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Angra Mainyu por Mascayeta

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Por la duración del viaje, el sábado a las ocho de la noche fueron obligados a subir al transporte que los llevaría a Hogwarts.

Los Aurores revisaron a los estudiantes especiales de Hogwarts con la excusa de que no podían llevar nada entre esos andrajos llamados uniformes de preso. Draco vio como algunos de ellos aprovecharon a manosear a las chicas y otros a los jóvenes que temblaban mostrando en sus gestos que esa no era la primera vez que eran sometidos a la vejación.

Las burlas y la frase de que pronto las preferencias se acabarían, fueron predominantes en la situación, al subir al bus mágico se les aplicó uno a uno los hechizos glamour para esconder los golpes y el estado de desnutrición en el que se encontraban. El último en subir fue Malfoy, que ayudó a Pansy sentándose junto a ella, aún ambos tenían los dolores del ataque del viernes, circunstancia que les sirvió para que los dejaran en paz, una fortuna que costó la incomodidad de los otros.

Draco sabía que todos comprendían que con la presentación de los EXTASIS su condición cambiaba, lo que amenazaban los Aurores se convertiría en una dura realidad que variaría de acuerdo con los días que le restaban a sus condenas, pero que dejaría marcas indelebles en la memoria y el cuerpo de cada uno de ellos. Marcas como la del vientre de su amiga, quien portaría el estigma de lo ocurrido en ese baño, una cruel manera de recordarle el error de no aceptar a un mestizo.

Observó el mar que los separaba de la civilización mágica, el viaje sería de unas seis horas según les comentó Stevenson que los esperaría en el colegio a la mañana siguiente junto con Flikiers, el Director de Azkaban sonreía con satisfacción cuando se despidió de él, era lógico, mientras los otros se irían en máximo dos años, Draco pasaría otros cinco allí encerrado, a su merced y sin manera de librarse de los castigos.

Subió la manga para ver la mancha grisácea en que se convirtió la Marca Tenebrosa, esa que causó la caída y el desprestigio de su familia, sin embargo, no era la única que tenía, la otra dolía más, porque quien pudo salvarlo extendiéndole la mano, casi lo asesina con un Sectumsempra.

En instantes como ese, su corazón reclamaba porque Snape no lo dejó morir, pero también estaba al tanto que el dolor habría matado a sus padres, no sin antes haber sufrido las maldiciones de Bellatrix y Voldemort.

Recostó su cabeza a la ventana sosteniendo el cuerpo dormido de Parkinson en los brazos, al verlos en esa posición, Draco se preguntó si al salir de Azkaban alguien podría enamorarse de él. Un cuestionamiento retórico que no necesitaba respuesta. Cerró los ojos, en su cabeza la imagen de las últimas horas en Hogwarts antes de que los arrestaran volvieron con nitidez, decidió pensar que lo único bueno de ese recuerdo fue que pudo pedirle a San Potter por su padres…Draco hizo una mueca de decepción, para que hacerse falsas ilusiones por algo que jamás sucedería, una promesa que desde el mismo día de su sentencia, Potter había roto.

Era mejor dormir, al fin y al cabo, los resultados podrían servirle para continuar con las empresas Malfoy si salía vivo de Azkaban.

Arribaron a las seis de la mañana al colegio, el autobús descendió en la terraza del piso donde los hermanos Weasley hicieron la presentación oficial de su almacén para los estudiantes, además de darle su merecido a la Suma Inquisidora, que debía estarse quemando en la quinta paila del infierno muggle, sonrió por los dichos que los jóvenes mestizos le fueron enseñando en el tiempo compartido, esos muggles tenían frases para cada ocasión.

Se estiró despertando a Pansy, la chica bostezó para levantarse y ayudar a las niñas con la organización mientras Draco hacía lo mismo con los muchachos, estaba claro que los hábitos nunca se pierden y al ser los mayores, recordaban las épocas de prefectos, una labor que por lo visto se les daba bien ejecutar.

Descendieron en el mismo orden que fueron acomodados en el transporte, McGonagall lucía desilusionada cuando los vio, las cámaras y la vuelapluma de Rita Skeeter resonaban en la fría mañana, tan pronto escucharon la orden de avanzar, se movieron al interior de Hogwarts, momento en que el silencio se adueñó del lugar.

Por primera vez desde que la conoció, Malfoy vio a la rubia periodista callada y la indignación reflejarse en el filoso rostro. La entereza de McGonagall logró que retomara el control de la situación sacando al grupo del estupor por el estado real de los “estudiantes especiales”, la Directora del Colegio dictaminó que fueran trasladados al Gran Comedor para que desayunaran, Flikiers iba a oponerse, pero la suerte parecía haberlo abandonado, debido a que Skeeter quiso aproximarse a una chica que tenía un moretón en su ojo, y uno de los Aurores la empujó logrando que cayera sobre la periodista de Corazón de Bruja, tuvo que corregir al mago, ordenando al grupo que los vigilaran mientras tomaban los alimentos y él conversaba con la mayor.

Esa tarde el Wizengamot supo que los errores se pagaban y caro, el Ministro Kingsley aprovechó la reseña de El Profeta para presionar una revisión de las condenas y el cumplimiento de normas que desde la Primera Guerra Mágica se establecieron en Azkaban, una de estas, y que ejecutaría de inmediato, era la visita y comunicación por cartas con las familias.

La salida más fácil para Herman Flikiers fue justificarse frente a la opinión pública con la ineptitud de Daniel Stevenson, sin embargo, tarde llegó su explicación, ya el Jefe de los Aurores no pensaba perder a uno de sus mejores hombres, así que había mostrado las peticiones que el director de Azkaban hizo al Tribunal para remover a quien, según sus palabras, «trataba a los súbditos de Voldemort como si fuesen niños de colegio, y no como los delincuentes que se eran». El golpe final para los miembros resentidos del Tribunal, que cedieron a regañadientes a que Hogwarts se convirtiese en un “hogar de paso y reinserción” por el tiempo que se tomara el Wizengamot para revisar los casos y hacer las debidas correcciones.

Curiosamente los juicios celebrados con rapidez concluyeron una semana después, la misma en que Draco recibió agradecimientos por parte de los jóvenes que tuvo bajo su cargo y por las familias de estos que le deseaban el mejor desenlace para su caso, así pudo ver como los que tenían condenas finalizadas desde hacía meses salían libres dispuestos a comenzar con ánimo fuera de Inglaterra, y otros como Pansy, por su estado de salud y lo irrisorio de los motivos por los que fueron encarcelados, se les condonaron sus penas.

Se sintió feliz cuando escuchó la noticia de parte de Stevenson, el mago además le informó que se haría cargo de Parkinson hasta que encontraran algún consanguíneo con el que pudiese vivir.

Sin embargo, para Draco las cosas eran diferentes, hasta no cumplir al menos la mitad de su condena, el caso no sería revisado, con tristeza por no poder hacer más, Minerva apretó su mano y le comentó que a partir de esa semana podía recibir visitas cada cuatro meses, y tendría derecho a mantener correspondencia con sus seres queridos.

El platinado agradeció lo que hizo por ellos, se había arriesgado mucho, pero demostró la valentía de la casa que por años dirigió, se dejó rodear por los brazos de McGonagall, y sentir esa magia reconfortante que le decía que todavía la batalla legal no estaba perdida.

Al separarse vio a sus padres, Draco corrió a abrazar a Narcissa y a Lucius, los ojos azules y grises lloraron de felicidad al verlo vivo a pesar de los rastros del maltrato que sufrió, los Aurores observaron la escena con asco, para Minerva fue más que evidente que no conocían realmente a los Malfoy Black, para aquellas personas, los rubios representaban una obra de teatro bien montada, pero para los que sabían lo que significaba la familia para los Malfoy, la escena demostraba la razón que les mantenía aún altivos y firmes en sus tradiciones.

No obstante, cuando el platinado vio a su madre apretar la mano de Lucius supo que las cosas no andaban del todo bien. El Auror Stevenson que hablaba con Minerva explicando los pasos a seguir, al darse cuenta de la situación, ordenó a los magos retirarse mientras él indicaba a los Malfoy como se entablaría la comunicación y visitas con su hijo. Los oficiales aliviados de no seguir en lo que consideraban una charada, se marcharon determinando que en una hora debía estar en la zona de trasladores.

Una vez solos, Daniel colocó un muffliato para que tuviesen privacidad sin tener que retirarse.

El primero en hablar fue Lucius, quien directo como siempre, comunicó a Draco la situación con una voz sin matices, en lo que sus ojos se llenaban de lágrimas.

—Estoy muriendo Dragón, probaré un tratamiento en Francia, por eso, hemos decidido con tu madre que iremos al Palacete porque…

—Porque además estamos al borde de la quiebra —Narcissa completó la frase que Lucius no pudo terminar. Conscientes de la confusión en su hijo, la bruja explicó lo que acaecía—.Unos meses después de que nos encarcelaron llegó un abogado diciendo que representaba al heredero de la familia Black, creemos que es un hijo de Sirius, y como mi primo era el único que aparecía legalmente como responsable de las bóvedas y las propiedades familiares ya que los demás están muertos, este joven al ser su descendencia tiene el derecho sobre lo que perteneció a nuestra casa.

—Tu eres una Malfoy, no entiendo porque deben quitarte algo.

—Cissi invirtió en las empresas como una Black, a pesar de tomar mi apellido siempre deseé que manejara su fortuna como quisiera —Lucius bajó la cabeza para concluir con tristeza—, parece que fue un error más en la lista de todos los que he cometido.

Narcissa tomó la mano de su esposo para asegurarle que para ella fue el mejor símbolo de respeto y confianza que como mujer podía recibir en una sociedad tan llena de normas y prejuicios.

Después de ese comentario, el menor de los Malfoy escuchó la manera como el jurista adujo que al perder los derechos como Black, tanto Andrómeda como Narcissa no podrían reclamar la fortuna, sumergidos como estaban con el juicio por la guerra no colocaron atención al evento; sin embargo, a los pocos días de ser declarados inocentes, notaron como las empresas donde la rubia tenía porcentaje de participación, comenzaron a ser intervenidas y su capital confiscado con ayuda del Ministerio. Al final y con el objetivo claro de no querer afectar a los trabajadores, Lucius decidió negociar.

—Dieron una miseria por las acciones, un dinero que se fue en el pago de impuestos que supuestamente debía tras estar un año en la cárcel.

—Lo único que queda es la compañía de Abraxas, junto con las dos mansiones, no pueden ser tocadas por ser Malfoy, el problema es…

—Que las heredaré a los veintiún años y soy un Black, por ende, podrán querer quitárnoslas —expresó Draco con decepción por ver como ese supuesto primo suyo deseaba verlos arruinados. Sosteniendo las manos de sus padres inquirió—, debe existir alguna solución, haré lo necesario para protegerlos, quiero verlos vivos cuando pasen estos seis años.

Los Malfoy lo volvieron a abrazar, la respuesta a la pregunta era sencilla, debía aceptar casarse y proceder a anexar su voluntad en los papeles mágicos de la herencia familiar.

La candidata le sorprendió a Draco, Astoria Greengrass era la hermana menor de una de sus compañeras de estudio, lo lógico hubiese sido que Daphne fuera la elegida, pero como dijeron sus padres, con la manera que estaban ocurriendo las cosas, los acusarían de estar reorganizando quien sabe que plan para revivir a Voldemort, por el vínculo escolar que sostenían.

El ojigris asintió, notó a Lucius fatigado, era mejor concluir con todo el asunto para que pudiese descansar, así fue como se haciendo una seña a Stevenson, este quitó el encantamiento y acató la solicitud de Narcissa para, transcurridos veinte minutos, regresar con las personas que servirían de testigos, curiosamente entre ellas estaba Rita Skeeter.

Frente al notario se leyó el convenio mágico y se realizó la alianza, las gotas de sangre de Draco y Astoria cayeron en el pergamino sellando el compromiso, un beso fue la manera de unir sus magias por el momento, ya que el tiempo se agotaba y pronto el ojigris debía ser llevado a Azkaban.

Antes de concluir, el escribano preguntó por las disposiciones que el platinado menor quisiera agregar al testamento familiar, sin dudarlo y con la arrogancia que los caracterizaba, dictaminó:

—Yo Draco Lucius Malfoy Black, declaro que el heredero universal de la fortuna de la familia Malfoy es mi primer hijo, hombre o mujer, quien asumirá su cargo tan pronto cumpla los veintiún años, mientras, su herencia estará en Gringott, nombro como albaceas a Pansy Parkinson y Daniel Stevenson, quienes de igual manera, quedarán con su custodia en caso de que fallezcamos los padres biológicos.

El pergamino brilló en tonos verde y plata, legalmente estaba casado con alguien que a penas conocía y dejaba su fortuna a su mejor amiga y al Auror que lo cuidó en Azkaban, el notario enrolló los documentos una vez verificados, felicitó a la joven pareja deseándoles una descendencia con salud.

Draco sonrió a su esposa cuando Stevenson tuvo que entregarlo a la mano derecha de Flikiers, el tipo se había recuperado muy bien de las lesiones provocadas por el estallido de magia del ojigris, en cuestión de segundos se encontraba en la zona de apariciones de la prisión.

Le cambiaron la ropa que portó esa semana, lo llevaron a la nueva celda que esperaba por él en Azkaban, curiosamente, la misma que tuvo Bellatrix. Al caer la noche, Draco tuvo su bienvenida, una sesión de golpes y cruxios, aunque no tan fuertes como los de Voldemort, pero capaces de debilitarlo.

El tiempo de vacaciones finalizó, le recordó Flikiers cuando lo agarró del cabello para lanzarlo contra la fría piedra poco antes de quedar inconsciente, con la sorna que lo caracterizaba, le dejó claro quien mandaba en ese lugar.

De eso ya habían pasado tres años, tenía prácticamente el setenta por ciento de la condena cumplida, y tras muchos intentos fallidos por parte de Narcissa y Pansy, al fin le dieron la posibilidad del juicio de apelación para su caso.

Se levantó adolorido por lo dura de la cama, aún no podía acostumbrarse a ese suplicio, esperó a que la puerta se abriera para poder ir a bañarse, ese día sería la audiencia de apelación, por eso se había cuidado de calentar la celda con los hechizos no verbales para que no hubiese un reporte negativo con el cual pudiesen derrumbar la leve esperanza de minimizar el tiempo de permanencia en Azkaban.

El agua retumbó en las losas del baño comunitario, no importaba que estuviese helada, o las burlas de los Aurores, tampoco el Dementor que los cuidaba cuando los oficiales se iban, sus compañeros odiaban esos instantes, a Draco ya no le molestaban, no después de la última Navidad en la que se enteró de que Lucius fue desahuciado, que pronto moriría y no podría estar a su lado, junto con el hecho de haber perdido la autonomía en la empresa que Gauther Greengrass manejaba, debido a que el heredero de Sirius Black argumentó que al ser Draco un Black había usurpado parte de la legitima fortuna de su apoderado, sin duda ese fue el golpe de gracia para el patriarca Malfoy.

Recordó como Astoria se lo contó después de hacer el amor, una rutina que adoptaron desde la segunda visita que le realizó, la castaña le pidió perdón avergonzada por no evitar que ese ladrón entrase a la empresa. Malfoy la besó con dulzura, le pidió arreglarse porque el tiempo de visita terminaba y debía volver a celebrar Yule con su familia, en cuatro meses se reencontrarían, aunque no creía que pudiesen compartir un rato tan íntimo, necesitaba de su fortaleza y compañía.

Al marcharse Tori, Draco cayó en la cama llorando por la desesperanza y la frágil posibilidad de salir vivo de ese lugar, no sabía que le esperaba en el mundo mágico después del destierro en Azkaban, a veces sentía como si su mente se quebrase y confundiera los recuerdos, en otras era la sensación de inmensa soledad.

En ese estado de tristeza, y con el objeto de dañarle la velada, Flikiers ordenó que un Dementor lo visitara, la criatura se ubicó sobre él, Draco lo vio moverse como analizándolo, finalmente se marchó dejando desconcertados a todos los que tras unas horas esperaban encontrarlo sumido en la desesperanza y la locura.

Malfoy cerró el grifo y cogió la toalla para secarse, el Dementor que ondeaba en la puerta del baño lo dejó seguir sin siquiera molestarse en apartarse, era claro que se encontraba tan vacío, que hasta ese ser que se alimentaba de recuerdos felices había comprendido aquel 25 de diciembre que lo atacó, que él era un muerto en vida.

Comió por necesidad la masa que llamaban desayuno, a las diez llegaron los Aurores que lo trasladaron al Tribunal Mágico, en la sala de espera encontró a Astoria con una sonrisa que le devolvió la paz que necesitaba en ese instante.

—La audiencia será a mediodía, los principales testigos a tu favor serán Ronald Weasley y Hermione Granger —Draco le sonrió, así que Harry Potter tampoco estaría presente en esa ocasión, esperaba que la comadreja y la sangre sucia no lo hundieran por completo—. Yo quiero que entres a esa sala y muestres que no estas derrotado.

—Un Malfoy nunca baja la cabeza —le besó con suavidad, quería que supiese que podía estar tranquila, fue cuando le dio la mejor noticia desde que supo que entraría a Hogwarts.

—Draco, estoy embarazada, tengo cuatro meses… y es un varón...

—Scorpius Hyperion Malfoy Greengrass, nuestro heredero —pronunció el nombre de su primogénito con orgullo.

La magia envolvió a la pareja quienes juntaron sus frentes y colocando las manos en el vientre un poco abultado de la ojiazul; para los sangre pura al aceptarse por ambos padres la existencia del neonato, este aparecía con su nombre en los árboles genealógicos, documentos y se agregaba a los apoderados de las bóvedas familiares de Gringott, el vínculo mágico entre Malfoy y Astoria se completó, el platinado permaneció abrazado a su pareja pasándole magia al bebé hasta el momento del juicio.

Al cruzar la puerta, el ojigris procuró mantenerse impávido por lo que sucedía, pero escuchar como Ron y Hermione le defendían, ver los recuerdos de Snape, la manera como Rosmerta habló de la ansiedad con que entró el día que dejó el collar en las Tres Escobas, y la forma como le pidió perdón cuando deshizo el Imperius, fue una prueba que lo superó haciendo que las lágrimas se resbalaran por sus mejillas, Draco se recriminó por ser tan estúpido y no haber compartido con Snape su situación, quizás ahora no estaría en Azkaban.

—Después de toda esta sensiblería barata, donde por lo visto el acusado fue una víctima más de Voldemort, quiero mostrar la razón por la cual el honorable Tribunal NO debe caer en la falacia de lo que acaba de escuchar —recalcó el mago que fungía como fiscal, la rabia por estar frente a un supuesto seguidor del señor Tenebroso se filtraba en cada palabra, más cuando a pesar de las acusaciones, Draco no pedía misericordia—. Solicito al honorable Wizengamot abrir la investigación a Draco Lucius Malfoy Black por el asesinato y desaparición de Blaise Zabini al finalizar la batalla de Hogwarts con el objeto de quedarse con sus propiedades y fortuna.

Cuando el platinado salió de la audiencia, lo único que había logrado era ver la cara de satisfacción del Fiscal, cuatro meses antes de terminar los seis años de condena se celebraría un nuevo juicio por homicidio, uno que le daría cadena perpetua.

En la puerta de la sala Astoria lo abrazó prometiéndole buscar ayuda.

—Cuida a Scorpius, te amo.

Correspondió el beso de su esposa, uno que supo a despedida, y Draco no se equivocó, fue la última vez que vio a la castaña.


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