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Angra Mainyu por Mascayeta

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Ronald Weasley leyó el titular de El Profeta, “Encuentran cadáver de la secuestrada esposa de Draco Malfoy”.

Por primera vez desde el nacimiento de Eris Orión Potter Weasley la familia del Salvador mágico no aparecía en el periódico como lo más importante y único del universo.

Al menos Rita Skeeter había logrado utilizar todo su ingenio para colocar una importante crónica sobre lo que fueron los últimos meses de vida de Astoria Greengrass.

La autora, quien en la escuela demostró un especial interés en lo referente a Harry Potter, desde que la guerra terminó, parecía una fuerte defensora de los sangre pura, y entre ellos de los Malfoy.

No obstante, tenía que admitir que el artículo mostraba investigación, en el interior de las páginas del diario, se detallaba lo sucedido desde el momento de la desaparición de Astoria Malfoy un día después de acompañar a su esposo a la audiencia hasta que se la encontró moribunda en las cercanías de San Mungo, donde un médico reportó a los Aurores y familiares. Lo extraño, como reseñaba Skeeter, era que la mujer dio a luz, pero que del bebé, quien a la fecha debía tener unos cuatro o cinco meses, no aparecía en ninguna parte.

El artículo concluía con una indirecta mal disimulada al heredero Black:

«…sin duda las coincidencias existen, mientras Draco Malfoy sufre la perdida de su esposa e hijo, sin poder asistir al sepelio por la condena que paga en Azkaban, el señor Potter, nuestro Salvador Mágico, festeja la vida del tercer vástago de su matrimonio con la excazadora de Quidditch Ginevra Weasley, colocándole como nombre el de su fallecido padrino y curiosamente el de la diosa de la discordia, niño que al igual que el heredero de Draco Malfoy, si estuviese vivo, tiene cinco meses de edad. Curioso, ¿no creen».

Ron observó la fotografía de los Potter Weasley, las sonrisas bien ensayadas y que daban la impresión de la familia perfecta sólo para aquellos que ignoraban la realidad de ese matrimonio, una muestra de lo bien apropiados que tenían los papeles que desempeñaban ese par.

El pelirrojo cerró el periódico cuando su almuerzo llegó, disfrutaba de lo que servían en ese restaurante muggle, cuando podía descansar un poco del ajetreo en Black & Red, se escapaba para observar su actual vida bajo una perspectiva más real.

Ser héroe de guerra, luego el segundo al mando con tan sólo diecinueve años del cuerpo de Aurores de mundo mágico, promover las reformas de la fuerza para convertirla en algo más que cazadores de mortífagos, fue extenuante, en ocasiones se perdía la visión de que él y, por supuesto, Harry, eran personas normales. Algo que se desdibujó por completo cuando meses después de finalizada la guerra, su amigo se enteró de ser el heredero de la fortuna Black.

Ron diría que desde allí el Potter que conoció en Hogwarts, aquel que defendió a los Malfoy y a otros que le ayudaron siendo incriminados por lo que sucedió con Voldemort, comenzó a cambiar.

Weasley recapacitó que el colegio estar pendientes de luchar y proteger a Harry se convirtió en la prioridad. Por eso, cuando Molly le comentó que Ginny estaba enamorada de su mejor amigo, y que esa relación podría darle un poco de paz, hizo todo lo posible para que se unieran.

No obstante, en esos intentos de que Harry se fijara en su hermanita, notó con sumo disgusto que el ojiverde no podía sacarse de encima la obsesión que se forjó con Draco Malfoy. Cualquiera diría que era normal por su enemistad desde los once años, pero en la copa de Quidditch cuando todos creían que la atención del Elegido estaba en las veela, Ron se dio cuenta que sus ojos detallaban las expresiones del heredero de los Malfoy, en Hogwarts como le enfureció que el rubio se riera con Krum y que apoyara a Diggory haciéndolo a un lado.

La misma obsesión que en sexto año lo desestabilizó teniéndolo noches en vela buscando con el mapa del merodeador donde se hallaba el rubio, que en ese año después de lo ocurrido en el tren, no volvió a atacarlo, le ignoraba, su mente parecía perdida en la preocupación, hasta que sucedió lo del Sectumsempra, que se convirtió en culpa. Ese año fue el primer beso entre Gin y Harry, el inicio de una relación que se fortaleció el año de la guerra, aunque la sensación de la menor de los Weasley de ser dejada de lado cuando fueron por los horrocruxes generó una grieta que Ron pensaba se fue abriendo con los años.

Recordó como el día de la batalla final, tras romper la varita de sauco, él y Hermione se marcharon al castillo cruzándose con Malfoy. No supo de que hablaron, pero la última escena la guardó en su mente sabiendo que era el olvido de tantos equivocaciones entre ellos, le llenó de regocijo. Una imagen que por el contrario para Ginny fue ofensiva, porque sin darse cuenta en que minuto llegó a su lado, Ron vio como sacó la varita para atacar a Draco, de inmediato la detuvo tapándole la boca evitando que los interrumpiera.

Después de tantos años se daba cuenta que las siguientes acciones de Ginevra fueron de alguna manera un acto desesperado por borrar a Malfoy de la vida y la mente de Harry. El embarazo repentino, la boda días antes de la iniciación de los juicios contra los mortífagos, aconsejar a Harry que la herencia Black tuviese más inferencia en el mundo muggle, mantenerse en el ojo de la comunidad mágica como ejemplo de amor y solidez, un cumulo de acciones que mantenían al ojiverde ocupado y distraído.

La situación se hubiese sostenido hasta que el sueño se convirtió en una pesadilla con la repentina muerte de James.

Ese día se encontraban en una redada con Harry, de pronto el pelinegro se dobló sobre sí mismo pronunciando el nombre del niño, después Ron se enteraría que cuando Potter sintió que la magia de su pequeño desaparecía algo se quebró en él.

Llegó a Grimmauld Place, la mansión que ocupaban él, Ginny y su bebé, ya que Kreacher se quedó trabajando en Hogwarts. Entró a la habitación donde James yacía con los ojos desorbitados y la boca abierta, lo llevó a San Mungo siendo atendido de urgencias, la cara del medimago fue suficiente para comprender que no había nada que hacer, ingresó sin signos vitales, la hora del deceso minutos antes de que Harry lo encontrara.

Ron se acordaba como fue hasta la chimenea para volver tres horas después arrastrando a Ginny. Su hermana lucía el uniforme de las Harpías, dejó al niño solo y encerrado mientras ella se iba a una práctica, la lanzó contra la cama donde el cadáver del menor se encontraba.

Cada palabra que Harry expresó fue escuchada sin la menor emoción de parte de la pelirroja, cuando finalizó Gin lo único que dijo fue que lamentaba su error, pero que era una mujer fértil y podrían tener más hijos.

Ese fue el final del matrimonio y lo que enterró el amor de Harry por Ginny.

En el cementerio, cuando las cámaras y los chismosos se fueron, Ron y Hermione le dieron el tiempo para despedirse, sobre la tumba de su hijo vieron a Harry doblarse y llorar sin consuelo. Sin embargo, en un instante de descuido se acercó el abogado que representaba a los Black al Salvador mágico, que cambió la expresión en el rostro y se marchó con el mago.

Cuando se les unió en el pequeño apartamento que Ron compró para comenzar su vida de pareja con Granger, supo que era otro, se sentía el dolor, la rabia, pero sobre todo, el odio.

Lo que sea que haya sucedido con el jurista marcó a Harry, vio como rindió testimonio en varios de los juicios contra los mortífagos, lo acompañó a muchos de estos, menos al de Draco.

Entregó su cargo como jefe de Aurores y asumió el liderazgo de la fortuna Black, unificada meses antes de la muerte de James en Black & Red. Su vida personal se convirtió en amantes ocasionales, juego, borracheras, y de vez en cuando peleas en clubes muggle. Una de esas noches Ron lo recogió casi inconsciente a causa de la gran cantidad de licor que ingirió, dos meses después Ginevra anunciaba que estaba embarazada de Albus.

Lo extraño fue cuando a los seis meses de dar a luz al pequeño, avisó que de nuevo tenía a un pequeño en su vientre cuando estaban en medio de la cena por el cumpleaños de Bill.

Recordaba muy bien como Harry le sonrió, el escalofrío que le atravesó la espalda, fue similar al del primer encuentro con Voldemort. Ginny tomó su mano y contó como la noche de aniversario le dejó no solo el regalo material, sino también un tercer hijo, que sabía por los síntomas era varón.

Si Ginny creyó que recobraría la confianza de Harry en ella, se equivocó garrafalmente. La niñera que Harry contrató para cuidar a Albus pasó de unas horas a tiempo completo, hubo restricciones para que la pelirroja siempre fuese vigilada en el momento de estar con el niño, Ron notó como para el bebé la imagen de “mamá” era difusa, percibía a Ginny como una familiar similar a sus tías, incluso en algún momento, el rol de madre parecía ser asumido por Hermione.

Weasley conmemoró el día que tuvo a su sobrino Eris Orión en brazos, distinguió una energía diferente a la de James y Albus. El niño a excepción del cabello azabache de Harry, podría pasar por el hijo de alguien más. Ginny detectó la duda en él, así que habló de los rasgos de la familia Weasley y como el pequeño Eris heredó ese color de ojos, uno tan azul que parecía gris, para Ron fue ver los de Draco, de no ser por las ligeras vetas verdes similares al color de Harry cuando se enfurecía. Todo en el rostro del niño era ajeno a los Potter, la mandíbula afilada, los pómulos altos y esa piel nívea, sin mancha alguna, era ver a Malfoy como en esas fotografías que alcanzó a observar cuando fueron retenidos por los carroñeros y llevados a la mansión.

Mentiría si no reconociera que sonrió feliz de que el niño prefiriera estar en su pecho y no en de Hermione o el del mismo Harry, Gin ni siquiera hizo el amago de quitárselo, actitud suficiente para hacerle olvidar las dudas que le surgieron...

—¿Qué te tiene tan preocupado Weasley? Pensé que nada te quitaba lo muerto de hambre.

—Algunos cambiamos Parkinson, yo maduré, algo que por lo visto no hiciste —respondió Ron a la intimidación más por una costumbre de los años escolares, que por querer una discusión.

Lo cierto es que casi no había probado el plato ante él, incluso llamó a la camarera para que lo retirara, trajera dos cafés y la cuenta.

—¿Qué quieres Pansy?

La mujer elevó una ceja por escucharlo decir su nombre, un rasgo muy Slytherin, que respondió extendiendo varias misivas en la mesa, para explicarle el motivo de atreverse a entrar a un negocio muggle.

—Desde la audiencia de Draco hemos pedido al Ministerio que el fiscal explique en que basa la acusación del homicidio de Zabini, pero como puedes ver, nuestro abogado envío dos notificaciones —le pasó los respectivos sobres, una copia para la oficina del Ministro y otra para el Wizengamot—, sin obtener respuesta. Por eso, te pido que hables con Granger, ella es la asistente de Kingsley Shacklebolt, quizás comprenda que el silencio administrativo, nos abrió una posibilidad que aprovecharemos.

Ron revisó la epístola, sonrió porque ese error burocrático daba la oportunidad a Malfoy de recuperar su fortuna y de reintegrarse a la comunidad mágica como un hombre libre y “rehabilitado”. Pansy se percató de la sinceridad en la reacción, por eso cuando le entregó la otra carta sintió un poco de vergüenza.

—En esta exigimos, también por tercera vez, que el tinterillo que representa a Black & Red, no vuelva a la mansión ni a la empresa —el pelirrojo arrugó el entrecejo extrañado, de acuerdo con lo ocurrido en la última reunión con Harry, Ginny y el abogado Ernest Maxwell, el asunto con la herencia Malfoy estaba zanjado.

Pansy detectó las pequeñas variaciones en el rostro de Ron, el mago era ajeno a la situación, así que lo más seguro es que tampoco podría darle respuestas sobre las preguntas que tenían ella y Stevenson del último hijo de Potter.

Parkinson esperó que Weasley concluyera la lectura, para agregar.

—El hijo de Draco sigue vivo, su nombre no se ha borrado del testamento —el ojiazul se alegró sabiendo que eso sería una esperanza para el platinado—, incluso si muriera sabes que en el testamento mágico de los sangre pura aparecerá en vez del nombre, la frase de “primogénito vivo”, por lo cual no pueden acceder a la fortuna Malfoy.

—A menos que Astoria le haya cedido la custodia a quien mantiene retenido al niño.

—En ese caso, para obtener la herencia Draco debe aceptar la decisión de su difunta esposa —recalcó la pelinegra con ese gesto arrogante que nunca perdió en la conversación—, de lo contrario debe aguardar hasta que tenga la edad para entrar a la educación mágica, y que acepté como su familia a quien lo tiene.

—Once años son mucho tiempo…

—Tiempo suficiente para que te inculquen odio por alguien, y más si eres un niño —replicó Pansy con tristeza de que ese sea el regalo que el destino le tuviese a Draco. —Espero que esta vez si respondan mis cartas, queda en tus manos Weasley.

Ron pagó en efectivo la cuenta agradeciendo el servicio, salió del lugar rumbo a su casa, debía cambiarse e ir primero donde Hermione y luego a la empresa para comunicarle el problema a Harry.

Con la visita de Pansy el deseo de saber como se encontraba Malfoy reapareció, en la audiencia donde se determinó el nuevo cargo, los testimonios que dieron fueron —según el fiscal— irrelevantes por no tener relación con el juzgamiento. Ron era consciente que la única persona que podía variar esos eventos era Harry, pero éste se negaba a asistir a cualquier acto vinculado con Draco, una vez incluso le gritó que suficiente le ayudó sacando al mortífago de Lucius de los problemas, y que con Narcissa ese favor pagaba el que no lo delatara con Voldemort.

Por eso debía entregarle esa misma tarde las cartas, y pedirle que dejara de insistir con la fortuna Malfoy.

Abrió la puerta de la casa que tenían al límite del mundo mágico, una ventaja para no vivir acosados por las cámaras o por quienes pedían que invirtieran en sus locas ideas, o que dieran donativos para cualquier cantidad de obras benéficas que en ocasiones resultaban falsas.

El aroma de la colonia que usaba Harry inundó sus fosas nasales, decidió asustarlo porque de seguro estaba en la cocina, como en sus tiempos de Auror anuló el sonido del movimiento que realizaba, encubrió su esencia mágica, para por último aplicar un hechizo de ocultamiento; sin embargo, cuando vio las prendas en la sala que se dirigían a las habitaciones, el que terminó sorprendido fue él. La visión del horrocrux donde Hermione decía que prefería a Harry sobre él, se volvía realidad ahota que los veía besándose.

Al separarse Potter acarició el rostro de la castaña que suspiró buscando más contacto, una risa acompañada del comentario burlesco de lo necesitada que estaba por tenerlo entre las piernas, frase que le indicó que no era la primera vez de sus encuentros.

—Deseo mucho estar contigo Harry, pero no quiero ser más la amante.

—¿Otra vez con lo mismo Hermione? —al menos no tendría que verlos follar en su propia cama, pensó Ron—. No me voy a separar de Ginny por jugar a la casita feliz contigo.

—Ron quiere un hijo —Potter se apartó por completo del cuerpo de Granger—. Hace dos meses que no utilizo los anticonceptivos.

—Si me lo cuentas es porque ya estás preñada —Harry respondió asqueado demostrando que esa idea le resultaba hasta cierto punto repugnante—. Tengo suficiente con Albus y Eris.

—¡Eris no es tu hijo! —chilló exasperada Hermione que comenzaba a llorar indicando el estado de impotencia en que se hallaba.

—¡Para mi lo es!, ¡Scorpius es mío! —recalcó Harry de manera posesiva — ¿Por qué no aceptas lo de Draco?

Ron no se sorprendió con esa revelación, pero sí de las lágrimas que Harry se limpió con rapidez cuando pronunció entre dientes la pregunta. Su atención regresó a Hermione cuando Potter le cogió la mano para con frialdad hablar.  

—Lamento que esto acabara así, tu eres la esposa de mi mejor amigo, pero si se entera de nuestro desliz, quiero que sepas que tengo la forma de demostrar que tu fuiste quien me buscó.

—Harry te amo… —dijo entre hipidos Granger ignorando la ofensa que acababa de recibir—, debí darme cuenta que nunca sería feliz con Ron, que buscaba en él lo que tú le dabas a Ginny —un nuevo sollozo y una petición que destrozó al menor de los Weasley— …¡por favor no nos dejes!

Lo demás que dijo Potter no le importó al pelirrojo, los recuerdo de tantos momentos vividos le embargaron, otra vez la imagen del camafeo con el alma de Voldemort llegó a su mente, curioso que ese temor se convirtiera en realidad, daría media vida por enterarse cuales eran las visiones de Harry.

Escuchar a la mujer que amó desde cuarto año, con la que quiso formar un hogar, tener una familia, el rechazo y la seguridad de saber que siempre jugo como un remplazo, fue demasiado para Ron, que muy a su pesar se dio cuenta que no en vano Hagrid se lo advirtió, cuando anunciaron su relación: «las relaciones que nacen de circunstancias adversas, muy pocas veces duran».

Dio media vuelta, tal como entró se marchó de lo que alguna vez denominó su casa, a la que regresaría a buscar sus cosas más importantes, fue a Hogsmeade e inició un recorrido que terminó en las puertas de la empresa Malfoy, atravesó el vestíbulo pasando la seguridad de la oficina de Pansy Parkinson.

Al verlo la Slytherin se levantó de detrás del escritorio con ganas de insultarlo, al estar cerca del pelirrojo este la abrazó para liberar el llanto y la amargura de la traición. Cuando Stevenson ingresó al despacho, Ron dormía en el sofá bajo la supervisión de la pelinegra.

—Tuve que desmayarlo, y vi sus recuerdos… Potter tiene a Scorpius.


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