Dice una antigua leyenda China que luego de crear el mundo, el dios Pangu, se retiró a los pueblos del noreste a descansar.
Viví allí un rey con su bella hija solicitada por todos los príncipes de la tierra. Enamorado, Pangu, cumplió las rigurosas condiciones del rey y se casó con esta princesa mortal. Pero el dios tenía cuerpo de hombre y cabeza de perro, lo que avergonzaba mucho a su esposa. Para que ambos pudiesen vivir en paz se trasladaron al norte, a las tierras áridas construyendo un hermoso vergel oculto tras la niebla. En este jardín el tiempo pasaba lentamente a diferencia del mundo humano y tras unos años tuvieron dos hijas y un hijo llamado Yu.
El anciano rey murió sin tener noticias de su hija ni de sus nietos. Su reino cayó en manos de su sobrino He Zhou quien estableció una dinastía con su nombre. Pasaron 300 años y los Zhou eran dueños absolutos de un imperio. El emperador Gao Xing Zhou, el décimo año de su reinado fue visitado por los 8 inmortales o Hsien, llamados así por poseer un alma inmortal en los cielos. Éstos ingresaron humildemente al palacio de Jade y se postraron ante él. Habló por ellos el inmortal de la música, Hsiang Tzu:
- ¡Divino emperador semejante a los dioses, amargas noticias traemos y aún así mucha felicidad!
Intrigado, el emperador Gao inspeccionaba el rostro de su interlocutor. Era un hombre a quien aturdían los discursos y los misterios. Deseaba las respuestas rápidas y sencillas. Fuerte, debido a los ejercicios de la guerra, alto, de cabellos marrones amarrados en una cola alta, Gao Xin Zhou ofrecía una apariencia algo salvaje y rústica sin dejar de ser atractivo. Sus maneras reflejaban gran energía y vigor. Se limitó a escuchar al músico que prosiguió hablando.
- Señor de los Zhou, los dioses te piden que controles a los reinos combatientes y asumas el gobierno absoluto. Las amargas noticias son la sublevación de estos pequeños feudos de tu propio imperio. La buena nueva es que si escuchas a los dioses serás bendecido por el mismo emperador Amarillo del monte Kun Lun.
Gao hizo un gesto y en un instante fueron rodeados los 8 sabios por sus tropas. Paseaba el soberano de un lado a otro pensando bien su respuesta:
- Los dioses deben estar aburridos para intentar intervenir en los asuntos de los mortales. Esos reinos jamás se sublevarán por que perderían demasiado si lo hiciesen. En cuanto a ser bendecido o maldecido por ellos, me importa muy poco. Decidle al Emperador Amarillo que mi próximo objetivo es ir a los reinos del cielo y humillarle bajo mis pies. - luego de decir esto rió tan fuertemente e hizo tambalearse las columnas del palacio.
Mandó a sacar a los 8 inmortales de manera deshonrosa y antes de irse, la virgen que entre ellos caminaba, Hsiang Ku, le señaló diciéndole:
- Has actuado conforme al heredero de un clan ilegítimo y traidor. Y nos has decepcionado. Por eso muy pronto vendrá el verdadero emperador a ocupar su trono y la dinastía Zhou será borrada de la memoria de los hombres.
Desde esa noche el emperador no pudo volver a dormir. Hasta que una mañana encontró a su pequeño hijo Wen matando saltamontes en el jardín. "¿Qué? haces" le había preguntado. El pequeño, sin detenerse, conservaba a un saltamontes sobre sus hombros, ni siquiera levantó la vista para contestarle a su padre. "Mato a los posibles enemigos de mi saltamontes, temo que entre ellos, alguno quiera hacerle daño"
La respuesta estaba allí, clara como el agua. Gao Xin Zhou entró vehemente a la sala de sus ministros y dijo:
- Ordeno en este instante que todo noble o alto personaje de sangre real sea ejecutado por traición.