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LOST por RoronoaD-Grace

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Notas del capitulo:

Holaaaaaa....


Yyy ahora sí si subo esto. 


He estado trabajando, avamzando en este fanfic. Con el que sí que estoy emocionada y realmente, realmente espero que lea guste. 


Muchas gracias por darle una oportunidad. Los personajes son propiedad de Gege Akutami. Por los erros, 10 mil millones de disculpas. 


Espero disfruten la lectura. 

 

LOST

—Prólogo—

 

 

«Antes de ni siquiera abrir los ojos, el dolor me golpeó con fuerza el cuerpo, luego estuvo el calor abrasador que daba directo en mi rostro. Los parpados me temblaron y tardé unos segundos en abrirlos, los sintieron pesados; sin embargo, cuando al fin los abrí, lo primero que vi fue una luz cegadora. 

Solo era el sol que brillaba con intensidad sobre mí, al parecer ya era medio día y mi estómago me lo contenía. Me recobré en medio de la carretera, sintiendo en toda mi espalda el calor abrasador del asfalto caliente, por lo que Intenté ponerme en pie para aliviar el dolor y también para buscar algo de comer, pero entonces el dolor volvió a golpearme en la cabeza y me tambaleé, casi caí pero logré sostenerme de un auto destartalado que estaba a mi lado. Llevé una mano a mi cabeza y esta se manchó de sangre ya algo seca. 

Fue en ese momento en el que al fin observé a mi alrededor. 

Las calles yacían llenas de basura y autos destrozados, humeantes. Los edificios, las tiendas y los locales no tienen mejor suerte. Ventanas rotas, puertas desbaratadas y, más allá… personas con ropas sucias y rotos con manchas de sangre seca, caminaban en todas direcciones con pasos lentos, torpes, arrastrando sus pies como si no quisieran incluso caminar, pero al mismo tiempo pareciendo demasiado enérgicos. 

Retrocedí un paso para alejarme sin hacer sonido alguno que llamara su atención, pero entonces escuché unos gruñidos no muy lejos detrás de mi. Volteé lentamente para descubrir que una de esas personas me vio directamente. Sus ojos desorbitados y opacos, de su boca escurría sangre negra apestosa, su piel era extremadamente pálida y sus venas se veían oscurecidas, como si estuvieran a punto de estar dentro de su cuerpo. 

Sin pensarlo un solo segundo, corri con todas mis fuerzas hacia uno de los locales que pareca an conservar su puerta. 

Los gruñidos de la persona alertaron a los demás que estaban cerca, y pronto un grupo de cinco comenzaron a seguir mis pasos. El primero de ellos, el primero que me aumentó, estuvo a punto de tirarme al suelo pero pude quitarme la chaqueta que traía puesta, por lo que logré bibliotecame de una muerte segura. Era demasiado veloz, lo que significa que no ha pasado mucho tiempo desde que cambió. 

El corazón me latía de prisa en cuanto logré llegar al local y cerrar rápido la puerta. Los resultados chocaron contra el cristal que de suerte no se rompió. Tenía la respiración agitada pero no podía permitirme un segundo ni para regularla, debía encontrar un arma que fuera útil, algo afilado. 

Observé de lado a lado todo el lugar, era un desastre total, y había un poco de sangre cerca de los estantes, por no decir demasiado. Después de buscar, lo más que pude obtener fue un palo de escoba. Una pequeña boutique no podía tener ningún arma que realmente me ayudara. Al menos debería agradecer que tenía algo con que defenderme. 

Siempre podia usar los tacones de aguja si el palo de escoba no funcionaba. 

Pero solo bastó que lo rompiera para que se astillara y lograra crear un arma con punta para poder atravesarles la cabeza con ella. Sin embargo, afortunadamente para mí, que me había ocultado detrás del mostrador, los gruñidos y forcejeos contra el cristal que parecían estar a punto de ceder, cesaron. Otra cosa parece captar la atención del grupo de resultados. 

Pude respirar con tranquilidad en cuanto todos quedaron atrás corriendo de su nueva comida, dejándome totalmente solo. 

Cuando al fin pude centrarme en mí, mi corazón golpeó mi pecho con fuerza y mi respiración era demasiado agitada. Las manos me temblaban y estaba sudando frío a pesar de haber estado hacía no mucho tirado en medio del asfalto bajo el abrasador sol de medio día. 

Me tomé unos minutos para tranquilizarme, para al menos respirar con normalidad. Luego, por fin me permití pensar en lo que había ocurrido. 

Para ser sincero, no tengo idea de qué pasó. 

Quedarme tirado en plena carretera con terminaciones a mi alrededor no es algo que yo planee. No soy tan estúpido…creo, y no creo que alguien lo sea. Pero, para ser exacto, en realidad lo que ocurre es que no recuerdo como llegué ahí. 

No recuerdo ni mi propio nombre. 

En mis recuerdos quedan como todo se fue al carajo y lo que sucedio despues. El caos, los gritos, las muertes, la sangre, las personas invitadas… Pero no como es que yo llegué a este momento exacto. Si es que tengo familia, si ellos están muertos, si viajo con amigos, si estoy solo. No hay nada. 

¿Qué carajo sucedió conmigo? ¿Cómo terminé con un golpe en la cabeza e inconsciente en plena carretera? 

Para mi mala suerte, no sé si pueda ser capaz de algún día responder esa pregunta».
.
.
.

Sukuna cerró el despacio el diario que yacía en sus manos, guardándolo lentamente en el bolsillo de su chaqueta y tratando de no hacer mucho ruido. Estaba en un supermercado destartalado, la mayoría de las tiendas habían sido saqueadas y todo era un desastre total en el interior, pero aún quedaban algunas cosas útiles y podía servir de refugio si sabías dónde esconderte. 

Había estado tan absorto en la lectura, que no notó a los detalles que se habían amontonado no muy lejos suyo. 

En su cintura dos cuchillas gemelas, de buen tamaño y un aspecto por demás intimidante, colgaban en su respectiva funda. Él las sacó y las sostuvo como todo un experto, sujetándolas del mango con la punta hacia atrás, preparándose para atacar. Pero antes de que pudiera hacer algún movimiento, algo cayó en medio de todos los arreglos desde el piso de arriba. 

Ese algo se movió con velocidad y elegancia mientras hacía volar los sesos de los golpes en todas direcciones cada que cortaba la cabeza de alguna con su Espada negra. A ojos de cualquiera, el individuo parecía tan sereno y genial mientras destrozaba a todos a su paso, incluso con una sonrisita de medio lado dibujada en sus labios, arrogante, engreída. 

Sin embargo, por la forma en la que sostenía la espada y el como en lugar de atravesar los cráneos, solo devanaba la mitad de estos, le decía a Sukuna que el tipo estaba furioso, nervioso también. 

Guardó las cuchillas gemelas y solo esperó a que el otro acabara. 

—Ya los tenía —dijo, soltando un chasquido molesto cuando el tipo fue hasta él acabada su matanza. 

—No lo sé, Sukuna —él le dio una sonrisita burlona—, parecías algo distraído —claramente mentía, pues solo había querido liberar su frustración. 

Sus labios sonreían, pero Sukuna sabía que a sus ojos, debajo de las gafas oscuras que usaba, la sonrisa no le llegaba. No era como si pudiera culparlo tampoco. Solo había un maldito motivo para sonreír en ese mundo muerto, y ese mismo mundo podría se estaba encargando de quitárselo. 

—¿Encontraste algo? —preguntó el chico de gafas. Por un segundo parecía ansioso, la sonrisa en su rostro había titubeado. 

Sukuna permaneció en silencio, grabando un momento el diario que encontró y había guardado en el bolsillo de su chaqueta. 

—Nada útil. 

El tipo de gafas oscuras soltó un chasquido y pateó uno de los cuerpos que había derribado. Eso significaba que él tampoco había encontrado nada… ni una mísera pista. 

Sukuna, al igual que su compañero, estaba enojado, estaba más que enojado, estaba furioso. Pero a diferencia del otro que recibió de fingir sonrisas que no le llegaron a los ojos, cuando él se enojaba presentando la calma, lo que realmente resultó peor; el aura a su alrededor y las miradas en sus ojos rojizos pueden ser mortíferas. 

Hacía tres semanas, un grupo había salido para buscar más provisiones, pero ninguno de los diez integrantes había regresado luego de la fecha límite, que era de una semana de exploración. Decidieron esperar unos días más, pero luego de dos semanas, siguieron sin haber rastro de alguno. Por lo que ellos dos habían sido enviados a investigar hacía una semana, aunque fue algo más como que ambos salieron de la base sin escuchar a nadie. Ni siquiera al líder. 

Eso hizo que ocurrió tres semanas desde la desaparición del grupo. Claramente podría darse cuenta de una idea de lo que había ocurrido, pero ni Sukuna ni su compañero que pensarían en ello. 

Sobretodo porque ninguno de los dos podía aceptar que todos estuvieran muertos, pues el hermano menor de Sukuna, Yūji, era uno de los integrantes del grupo desaparecido. 

Sukuna surgió al chico de gafas oscuras moverse, pues al parecer algo había captado su atención, por lo que lo vio caminar hacia uno de los locales cambiando la espalda, y luego inclinarse y recogerlo. Por un momento pareció que temblaba mientras se ponía de pie y luego, para sorpresa del cabello rosa, solo comenzó a gritar: 

—¡Yuji! —llamó—. ¡Yūji! —Lucía desesperado mientras observaba hacia todos los lados. 

—¿¡Qué mierda estás haciendo, Satōru!? —Sukuna fue hacía él, susurrando a gritos. 

—¡Yuji! —Satōru salió de la tienda, buscando. Sus gritos hicieron eco en todos los lados. 

—¡Cierra la puta boca! ¿¡Quieres que nos maten!? 

-Yu…! 

Sukuna lo tomó de los hombros y lo empotró contra una de las paredes mientras le tapaba la boca con una de sus manos. Puede que fuera mas bajo, pero fuerza no le faltaba. Satōru se quitó pero Sukuna no esperaba liberarlo hasta que se le enfriara la cabeza. 

Un poco más de forcejeo y entonces las cosas fueron tranquilas. Por suerte, sus gritos no habían atraído a más consecuencias, tan solo se escucharon ecos de gruñidos lejanos. 

Satōru le dio unas palmadas en la muñeca a su compañero para indicarle que estaba tranquilo, algo reacio, pero Sukuna lo soltó. Inmediatamente vio como el hombre se dejaba deslizar contra la pared hasta llegar al suelo. 

—¿Qué mierda fue eso? —regañó de inmediato—. ¿Quieres hacer que nos maten? —la furia en sus ojos rojizos brillaba con intensidad. Tenía muchas mierdas en la cabeza como para que Satōru le saliera con otra más—. ¿Qué carajos va a ser de Yūji si algo nos pasa a ti ya mí? ¿¡Con que maldita cara quieres que lo veas a los ojos si te matan!? 

Tuvo que obligarse a guardar silencio. Oh, quería tanto golpear a ese estúpido. Se tomó unos segundos para respirar y no dejar que la furia tomara el control de sí. 

—¿Crees que eres el único que está desesperado? —retomó la palabra—. Es mi maldito hermano, pero no me ves ahí haciendo estupideces. 

Satōru no se había movido de su lugar mas que para flexionar las piernas y abrazarse a ellas. Lucía tan patético. ¿A dónde carajos se había ido el chico genial que supuestamente era? 

—Piensa con la maldita cabeza fría, imbécil. Jamás te perdonaré si algo te pasa y haces llorar a Yūji por es… 

—Esto —Satōru habló al fin, interrumpiéndolo. Estaba con el rostro oculto en sus rodillas, tenía una mano extendida hacia Sukuna. 

El cabello rosa tomó entre sus dedos un pequeño frasquito plástico, era transparente y estaba vacío. En la tapa negra había un corazón dibujado con rotulador rojo. 

—¿Qué se supone que es esto? —dijo, con el frasquito en la mano sin saber qué hacer con el. 

—Sabes lo que las feromonas le hacen a los malditos golpes, ¿No? —Sukuna se sobresaltó, sintiendo un escalofrió en la espalda. 

Sí, para su mala suerte lo sabía de sobra. Ojalá jamás lo hubiera visto, ojalá Yūji nunca hubiera presenciado dicha escena. 

Fue antes de llegar a la base, cuando viajaban solos aún. Habían encontrado refugio en un almacén y en este había otras personas refugiadas, fueron amables y les dieron algo de su comida. Pero entonces, Sukuna comenzó a sentir que algo no estaba bien, una de las chicas era una omega y al parecer estaba comenzando a tener su celo. 

Sukuna, que era un Alfa, resistió las feromonas. Aunque en realidad él no reaccionó en general, por algún motivo en lugar de que casualidad como una droga adictiva, para él eran más un repelente. Resultaban desagradables y en algunos casos le provocaban náuseas y vómitos. Algunos de sus compañeros de estudio habían asegurado de que simplemente odiaba a todo el mundo. 

Había otro alfa en el grupo que estaba haciendo su mayor esfuerzo para resistir, pero ese no fue el problema… fue lo que ocurrió luego. Dentro del almacén había ocurrido que nadie había visto, y cuando sintieron las feromonas de la chica, corrieron hacia ella como si no hubiera nadie más. 

Habían casi quince personas y fueron directo hacia ella, que solo pudo gritar mientras esas cosas la destrozaban viva, literalmente. Fue una masacre. Algo realmente brutal. Si de por si ya eran agresivos como heridas, las feromonas triplicaron ese comportamiento, la mordieron entre todos, tirando de sus extremidades, peleando como bestias salvajes por una presa moribunda; algunos incluso se destrozaron entre ellos. Hubo gritos desgarradores, sangre salpicando en todos los lados. Y luego los lograron de afuera se amontonaron y derribaron la puerta y se amontonaron aún más, pero ya no había chica ninguna que devorar… pero sí otras catorce personas. 

Fue realmente horroroso. 

Ellos habían sobrevivido porque Sukuna había sido rápido y había logrado ocultarse. Aunque tuvo que llevar en brazos a su hermano debido a que había sido tanto el shock para Yūji, que no podía ni siquiera caminar. Las piernas le temblaban y estaba pálida. 

—También sabes lo difícil que es encontrar supresores en estos tiempos —Satōru continuó, sacándolo de sus recuerdos—. Y ese frasco los contenidos. 

—¿Cómo sabes eso? 

—Porque yo se lo maldita sea di a tu hermano! —gritó, levantando el rostro de entre sus rodillas y encarando al de cabellos rosa. 

Y fue como si el mundo entero de Sukuna comenzara a destrozarse.

Notas finales:

Yyyyy eso fue todo por ahora. 


¿Qué tal?


¿Les gustó?


Espero que si, pueden hacermelo saber por medio de un msjito, si quieren conti o ahí muere ;(


Hasta la próxima. 


¡Byee!


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