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Límite por Lis Malfoy

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Notas del capitulo: Bien, el primer vicio ya está aquí. A ver qué os parece. De nuevo, con esta pareja... es que los adoro!

 

El sonido del despertador, aunque lejano, le llegaba de forma incesante. Ya era hora de levantarse y le parecía que apenas habían pasado un par de minutos desde que se había acostado. Con la mano palpó la mesita de noche hasta encontrarlo y, de un sólo golpe, lo paró volviéndose a meter bajo las sábanas. Se acurrucó junto al cuerpo que permanecía aún dormido a su lado. Se abrazó fuerte a él, como si el otro fuera a escapar de un momento a otro. Cada noche al acostarse pensaba que estaba viviendo un sueño y que, tarde o temprano, despertaría y la cruda realidad se materializaría. Pero nada de esto sucedía.

Como siempre estaba a su lado en todo momento. Su cuerpo caliente, sus cálidos brazos envolviéndolo antes de dejarse llevar hasta el mundo de los sueños, su aliento pegado a la nuca, y su voz recordándole cuánto le amaba con palabras y luego demostrándoselo con caricias. Y al despertar, ahí seguía. Como hoy, como cada día.

Haciendo un gran esfuerzo, se levantó de la cama, se puso las zapatillas y, se dirigió hacia el baño. Se duchó, dejó que el agua lo despejara y entró de nuevo a la habitación sólo con una toalla anudada a su cintura. Movió la mano e hizo que las cortinas se descorrieran. Ahora el sol iluminaba toda la habitación. Un rayo escapaba hasta la cama, iluminando el cuerpo que aún yacía en ella y que parecía brillar en medio del revoltijo de sábanas. Se acercó hasta el borde de la cama y se puso de cuclillas, justo a la altura de su cabeza. Desde ahí, la vista era privilegiada.

Contempló durante un largo rato a Lucius. Observó su aristocrático rostro, se veía elegante incluso despeinado. Tenía los ojos cerrados y él ansiaba contemplarse en ellos. Le gustaba perderse en la intensidad de esa marea plateada que parecía traspasarle como puñales de acero. Se fijó en sus labios, finos pero suaves, ahora entreabiertos, y tuvo la tentación de besarlos pero no quería que despertara. No aún. Resiguió todo el cuerpo: su espalda desnuda, fuerte; los brazos, ligeramente musculados; las piernas, perfectamente torneadas… Ante tal adonis, se preguntó por qué el rubio estaba con él. Su mente no encontraba ninguna respuesta adecuada. Y él, ¿por qué estaba con Lucius? Esa era fácil. Porque simplemente lo amaba. No, mejor dicho, lo amaba mucho, demasiado, era casi enfermizo. Sí, seguramente era eso, Harry estaba seguro de haber sobrepasado el límite.

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