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Entre corales por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Notas importantes: Agradecer a Vonlane por el diseño de la portada. Dibujo hecho por ella misma específicamente para ésta historia. Muchas gracias.

"Cuando viene la golondrina, el verano está encima."


Eso había escuchado decir últimamente a los más ancianos del vecindario. Apenas llevaba unos meses en Salerno, una ciudad portuaria al sureste de Nápoles, Italia, pero sentía que podía quedarse en esa hermosa ciudad durante años.


Naruto abrió la ventana de su cuarto con rapidez. ¡El sol brillaba en el cielo! ¡Los pájaros piaban y el aire olía a limpio tras la lluvia del día anterior! Inhaló profundamente. ¡Le gustaba esa ciudad! Sólo se mudaría allí durante un tiempo, por eso mismo, sabiendo que su estancia sería corta, deseaba inundarse de todas las experiencias posibles antes de volver a casa.


Bajó las escaleras con rapidez y abrió la nevera, dando un largo trago al cartón de leche. ¡En Náutica no tenían ese líquido tan sabroso! De hecho, no existían las vacas. La primera vez que vio una dibujada en el cartón, había abierto los ojos con gran desmesura. Allí arriba, muchas cosas eran nuevas para él. Por suerte, las primeras semanas le ayudaron mucho a entender cosas de la superficie.


Todavía recordaba lo raro que sintió su cabello seco. En el fondo del mar, siempre estaba mojado y tan sólo había sentido esa sensación cuando tomaba el sol en alguna roca cercana a los acantilados más abruptos, donde sabía que estarían a salvo de los ojos de los humanos.


Tocó su cabello al instante. ¡Seco y revuelto! No se movía libremente como hacía en el agua, a menos que fuera un día de intensas y placenteras brisas. Añoraba su hogar, pero también le gustaba la superficie. Un sentimiento contradictorio era lo que mantenía bien aferrado en su estómago.


Apenas recién cumplidos sus dieciocho años, era la primera vez que estaba solo. Era bien sabido en Náutica que toda sirena y tritón, a esa edad, iniciaba su viaje a la superficie para permanecer un año allí. ¡Conocer el mundo y madurar! Ver los errores de la humanidad, pero a la vez, convivir con ellos para entender sus costumbres. Aun así, esa peregrinación era, sin lugar a dudas, la aventura más peligrosa que ninguna sirena o tritón jamás realizaría.


Durante toda la escolarización, los profesores les avisaban del riesgo de ser descubiertos por uno de los humanos. ¡Trofeos! Así les considerarían, unos valiosos trofeos a los que no les importaría exhibir ante todo el mundo, privándoles de toda libertad. ¡Para las sirenas y tritones, la libertad lo era todo!


Salió de casa a todo correr. ¡Le gustaba la universidad! Era su primer año, nadie le conocía y sobre todo... ¡No necesitaba estudiar! En un año se iría y él nunca había sido precisamente un gran estudiante. Estaba allí por la experiencia, por vivir con los humanos, por su peregrinación, nada más. Esa idea hacía que sus compañeros se extrañasen. Todos estaban inmersos en sus estudios, aunque era cierto que también eran conocidas las fiestas universitarias, de las que él no se perdía ni una.


¡La gente solía ir en bicicleta! Él no podía, sus piernas aún eran un poco torpes y nunca había montado en un trasto de esos. Por eso mismo, él siempre iba andando o tomaba el autobús. ¡También fue toda una odisea la primera vez que montó en uno! ¡Y qué decir de la primera vez que vio los coches!


Caminaba por el paseo marítimo en dirección a la nueva universidad. Debía cruzar el puerto marítimo y seguir la costa durante unos diecisiete minutos caminando. Hoy extrañamente, no había demasiada gente. Podía ver algún deportista corriendo por el paseo, o algún hombre mayor sentado en un banco con el periódico. Las terrazas de las cafeterías todavía estaban abriendo y entonces... tan fijo que estaba en ese precioso y rutinario día, escuchó la melodiosa voz de un cántico que él conocía bien.


¡El canto de una sirena! ¡No! Era una voz masculina. ¡Era un tritón! ¿Tan cerca de la costa? Fue lo primero que pensó Naruto, mirando a todos lados para localizar la fuente. Las sirenas jamás se acercaban tanto a la costa donde los humanos pudieran verles, a menos... que buscasen... ¡Se preocupó!


¡Sirenas de cola negra! Eran las únicas que corrían semejantes riesgos en ocasiones contadas. Ni siquiera las sirenas de Náutica estaban tan locas como para juntarse con esa especie en concreto. Sus profesores siempre avisaban de sus malas intenciones, de cómo llamaban con su cántico a todo ser viviente, fuera animal o humanos, todo para alimentarse de su energía vital.


El cántico atraía y embelesaba a sus víctimas, su belleza embobaba a todos y entonces... el beso de la muerte llegaba. ¿A quién estaban seduciendo? ¿De quién querían alimentarse? ¡Sirenas malditas! Así eran conocidas en todo el océano por el resto de sirenas.


¡Un chico caminaba con lentitud por la escollera más alejada! Por sus pasos inestables, daba la sensación que estaba siendo atraído por ese cántico de muerte. No pudo evitar salir corriendo, saltando una de las vallas con cierta torpeza. No podía detenerse. Sus piernas no estaban acostumbradas a correr, pero se negaba a dejar que alguien muriera allí por esa especie terrorífica que creaba pesadillas incluso en los niños más pequeños de cualquier sirena.


El cántico se escuchaba terriblemente precioso. Una voz única. Se decía que las sirenas de cola negra tenían las mejores voces de todas y, por primera vez, era testigo de ello. Sus pies se detuvieron entonces unos segundos. ¡Pájaros muertos! Dos pájaros tirados en el suelo, exhibiendo sus largas alas, yacían sin vida. ¡Ese tritón estaba alimentándose! Ese chico caminaba hacia su muerte. Con dicho pensamiento en su cabeza, Naruto volvió a correr, obviando los pájaros y llegando hasta el chico que ya casi alcanzaba la punta de la escollera.


¡De refilón lo vio! Un chico de largo cabello oscuro que detuvo el cántico y se escondió con rapidez, perdiéndose en las profundidades del mar.


La muñeca que había sostenido para impedir que fuera hacia el tritón, se alejó con rapidez de su mano, soltándose del agarre y girando su rostro para mirarle. ¡Atractivo! Sus ojos oscuros, su cabello negro y esa mirada de indecisión, de dudas. No entendía el motivo por el que había sujetado su mano para impedir seguir yendo a la escollera, pero ninguno pronunció palabra alguna.


- Lo... siento – susurró entonces Naruto, embelesado por la profundidad de sus ojos.


No eran bonitos, no tenían un color azul como el suyo que llamase la atención, sólo era... oscuridad y, aun así, eran extrañamente atrayentes, casi hipnóticos. ¿Cómo iba a explicarle a un humano que estaba siendo atraído por un cántico de sirena? ¡Le trataría de loco! O puede... que incluso pudiera descubrir su secreto. ¡Necesitaba una excusa! Una buena.


- Yo... te he confundido con alguien, lo siento – fue lo primero que se le ocurrió, dejando todo en un inocente error y marchándose de allí, caminando de espaldas sin perder de vista esos ojos que aún le miraban con extrañeza. ¡Él no parecía entender lo que ocurría!


Reuniendo fuerza de voluntad, dio media vuelta, obligándose a dejar de mirar al atractivo joven y caminar de nuevo hacia el paseo marítimo. ¡Una maldita locura! Eso era lo que había hecho. ¿Cuántas veces sus profesores dijeron que no debían acercarse a esos cánticos? Él pudo verse afectado también, por suerte, parecía estar enfocándose en el chico moreno, llamándole concretamente a él. ¡Suerte! Eso había sido, suerte de no verse afectado por el cántico de una malvada sirena oscura.


Al llegar al paseo, miró una última vez a la escollera. El mar estaba despejado, seguramente el tritón se había asustado al ver a más gente de la que podía controlar en ese instante. ¡Uno a uno! Era mejor seducirlos de a uno. Ver llegar dos y uno sin ser afectado, le había hecho retroceder. Aun así, el joven humano se mantenía de pie en la escollera, mirando el horizonte como si anhelase algo.


Su cabello seco se movía ante el suave viento, lo que recordó a Naruto el movimiento de su cabello mojado en el agua. ¡Más rápido que el movimiento del agua! ¡Diferente y a la vez tremendamente parecido!


Ese chico debería estar bien. No sentía al tritón cerca. Su cacería empezaba siempre con los cánticos y mientras no los escuchase, todo estaría en orden. Era lo que Naruto tenía en mente cuando inició de nuevo el camino hacia la universidad.


***


- Ey, Naruto... ¿Me escuchas?


Las últimas palabras llegaron hasta él, consiguiendo que levantase la cabeza de la mano donde la tenía apoyada y mirase a su compañero.


- Sí... sí – susurró Naruto.


- ¿Te ocurre algo? Hoy pareces un poco distraído.


- Es sólo que...


Su compañero se giró para saber qué era lo que su compañero había estado mirando que le tenía tan distraído. Sonrió al ver a un chico moreno que leía un libro sentado en la cornisa de una de las ventanas abiertas.


- ¡Uhhh! No sé si es buena o mala elección por tu parte.


- ¿Qué? ¿De qué hablas?


- De ese chico al que estás mirando.


Las palabras de Sai hicieron que Naruto le mirase con un sonrojo. No le miraba por nada tan concreto como romances juveniles o esas cosas que pudiera pensar, simplemente, porque le había reconocido de esa mañana en la escollera.


- No es lo que crees – intentó excusarse – es que le vi esta mañana de camino a la universidad y...


- Ya, ya. El otro día pillé a mi novia hablando con su mejor amiga Sakura sobre ese chico en concreto – sonrió – al parecer varias chicas están loquitas por él. Es de primer año y estudia... algo de... ¿Cómo era? ¡Ah, sí! Biología marina. En serio, Naruto, lo acepto, es atractivo el chico, pero tienes mucha competencia, mira a tu alrededor.


Ver la sonrisa de Sai y cómo movía su rostro indicándole el salón donde estaban, hizo que Naruto se fijase en los alumnos. Los chicos no le hacían realmente caso, de hecho, le ignoraban, pero las chicas cuchicheaban entre ellas, lanzando ciertas miradas hacia él de vez en cuando y sonriendo como si hablasen de lo atractivo que era.


- Elige a otro – sonrió Sai.


- Ya te he dicho que no es eso. Es que esta mañana me crucé con él y nunca me había fijado que venía a esta universidad. Me ha sorprendido verle dos veces seguidas en un día.


- Sí que es un intervalo corto de tiempo pero...


Naruto, que había estado mirando a Sai, por primera vez, volvió a desviar su mirada hacia el chico de detrás de su compañero. Había sentido algo y era cierto, ¡le miraba! El chico tenía su mirada fija en él en vez de en el libro en el que segundos antes, estaba concentrado.


¡A punto de morir! Es lo que Naruto pensaba al verle. Estuvo a punto de ver morir a un chico como él porque un tritón estaba cazando. Pero su mayor pregunta era: ¿por qué? ¿Por qué un tritón de cola negra había llegado tan lejos? ¿Por qué cazar tan cerca de la costa? Ni siquiera en el mar, con todas las sirenas y tritones que existían, eran tan imprudentes. Las sirenas de cola negra eran casi un mito, la mayoría de la gente jamás se encontraba una. Él nunca esperó ver una y, en cambio... la había tenido realmente cerca.


- ¿Entonces vas a venir a la fiesta? – preguntó Sai – es en la casa de Sakura, sus padres no estarán este fin de semana así que... ¿Te apuntas?


- No lo sé.


- Vamos, sé que te encantan las fiestas y...


- Ya, pero vas tú y tu novia. ¿Qué pinto yo ahí? Tres es multitud – dijo con cierta lógica, dándose cuenta de que él sería desplazado.


- Habrá muchas chicas en la fiesta – intentó convencerle Sai, pero al ver cómo Naruto volvía a desviar sus ojos al chico de la ventana, sonrió – seguramente él vendrá. Ino dijo que le invitarían, al fin y al cabo, creo que Sakura organiza la fiesta precisamente para que él vaya. Está muy interesada en ese chico.


- Iré, pero no es por él.


- Sí, sí, como tú digas – sonrió Sai.


¡Sería imposible convencer a Sai de eso! Pero era completamente cierto, no estaba interesado en ese chico excepto por la incógnita del tritón que había intentado cazarle.


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