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DESTINOS (RIREN) por Tia Waka

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- ¿Has escuchado los rumores? - Comentó una mujer a otra, caminando por las calles polvorientas del pueblo

- No - Respondió la otra mujer

- Sabías que después de la muerte del rey, su único hijo tomó el tono ¿Verdad? - La otra mujer asintió -  Los pueblos más cercanos a la ciudad real se han estado esparciendo los rumores - La mujer miró a cada lado, antes de seguir hablando - Se dice que el nuevo rey es un déspota y un tirano. Los pueblos cercanos se quejan de que los impuestos han subido, la comida a escaseado por causa de que todo es llevado al castillo, además de que también muchos omega han sido raptados. Se dicen que la antigua guarida renunció y ahora son unos ladrones y bandidos lo que hacen parte de esta.

- No puede ser - Dijo la mujer sorprendida

- Por ahora estamos a salvo, al estar tan retirados de la ciudad real. Pero tengo miedo cuando todo eso llegue aquí. - Dijo preocupada 

- Yo habia escuchado que varios reinos rompieron alianzas y que lo más probable es que se avecine una gran guerra - Dijo otra mujer uniéndose al par inicial 

- Dios, no me asustes así - Dijo una con la mano en el pecho

- Muchos altos mandos, están reuniéndose, pero al parecer el rey no los toma en cuenta - Siguió hablando

- Solo nos resta esperar  - Dijo la otra

 

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Un pequeño castaño caminaba en el bosque, recogiendo frutas a su paso. Vestía unas sencillas ropas y su cuello era cubierto por un collar negro. Su madre le habia dado permiso de salir un rato, con la condición de no alejarse mucho. Vivían en una pequeña cabaña en el bosque. Solo eran tres; Su madre, una hermosa omega que se dedicada al hogar. Su padre que era el médico del pueblo y él.

Iba caminando tarareando una canción, llevando una fresa a su boca. Se detuvo en seco al sentir un aroma en el aire. No venía de lejos. Olía a alfa y... a sangre. Su curiosidad lo llevó a seguir el aroma. Llegó a un cerca a un arroyo y ahí vio un cuerpo tirado. Se acercó con cuidado. 

La persona llevaba un gran abrigo de piel. Sus cabellos negros y húmedos. Cuando estuvo lo suficientemente cerca pudo notar que era un niña, quizás unos años mayor que el. También pudo ver como el agua que bajaba, era manchada por la sangre de la joven. Rápido se acercó y giró el cuerpo, notando así, la piel pálida de la alfa y a un costado una fea herida

- Oh dio resiste - Dijo el pequeño castaño. La azabache arrugó el ceño y abrió lentamente los ojos. Su vista estaba borrosa, pero pudo distinguir una mata de cabellos castaños y unos ojos grandes de un extraño color. Gruño al sentir el dolor insoportable a su costado - Iré por mamá, ella sabrá qué hacer. Solo espera, no te duermas - Dijo Apresurado el castaño. 

La alfa miro por donde se habia ido el castaño. Trato de levantarse pero su cuerpo no respondía. Había perdido mucha sangre. Fue descuidada e imprudente al meterse a territorio enemigo de esa manera. Lo último que pudo captar antes de quedar inconsciente, fue la voz del castaño, el cual por su aroma sabía que era un omega y la voz preocupada de una mujer de la misma casta.

 

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Su cuerpo dolía y se sentía pesado. Su garganta seca y el dolor a su costado. Abrió los ojos con pesadez. Parpadeo varias veces para poder quitar la niebla que cubría sus ojos. Vio el techo de de madera. Volteo su mirada, paseándola por la habitación. Al lado de la cama habia una vasija con agua y unos paños húmedos. Había una ventana por la cual podía ver el sol que alumbraba fuerte ese día. Trato de recordar como llego a ese lugar, pero lo último que se acordaba era de unos ojos esmeraldas. 

El sonido de la puerta la sacó de sus pensamientos

- ¡Por fin despertaste! - Dijo un emocionado castaño. La azabache lo miro. El omega tendría un aproximado de 8 a 9 años. - Voy a decirle a mamá y a papá. 

- Espera - Dijo la azabache, pero el niño habia salido corriendo. Trato de sentarse pero el dolo a su costado la hizo quedarse quieta. Se quitó un poco las sábanas que le cubrían y levantó la camisa, dejando ver el vendaje que tenía puesto

- Es bueno saber que ya despertaste - La alfa miro al hombre que habia entrado en la habitación. Era un alfa de cabellos castaños y lentes. - No te preocupes, estás a salvo - Dijo el hombre - Me llamo Grisha Jaeger y el que te encontró fue mi hijo Eren. Si me permites quiero revisar cómo están sanando tus heridas - La azabache lo pensó por un momento para después asentir. El hombre se acercó, quitó el vendaje - Parece que va todo bien, pero demorara una semanas en sanar por completo. Es bueno que sea una alfa, si no esto hubiera sido fatal - Volvió a cubrir la herida. El hombre cambio su expresión a una más seria - Por tu vestimenta puedo decir que no eres de aquí - La azabache volvió a asentir con la cabeza - Nadie sabe que estas acá y por lo que se habla, es mejor que nadie sepa. Puedes quedarte el tiempo que quieras. - Dijo para ponerse de pie - A nosotros no nos importa el bando, como médico no puedo dejar a nadie morir. Por lo que mi casa está abierta para que te recuperes - Le sonrió a la alfa 

- Oh, gracias a cielo - Dijo una mujer castaña, que estaba con una bandeja con comida - No sabes como nos tenias preocupados - Se acercó a la cama - Me llamo Carla, soy la madre de Eren. Te traje esto ya que debes estar hambrienta - Atrás de la mujer apareció el sonriente castaño. La azabache miro a todos - Come antes que se enfríe - Volvió su mirada a la comida, donde una sopa y un pan

- ¿Cómo te llamas? - Pregunto el castaño. La azabache lo miro

- Mikasa - Respondió esta

- Bueno Mikasa, ahora serás mi hermanita. Yo cuidare de ti - Dijo Eren. Carla rio por es comentario de su hijo

- Amor ella debe tener una familia - Dijo la mujer - Pero la podremos cuidar el tiempo que sea necesario - Carla miró a la azabache - Eren no se ha separado de tu lado. - El castaño inflo los cachetes con las mejillas ruborizadas. A Mikasa se le hizo tierno. La alfa comenzó a comer

 


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