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Angra Mainyu por Mascayeta

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Notas del capitulo:

Dos de dos, segundo capítulo de la actualización.

Arthur se percató de la presencia de Hermione que no se movía de la puerta como si analizara todo lo que pasaba dentro del comedor. Cuando se dio cuenta que era observada, Granger le sonrió e  ingresó preguntando en voz alta si ayudaba en algo, Molly respondió que no, indicándole donde debía sentarse, el gesto de la matrona al ver que no había ningún lugar al lado de Ron, hizo que el patriarca sintiera vergüenza por la insistencia que tenía su mujer de unir de nuevo la pareja, cuando él, y por lo visto Hermione, sabían que eso no ocurriría.

Granger se sentó a la mesa detallando al variopinto grupo, sus ojos ahora se posaron en Sandoval, aunque no vestía la ropa elegante de Malfoy, todo en él gritaba que era un Sangre Pura. A su mente llegaron las imágenes de Draco, Pansy, Zabini, e incluso de Sirius en su manera hipster de vestir, y la elegancia y distinción del profesor Severus Snape Prince, un mestizo que se codeó con Sangre Puras que reconocían la grandeza del apellido materno del pocionista, tomándolo como su igual.

En ese instante lo supo, la elegancia y distinción que deseaba sólo se la podía dar el dinero, y la forma de obtenerla estaba más allá de los bebedizos.

Detalló a Ronald, en definitiva a pesar de todo, era un buen tipo, lo demostró con la repartición de la herencia, y era claro que por más que se hubiese quedado con un porcentaje mínimo de galeones, aún poseía la casa y eso equivalía a un inmueble que podría hipotecar, el valor era lo que la intrigaba, no conocía la mansión Prewett, pero las personas en el ministerio que hablaban de esta, la describían como una mansión semejante a la casa Black. Y ahí venía la situación en la cual su exesposo volvía a ser útil para ella.

La comida pasó en calma, con uno que otra indirecta a Malfoy por las consecuencias de la guerra y el no tener a Fred entre ellos, algo que el rubio optó por ignorar, pero repitiéndose mentalmente no volver a La Madriguera. Finalizado el almuerzo, el patriarca Weasley requirió a los invitados que los dejarán a solas con sus hijos, Harry, Cameron, Hermione y Draco salieron de la sala junto a las esposas de los otros hermanos y los niños que de inmediato se pusieron a corretearse con alegría por el jardín.

Antes de retirarse, los ojos de Hermione se posaron en el rostro compungido de Ginevra que de nuevo rogaba a Harry por la presencia de Albus y Eris, una petición que no tuvo una respuesta favorable, además, la atención de Potter se encontraba en la escena que se desarrollaba entre Ron y Draco.

—¿QUÉ TAN TONTA PUEDES SER? —el grito entre dientes atrajo la vista de los presentes, con una sonrisa y pidiendo disculpas, Harry arrastró a Ginny a un lugar más privado—. Draco está presente, ¿quieres que nos lo quite?

Granger se acercó donde estaban con la excusa de obtener un libro de su bolso, vio a la pelirroja negar con la cabeza sobándose el brazo que Harry liberó con fuerza casi tirándola al suelo, para luego retirarse al jardín, ayudó a la menor de los Weasley, al estar convencida que estaba bien,  salió procurando encontrar a su amigo, pero lo único que observó desde el viejo columpio que ocupó, fue a Draco buscando un lugar sombreado donde sentarse, el platinado caminó hacía un árbol, y de repente, desapareció de allí.

En el cobertizo de los Weasley, Draco se sostuvo de una mesa hasta que el leve mareo por la aparición sorpresiva se interrumpió.

—¡Estás loco Potter! —emitió un alarido al percatarse de la identidad de quien le llevó hasta ahí adentro.

—¿Amas a Ron? —la pregunta desconcertó al platinado que odiaba ser callado y que no le pusieran atención—. ¡Responde maldita sea!

Por la última orden de Potter, Draco sintió como si estuviera en una dimensión paralela, ¿Qué le importaba al cara rajada si amaba a Weasley o no? Arregló la elegante túnica, lanzó una mirada de burla a su interlocutor para dar media vuelta con rumbo a la puerta para salir.

La risa de Potter le frenó en seco, definitivamente el racionamiento de este idiota confirmaba que en la pelea con Voldemort se le zafó un tornillo.

—Lo sabía, tú no amas a mi amigo, estás con él por capricho.

—Te equivocas, Ronald y yo no queremos, somos el apoyo uno del otro, me da mi espacio, y yo le doy el de él —Harry vio a Draco regresar en sus pasos para quedar frente a él. Malfoy levantó la mano izquierda y tocó la sien del pelinegro que advirtió una descarga de magia que los conectaba, la voz del ojigris y el movimiento de sus labios le mantenía embelesado—. La comadreja me llena como pareja, no como a ti que buscas lo que has perdido. Potter tú magia está sucia, manchada con lascivia, mentiras, envidia...

Malfoy percibió múltiples sensaciones en el ojiverde, podía ver los recuerdos buenos en su mente, también los amargos, aquellos que le causaban dolor o que tenía como errores. Se aferró a los últimos para alimentarse de la energía que emitían, la magia oscura contenida en las equivocaciones y en los pecados propios del ego humano.

Potter vio los ojos grises brillar, percibió que parte de su alma era succionada como aquella vez en el lago cuando los Dementores casi lo matan junto a Sirius. Sostuvo la muñeca del platinado atrayéndolo a su cuerpo, a pesar de haber retirado el punto donde Draco lo tocaba, el chico parecía en trance, y para él, la sensación de tenerlo tan cerca después de tantos años, se convirtió en una experiencia gratificante.

Durante unos minutos eternos que concluyeron cuando Harry observó a Draco pasar su lengua por los labios que mantenía entreabiertos, el-niño-que-vivió-y-venció, no aguantó más las ganas de probar lo que él mismo se negó. Haciendo acopio de toda su valentía, no lo pensó más, inmovilizó al ojigris de la nuca para acceder a su boca.

Malfoy percibió la presión sobre sus labios, la sensación se le hizo conocida, en ese instante la culpa de Potter fue más palpable, en la cabeza del platinado las imágenes que acompañaban a los sentimientos amargos, se volvieron tan tangibles que parecía estar dentro de un pensadero, fue cuando se abrió una pesada barrera de oclumancia que Harry tenía, permitiéndole ver el recuerdo de la decisión que parecía atormentarle.

El ojigris reconoció su habitación en la manor, sentado en la cama se encontraba el ojiverde, le acariciaba el cabello mientras él, ajeno a todo, dormía profundamente. Lo vio sacar la varita para colocarla en su sien y pronunciar un Obliviate.

Draco se separó de inmediato para mirar con rabia a Potter, y aprovechar a quitárselo de encima con un golpe certero que alcanzó a romperle el labio. Salió del cobertizo tropezando con Cameron que se apartó al percibir la confusión, el rubio echó a andar hacia La Madriguera con toda la intención de largarse, con o sin Ronald.

En el columpio continuaba Granger leyendo, la bruja lo miró por encima del libro con disimulo, el platinado entorno los ojos para seguir su camino, no quería un enfrentamiento con nadie. Cuando fue a tocar, la puerta se abrió dejando salir al pelirrojo que tan pronto lo vio, le tomó la mano llevándolo al punto de Aparición, Draco no preguntó nada a Ron, se notaba que hervía de la rabia.

—¿Se lo dijeron? —inquirió Hermione cuando se aproximó Ginevra a donde estaba.

Ella afirmó con la cabeza comentándole que no tomó muy bien la noticia de que Molly y Arthur pedirían la custodia de Hugo. Lo único malo de eso es que al quedar el heredero sin tutor legal, la fortuna se congeló, no podían mover un galeón.

Hermione volteó la cara para evitar que Ginevra viera la mueca de disgusto por no acceder a un knut de la familia Prewett. Cerró el libro y se irguió para buscar a Harry, necesitaba decirle lo ocurrido.

Al llegar al cobertizo se quedó paralizada por lo que dentro del lugar Potter comentaba a su ahora mejor amigo, Cameron Sandoval.

 

«—vamos bebé, puedes hacerlo...

Harry colocó su miembro en la boca del rubio que la abrió intentando no demostrar su inexperiencia en ese campo, Draco había estado con Pansy, pero jamás con un hombre, y menos rebajarse a eso, le daba un poco de asco.

El azabache sonrió, Draco era pésimo en el trabajo oral, ni punto de comparación con Ginny que sabía hacerlo llegar con rapidez asombrosa y dejarlo con ganas de más.

Sin embargo, la excitación por ver a su némesis arrodillado ante él tratando de complacerlo era mejor que cualquier experiencia anterior.

Potter recordó como después de atacar a Malfoy en el baño con el Sectumsempra, salió hacia los dormitorios, en el camino se encontró con Cho y se desahogó con ella, temblaba por el error que acababa de cometer, ¡casi asesina a Draco!

No sabe a ciencia cierta como sucedió, pero cuando entró en razón, estaba follándosela en uno de los baños. La pelinegra fue su primera vez, ella poseía más experiencia que él, tal vez por su relación con Cedric, lo cierto es que ese fue el inicio de varios encuentros, que terminaron cuando Cho oficializó el noviazgo con un mago de Ravenclaw, y él se volvió novio de Ginny, otra que en el verano antes de la boda de Bill y Fleur se le entregó sin problema, comprobando que con Dean había tenido más que simples besos.

Ese asqueroso pensamiento se evaporó cuando el calor de la boca de Draco y la sensación de sus dientes rozándolo, le hicieron detener el movimiento que comenzaba a ser más rítmico y profundo.

—Ven aquí —levantó al ojigris repartiendo pequeños besos por todo su cuello, la piel blanca cambiaba a rosada con cada mordisco y succión, ésta se hacía más apetecible en la medida que lo desnudaba sin prisa y casi con adoración. La respiración agitada y los labios entreabiertos del Slytherin le hipnotizaban, no aguantó más, Harry humedeció con su propia saliva los dedos que llevó al agujero estrecho del platinado que gimió apretando al intruso.

—No...no puedo...Harry yo...

—Se oye bien mi nombre en tu boca —Potter no sabía si era la adrenalina de saberse rodeado de mortífagos que podían encontrarlos en cualquier instante con abrir la puerta, o la magia oscura que parecía rodearlo sacando una parte de su personalidad que no conocía, pero que le gustaba sentirse así, libre de remordimientos, de ataduras.

Draco clavó sus uñas en la espalda que lo cubría cuando se sintió invadido, la respiración agitada de Potter en su cuello y el vaivén que emprendió aumentando en rapidez lo obligaron a taparse la boca para que no le escucharán.

—Eres hermoso dragón, maldita sea, tan delicioso.

Harry sintió como el esfínter le oprimía, sujetó con fuerza a Draco viniéndose ambos al mismo tiempo, Malfoy sobre la colcha y Potter dentro del platinado, fue cuestión de segundos para sentir la descarga de la magia que los rodeó.

—¡Por Merlín, Potter! —en la voz de Draco, Harry descubrió entre los jadeos un toque de alegría e incredulidad, el rubio junto sus labios con los de ojiverde para sacarlo del shock en qué se hallaba, para susurrar sobre estos lo que acababa de ocurrir—. La magia nos ha elegido como pareja, ¿sabes lo que significa?, tú eres mío y yo de ti, soy tuyo Harry Potter.

Eso lo sobrepasó, era como si acabara de decirle que se habían casado, lo único que pudo hacer fue mandarlo a dormir, fingiendo estar contento.

—Descansa, yo debo volver al cuartel.

Draco asintió, se acomodó en la cama haciendo antes un simple hechizo de limpieza sobre los dos con la varita de Narcissa ya que Potter tenía la suya, se acomodó entre las almohadas, y con las suaves caricias en su cabeza se quedó dormido.e

El azabache al sentir la suave y profunda respiración de Malfoy, realizó lo que consideró más prudente.

—Obliviate».

 

Cameron escuchó la historia de la que tantas veces tuvo certeza, pero que se escapaba de su conocimiento por la fuerte oclumancia que Harry tenía sobre ese recuerdo en especial.

—Tengo que recuperarlo, algo en él cambio, lo que me comentaste cuando me hablaste de la poción —Cameron lo seguía con la mirada mientras veía la desesperación de su amigo—, lo sentí Camy, su temperatura descendió y fue como estar frente a un Dementor, y al mismo tiempo era diferente, otro ser más fuerte.

—¿Qué piensas hacer? No creo que una conversación sea la solución para sus males —dijo señalando la herida en el labio.

—Nosotros jamás hemos podido conversar sin maltratarnos, aun así, lo quiero de vuelta.

Hermione se retiró del lugar procurando no ser descubierta, una cosa era dejarle el camino libre a Ginny para seguir humillándose por el amor de Harry, y otra muy diferente entregárselo a Malfoy, esta vez no se iba a quedar tan tranquila, ella sabía perfectamente como alejar a esa víbora, y le daría donde más le duele.


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