Llegaste de la forma más impredecible a mi vida, y te fuiste de la misma forma. Tu estadía aquí se sintió tan corta, tan instantánea, que hasta parecía broma. Detestaba verme al espejo y darme cuenta de lo lastimosa que se veía mi cara, ese único rostro mío, el rostro de un chico llorón e inepto.
Puesto que nunca me había puesto a pensar en la posibilidad de dejar de verte y escucharte llamarme con entusiasmo por mi nombre, tu ausencia realmente me destrozó. Te extrañaba locamente como nunca creí extrañar a alguien, tu pérdida me dolió un millón de veces más que la de mi cochecito. Siempre que cerraba los ojos trataba de visualizarte, la forma en la que tus cejas se arqueaban cuando te preocupabas, era tan adorable, me encantaba, tus pequeñas manos con sus delgados dedos que trataban de tomar las mías en cada oportunidad que tenían, tu suave y largo cabello color chocolate, aquellas esmeraldas verdes que tenías como ojos…
A todos nos pesó tu partida, pero la existencia de tu persona no significó el fin del mundo, de la manera más cruel posible, éste siguió girando sin detenerse.
Cuando atravesé el portal que me expulsó fuera del túnel, habían pasado 6 semanas desde la noche en que la que tú y yo caímos del despeñadero en el bosque, traté de buscarte en vano por un par de horas hasta que el Sol comenzó a ocultarse y me vi obligado a buscar un camino que me llevara fuera del bosque. De alguna forma me las arreglé para lograrlo. Tan pronto salí, caminé con las últimas fuerzas que me quedaban hacia mi casa, no recuerdo muy bien lo que pasó en ese momento, es decir, en mis memorias no se encuentra mi llegada a la casa, estoy seguro que me desmayé cuando la visualicé, por el alivió que sentí de haber casi llegado.
Cuando me desperté, vi por primera vez a mamá Sandra llorar a mares. No pude salvarte… sin embargo no tenía tiempo para deprimirme, no es como que no estuviera triste, pero debía ver por las personas que aún tenía a mi lado, por ello tuve que nublar con una densa y oscura bruma la culpa y dolor que sentía cada vez que me despertaba, luego de soñar contigo y recordar lo tan lamentable que era mi ser, tenía que hacerlo, sofocar las emociones desgarradoras que me atormentaban de alguna manera... pero a veces, de verdad me costaba fingir que me encontraba bien.
Estoy casi seguro que en algún punto, la culpa me habría vuelto loco al grado de pensar en atentar contra mi vida si no fuera porque César y Camila estuvieron ahí para mí, ellos se esforzaron en tratar de distraerme de mi dolor y darme calma, incluso Alan, quien su interés principal era pasárselo ensimismado junto a sus montañas de libros, de vez en cuando me hacía compañía y trataba de aconsejarme.
Ese chico siempre me pareció muy adulto para su edad, era 2 años más joven que yo y sin embargo actuaba mucho más maduro que algunos que rebasaban los 20, y sí, me estoy refiriendo a Yanis. Ahora que lo pienso, aún no te he escrito de su poder, ¿cierto? Creo que es un buen momento para hacerlo.
Yo tenía una idea de él, sabía que Alan tenía la intención de utilizar sus conocimientos científicos para crear aparatos que ayudaran a su papá y a sus aliados en la futura batalla que habría contra Tahiel, aquellos aparatos tratarían de imitar las funcionalidades de algún poder útil, y esto solo sería posible con su poder, pues con él podía absorber cierta cantidad del poder de una persona e integrársela a sus aparatos. Por ejemplo, luego de muchos meses de fracasos, Alan se las arregló para crear con el poder de César un ventilador que no necesitaba conectarse a una corriente eléctrica.
(Universo 2, E10, 63 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)
Pero la verdadera fuerza de su poder la descubrí cuando yo tenía 15 y él 13 años. Había pasado casi un año desde tú desaparición, Alan fue el primero en percatarse de que mi estado de ánimo no se encontraba del todo bien y me acompañó a cazar insectos para alegrarme el día, esa actividad normalmente la hacía con César y Camila, pero mi hermano se había conseguido novia y me había estado dejando a un lado, y Camila se encontraba pegada a Yanis para tratar de hacerle confesar su verdadera relación con Yannel. No conforme con haberse metido al bosque y ensuciarse la ropa, cosa que él detestaba, Alan me escoltó hasta el mercado y me ayudó a poner mi puesto de peleas de arañas.
—Hey, chicos~ —nos saludó César, quien apareció en un instante frente a nosotros, jadeando y un poco sudado, parecía que había estado corriendo hasta no hacía mucho.
—¿Te pasó algo? —le pregunté.
—Ah… bueno —, desvió la mirada y se rascó la barbilla, luego volteó a vernos y suspiró—, terminé con Giovanna.
—Hmm~, pensé que durarían más, ella de verdad parecía quererte.
—… Eso creo… yo quería tratarla bien, hacer que se enamorara de mí cada día, y como escuché que para enamorar a una chica tienes que hacerla reír, me esforcé por ser gracioso y sacarle muchas sonrisas… pero ella se ríe como puerco y así no se puede.
Alan se estiró para golpearlo en la cabeza—. Tonto, nunca dejes ir a la persona que te quiere de verdad, aunque se ría como puerco, tal vez sea la única en el mundo que adore y acepte esa porquería que eres.
Yo me reí ante el comentario de Alan.
César estaba por responderle con enfado cuando logró alcanzar a ver a su recién ex novia caminando hacia nuestra dirección y se escondió bajo la mesa de nuestro puesto de insectos a una velocidad increíble.
—Tú eres el hermano de César, ¿verdad? ¿Dónde está ese imbécil? —me preguntó Giovanna con la cara roja de enojo.
Tragué saliva y desvié la mirada—. N-no sé…
—No te hagas idiota, me dijeron que lo vieron correr hacia esta dirección.
—Pero en serio, yo no…
Ella frunció aún más el ceño—. ¿Quieres quitar esa puta cara de mustio? ¿Por qué pareces tan asustado? No trates de actuar todo inocente, haciéndome ver como la mala, seguro eres igual de cabrón que tu hermano, no me cuesta imaginármelos burlándose de mí. —Tomó vuelto y me escupió en la playera, parecía que su objetivo era mi cara, pero por suerte no llegó hasta ahí—. Dile a tu hermano que tenga los huevos de terminarme cara a cara, y que me aseguraré de que ninguna chica de los alrededores se acerqué a él, o a ti, que por ser su hermano debes ser la misma mierda.
—¿Mierda? ¿No estás hablando de ti misma? —le cuestionó Alan mientras se cruzaba de brazos—. Soy fiel creyente de que no porque tus amigos sean de algún modo, tú serás igual, cada quien tiene sus principios y sus límites. Así que te puedes ir a la verga con tu: «por ser su hermano…». Mierda ignorante.
—¿Qué acabas de decirle a mi hermana?
Un gigantesco hombre de dos metros fue invocado con la furia de Giovanna, quien apareció a sus espaldas, se trataba de su hermano mayor. Ese tipo tenía el poder de hacerte ver tu muerte con solo mirarte a los ojos, sin embargo, para su mala suerte, se estaba enfrentando a un Alan increíblemente enojado, algo pocas veces visto. Ay, no sé tú, pero a mí me conmovió mucho que la razón por la que Alan se enojó, fue porque Giovanna habló mal de mí.
Alan sujetó la cabeza de César, quien se hallaba oculto bajo la mesa, y la apretó con fuerza para obtener un poco de su poder, bueno, en realidad no necesitaba apretarla, pero Alan tenía ganas de hacerlo, y entonces un remolino hizo su aparición, haciendo volar la mesa de nuestro puesto, lo que provocó que las arañas que teníamos ahí salieran disparadas hacia aquellos hermanos. Ambos se habrán visto muy rudos al principio, pero luego de tener 2 tarántulas cada uno recorriendo su cuerpo, no pudieron hacer otra cosa más gritar asustados.
Voy a explicarte bien de qué se trata el poder de Alan: Con solo tocar con un dedo, Alan puede absorber una pequeña cantidad del poder de la persona que esté tocando, una vez lo absorbe, puede utilizar ese poder. Es decir, aquel remolino que mágicamente apareció, no fue hecho por César, sino por Alan quién tomó un poco del poder de César. Con esto se podría concluir que Alan es capaz de usar cualquier poder siempre y cuando toque al poseedor original de éste. Obviamente, entre más tiempo absorba poder, por más tiempo podrá utilizarlo. Alan puede absorber tanto poder que incluso es capaz de hacer que la persona a la que se lo absorbió, tenga poder nulo sobre él, pero nunca es para siempre, solo es por un cierto lapso de tiempo.
Los aparatos en los que Alan se encontraba trabajando, no eran simplemente aparatos de uso diario como el ventilador que construyó, aquellos aparatos fueron creados especialmente para que Alan pudiera transmitirles el poder absorbido, lo acumulen y lo reproduzcan de tal modo que, a diferencia de él, no necesiten estar absorbiendo poder del poseedor, es decir, que el poder en el aparato no se agote.
Por aquel tiempo, recuerdo que de nuevo mi flequillo comenzó a estorbar, no quería volver al peluquero, y decidí acomodarlo de lado del mismo modo en que lo hacía César, pero el pelo de él se quebraba bonito y se le acomodaba muy bien, mientras que yo tenía un pelo horriblemente lacio y que por más que tratara de hacerlo a un lado, éste se empeñaba en estorbarme la cara, tampoco quería acomodarlo hacia atrás, me desagradaba la idea de parecer un señor. Camila estaba en la misma situación, le gustaba llevar el pelo corto, pero no le gustaba que se lo cortaran tanto, especialmente el flequillo.
—¿Y si yo les corto el pelo? —nos sugirió mi primo Sasha—. Cuando era niño, solía jugar con mi prometida a las muñecas, era un fastidio, pero luego de que ella se percatara de mi aburrimiento, cambió el juego de las muñecas al juego de cortarles el pelo. Sé que ustedes no son muñecas, pero créanme, luego de practicar con todas y cada una de las muñecas de mi prometida, bien podría poner mi propio local.
Entonces, teníamos dos opciones: ir a la peluquería a que casi nos raparan, o dejar nuestras cabezas en manos de alguien que solo le había cortado el cabello a muñecas. Después de perder un «piedra, papel o tijera» con Camila, fui el primero dejar que mi cabello fuera cortado por las tijeras de Sasha, al principio estaba tenso y nervioso, pero luego de pensarlo por un momento, cualquier cosa era mejor que quedar casi rapado de nuevo, así que simplemente me relajé y esperé pacientemente a ver el resultado final. Y~… Sasha tenía razón, era muy bueno, tras ver cómo quedó mi pelo aquel día, no existe nadie en el mundo aparte de él al que dejaría cortármelo.
La siguiente fue Camila, quien tras ver cómo quedé, estaba un poco muy emocionada con su futuro nuevo corte. Sasha quería hacerle un corte especial, algo que la hiciera ver linda, más como una niña, pero tampoco algo que fuera muy femenino y que la hiciera perder la esencia de lo que era, o sea, ¿alguna vez has visto a personas que visten súper rudas y en realidad son un amor de persona? ¿O qué lucen lindos y tiernos pero su voz es súper profunda, grave y madura? No es que sea malo, pero choca un poco. Eso era lo que Sasha quería evitar.
Tardó más de media hora, en algún punto yo me aburrí y me fui al cuarto de Alan para pedirle prestado un libro con qué entretenerme, pero wow, la espera realmente valió la pena, cuando Camila cruzó la puerta para mostrarme cómo le había dejado el cabello Sasha, por un momento… sentí… cómo mi corazón dio un extraño y pequeño brinco…
¿Debería escribirte sobre esto? La verdad es que no sé si quiero que sepas, pero tampoco quiero ocultarte nada, y es que, cuando pienso en eso ahora, es muy vergonzoso. Habían pasado 2 años desde que había conocido a Camila, después de haber estado tan cerca de ella, se convirtió en mi mejor amigo, sí, amigo, jamás la vi como una chica, pero con el corte de cabello que tan bien le quedaba, el pensamiento de que era linda escapó más de una vez por mi cabeza, y por 6 meses o más… fue el tiempo en el que me sentí muy confundido hacia ella.
«¿Cómo sería si saliera con Camila…?», pensé algunas veces. Pero la veía babear mientras dormía, eructar luego de comer, meterse el dedo a la nariz, mostrar su panza de puerco y palmearla orgullosa, y yo pensaba «Ugh… no puede ser», y me arrepentía al momento. Además, recuerda que al inicio yo era muy tranquilo y pesimista, nunca pensé que ella y yo seríamos amigos muy cercanos, es por eso que le dije a mi corazón que parara, porque la forma en la que estábamos era demasiado buena y, ya sabes, el amor a esa edad no significa nada, lo vi muchas veces con César.
¿Cuál era el punto de salir con ella y malograr nuestra amistad? Y así, el pensamiento de «¿qué tal si salgo con ella?» vino a mi mente, pensé «No puede ser» unas cincuenta veces, y luego de idas y vueltas pensando en «¿Qué tal si…?» y respondiéndome «De ninguna manera» por 6 meses, nos conformamos con ser amigos, o bueno, yo me conformé con ser amigos.