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Uno tras otro por Kirah69

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Habían caído en una trampa. Se suponía que iban a cazar a tres wendigos que se ocultaban en un almacén. Eso era lo que una fuente le había dicho a Deaton, o eso decía él. Sin embargo, ahora se encontraron atrapados en el almacén, completamente vacío a excepción de una botella llena de esencia de wendigo, la que los había atraído al interior. A todos salvo a Derek, que estaba patrullando los alrededores. Intentaron salir, pero el perímetro exterior del almacén estaba rodeado por ceniza de serbal y la puerta estaba bloqueada. Stiles pudo reconocer el nerviosismo en Peter aunque este intentara ocultarlo, esto debía de recordarle al incendio que había acabado con su familia, atrapados como ratones. Pero era poco probable que incendiaran este lugar, estaba construido en cemento y no había rastro de madera ni nada inflamable. ¿Qué pensaban hacer con ellos entonces?

Apenas este pensamiento pasó por su mente cuando un gas blanquecino comenzó a salir de los tubos de ventilación.

—¿Qué demonios es eso?—todos dirigieron la vista al mismo lugar que Stiles.

—Cubríos los rostros—les ordenó Peter.

Pero era inútil, el gas descendió sobre ellos con un olor irreconocible, llenando el pequeño almacén en cuestión de segundos. Stiles tosió un par de veces con su rostro cubierto por la sudadera. No sentía nada, no se sentía mareado ni tenía náuseas ni nada de nada. Aquel gas no parecía tener ningún efecto, al menos en él. Los lobos, por el contrario...

Había gruñidos cada vez más intensos a su alrededor, ojos brillando, rostros transformándose y garras extendiéndose. Stiles fue retrocediendo poco a poco hacia un rincón, intentando hacerse invisible mientras los lobos se amenazaban entre sí cada vez con más ira. Lydia hacía lo mismo que él en la esquina opuesta, tampoco afectada por el gas. Allison también estaba contra la pared, pero parecía querer intervenir antes de que comenzaran a pelear. Fue inútil. Los zarpazos, los golpes y mordiscos comenzaron en cuestión de segundos. Los rugidos eran más intensos y la sangre salpicaba el suelo y las paredes. Boyd y Erica chocaron contra una pared mientras forcejeaban y de repente comenzaron a arrancarse ropa y ya no estaban precisamente peleando. No era hacer el amor tampoco, era la versión más salvaje de sexo que había visto.

Entonces, escuchó gritar a Lydia y vio cómo Jackson la mantenía sujeta contra el suelo con sus garras. Stiles intentó ir hacia ella, pero Isaac y Scott seguían peleando y le era imposible atravesar el almacén. Además, otra amenaza se cernía sobre él. Peter, cubierto de sangre y con las ropas rasgadas, se acercaba a él como un lobo acechando a su presa. En la periferia de su visión vio a Isaac y a Scott lanzarse sobre Allison y desgarrar sus ropas sin ningún cuidado, la cazadora incapaz de defenderse ante los dos hombres lobo. ¿Eso era lo que pretendía hacer Peter con él? ¿Lo mismo que estaban haciendo los demás? El adolescente no podía huir ni ocultarse, estaba pegado a una esquina como si intentara fundirse con la pared. Los ojos de Peter brillaban con más intensidad que nunca. El lobo lo agarró por los brazos con sus garras extendidas, su aliento pesado humedeciendo su rostro.

—No, no, no, por favor, Peter, no—suplicó mientras oía los gritos de Lydia y Allison.

Peter hundió el rostro en su cuello, inspirando profundamente. Sus colmillos rozaron su piel, pero no llegó a romperla. Stiles gritó sobresaltado cuando de pronto lo cogió en brazos y se sentó en la misma esquina con él en su regazo. Lo abrazaba con fuerza, ocultando el rostro en su cuello mientras en su pecho vibraba un gutural gruñido. Al principio Stiles pensaba que iba a forzarlo, que iba a morderlo, cualquier cosa, pero nada sucedió, tan solo se mantuvo abrazado a él. Stiles podía ver a Lydia desnuda en el suelo de cemento mientras Jackson la violaba y arañaba su pálida piel; y escuchaba los gritos de Allison mientras vislumbraba de reojo imágenes de ella entre los otros dos lobos y eso era algo que definitivamente no quería ver. Por qué Peter no le hacía lo mismo a él no lo entendía, pero no podía agradecerlo lo suficiente. Un estallido lo sobresaltó, una piedra había roto una de las ventanas superiores e igualmente sucedió con la siguiente y la siguiente hasta que todas estuvieron rotas. Eran tan altas y estrechas que no podían alcanzarlas ni podrían salir por ellas, pero el gas comenzó a filtrarse entre los cristales rotos. Habían estado allí casi una hora cuando el gas desapareció y los lobos se tranquilizaron y comenzaron a recuperar la cordura. Hubo más gritos y lamentos, esta vez provocados por el reconocimiento de lo que habían hecho. Peter seguía sosteniéndolo, sin garras esta vez. Stiles le miró, sus ojos ahora de su habitual azul helado y su expresión ilegible.

Se oyó una pequeña explosión en el exterior de la puerta de metal y esta se abrió. Chris Argent entró seguido por Derek y ambos se quedaron paralizados ante lo que se encontraron. Las heridas de los lobos ya estaban sanando, pero su sangre seguía esparcida por el suelo y sus ropas destrozadas. Sin embargo, lo más grotesco era la forma en que Allison y Lydia yacían en el suelo, aún vivas pero inmóviles, cubiertas de sangre, arañazos y otros fluidos que no eran suyos, probablemente con más de un hueso roto y heridas internas. Chris corrió junto a su hija y los dos lobos a su lado se apartaron entre sollozos y quejidos. Derek estaba pálido como un muerto, mirando incrédulo a su alrededor. Incluso Erica, que había parecido consentir todo aquello, estaba llorando mientras intentaba cubrirse con sus ropas rasgadas y Boyd permanecía apartado sin atreverse a tocarla con una expresión de horror en su rostro.





Tras aquel suceso, Lydia y Allison fueron ingresadas en el hospital. La segunda noche Chris Argent mató al doctor Deaton. No estaban seguros de si había formado parte del engaño o si también lo habían engañado a él, ¿pero cómo puedes culpar a un padre que ha visto a su hija en semejante situación? Lydia fue dada de alta en dos semanas aunque aún tenía que guardar reposo un largo tiempo, tenía múltiples contusiones además de desgarros internos y un brazo roto. Allison, con tres huesos rotos además del resto de heridas, tardó un mes en dejar el hospital y tan pronto como los doctores le dieron permiso para viajar abandonó Beacon Hills junto a su padre sin dejar ninguna forma de contactarlos. Isaac intentó suicidarse varias veces, pero parecía no ser algo sencillo para un hombre lobo. Derek asumió como su tarea cuidar de él, la culpa de no haber estado allí reconcomiéndolo por dentro, aunque aquello habría sido aún peor. Lydia lo consiguió, una sobredosis de pastillas fue suficiente. Después de su entierro Jackson también desapareció. Erica y Boyd se cuidaban el uno al otro, pero no querían tener nada que ver con los demás. Scott, por su parte, estaba sumido en una profunda depresión y sin duda tomando más pastillas de las aconsejables incluso si apenas le hacían efecto por su metabolismo.

El único que quedaba para visitar a los Hale y para asegurarse de que ningún peligro sobrenatural acechaba en las sombras de Beacon Hills era Stiles. Estaba traumatizado de por vida por lo que había visto, eso sin duda, pero era el que mejor parado había salido de aquello, tan solo unos pequeños rasguños superficiales de las garras de Peter. Aún se preguntaba qué había sido aquello, por qué Peter no lo había violado o lo había matado, por qué parecía solo querer protegerlo; pero no tenía la oportunidad de preguntárselo al lobo. Cada vez que iba al loft lo veía sentado en la escalera o rondando por alguna otra parte, pero rápidamente desaparecía sin intercambiar palabra. Tampoco era fácil hablar con Derek así que la mayoría de las veces Stiles tan solo pasaba el rato allí haciendo sus deberes, haciéndoles silenciosa compañía (evitando estar solo en su propia casa).

Cuando tres meses después Scott dejó definitivamente el instituto, Stiles supo que nada iba a volver a ser como antes. Esa tarde Stiles entró en el loft como un huracán, lanzando la mochila sin preocuparse, y se acercó a Peter antes de que pudiera huir, ignorando a Derek en el sofá.

—¿Por qué tú fuiste el único que mantuvo la cordura? ¿Por qué los demás no pudieron actuar como tú?—le preguntó con rabia, enfado y desesperación.

Peter le miró con rostro impasible y ojos fríos. Permaneció callado largo rato y cuando Stiles ya creía que no le iba a responder le sorprendió.

—No lo hice. No mantuve la cordura. Sucumbí a mis instintos más primarios como lo hicieron el resto, solo que los míos estaban dirigidos en otro sentido.

—¿A qué te refieres?—a su pregunta siguió otro largo silencio que le alteró aún más.

—Mi primer instinto y el que prevalecía por encima de cualquier otro era el de proteger a mi pareja—respondió finalmente con voz cautelosa.

—Tu pareja... Pero yo no soy tu pareja, no estamos juntos—le dijo confuso.

—No en el sentido humano. Los hombres lobo tenemos una pareja, algo así como una alma gemela. La mayoría no la encuentran nunca y los que lo hacen jamás vuelven a estar con nadie más. Nadie puede llenarlos del mismo modo.

—Soy... Soy tu... Dios, suena tan cursi. ¿Soy tu alma gemela?—preguntó incrédulo, pero al mismo tiempo, de algún modo que no comprendía, se sentía correcto.

—Puedes ignorarlo si lo deseas, no tengo ninguna intención de actuar sobre ello—le dijo Peter y se levantó, dándole la espalda para marcharse.

Stiles lo agarró del borde de la camiseta y Peter se detuvo, incluso si no tenía por qué hacerlo.

—Yo solo quiero que todo vuelva a ser como antes—murmuró con tono afectado—. Solo quiero olvidar todo lo que vi, todo lo que oí. Quiero olvidar que yo era el único que se sentía seguro en aquel lugar.

—La culpa del superviviente.

—No hables como un puto psicólogo—le dijo, golpeando su espalda inútilmente—. He perdido a todos, he enterrado a mi amor de la infancia, he perdido a todos mis amigos, el chico que es como mi hermano es incapaz de levantarse de la cama y no quiere saber nada de mí ni de nadie. La relación con mi padre es cada día más inexistente porque no puedo hablarle del mundo sobrenatural ni de lo que pasó aquel día y él sabe que tuve algo que ver y ya ni me mira a la cara. Vengo aquí siempre que puedo desesperado por mantener al menos un maldito vínculo aunque ni tú ni Derek me dirijáis la palabra. ¿Y ahora me dices que somos almas gemelas y esperas que lo ignore? ¡Estoy a un puto día de pegarme un tiro!

Peter se giró con un gruñido, sus ojos brillando intensamente.

—Ni siquiera lo menciones, no lo permitiré—le advirtió como si fuera una amenaza.

—Eso es lo que te estoy pidiendo—prácticamente suplicó dando un paso más hacia él.

Peter lo agarró del pelo e inclinó su cabeza a un lado. Sus colmillos (porque aquello era demasiado afilado para ser dientes normales) rozaron su piel, su aliento erizó cada vello de su cuerpo.

—Si te hago mío, jamás te dejaré ir, jamás dejaré que otro te tenga, te protegeré hasta mi último aliento sin importar a quién tenga que matar.

Stiles emitió un sollozo y se aferró a él.

—Por favor.

Notas finales:

¡Gracias por leer! Comentarios y kudos son bienvenidos ^^ Podéis dejar vuestras peticiones para fanfics en mi blog. ¿Me invitáis a un café en Ko-fi para apoyar mi trabajo?


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