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Un Camino Construido Sobre Ruinas Perdidas En El Tiempo. por HikSon

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Notas del capitulo:

Una sensación de incomodidad molesta a Camila, y aunque detesta sentirse así, gracias a eso consigue que Yanis comience a abrirse con ella.

¿Recuerdas bajo qué situación estaba yo antes de que llegaras?

Camila me estaba usando para evitar a Yanis, pero entonces llegaste tú y te convertiste en el centro de todos mis pensamientos, por eso, siempre que llegaba a casa del supervisor iba directo hacia ti así como Eider iba hacia mí, era raro el momento en el que no estábamos juntos, esto no significó que yo haya apartado a Camila, creo que ni tú ni yo considerábamos un problema que ella nos hicieras compañía, después de todo, si no nos molestaba que César se nos pegara como chicle algunos días cuando su novia de turno lo terminaba, mucho menos nos molestaría que Camila nos hiciera compañía, pero además de César y Eider, todos los demás parecían tener claras intenciones de dejarnos solos, como que ya se olían que nosotros nos gustábamos.

Esto le afectó especialmente a Camila, yo era su mejor amigo, era la persona con la que más pasaba el tiempo, quien mejor la conocía, con quien nunca había un momento de aburrición, pero de pronto, ella sintió una barrera provocada por el aura de estúpidos enamorados que tú y yo nos cargábamos y no se sintió con la confianza necesaria para atravesarla.

—Oye, hace un chingo de frío, sacaste a pasear tu corazón, ¿o qué onda? —le preguntó Camila a Yanis luego de que éste pasara por la sala, mientras ella estaba contándoles a César y a Alan sobre aquella barrera que sentía con respecto a nosotros.

—Vete a la mierda —masculló él sin dejar de caminar hacia la cocina.

—¿Qué te traes con Yanis? —inquirió César.

Ella frunció el ceño—. Estoy enojada con él porque el día de su cumpleaños… olvídalo, no tiene caso contártelo, eres un idiota.

César puso una mano en el pecho e hizo una expresión como si estuviera ofendido—. Perdón por ser un idiota. Prometo que un día me curaré.

—No lo creo —opinó Alan—. Lo idiota es algo inherente a tu esencia, a lo profundo, puro y auténtico de tu ser, por lo que lejos de quitarse, irá en incremento por siempre, hasta el fin de tus días.

—Wow, nunca me habían dicho tan sofisticadamente que jamás se me quitará lo estúpido, sonó tan genial que ni siquiera puedo enojarme. Bueno, continuando con nuestra conversación de hace rato. —Miró a Camila y la señaló—. Yo entiendo lo raro que es cuando recuerdas el momento en que conociste a alguien y no tenías ni idea del impacto tan cabrón que iba a tener en tu vida. Es bonito y está bien. Creo que ese es tu caso con Massiel, realmente lo quieres, ¿verdad?

Ella se sonrojó—. ¿¡Q-quererlo…!? B-bueno… sí, supongo, como amigo, obvio que lo quiero un montón.

—Es normal que estés celosa —aseguró Alan—. Ustedes se la vivían pegados, ahora que la pequeña Lucy apareció, Massiel tiene a otra persona a la que es cercano, es comprensible que tengas una sensación de que has sido reemplazada.

Camina señaló a César—. Entonces, ¿por qué este idiota le es tan fácil acercarse a ellos? ¿Por qué César no se siente reemplazado?

—Soy su hermano, jamás podrán reemplazarme —afirmó César con orgullo.

Alan suspiró—. Eso, y porque es un idiota, no es consciente de la atmósfera que hay entre esos dos.

—¿Atmosfera?

—Que se gustan, tarado —le explicó Camila.

—Ah~… sigo sin ver el problema —, se rascó la cabeza—, Camila, ¿te molesta que se gusten…? ¿Acaso te gusta Massiel?

—¡No! —gritó y levantó un poco el puño, como queriendo golpear a César, pero se contuvo—. Solo… me incomoda estar con ellos.

Camila continuó diciendo que lo que sentía era una mera incomodidad, no quería llamar a esa incomodidad celos, porque para ella, los celos eran un sinónimo de enojo y envidia, y el deseo de matar a una de las partes involucradas. Camila me quería un montón, te quería también un montón a ti, no sentía el deseo de asesinarnos, tampoco se sentía enojada, solo… se sentía un poco sola.

Había veces en las que ella me quería contar algo gracioso, o quería que la acompañara a algún lugar, quería que yo probara algo que ella nunca antes había probado y que le había parecido delicioso… o asqueroso, quería que viera algo que ella jamás había visto y le parecía yo debía verlo también, quería compartir momentos en los que sabía que serían únicos si solo estuviéramos los dos, no quería malograrlos incluyéndote a ti en los planes, y comenzó a odiarse a sí misma por pensar así cuando tú le agradabas tanto.

Fue hasta que habían pasado casi tres meses desde que tú y Eider aparecieron en mi vida, bueno, en tu caso fue tu reaparición, que me di cuenta, por fin, de que ya casi no hablaba con Camila y me pregunté cuándo había sido la última vez que ella se había acercado a mí a quejarse de Yanis.

—¿Algo te ha pasado últimamente? —le pregunté una mañana cuando me la topé cerca de la cocina de la casa del supervisor en uno de mis días libres de trabajo.

Ella me miró un poco sorprendida, y echó un vistazo detrás de mí, como buscándote con la mirada—. Uhm… no, ¿por qué?

—Siento que han pasado siglos desde que tuvimos una conversación, ya sabes, de esas que duraban horas que teníamos tú y yo.

Me sonrió, agachando un poco la cabeza para ocultar una torpe sonrisa—. Sí… eso creo.

—¿Acaso te reconciliaste con Yanis?

Negó con la cabeza y frunció el ceño—. Sigo sin cruzar palabra con él, pero al cabrón parece no importarle.

Me reí ligeramente—. Bueno, en primera, es bastante increíble el simple hecho de que puedas hablar con él. A mí sigue dándome miedo, aunque me disgusta, no puedo decirle nada cuando me llama princesito.

Ella también soltó una risa—. Sí… gracias… hey, ¿qué te parece ir a…? —Se detuvo cuando te vio acercándote.

—Massiel, ¿ya vamos al río? —me preguntaste.

Asentí y luego volteé a ver a Camila—. Vamos a pescar algunos peces para la cena, ¿me ibas a pedir algo? ¿Quieres acompañarnos?

Camila se forzó a sonreír de nuevo—. No… gracias.

—Entonces, ¿qué ibas a decirme? —le pregunté arqueando una ceja

—Nada, luego te digo, no dejes esperando a Lucy.

Me encogí de hombros—. Vale. Nos vemos en un rato.

Tú y yo le hicimos señales de adiós con la mano y nos retiramos entre risas, mientras nos imaginamos el desastre que seríamos minutos después cuando fuéramos al río, porque sí, íbamos a ir a pescar, pero con el calor que estaba haciendo llevábamos varios días queriendo meternos al río.

Camila nos miró atenta, era la primera vez que yo me acercaba a hablarle en un buen rato y sintió tu presencia como una desagradable interrupción, y ella se sentía aún más desagradable por pensar así, pero era la realidad y no podía negarla. Esa fue la primera vez que admitió que tal vez sí sentía un poquito de celos. Camila necesitaba hablar de ello con alguien, así que incluso si seguía enojada con Yanis, esa noche, fue a buscarlo para volver a su rutina anterior.

Se sentó junto a él y resopló hacia arriba, moviendo ligeramente su flequillo—. Como siempre, no hables y solo escucha. Estoy un poquito, muy poquito… casi nada… celosa… me molesta que Massiel ya no tenga tiempo para mí, ahora solo tiene ojos para Lucía, me jode un huevo, y lo que más me molesta que es que no se da cuenta, y es tan buen chico que me invita a salir con él y con Lucy, ignorando que yo solo quiero estar con él. Me molesta que sea tan bueno, me hace incapaz de tenerle rencor, pero creo que es eso justo lo que me está haciendo odiarlo. —Miró de reojo a Yanis y se dio cuenta de algo.

Yanis la estaba viendo, estaba poniéndole atención por primera vez, Camila pensó que quizás sólo la estaba mirando para aparentar que le prestaba atención y que luego ella no se pusiera de pesada, pero le volvió a dar una segunda mirada y comprobó, por la manera en la que sus ojos la veían, que él realmente la estaba escuchando. Eso la hizo sentir nerviosa.

—Yo detesto, odio, aborrezco y repudio al mierda de Sasha —masculló Yanis, tomando a Camila por sorpresa.

Ella esbozó una sonrisa—. Es comprensible, chico hermanitis.

Él chasqueó la lengua—. Tú sabes bien que Yannel no es mi hermana. Es la mujer de la que estoy enamorado.

—Se ve mejor con Sasha —opinó Camila, provocando que Yanis la golpeara en la nuca.

—¿¡Quieres que te mate, niña tonta!?

Ella se echó a reír.

—… Te gusta el princesito, ¿cierto?

—¿T-tú también…? —balbuceó mientras su rostro se sonrojaba, se talló la cara con las manos y luego de bajarlas, suspiró—. No, son celos de amigos… uhm… ¡es que no te puedo poner ejemplos que entiendas porque no tienes ningún puto amigo!

Yanis volvió a golpearla—. En serio, ¿¡acaso quieres que te mate!?

—Ya, ya, me calmo.

—Yo digo que sí te gusta.

—Que no —masculló.

—La forma en la que describiste cómo te sientes, es muy parecida a la forma en la que yo me siento con Yannel. Estuvimos solo nosotros dos por mucho tiempo, ella me aborrecía y me hacía sentir mal, pero no podía evitar sentirme feliz por el mero hecho de estar a su lado… pero cuando llegamos aquí, un año después apareció Sasha y se hicieron cercanos rápidamente, ya no éramos Yannel y yo, éramos Yannel, Sasha y yo, y como que el «yo» estaba difuso, había veces que en las conversaciones, ellos hablaban de cosas en las que yo no sabía qué decir, parecían estar en su mundo, y me hacían sentir apartado.

—Sí… ¡Sí, es justo lo que siento! —exclamó agitando sus puños.

—Yo tengo claro que me siento así porque estoy celoso de Sasha, ¿por qué? Porque amo a Yannel. Tú tienes claro que estás celosa de la niña simplona, ¿por qué?

Camila tragó saliva y desvió la mirada.

—Creo que eres capaz de contestarte a ti misma.

—Sí… gracias, Yanis. Wow, nunca creí que tendría una conversación así contigo. —Lo miró con una sonrisa—. ¿No crees que es genial? ¿Te sientes liberado luego de contarme un poco acerca de los celos que le tienes a Sasha?

—¿Quién se va a sentir liberado, tonta?

Bueno, resultó que Yanis no era tan maldito como todos creíamos, que claro, lo era, recuerda que no se tocaba el corazón cuando se trataba de asesinar a alguien, pero pienso que si eres lo suficientemente paciente como para acercarte a él y ganarte su confianza y aprecio, él puede ser un extraordinario aliado… eso, o puedo que él te mate antes de que consigas hacerlo.

Luego de ese día, Camila comenzó a prestarle atención a la relación que unía a Yannel y Sasha, ¿eran simples amigo? ¿O de verdad había algo más entre ellos que pudiera justificar los celos de Yanis? Ellos se conocían desde hacía 8 años atrás, era obvio que debían ser cercanos luego de tanto tiempo, pero por lo mismo, Camila pensó que si hubiese algo entre ellos, se habría dado ya un tiempo antes. Quitando al supervisor, a mamá Sandra y a Alan, que eran los adultos de la casa, lo cierto era que Sasha y Yannel eran los únicos que despedían un aura de madurez, de esa madurez atractiva.

En el caso de Sasha, tanto César como yo lo veíamos como un hermano mayor. Él le daba consejos sobre chicas a César, pues Sasha sí era popular, y le contó sus experiencias amorosas incluyendo la que tuvo con Arley Bowie, una de las sirvientas que trabajaba en la casa de su antigua prometida, Romina, también le invitó su primera cerveza cuando César cumplió su mayoría de edad, y por supuesto su primer cigarro. Conmigo era un hermano mayor diferente, a mí me hablaba más de Romina Hagelyn que de Arley, me contó de la bonita relación que tenían de niños, y de lo triste que se sentía en los últimos años luego de que ella fuera comprometida con un hombre mucho más grande que ella.

—Luego de que ella cumpliera 15, comencé a notarla un poco rara siempre que la visitaba —me contó—, no me costó mucho hacerla hablar, y terminó por confesarme lo de su compromiso. —Suspiró—. Una chica de 15 y un hombre de 43, era obvio que me iba a molestar, nunca creí que el señor Hagelyn ataría a su hija con alguien de casi su edad, creí que él era un buen hombre. Cuando le expresé mi descontento a Romina, ella me abofeteó y muy enojada me dijo: «¡Tú no tienes derecho a estar en contra de mi matrimonio cuando dejaste nuestro compromiso años atrás!». Me cerró por completo la boca. Ella tiene toda la razón, ¿quién soy yo para opinar? Mi derecho sobre ella terminó cuando salí corriendo de su casa luego de besar a Arley.

Romina se había casado con aquel hombre tan pronto cumplió 18, y Sasha no puedo hacer nada. El día de la boda, César y yo tratamos de animarlo, era la primera vez que veíamos al siempre sonriente y tranquilo Sasha tan deprimido y hecho una tormenta de emociones, incluso lo vimos llorar. Pero al final de ese día, él desapareció de su habitación, dejándola con un impregnante olor a tabaco, todos creemos que esa noche fue a refugiarse a los brazos de Arley para que ella lo consolara con su cuerpo.

Por otro lado, Yannel parecía ser la modelo a seguir de toda mujer. Era una joven de 26 años que parecía que se hacía más guapa con cada respiro que daba. Ella fue la encargada de darle unos pequeños arreglos a Camila, mientras que Sasha se encargaba de su pelo, Yannel se encargaba de su ropa y de ponerle un poquito de maquillaje. Contigo se lucía más, eras mucho más femenina y todo te quedaba bien, así que Yannel le encantaba ir a comprarte ropa y hacerte desfilar, cosa que agradezco mucho como el principal espectador de aquellos desfiles.

Pero Yannel no solo era una chica guapa, ella también era una mujer muy fuerte e indispensable para los planes del supervisor. Tenía buenos reflejos y aptitudes físicas, pues, el cuerpo tan lindo que se cargaba no se mantenía lindo solo, cada mañana salía a correr y a ejercitarse. Además de eso, el poder que tenía, es uno de los más raros y extraordinarios que jamás vi. Ella podía oler, ver, sentir, oír y hasta degustar lo que otra persona percibía.

Deja te lo explico bien. El día que los no hermanos Rowing y el supervisor se conocieron, ¿lo recuerdas? Fue en una competencia para ver cuál cliente del bar podía beber más, en donde la ganadora fue Yannel, siendo una chica de apenas 17 años, y siendo esa ocasión su primera experiencia con el alcohol. Si es así, ¿cómo demonios la ganó? Pues lo hizo usando su poder. Mientras ella se empinaba botella tras botella, observaba al cantinero dándole sorbos a su vaso con agua, así que ella fue capaz de sustituir la sensación y sabor del alcohol con el agua, por eso, por más que tomó no se embriagó.

Yannel era capaz de sobrevivir meses sin comer o beber algo siempre y cuando viera a alguien haciendo esas acciones, su poder le permitía engañar a su cuerpo y hacerle creer que ella estaba alimentándose sin problemas. También era capaz de sentir el dolor de una herida con solo mirarla, y deshacerse del dolor de una herida suya con ver sana la zona en la que se ubicaba en alguien más.

Pero lo que de verdad le interesaba al supervisor del poder de ella, era su capacidad de ver y oír lo que sus enemigos a la vista de ella detectaban, y lo más importante, Yannel comenzó a entrenar para copiar un poder con solo verlo, sería como el poder de Alan, pero sin la necesidad y problema de tocar a los enemigos.

Notas finales:

Gracias por leer.


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