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Adelante. por Iri20

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Desde el momento en que vio los cadáveres de aquellos tres espectros lo sospechó, su mente sabía que tenían que ser Camus y Shura pero ante aquel espectro calcinado sólo se repetía que había muchos ataques que podían quemar a una persona de esa manera. Tal vez fuera su corazón el que se negaba a admitir la verdad que llegando a Virgo descubrió. Saga de Géminis, junto con Shura y Camus, había traicionado a Athena y asesinado a Shaka usando una técnica prohibida por la propia Diosa.

La cabeza le daba vueltas mientras recordaba al gentil Patriarca que le había revelado como salvar a Saori, dándose a conocer sin demora aquella malvada personalidad que había hecho sufrir a todo el Santuario y a él mismo.

Recordó aquellos profundos ojos verdes que le cautivaron al mirarle aquella vez y recordó cuando dio su vida por él revelándole una verdad que llevaría consigo eternamente, sin él no hubieran derrotado a Abel.

Recordaba todavía las historias contadas por todos sobre el legendario caballero de Géminis, sin igual en valor y fuerza, poco sabía él que aquel Patriarca que tantas veces le había hecho palidez de admiración eran la misma persona. El espejo dónde mirarse y el sueño de lo que a él le gustaría ser.

Saga... Saga...no puede ser... Saga... no nos volvería a traicionar...

Esos eran sus pensamientos cuando después de extinguirse el cosmo de Shaka vio salir a tres espectros de detrás de la enorme puerta... a los asesinos... a Saga...

Después todo sucedió muy rápido, las dos exclamaciones de Athena una contra otra, el intento por detener aquella locura y un sueño, Saori...una herida... cuando despertó un mal presentimiento estaba en su pecho, sabía que si Saga mataba a Athena nunca se lo podría perdonar, pero ¿ Porqué a Saga? Junto a él había otros dos valerosos dorados que se habían pasado al bando de Hades y le daban igual, sus razones o su vida, aunque suene cruel, le traían sin cuidado. Era la presencia de Saga lo que le turbaba.

Saori murió, sintió su cosmo desaparecer y sintió rabia, ¿ Porqué? ¿ Porqué?

Toda aquella noche había sido una locura sin fin, sin previo aviso, sin que nadie les informara de que se avecinaba la peor guerra de todas.

Luego, conocedor de toda la historia, sabiendo que no era un traidor, que era el guerrero de la leyenda, ese capaz de todo por Athena, el mito con el que creció. Sin embargo no podía estar feliz pues es a quien tanto admiraba moría en sus brazos con el nombre de Athena en los labios. Su cuerpo se deshizo en millones de luces que se alejaron de él quedándose con los miles de dudas que siempre tuvo a cerca de su persona.

Quiso gritar que no podía ser, que debía preguntar, quería escuchar de su boca todas esas cosas que le habían contado sobre el caballero que desapareció y sobre el Patriarca que desafió a Athena... Deseó sentarse y descansar pero la vida de Saori no esperaba, lo enemigos estaban por delante y la oscuridad se cernía sobre su futuro. Tal vez al terminar el día Saga le contase esas historias en el país de los muertos.

Debía seguir y siguió, más allá del abismo que atravesó sin temor. Venció la muerte y sólo consiguió más batalla, más dolor al ver la imagen de su admirado geminiano pero sin ser él, era Kanon, sólo era Kanon que aunque igual era opuesto y cómo todos les obligaba a seguir adelante. Lo hizo, se levantó y siguió, paso a paso traspasado por el dolor, por la impotencia y la desesperación... vio morir un amor y observó cómo el ser más puro que jamás conociera era el señor de los muertos. Su corazón ya deshecho rogaba, al menos, poder ver a Saga pero viendo cómo era aquel infierno prefirió rezar para que hubiera corrido mejor suerte.

Pensaba en su vida, en lo que había logrado hasta ahora, como caballero de bronce había llegado muy lejos, mucho más que ningún otro junto con sus compañeros. Había luchado juntos muchas veces contra un sin fin de adversarios pero ninguno le había impactado tanto como el enigmático Saga... sus esmeraldas parecían cargar con un dolor que ningún mortal pudiera cargar sobre sus hombros, algo profundo, anclado en el alma.

Tenía frío, su mente estaba en una especie de sueño, ¿estaría muriendo? ¿ Así era la muerte? Pero después de morir encontraría el mismo infierno, no habría descanso para el, ni siquiera cuando la vida hubiera abandonado su cuerpo. Era extraño, su cabeza le llevaba de nuevo hasta la imagen de Saga una y otra vez, en un absurdo. Sus ojos, se le había clavado y no podía dejar de evocarlos, de desear saber que ocultaban, de suplicar por cargar junto él aquella culpa. ¿ Culpa? ¿ Cual? Si sus actos no se regían por su cabeza o corazón, era otro quien cometió aquellos crímenes y casi los lleva a la muerte.

No aquello parecía un lejano mal sueño, ahora sólo recordaba al Saga capaz de ser considerado el más grande de los traidores por su Diosa, por aquella a la que juró servir y a la que protegió aún después de muerto.

No sentía su cuerpo, el dolor había desaparecido, el Cocitos... al principio habían sido puñales helados en sus sangre pero ya no, no había dolor físico, sólo le destruía por dentro el saber que les fallaba a todos. A sus compañeros que lo querían y habían luchado siempre a su lado, a Saori, que era Athena y que confió en él y sobretodo al guerrero que ni muerto se rendía, que redimió sus penas tras la muerte, a Saga... las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas pensando en lo mucho que se avergonzaría Saga de su conducta, se dejaba morir y no podía, debía seguir adelante, no era hora de descansar por mucho que su cuerpo y su mente lo deseasen, no... Saga jamás se hubiera rendido, debía salir de allí.

Meneó la cabeza e intentó nadar, la orilla existía luego podía ser alcanzada pero sus miembros no respondían.

Escuchó una voz, una estúpida voz reclamándole el seguir vivo, aquel estúpido le regañaba y se mofaba de su fuerza de voluntad. La misma fuerza que Saga tenía, que defendía... no podía, ni debía dejar que aquel imbécil se riera, que esperara su muerte como algo lógico. No. No podía fallarles a todos, su cosmo no podía abandonarle ahora. Tenía que hacerlo, debía moverse, de nuevo la mirada de Saga apareció en su mente, el no había hecho nada digno de comparación, no podía dejar que Saga muriera en vano, `para que el se rindiera a la más mínima contrariedad, debía reponerse y seguir luchando.

Amplificó su cosmo, todo lo que pudo, las imágenes de sus amigos, de Saori se arremolinaban en sus mente. Nunca se había rendido y no iba a comenzar ahora. Tenía que lograrlo, aquel rival indigno no reiría su muerte ni Hades conseguiría a Shun ni acabaría con Athena.

Hizo explotar su cosmo, como nunca antes, aquel obstáculo no era suficiente, no para él. Seiya de Pegaso. No esta vez, ahora tenía que hacer justicia a Athena y todos los que por ella habían muerto y sufrido.

Su cuerpo abandonó aquel río helado y el calor externo le provocó más dolor del quer había sentido al entrar pero no importaba tenía una misión importante que cumplir y enemigos que aniquilar.

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