mundo.

La traición de aquellos a quienes le confiaron, alguna vez, su vida entera.

El usuario del sharingan se levanta; como es demasiado pronto, sus vendas se cubren de sangre. Gaara, que estaba inclinado, se estira para recibir el peso de un tambaleante Sasuke sobre su hombro. El pecho del moreno se infla y contrae, la sensación caliente de sus lágrimas deja húmedas las mejillas del taheño.

Mientras tanto, Gaara simplemente lo deja ser. Porque sabe que Sasuke, entre toda su oscuridad, necesita a alguien capaz de ver más allá de su coraza. Alguien que conozca el sentimiento que esconde ahí dentro y esté dispuesto a sentarse junto a él en silencio antes de pedirle una explicación.

Antes de siquiera obligarlo a reivindicarse.

Es por eso que el Kazekage no ha dicho nada a Naruto sobre las visitas del moreno.

Pero yo no puedo…

Escucha a Sasuke tragar su llanto. Los dedos del azabache se entierran en los hombros delgados de Gaara. Él piensa si debería preguntarle más sobre la muerte de Itachi, pero decide quedarse en silencio, porque sabe que Sasuke está sufriendo más allá de lo que él hubiera podido imaginar y él lo comprende mejor que nadie.

El dolor de matar a un ser querido.

Gaara piensa en Yashamaru, sosteniendo al otro firmemente por los costados para evitar que pierda el equilibrio.

—Necesitas descansar—murmura, invitándolo a recostarse sobre su cama, donde le había hecho las curaciones (en la oficina siempre corren el riesgo de que alguien los vea; como sea, Kankuro y Temari siempre evitan acercarse a la habitación de su hermanito para no perturbar su sueño tan frágil) —. Anda ya.

Los pies de ambos se enredan. Sasuke presiona a Gaara por los brazos, llevándoselo consigo. No es un movimiento travieso, sino un tacto necesitado, como tantas veces Gaara deseó sentir la punta de la navaja sobre su piel.

—No quiero descansar. Solo haz que esto se vaya. Ya.

—Soy la última persona a la que deberías pedirle algo así, Uchiha— declara el de cabellos bermejos, abrumado por la cercanía con el otro. Sus codos apoyados en el colchón son lo único que marca distancia entre ellos—. La oscuridad no se ahuyenta con más sombras. No puedo hacer que el dolor pare, ni devolverte lo que perdiste.

Luego levanta el mentón y es entonces cuando ambas miradas conectan. Alguna vez Gaara se encontró a sí mismo en los ojos del Uchiha, pero eso fue hace mucho tiempo, durante el preámbulo a experimentar todas las sensaciones viscerales con las que siempre fantaseó.

Y ahora siente una profunda tristeza, mezclada con el roce helado de los dedos de Sasuke sobre su cuello. Ojalá pudiera hacerlo. Sus pensamientos fluyen bajo el tacto de los labios contrarios, húmedos y desesperados. Ojalá pudiera calmar su dolor como lo hicieron con el mío.

Pero mi luz es apenas una vela.

La piel casi inmaculada del joven de melena bermeja se estremece ante un cuerpo forzado por los años, lleno de cicatrices de batalla y entrenamiento brutal. Entre todo ese mapa, Gaara reconoce las heridas nuevas, esas que el moreno se hizo al enfrentarse a un grupo de extraños solo porque sí. Porque necesitaba expulsar parte de la ira acumulada por la muerte de Itachi. Sin precauciones, ni cuidados, ni consideraciones.

Refugiarse en sensaciones físicas para mitigar el hueco en el pecho fue lo mismo que Gaara intentó tantas veces cuando era niño, sosteniendo la navaja que nunca llegó a cortarlo.

Pero las heridas y los besos no sirven de nada una vez que el cuerpo se enfría.

—¿De qué te va a servir? —Gaara inhala el aliento del otro. ¿De qué te va a servir si te estás hundiendo? —. Yo no soy capaz de salvarte.

Y, a pesar de sus palabras, él también se aferra al cuello del muchacho, enlazando su mirada con la carbonizada de Sasuke, envuelta en lágrimas y dolor, fría y también transparente.

—Tú no me tienes que salvar—exhala el Uchiha, cansado—. Solo permanece conmigo y ya.

Claro.

Quizá esa es la esa es la razón por la que Sasuke visita al pelirrojo cuando no puede consigo mismo. Quizá por eso está aquí ahora, desmoronado por la muerte de su hermano.

No con Sakura. No con Naruto.

A Gaara no le corresponde salvarlo.

Solo puedo estar aquí.

Mientras tanto, él le calmará con su tacto. Con sensaciones físicas que pueden ser tan intensas como una puñalada en el pecho (¿no fue Sasuke quien logró lo que la navaja nunca pudo, al perforar la fortaleza de Gaara con el chidori y hacerlo sangrar por primera vez?).

—Quédate, Gaara—repite el Uchiha y Gaara obedece, flaqueando sus fuerzas para recibir nuevamente los labios del chico al que antaño, tanto deseó matar.

¿Alguna vez te he dicho que tenemos la misma mirada?

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer!

Siempre pensé en un headcanon donde Sasuke visitara a Gaara durante su mood: “Voy a destruir Konoha” xD


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