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Angra Mainyu por Mascayeta

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Las festividades de Yule y Jano equivalían en el mundo mágico a lo que los muggle llamaban Navidad y Año Nuevo. Once días donde se recordaba a los difuntos, se visitaba a los seres queridos, se intercambiaban presentes y practicaban, principalmente los sangre pura, rituales para que la Magia se mantuviese viva dentro del universo.

Para muchas de las nuevas generaciones esas fechas pasaron a ser tomadas como lo hacían los no magos, regalos, cena y baile, olvidando porque era tan importante dar la bienvenida al nuevo año el primero de enero, y reforzar los rituales en las demás fiestas del año.

Narcissa, Draco, Lucius, y sus invitados, los Stevenson Parkinson, los Zabini Amato, y Ronald y Hugo Weasley Prewett, se ubicaron el 20 de diciembre frente en el salón principal de la Inversora, para agradecer a sus empleados por el año de servicios, e invitarlos a colocar un adorno en el Gran Fresno, el árbol emblemático de la Gran Magia.

El más sorprendido era Ron, nunca había celebrado un Yule de esa manera, y si lo pensaba bien, tenía sentido cada una de las tradiciones que el Hurón le explicaba como si de un niño pequeño se tratara,  algo que también hacia Lucius aunque  molesto porque Arthur Weasley no le enseñará a sus hijos lo básico de los magos, sin importar si fuesen sangre pura, mestizos o nacidos de muggle, eso era parte del legado.

La tarde fue amenizada con juegos, música y mucha comida, los bailes, fuegos artificiales y deportes que también se hicieron presentes; sin embargo, para Ron lo más impactante fue ver a las nueve de la noche aparecer un carro halado por dos cabras macho lleno de obsequios para cada uno de sus trabajadores, cada empleado recibió un detalle que dejaba en claro la importancia de ser parte de la Inversora.

La noche cerró con la piara que ardería hasta año nuevo, Narcissa invitó a los asistentes a recordar en esas fechas a los seres que recorrieron con ellos el camino de esos últimos años, y dar gracias a la Magia por el regalo de la vida y de su don. Las varitas fueron apuntadas al cielo disparando luces rojas, verdes, azules y blancas, que al unirse formaron el escudo Malfoy, el pelirrojo se sobrecogió por la lealtad que reflejaban aquellos magos y brujas, así como en Hogwarts cantaban en la ceremonia de selección el Himno, aquí ellos recitaron el compromiso con la compañía, al final se oyó claro el slogan de los rubios: Sanctimonia Vincet Semper, (La pureza siempre vencerá), algo que dijo  en su mente tratando de entender porque en ese instante, con magos de todos los orígenes y mezclas, esa frase tomaba otro sentido.

La misma celebración se repitió en los días siguientes en el equipo de Quidditch, en la Clínica Stevenson, y en los viñedos Malfoy, donde por cuestiones de trabajo Ron no pudo asistir, pero la niñera de Hugo, Sophie Wang, le reemplazó como acudiente del bebé que lucía feliz en los brazos del rubio menor cuando se despidieron.

Situación diferente a la de Ron que dio la bienvenida el 23 de diciembre en la tarde a un agotado Draco, que al notar en las manos del pelirrojo con un sobre que, por lo visto, no traía buenas noticias, hizo  lo que todo bien Malfoy haría, tranquilizarlo.

Con la mayor calma posible, Weasley explicó que sus padres los habían invitado, según las costumbres, a una cena para conocerlo oficialmente como su pareja.

Malfoy no se sorprendió, por más traidores a la sangre que fueran, sabían que al pertenecer a los Sagrados Veintiocho, se debían acatar las tradiciones. Más conocedor de estás que su pareja, el platinado habló con sus padres y con la niñera para que cuidarán a Hugo esa noche, ellos irían a la cena donde seguramente estaría la familia en pleno, cumpliría con la etiqueta, y luego regresarían.

La seguridad de Draco ayudó a Ron, que se preguntaba porque ninguno de sus hermanos pasó por eso. Incluso, ni siquiera Hermione, y lo que temía era que fuese una trampa para humillar a Malfoy.

Muy puntuales se presentaron en la puerta de La Madriguera, Draco con amabilidad saludó a un alegre Arthur que casi se muere cuando el chico le llamó tío, el reconocimiento de la ascendencia Black en la familia era un tema que pocos conocían, y que llenaba de orgullo al padre de los Weasley porque hacía honor a su madre fallecida.

Algo similar sucedió con Molly, Malfoy le hizo honor a los gemelos Prewett con un regalo que Lucius encontró en una compraventa de Londres muchos años antes de la guerra, por la situación nunca se preocupó por devolverlo, pero por respeto y para saldar viejos rencores, estimó conveniente entregarlo.

En un ambiente menos tensó, conversaron sobre la relación de ambos chicos, quienes habían repetido tantas veces la mentira que fue fácil hablar de cómo se encontraron en la clínica donde está el consultorio del pediatra de Hugo y dónde Draco lleva a Lucius para el control de su enfermedad. Aunque fueron claros que ambos aún se estaban conociendo, olvidando el pasado y forjando nuevos recuerdos, más se hallaban felices de estar juntos.

A las diez de la noche las barreras de La Madriguera sonaron permitiendo el ingreso de los hermanos de Ron, el primero en saludarlos fue George, seguido de Bill, y las esposas de los dos pelirrojos.  Percy y Charlie se mantuvieron al margen sin llegar a ser descorteses, pero dejando en claro que no creían que después de años de estar enamorado de Hermione, su hermano decidiera divorciarse y establecerse con un mortifago.

—Es verdad Ron, nos gustaría saber porque abandonaste tu matrimonio por esa estúpida serpiente —la voz de Ginny que acaba de entrar a la sala en compañía de Hermione, obligó a la pareja a pararse y mirar en dirección de las recién llegadas.

—Explica a tu familia como desligaste mi magia de Hugo para volverlo un Sangre Pura, como apenas supiste del juicio de Malfoy renunciaste a Black & Red, y si no fuera por el cariño que te tiene Harry estarías desempleado.

Esta vez era Granger la que reclamaba, mientras se quitaba la túnica Borgoña que traía dejando ver su espectacular cuerpo en un ajustado vestido rojo fiesta. Draco tuvo que admitir que de la chica insípida poco quedaba, su maquillaje y peinado, más la ropa que lucia, era la muestra de que buscaba reconquistar a Weasley.

Pero como él no pensaba dejársela tan fácil,  decidió jugar con ella, así que sin más soltó una fuerte carcajada  aumentando el mal humor de los hermanos de Ron y de su exesposa.

—La única manera de desligar la magia de un hijo de su madre o padre, es que este lo rechace en el instante que se entera de su existencia —explicó con suficiencia Draco siendo apoyado por Arthur, quien terminó la aclaración.

—La Magia reconoce el deseo de sus hijos, romper el lazo mágico es castigado —el patriarca con vergüenza buscó las mejores palabras para no poner en evidencia a la castaña frente a la familia, y recordándole disimuladamente lo que en San Mungo el obstreta les dijo—, las brujas no podrán concebir nunca más, y si lo desean deben hacer un sacrificio, dar su magia quedando convertidas junto con sus vástagos en squib.

—En los hombres el resultado se ve de inmediato, su magia se corrompe —fue Fleur la que defendió a su cuñado colocándose al lado de Ron—, y cualquier criatura mágica tenderá a atacarlo con el fin de asesinarlo.

Con una afirmación Draco pidió a Ronald que realizará uno de los encantamientos que mostraba la pureza de la magia, el Expectro Patronus.

El Jack Russell apareció corriendo por la sala para lanzarse a los brazos de la Veela y saltar a los del rubio que con un hechizo no verbal logró fijar un duplicado y convertirlo en cristal regalandoselo a su suegra.

Al menos Molly no alcanzó a tocarlo, porque la ira de Hermione al notar que como todos en la sala la observaron reprochando su actitud, la hizo sacar su varita y convertir la hermosa figura reducida, en un líquido que quemó la alfombra donde cayó.

—¡Estás loco! ¡Querías herir a mamá!

Draco no respondió a la acusación, ese olor le regresó a su aislamiento en Azkaban. De pronto, los sonidos de la discusión de Bill y Charlie que le defendían ante el descarado ataque de Granger, le parecieron tan distantes.

La bruja le gritaba, pero Malfoy no le entendía, comenzó a sentir que la estancia se hacía pequeña, recordó los alaridos de tortura de los mortífagos, sus propios gritos cuando suplicó que no lo encerraran, el calor de la maldita sustancia que le quemaba mientras se retorcía sobre ella por los Crucio que le lanzaron entre burlas.

Retrocedió unos pasos buscando una salida, necesitaba la seguridad de los Dementores, percibió que hiperventilaba, trató de llamar a Ron, sin embargo, lo vió sujetando a Hermione que estaba casi encima suyo dispuesta a golpearlo como cuando le rompió la nariz. Le dolió la cabeza, sintió ganas de vomitar y un mareo que pronto ganó fuerza advirtiéndole que lo más seguro era que se desmallaría, trastrabilló yéndose hacía un lado para ser sostenido por quien acababa de llegar.

—¡Suelta a ese asesino Harry!

El chillido de Hermione detuvo toda acción, Ronald empujó a su exesposa para abrazar a Draco que se aferró a su cuello pidiéndole que regresarán a la Manor, no quería estar allí.

—Ella...ella fue a Azkaban... —murmuró el ojigris procurando normalizar su respiración con la magia en la que Ron lo envolvió como cuando consentía a los niños—. Lancaster, ella sabe la sustancia que me quemó...mi piel, el dolor...

Weasley lo atrajo a su pecho acariciando el rubio cabello.

Arthur y Molly notaron la verdad de esa relación entre Ronald y Malfoy, pidieron a todos que aguardaran en el comedor. El único que no se movió fue Harry, envidió la forma como Draco se apoyaba en Ron, como la mano del ojiazul despejaba el rostro del platinado y limpiaba las furtivas lágrimas con sus dedos repitiendo frases cortas que le hicieron reír con torpeza.

Cuando estuvo más tranquilo, Malfoy se excusó con los mayores.

—Los que deben disculparse somos nosotros —sonrió Molly rodeada por el brazo de su marido—. Si deseas irte lo entenderemos, Harry por favor, dile a Bill y Fleur que se hagan cargo.

Draco recién se dio cuenta que Potter permanecía en la sala, acomodó su cabello y le dio la cara, ya nada podía ser peor que ese ataque de pánico.

Los ojos verde esmeralda lo detallaron, la expresión era de completo estupor, sabía que su apariencia era la del joven al que le prometió en ese puente defenderlo, y al que le pidió no salir de su vida, para meses después abandonarlo a su suerte.

—Potter —Draco le extendió su mano como cuando tenía once años, el mencionado la aceptó—. Quería darte las gracias por lo de mis padres, al menos esa parte de la promesa la cumpliste.

El pelinegro apretó con fuerza cuando percibió la intención de soltarse de Malfoy.

—De nada. Espero que podamos hablar de lo que murmuraste hace un momento —el ojigris se soltó respondiendo con una mueca.

A pesar de querer irse, Draco vio la oportunidad para investigar que tanto sabían los Weasley de Scorpius. Cruzó los brazos por el cuello de Ron,  empinándose un poco para darle un beso en los labios y pedir sobre estos que se quedarán, el pelirrojo asintió devolviendo el ósculo.

Esa noche cuando Draco se acostó en su cama tenía claro que la pelea con los Potter recién comenzaba, el enemigo conocía sus puntos débiles, y sacar el tema de Scorpius en la cena fue la manera de sondear hasta donde Ron le contó de su hijo.

Acomodó los almohadones y apagó las luces para mirar su constelación a través de la ventana. Su hijo estaba bien, amado por Weasley, y protegido por Potter a quien le notó el orgullo con que hablaba de Albus Severus y del pequeño Eris Orión.

Por Ronald sabía que a Ginevra no se le permitían acercarse a los niños, cuando quería hacerlo debía estar presente Harry o la institutriz con un Auror que se presentaba como un pediatra. Quería verlo, cargarlo, que antes de morir Lucius pudiese conocerlo, por Merlín debía ganarse la confianza del Heredero Black para que le dejara verlo.

Draco se levantó de la cama cuando vio a su visitante, el frío inundó la habitación en lo que el Dementor se ubican a su lado, sólo entonces pudo descansar.

 

Descanso que parecía no llegar a la mansión Potter.

Harry veía a Ginevra cepillando si cabello con fuerza por lo acontecido en la cena. Seguía sin dar crédito a qué sus hermanos defendieran al mortífago cuando era claro que ese objeto lo hizo para burlarse de su madre.

Cansado de tanta perolata, el ojiverde cuestionó a Gin de su presencia en la alcoba que desde hacía meses no compartían. La bruja guardó silencio para girarse y mostrar a su marido el objetivo de su presencia.

Potter observó cómo su mujer se quitaba la bata que vestía quedando en un baby doll rojo transparente que permitía ver las pequeñas bragas que adornaban el hermoso y bien mantenido cuerpo de Ginny.

—Harry sabes que te amo, no me importa nada de lo que hayas hecho —la abstinencia en qué se sumergió desde hace meses le estaba cobrando con la excitación del manjar que se le ofrecía—, todavía podemos ser felices con nuestro único hijo.

La ojicafe cogió una de las manos de su marido para llevarla a su boca y lamer sus dedos con sensualidad, luego la deslizó sobre uno de sus senos. Ginny se inclinó sobre Potter para besarlo.

—Acéptame, seremos invencibles juntos, más ahora que puedes chantajearlo con lo que pasó en la Madriguera.

—¿Qué fue lo que hiciste?

Ginny rió por el cuestionamiento. Se sentó sobre la cadera de Harry para desabotonar la camisa de su pijama.

—Planeamos con Hermione mostrarle a mi familia que Ron fue influenciado por el "hurón" para divorciarse.

Potter frunció el ceño, ¿Dónde quedó el conocimiento de magia ancestral de estas brujas?

Ginevra acarició el torso desnudo del ojiverde depositando pequeños besos desde su cuello hasta los espléndidos pectorales, si podía tenerlo de nuevo entre sus piernas no lo dejaría marchar otra vez.

—¿Y Molly? ¿Por...hmm... —la succión de uno de los pezones hizo que Potter jadeara— ...qué... por qué discutían cuando llegué?

Gin puso su mano sobre la entrepierna de Harry que parecía querer despertar por las atenciones que estaba recibiendo, la caricia sobre la tela la estaba también excitando, buscó una posición más cómoda entre las piernas de su cónyuge para bajarle los pantalones, cuando inclinó la cabeza, procuró que su cabello cayera como cascada para en una movimiento sutil, ella apartarlo y que pudiese él verla chuparselo.

Potter la detuvo para que contestara su pregunta.

—Eso...con Mione hemos practicado unos hechizos para cambiar el agua en ácido —dijo acariciando el miembro de su esposo que la miraba con atención—, cuando Malfoy le regaló a mamá el cristal, lo hizo y casi la quema.

Ginny se detuvo y por unos segundos miró a la nada, volvió a los ojos verdes de Harry y con inocencia levantó los hombros restándole importancia a lo siguiente que dijo.

—Aunque si mami lo toca, la quemadura hubiese sido horrible, no sé cómo Malfoy ocultó las cicatrices, ¿Lo viste? Parecía tener diecisiete otra vez.

«Luciendo hermoso y elegante como siempre» pensó Harry, llevó su mano a los ojos para sobarlos y exhaló por la imagen de años atrás en la habitación de Malfoy en la Manor.

 Se arrepentía de lo que hizo después, pero le dio miedo que se enterarán, que lo tacharan de anormal, por eso, antes de marcharse aplicó un Obliviate al ojigris, esa noche regresó donde sus amigos, al cuartel de la Orden donde al ver a Ginevra le pidió oficialmente que fuera su novia. Debía terminar con esa obsesión, y quedarse con el recuerdo de las palabras del platinado a tres de que durmiera esa noche «Harry...siempre seré tuyo».

Sintió asco cuando la lengua de la pelirroja se deslizó por el glande para despertar su erección, la apartó saliendo de la cama, se subió los pantalones y apuntó la camisa.

—¡Vete! —la cara de sorpresa de Ginny le molestó aún más— ¡Largo de mi alcoba!

Al ver qué no se movía, la tomó del brazo arrastrándola hasta el pasillo, y cerrar la puerta con fuerza.

Ginevra apretó los puños, pero sonrió, Harry había cedido a sus encantos, no todo estaba pérdido. Con voz fingida le deseó a su esposo las buenas noches, que detrás del madero la escuchó decir que se dieran una oportunidad, que perdonaba todas sus infidelidades, que ahora más que nunca debían estar unidos, para terminar con un "te amo".

Al igual que Potter otra persona escuchaba la declaración y reía por lo ilusa de la chiquilla Weasley. Si alguien iba a conquistar al ojiverde era ella, por algo era la bruja más inteligente de Londres Mágico, mañana era Navidad, y unas gotas de la poción que llevaba meses perfeccionando, lo dejaría a su merced, ¿Quién necesitaba Amortentia cuando podía tener Amor eterno?

—Una toma y serás mío por siempre —susurró con descaro—. Y lo primero que harás por demostrar que me amas, es deshacerte de la perra de Ginevra Potter.

Al entrar al baño para cambiarse, la figura que llevaba un buen rato oculta en las sombras deshizo el hechizo desilusionador para mirar el frasco con la sustancia incolora que guardó en su túnica, buscó sobre el tocador y al encontrar uno similar lo llenó con agua colocándolo en donde la castaña puso el verdadero. Por esa noche no había más que hacer, ya hablaría con Potter y le mostraría sus recuerdos, al menos eso valdría unos días de descanso.

Con eso, el Auror Aiden Miller salió tan sigiloso como había entrado.




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