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Redención por Hiyori Yamazaki

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Notas del fanfic:

Este fic también se encuntra publicado en Wattpad bajo mi otro pseudònimo: Kodama_Yoru.

 

Los personajes no me pertenecen, son propiedad intelecutal de Hajime Isayama. 

Notas del capitulo:

¡Espero que les guste!

Una gran multitud observaba como las puertas del gueto de Liberio se abrían lentamente. Había un gran silencio. Del otro lado entraron tres guerreros, dos hombres corpulentos y una diminuta mujer. Los guerreros se detuvieron en la entrada. Sus miradas buscaban rostros conocidos. La gente empezó a murmurar rompiendo ese silencio absoluto. Tan solo regresó un guerrero de los cuatro que mandaron a esa misión hace cinco años; ese era el rumor que recorría entre la multitud. Los otros dos que le acompañaban fueron enviados el año anterior y por sus grandes destrezas todo el mundo asumía su retorno. Sin embargo, el chico rubio acaparó toda la atención. Sin saber la historia, la multitud empezó a culparle y a maldecirlo. El joven finjo no escuchar los ecos de los murmuros. Agacho la cabeza y empezó a avanzar entre la multitud.

-Reiner- una voz cálida lo llamó. El joven levantó la mirada lentamente y encontró el rostro de su madre. Sus miradas se leyeron mutuamente. Ella se dio cuenta del infierno que mostraban sus ojos, su instinto de madre protectora salió y se abalanzó para abrazarle en un largo y reparador abrazo. Se separaron de ese abrazo y sin decirse nada más caminaron hacía lo que pronto volvería ser el hogar de una familia. Ese silencio duró varios días.

 

El tiempo pasaba lentamente, de forma pausada y sin nada que alterara su transcurso. Eso fue algo que Reiner agradeció. Recluido en su cuarto y en su propia mente, dejaba que los días pasaran sin más. Deseaba que su mente se detuviera e hiciera silencio de una vez, tan solo lo deseaba. Tantos años viviendo sin descanso, sin tiempo a pensar y menos a actuar con claridad. La fatídica sucesión de hechos había desencadenado desastre tras desastre. Y tras estos, decisiones precipitadas y perdidas irrecuperables. Entre ellas, la muerte de dos de sus compañeros guerreros y la captura de otra de ellos. Más que compañeros, amigos con los que luchó codo a codo, con los que fue capaz de afrontar ese infierno al que su país le condenó con doce años. Han pasado cinco años y la culpa de todos estos sucesos le punza el pecho con una presión que a menudo le impide respirar. No hay noche en la que no recuerde segundo a segundo todo lo sucedido. Conciliar el sueño se volvió algo lejano y desconocido; algo que en algún momento de su vida pudo realizar con facilidad. Cuando por un golpe de suerte conseguía dormir, apenas un par de horas, esas memorias se negaban a abandonarlo. Y así, poco a poco, se volvió un esclavo de su propio pasado. Era como estar encadenado una gran bola que cada día debía arrastrar. Unas cadenas cuya llave no podía ser encontrada y posiblemente nunca lo seria. 

Cada día, su madre le dejaba la comida en la mesa de la cocina, esperando que quizás ese día pudiera recoger el plato vacío. Se sentía aliviada de que por lo menos salía de su cuarto. Seguramente su alivio seria mayor si viera que su hijo es capaz de dar más de tres bocados a esa comida que preparaba con todo el cariño y la esperanza del mundo. Ya no sabía qué hacer. Su hijo se iba apagando, ya solo quedaban unas pequeñas llamas de lo que un día fue una gran hoguera. En un principio no se preocupó mucho, al fin y al cabo, Reiner es portador de uno de los nueve titanes: el titan acorazado, un titan con una gran resistencia, capaz de soportar cualquier ataque. Sin embargo, ahora pensaba que el titán de su hijo, el escudo de la nación, parecía una mala ironía. Ella era su única familia, su padre les había abandonado al saber que eran eldianos. La mujer pensó que si se convertían en marleyanos honorarios podría recuperar su familia. Por esa razón hizo que su hijo se convirtiera en guerrero. Su plan no funcionó. La culpa le corroía por dentro. Si tan solo no hubiera alistado a Reiner en el programa de guerreros, pensaba, ahora podría reconocer  el rostro de su hijo al mirarlo.

Entonces llegó esa carta. Se citaba a Reiner a una reunión con los demás guerreros de Marley. Dudó en asistir. Sabía perfectamente a quien se encontraría allí y no le quedaban fuerzas para dar una mínima explicación. Dejaría que la culpa dibujada en su rostro hablara por él. No quería que eso fuera así, le hubiera gustado ser capaz de pronunciar una disculpa ante todos y, sobre todo, ante él. Pero de repente se encontró en medio de esa habitación. Su rostro impregnado de culpa y tristeza era observado sus compañeros. Notó como Galliard le fulminaba con la mirada.  Reiner no fue capaz de mírale a los ojos. Definitivamente Galliard era el vivo reflejo de su difunto hermano, tan solo su cabello rubio lo diferenciaba de él. Los remordimientos y la culpa lo arroyaron.

-No piensas decir nada ¿verdad?- le espetó Galliard. Reiner se limitó a bajar la mirada mientras encogía todo su ser y se volvía pequeño, muy pequeño.

Observando como meros espectadores se encontraban Zeke, el titan bestia y jefe de guerra; Colt, el heredero del bestia y la joven Pieck, portadora del titan carreta.

-No es momento para esto. Ya tendrán tiempo de conversar con calma-.  Ese fue Zeke. Si Reiner consiguió llegar con vida fue gracias a él. Ahora volvía a estarle agradecido por haber roto esa afilada tensión.

De acuerdo chicos – empezó Zeke- la misión ha sido un fracaso, no vamos a engañarnos. Las consecuencias serán próximas. Lo más probable es que las fuerzas del medio oriente vean la oportunidad de contraatacarnos. Ahora estamos más débiles que nunca; hemos perdido la fuerza de dos titanes.

 -¿No eran tres?- preguntó Colt con cierta extrañeza.

-Así es Colt, lo eran- Respondió Zeke- Pero debemos estar agradecidos a que esa Joven, Ymir, haya accedido a devolvernos el mandíbulas de Marcel. Es lo mínimo que podía hacer para pagar por sus pecados. Así que ahora contaremos un nuevo titan mandíbula- Zeke dirigió la mirada hacía Porco Galliard. El joven no dijo nada. – Pronto haremos la ceremonia de conversión y Marley recuperara el cuarto titán que le fue arrebatado.

 

 

La reunión finalizó sin más. Los asistentes fueron saliendo y ocupando el pasillo central del cuartel de mando. Reiner se mantenía al final de todo, o eso pensaba.

-Oye, espera- la voz de porco procedía desde detrás suyo. Reiner no se giró.  

-¡Te he dicho que te esperes!- Gritó mientras se acercaba furtivamente a Reiner y alargaba el brazo para agarrarlo del hombro y dejarlo cara a cara a él. Reiner estremeció su cuerpo, pero esta vez fue capaz de sostenerle la mirada Porco.

-Dime, ¿Qué paso en esa isla? ¿Por qué mi hermano fue devorado por esa tal Ymir? ¿Por qué no hiciste nada para evitarlo? – Porco no hacía más de preguntar. Preguntas de las que no tenía respuesta, pero la persona que tenía delante si las tenía. Reiner sabia las respuestas mas no le iba a contestar, al menos no ahora.

-Lo siento Galliard – Reiner habló con una voz quebradiza que parecía que iba a desaparecer de un momento a otro- no puedo decirte que pasó exactamente, mis recuerdos están difusos- mintió.

-¿¡Como que no recuerdas?! ¡¿Te estas quedando conmigo?! – el rostro de Porco esbozó una expresión de ira ante tal respuesta.

-Quizás pronto sea capaz de hablar de ello, por el momento tan solo dame tiempo- respondió con una fragilidad absoluta. Bajo la mirada y se fue en dirección contraria a sus compañeros.

Porco quedó inmóvil ante tal gesto. Reiner paso por delante suyo y siguió hacía delante sin darle ninguna explicación más. A pesar de que la rabia le dominaba no hizo nada para detenerlo. Volteo la cabeza para ver como Reiner se alejaba. Aun su visible depresión, mantenía el porte de guerrero que le caracterizaba.

Durante mucho tiempo, Porco se sintió frustrado porque ese hombre le quitó el acorazado, pero a medida que pasaban los años, empezó a pensar que este podría ser el héroe que Marley necesitaba. Al fin y al cabo, él era el más leal y el más dedicado a la causa. A través de la ausencia de Reiner, esos momentos de discusión que caracterizaron su trayectoria como candidatos se fueron diluyendo y fueron sustituidos por recuerdos en que pudieron disfrutar de una apacible amistad. En esos 5 años, Porco dejó de pensar en su hermano y de algún modo empezó sus pensamientos de llenaron de Reiner. Pensó en como estaría llevando a cabo la misión con el titan que le había arrebatado. Pensó en si sería capaz de disparar un arma sin temblar. Si sería capaz de ganar a Annie en un combate. Empezó a pensar en cómo estaría cambiado Reiner físicamente y si también estaría creciendo tanto como él. Se imaginó de mil maneras que cara tendría al volver. Tan solo de imaginárselo, se le nublaba la mente y dejaba que sus pensamientos volaran. No entendía porque extrañaba al chico que le había destrozado su sueño, pero tampoco entendía porque no podía evitar pensar en él.

Porco estuvo el día que Reiner y los otros dos regresaron a Liberio. Entonces se dio cuenta que algo iba mal. No vio a su hermano por ningún lado. Tan solo vio el rostro de Reiner, el rostro de alguien que ha vivido el infierno en sus carnes. Se sorprendió al ver como había cambiado, realmente no se parecía en nada al inexperto chico que dejó su país cinco años atrás. Reiner se había convertido en un hombre atractivo a pesar de su triste semblante, pensó Porco al verlo. Luego se preguntó porque pensó en eso.

Poco después su mente se llenó de impotencia, había tantas cosas que no entendía. Sobre todo, aquellas que tenían que ver con Marcel. Al cabo de unos días se enteró de lo sucedido. Miles de emociones y sentimientos contradictorios invadieron su mente. Estaba tan ilusionado de volver a ver a su compañero, tantos años esperando su regreso. Deseaba disculparse por como lo había tratado hasta el último momento y decirle que, al fin y al cabo, ya no le guardaba rencor. Pero al conocer la verdad, ya no supo que pensar. Volvió a inundarle la rabia y el rencor hacía él. Si tan solo él hubiera heredado el Acorazado, su hermano no hubiera sido devorado por un titan y seguramente la misión hubiera sido un éxito. Ahora estarían celebrando la victoria de Marley y la recuperación del titan fundador junto a sus compañeros. Pensó varias veces en ir a ver a Reiner a su casa, pero sus compañeros le dijeron que más valía que le dejaran espacio, que necesitaba tiempo para sanar.

Ese día, fue el primero que tuvo cara a cara a Reiner tras cinco años. No supo que decirle y dejo que sus emociones hablaran por él. Él también necesitaba su tiempo. Debía entender muchas cosas antes. Una de ellas, el por qué no podría quitarse de la cabeza a Reiner y por qué no podía decidir qué emociones debía sentir hacia él.

Notas finales:

Si les ha gustado no olviden dejar su review!


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