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Here with me... La hermosa bestia verde de Konoha por KakaIru

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Notas del fanfic:

Etto..... no me maten (porfis) que ya sé que mi fic anterior aun esta incompleto (pero es que me gusta esta pareja y la canción de Dido del mismo nombre de mi título me inspiro, eso junto a un AMV sobre esta pareja que yo adoro)

Ehm... no sé qué decir, excepto que espero que les guste, este es mi segundo fic largo (o medio largo) y lo hice con mucho cariño y en honor del muñequito cejas encrespadas mas lindo del mundo...

Notas del capitulo:

Ah... ya se que me van a matar... ¿qué hago yo publicando un fic cuando no he terminado el anterior?..... bueno a decir verdad este tampoco lo he terminado, pero es que Gaara y Lee son tan lindos que no me pude contener (sobretodo Lee!!!!)...

Realmente este es un fic dedicado a aquell@s que disfrutan del GaaLee (como yo) y que piensan que no hay suficientes fics de esta pareja (como yo) ...

Así que ya no digo más, sólo que espero que lo DISFRUTEN!!!!! (y déjenme reviews no sean malit@s conmigo) 

Capi dedicado a otra superlinda parejita......

GaaraxLee 

 

 

 

Ese día debía ser un amanecer como cualquier otro. El sol apareciendo, según lo acordado, a tempranas horas de la mañana, acariciando con su luz cada cosa viviente, cada objeto inanimado, cada alma madrugadora, pero sobretodo acariciándolo a él, que se levantaba excesivamente temprano para comenzar con sus imposibles entrenamientos. Su camino del ninja era muy diferente del de los demás, él no debía trabajar el doble sino el triple y hasta más, talvez hasta que su cuerpo colapsara en medio de algún ataque fallido, quién sabe, talvez debía disminuir un poco la marcha.

 

Pero era imposible, él no podía detenerse por nada ni por nadie. Él tenía que entrenar para hacerse más fuerte. Él. El genio del taijutsu. El genio que no se refería a sí mismo con el apelativo de genio. Rock Lee, el perdedor temperamental.

 

Él, precisamente, debía hacerse aún mucho más fuerte, capaz de derrotar a todos sus enemigos, capaz de derrotarlo a él.

 

_

 

 

Se guardó una maldición para sus adentros. Alzó la mirada para contemplar no los inclementes rayos del sol, no las hoscas casas de arena, no el sentimiento que le provocaba siempre el calor abrasador de su aldea, esta vez veía las enormes puertas que le daban la bienvenida a una villa completamente diferente a la suya. Aquí no había un calor tremendo sino una brisa cálida, no un polvo arenoso sino un viento limpio y breve, no un montón de gente a la que proteger sino un camino algo apartado de la vista de los que pudieran ver en él al Kazekage de la Arena.

 

Temari se colocó a su lado.

 

La chica seguía llevando sus vestimentas de ninja, el enorme abanico a la espalda, las cuatro coletas de siempre, la mirada seria que le caracterizaba. No le gustaba nada estar en Konoha. Aunque viéndolo bien, a ninguno de los tres recién llegados le agradaba mucho la idea de regresar al lugar donde se habían llevado a cabo los exámenes a chuunin. Kankuro, quien no se veía molesto pero sí aburrido, colocó ambas manos sobre sus caderas, deteniendo su marcha delante de sus hermanos y contemplando fijamente a la chica.

 

-¿Me puedes explicar de nuevo qué hacemos aquí?- la rubia le miró algo molesta. Era la tercera vez que Kankuro hacía esa estúpida pregunta. ¿Es que no se cansaba de escuchar siempre la misma respuesta? La Hokage los había mandado a buscar para disfrutar de un Festival que se llevaría a cabo y que serviría para estrechar lazos entre ambas aldeas. Ya estaba harta de repetir siempre lo mismo. La chica iba a responder, pero una voz se le adelantó.

 

-Da igual para qué estamos aquí, te tienes que quedar y si vuelvo a escuchar una vez más tu voz me encargaré de acallarla para siempre- sí, ese era definitivamente uno de los dulces comentarios de Gaara.

 

Kankuro únicamente se alejó de ambos, algo pálido, murmurando un inaudible ‘Está bien, lo siento’.

 

A decir verdad la familia de Gaara (sus hermanos) había pensado que la actitud de Gaara con respecto al mundo cambiaría luego de la batalla contra el Kyubi.  Pero Gaara seguía igual que siempre, tratándolos como si fuesen simples desconocidos, o más bien simples sirvientes en la larga lista del Kazekage. Ellos no esperaban que los tratara con cariño (viniendo de Gaara eso era imposible) pero al menos esperaban algo de consideración por su parte, omitiendo esos molestos comentarios que incluían en ellos la frase ‘te mataré’ o algo haciendo alusión a la muerte. En este caso sus muertes.

 

¡Pero vaya que había cambiado! Ciertamente Gaara no se había convertido en la persona más comunicativa del mundo, pero ahora se permitía reír (de vez en cuando y en alguna rara ocasión en la que el resto de los presentes quedaba mudo por la conmoción de un evento de tal magnitud), no una risa estridente pero si una pequeña sonrisa o una breve carcajada que no duraba más de dos segundos seguidos. Ahora Gaara se preocupaba por los de su aldea, era una preocupación sincera, no quería que nadie más le temiera, quería ganarse la confianza de los demás. Sí, ese era un gran cambio.

 

Él se lo estaba pasando de lo mejor en su aldea (por primera vez en su vida), entonces, ¿por qué la Hokage lo había tenido que convocar? ¿De dónde había sacado la idea de que a Gaara le gustaban los festivales?

 

El pelirrojo alzó la vista cuando estuvo frente a la puerta del despacho de la Hokage. Kankuro y Temari esperarían afuera, junto a los guardias que custodiaban la entrada.

 

Gaara llamó a la puerta, desde adentro pudo escuchar la voz de la mujer que le pedía que entrara. Ya dentro de la oficina de la Hokage, Gaara pudo ver que la mujer le esperaba con una enorme sonrisa en el rostro. El pelirrojo fijó su vista en los enormes senos de ella. Desvió la atención al suelo y escuchó con desgana la charla de la rubia dándole la bienvenida.

 

-Kazekage Gaara, es un honor darle la bienvenida… -comenzó la mujer. El aludido se perdió en las lozas del suelo, escuchando únicamente un parloteo distante. Las lozas del piso eran interesantísimas en comparación con lo que decía la Hokage, que hablaba y hablaba y hablaba y…

 

_

 

 

Ese mismo día se había enterado de lo del festival. ¿Cómo es que no se había enterado de que existía un evento como ese? Ah, claro, si él se la pasaba entrenando y no tenía tiempo para ‘estúpidos festivales’, como había dicho tiempo atrás mientras se encargaba de moler a golpes un tronco en medio del bosque.

 

Pero ese día su maestro no le permitiría entrenar, y se llevaría a Lee aunque fuese a la fuerza.

 

-Vamos Lee, tenemos que prepararte- dijo Gai-sensei tomando a su pupilo por ambos brazos y sacudiéndolo con fuerza. La cabeza del joven parecía se desprendería de un momento a otro.

 

-Entiendo Gai-sensei, debo disfrutar de la flor de mi juventud antes de que la llama de mi alma se extinga- decía Lee como podía ante las sacudidas de su maestro quien al ver que había obtenido lo que deseaba, la aceptación de Lee sobre suspender el entrenamiento durante el tiempo que durara el festival,  se alejó un poco del chico, sonriendo y… ¿llorando?

 

Gai-sensei estaba loco como una cabra, pensó Lee. Pero la imagen de su estricto sensei llorando y sonriéndole en su típica pose ‘Nice Guy’ le hizo sonreír a él también y colocarse de la misma manera. Talvez, y sólo talvez, dejar los entrenamientos por un tiempo (que eran tres días no tres meses) estaría bien.

 

-¿Y a dónde vamos ahora, Gai-sensei?- preguntó Lee con una llama brillando en sus ojos. Si iba  a hacer algo debía dar lo mejor de sí, así que si tenía que divertirse y disfrutar pues, lo haría al máximo.

 

-¡A una tienda!- respondió el extrovertido sensei apuntando hacia la lejanía al tiempo que un mar imaginario rompía en la orilla. Lee se colocó a su lado, sonriendo y mirando al infinito.

 

-¡¡¡Yosh!!!- exclamó Lee antes de que tanto él como su maestro salieran disparados hacia la anteriormente mencionada tienda.

 

A lo lejos un chico había visto y escuchado toda la conversación. ¿Lee dejando a medias algo? ¿Dejando, específicamente, un entrenamiento? ¿Lee de compras? Era que el mundo iba a terminarse y pronto. Dentro de poco las cucarachas dominarían al mundo.

 

_

 

 

En un lugar algo más apartado Shizune entraba a la oficina de su superior. La Hokage esa mañana lucía tremendamente nerviosa. Talvez era debido a la presencia del Kazekage. Nunca entendería porqué la rubia lo convocaba si cada que lo hacía se estresaba a sobremanera y se ponía sumamente tensa.

 

-¿Por qué no se relaja?- preguntó Shizune con una sonrisa en el rostro.

 

-Ya sabes bien la respuesta, ¿para qué preguntas?- fue obvio el enfado de la Hokage.

 

-Tsunade-sama, no entiendo, si la presencia del chico lo molesta ¿por qué lo invitó al festival?- volvió a preguntar la chica, ganándose como recompensa una mirada aburrida y, por primera vez ese día, algo pícara.

 

-Eso es porque no podemos permitir que Tsuna se convierta en nuestro enemigo, además, puede que con este festival logre quitármelo de encima por un tiempo- respondió Tsunade, y si bien, el Kazekage no estaba precisamente encima de ella, para la rubia era como si lo estuviese, pues ya conocía de sobra la inestabilidad mental de Gaara, y lo menos que quería era que al chico le diera por atacar Konoha en uno de sus famosas crisis. Así que por eso trataba de mantenerlo cerca (vigilado) para que nada la tomara desprevenida.

 

Como buena Hokage debía velar por su villa y Gaara de la Arena sería una ayuda bastante buena en caso de necesitarla en un futuro. Y con ese festival y la propuesta que tenía preparada para Gaara esa ayuda estaba más que garantizada.

 

-¿A qué se refiere con quitárselo de encima por un tiempo?- Tsunade ya se empezaba a cansar de las interminables preguntas de la chica por lo que únicamente se dignó a hacer una seña con la mano para que callase. Shizune simplemente se limitó a acatar la orden.

 

Shizune hubiese deseado estar con los demás que lucían bastante ajetreados con los preparativos del festival. En otras ocasiones estaría más que feliz de estar con la Hokage, pero es que cuando el Kazekage estaba a menos de mil metros de ella Tsunade se ponía insoportable, y era ella quien tenía que cargar con sus arranques de malhumor.

 

¿Y decía que Gaara tenía sus crisis?

 

Menuda broma.

 

_

 

 

Se estaba volviendo loca. Ya no era una posibilidad, ahora sí que estaba enloqueciendo. ¿Cómo era que de la noche a la mañana el chico que le gustaba había empezado a salir con el chico que la perseguía asegurándole que la quería? En otras palabras, ¿cómo era que Sasuke había terminado saliendo con Naruto?

 

No podía ser posible… cualquier cosa menos eso. ¡Dios, qué trauma! ¿Qué tenía Naruto que no tuviese ella? ¿Y por qué Sasuke se había decidido por él? ¿Y desde cuándo Naruto había dejado de llorar por ella que no se había dado cuenta?

 

-Me quiero morir…- susurró Sakura con enormes lagrimones cayendo de sus enormes ojos. Si hubiese tenido frente a ella alguna kunai habría terminado con su sufrimiento en ese momento. Pero una voz harto conocida por ella (y por todos, a decir verdad) le hizo voltear el rostro.

 

-No digas eso, Sakura-chan- dijo Lee mostrando una radiante sonrisa a la pelirrosa.

 

Sakura pestañeó y volvió a pestañear, sin responder. Ese que estaba frente a ella era… ¿Lee? Viéndolo bien sí se parecía a Lee. Es decir, resultaba difícil reconocerlo sin la ropa verde que solía utilizar ni sus calentadores naranja. ¿Qué lo había llevado a abandonar su excéntrico traje y usar esos sencillos y desgastados jeans negros junto a la remera también negra sin mangas? Y, era su imaginación o es que Lee realmente se veía… ¿atractivo? No, era que ella ya estaba loca y empezaba a alucinar.

 

-Sakura-chan, ¿estás bien?- preguntó Lee realmente preocupado pues la chica no había dicho nada, sólo se había limitado a mirarle en silencio.

 

-Ah, sí, estoy bien Lee, no te preocupes- respondió Sakura notando que Lee se veía mucho mejor cuando el cabello le tapaba las enormes cejas.

 

-Entonces te dejo, es que Gai-sensei me espera, adiós- se despidió el chico dejando a Sakura nuevamente sola.

 

La pelirrosa aún no se lo acababa de creer. Luego del shock de ver a Naruto besando a su Sasuke (suyo según ella), y no un beso precisamente inocente, se encontraba con un MUY cambiado Lee. Y para colmo llegaba ese tonto festival en el que tendría que estar sin pareja (nuevamente).

 

Su vida era una verdadera mierda.

 

_

 

 

Gaara observaba por la ventana de su habitación la cantidad de gente que iba de un lugar a otro en las transitadas calles de Konoha. La gente era muy ruidosa, al menos para él que estaba acostumbrado al eterno silencio del desierto.

 

De repente un ruido interrumpió sus pensamientos.

 

Kankuro acababa de llegar a la habitación ignorando el hecho de que él se encontraba adentro. Eso era seguro, se había olvidado de la presencia de Gaara, sino no pondría esa carra de terror que tenía ahora. Sudaba y se notaba que incluso le costaba trabajo respirar.

 

-¿Qué quieres?- preguntó Gaara de forma fría y cortante.

 

-Lo siento, no sabía que estabas aquí- se disculpó Kankuro aún sin sentirlo, pero sabía que enfadar a Gaara no era nada saludable. Y él realmente quería seguir viviendo.

 

-Eso se nota, pero no fue lo que pregunté. De todos modos si quieres descansar vete a otra habitación, esta es mía- declaró Gaara antes de que Kankuro volviese a abrir la boca.

 

El dueño de las marionetas volvió a disculparse, alejándose hacia la puerta muy disimuladamente.

 

Kankuro era una de las personas que más le molestaba. No era el hecho de que era su hermano, es decir, era su familia (pero es que toda su familia lo había traicionado) sino más bien el miedo que parecía tenerle. ¿Parecía? Bueno, vale, le tenía un miedo que se moría, eso era obvio. ¿Pero por qué? ¿Qué acaso él no había dicho que los protegería y que no los mataría?

 

Gaara suspiró.

 

-No quiero estar aquí- dijo al tiempo que la arena se arremolinaba a su alrededor. Podía sentir un chakra cerca. Un chakra conocido que no había sentido en mucho tiempo, años luego del examen a chuunin.

 

Fijó su mirada celeste en la acera. Podía sentirlo, en unos segundos el chico haría acto de presencia. Y así fue, corriendo por una de las calles, venía Lee a toda velocidad.

 

Gaara contuvo el aliento.

 

Lee había cambiado mucho. De ser el chico raro que le había golpeado (primera persona que lo hacía, además) durante la pelea había pasado a ser un apuesto shinobi que parecía ignorar su presencia. Y pensar que él casi acababa con su sueño de convertirse en un excelente ninja…

 

Pero antes no le había parecido nada atractivo, es más, le había molestado, y él casi lo mataba (y lo habría hecho de no haber sido por Naruto y el otro chico de las sombras) en el hospital donde se supone debía recuperarse luego de que le quebrara pierna y brazo izquierdo. Lee (según recordaba ese era su nombre) no le había parecido nada fuera de lo normal (al menos no físicamente, pues ¡venga, que era la primera persona que le ponía un dedo encima!), ni feo ni bonito, sólo una de esas personas que pelea por un sueño y que no quiere rendirse ante nadie.

 

Y vaya que había cambiado, al menos físicamente. Ahora tenía el cabello más largo que le cubría las cejas (aunque a Gaara le gustaban sus cejas, pues hacían resaltar sus enormes ojos negros) y lo llevaba amarrado en una coleta. Ahora no usaba esa (catastrófica) ropa verde sino una negra que realmente le sentaba mejor (punto a su favor) y ni siquiera llevaba calentadores (otro punto). Además se notaba que se había hecho más fuerte (saltaban a la vista los años de entrenamiento, pero aún así no tenía el cuerpo musculoso que se esperaría de alguien que toda su vida ha practicado taijutsu) aunque seguía teniendo la misma delicada figura que la última ves que pelearan.

 

Gaara vio a Lee alejarse en algún punto muerto de la ciudad.

 

El Kazekage bufó en protesta.

 

_

 

 

Gai-sensei debía estar cansado de esperarle. Pero es que no había tenido más opción. Primero había sido Sakura, que esa mañana se notaba demasiado triste, por lo que no pudo evitar detenerse un momento e intentar consolarla en lo que fuese que la agobiaba. Al final no había hecho nada pues Sakura le había dicho que se encontraba bien. Así que él trató de reiniciar su carrera.

 

Pero luego apareció Tenten. Su compañera de equipo al verle pasar lo detuvo. Al parecer no había reconocido a Lee pero al observarlo claramente no había podido evitar interceptarlo para preguntarle por su cambio de “look” (y de paso felicitarle).

 

Luego de eso había comenzado a correr (nuevamente) hacia el lugar donde debía reunirse con su sensei. Pero… de nuevo algo lo había detenido. Esta vez era Ino. La chica iba sumida en su mente y casi se impacta contra Lee que, con rápidos reflejos, detuvo a tiempo su caída. Ino estuvo un tiempo sin habla hasta que por fin sus labios se dignaron a moverse, pero en vez de agradecer a Lee le fue encima para “verificar” si realmente se trataba de Lee y no alguna imitación (obvio que no).

 

Al final Ino le había dicho que se veía muy bien con esa nueva ropa (al decir esto le había sonreído de manera pícara y le había dedicado una mirada… ¿cómplice?). Lee se quedó de una pieza. Esa era ya la cuarta persona que le decía un cumplido (la primera había sido Gai-sensei y la segunda la chica de la tienda que le había vendido la ropa que ahora usaba).

 

Aunque no tenía tiempo de ponerse a charlar con Ino por lo que continuó con su camino. Más adelante encontró a Neji. Y qué decir que se había quedado como piedra al ver a Lee. ¿Tan acostumbrados estaban todos a verle con la ropa verde? Realmente no era sólo eso, pero Lee no podía pensar en otra cosa.

 

A Neji lo dejó atrás regalándole únicamente un saludo, una sonrisa y una tímida razón (que debía encontrarse con Gai-sensei y ya iba demasiado tarde).

 

Pero ya estaba cerca. De hecho ya podía ver a Gai-sensei, recostado en un árbol. Bien. Se acercó a toda velocidad a su sensei y este, al verlo, corrió a abrazarlo de una forma en extremo cariñosa (de hecho asfixiante).

 

-¡Lee!- lloraba el sensei mientras abrazaba a su pupilo y daba vueltas con él en el aire.

 

También a Gai le gustaba el cambio de su muchacho.

 

Pero ahora que estaban juntos le diría porqué lo había dejado en la tienda luego de comprar la ropa y se había ido de prisa a su casa. Estaba buscando algo para Lee. Y ahora se lo daría pues estaba seguro de que le sentaría de maravilla.

 

-Bueno, Lee- dijo Gai-sensei separándose de su pupilo y colocándose frente al mismo con una expresión tan seria que hizo a Lee enseriarse también. Ambos se veían a los ojos- quiero entregarte algo.

 

-¿Un regalo, Gai-sensei?- preguntó Lee con los ojos grandes de la emoción (un poco más grandes de lo que generalmente son) y la mirada brillosa. Gai-sensei asintió. El mayor carraspeó un poco y extendió la mano. En ella llevaba una cajita verde.

 

-Toma- dijo entregándole a Lee la caja. Hubiese deseado ponerle más emoción pero estaba demasiado nervioso. Bah, si sólo era un tonto regalo. Pero, ¿y si a Lee no le gustaba? ¿Y si Lee se molestaba con él por regalarle una tontería como esa?

 

-¡Gracias, Gai-sensei!- exclamó Lee observando el contenido de la cajita. Se trataba de una gargantilla negra muy bonita que tenía como colgante el símbolo de Konoha. A decir verdad era algo (demasiado) femenina para su gusto pero se la había regalado su sensei por lo que no iba a hacerle un desaire rechazándola. Además, no estaba tan mal. De hecho era bastante linda.

 

-¿En serio te gusta?- preguntó Gai con una mirada esperanzada en el rostro.

 

-¡Sí!- respondió Lee enérgicamente al tiempo que se colocaba la gargantilla negra, obteniendo como respuesta que Gai se pusiera a llorar y reír (al mismo tiempo) diciendo cosas sobra la juventud, la belleza y el loto.

 

-¡Te queda muy bien, Lee! ¡La hermosa bestia verde de Konoha!- exclamó Gai con emoción contenida mientras alzaba el pulgar y su enorme sonrisa resplandecía con brillo propio.

 

-¡Gai-sensei!- dijo Lee con lágrimas en los ojos- ¡¡¡Gracias!!!

 

Y ambos se fundieron en un fuerte abrazo mientras el sol se ocultaba en la lejanía (otra de esas ilusiones que ambos se creaban para hacer ambiente, la verdad es que estaban a media mañana).

 

_

 

 

Temari deseó estar con Shikamaru en ese momento.

 

Ciertamente el chico era mucho mejor que escuchar los histéricos sollozos de Kankuro que se recargaba en sus piernas llorando como una magdalena. ¿Y qué había pasado? Que Gaara lo había asustado de nuevo. Y Kankuro se quejaba. ¡Cómo si pudiese cambiar a Gaara en una tienda por otro hermano!

 

Demonios, qué problemático.

 

Si estuviese con Shikamaru al menos estaría relajada, acostados en cualquier lugar simplemente haciendo… nada. Y es que sinceramente era mejor hacer nada que soportar a Kankuro con sus niñerías.

 

¿Por qué tenía que haber sido ella la mayor y no cualquiera de los otros dos? Imaginarse a Gaara como hermano mayor era la peor idea que se le pudiera ocurrir, pero si al menos hubiese sido Kankuro ella no tendría que soportar sus quejas todo el tiempo.

 

-Anda Kankuro, que ya estás grandecito, no puedo andar de niñera toda la vida- le recriminó Temari a su hermano menor. Kankuro le miró con los ojos abiertos de miedo como si temiera que su hermana lo abandonase.

 

-Temari… ¿no estarás tratando de abandonarme por ese Shikamaru verdad? ¡Porque voy ahora mismo y…!

 

-¡Kankuro, cierra la boca!- le interrumpió Temari sus balbuceos sin sentido.

 

-Pero, Temari-chan…- a la rubia le molestó ese diminutivo, pero sabía que Kankuro únicamente lo utilizaba cuando de verdad tenía miedo (aunque no era para menos, de veras que Gaara a veces daba unos sustos que…).

 

-Ya deja de llorar, pareces un niño- dijo Temari apartando a su hermano a un lado- ¿Si tanto te molesta por qué no se lo dices?- preguntó mientras salía de la habitación.

 

Kankuro la vio con cara de estar volviéndose loca. ¿Que hiciera qué?

 

_

 

 

Lee suspiró en medio de su habitación. Era ya de noche, y hacía más frío de lo normal. Temblando se arropó hasta únicamente dejar al descubierto una desordenada y brillante cabellera negra.

 

Días sin entrenamiento…

 

Esa única frase se repetía en su cabeza una y otra vez.

 

Tres días sin entrenamiento a partir de mañana.

 

¿Por qué había dejado que Gai-sensei lo convenciera? Ah, pues porque Gai-sensei había llorado y suplicado para que Lee disfrutara el festival, y cómo negarse a su sensei, cómo negarle algo al hombre que le había dado afecto y cariño y lo había hecho lo que era. Pues no había manera.

 

Así que tres días sin entrenar.

 

-Espero poder soportarlo…- susurró antes de quedarse dormido por completo.

 

_

 

 

¡Felicidades! Realmente se había superado a sí mismo. Realmente había sobrepasado sus capacidades de seguimiento y espionaje. TODO el día había seguido a Lee y éste ni cuenta se había dado. Y ahora estaba frente a la ventana que daba directo a su habitación y le veía dormir sin cuidado. ¡Y ni siquiera se había dado cuenta de que lo estaba espiando! Pero es que realmente estaba siendo silencioso, calmando incluso el sonido de su corazón por si este pudiese alertar al chico que ahora dormía como si el mundo fuese un lugar feliz.

 

Había seguido a Lee desde que este dejase a su maestro, quien se había ausentado dando una excusa que no había podido escuchar (debido a que se encontraba demasiado lejos).

 

De allí Lee se había puesto a caminar por toda Konoha. Algo que le extrañó fue ver la manera en que los aldeanos de la villa miraban a Lee. Sobretodo las mujeres. ¡E incluso los hombres! ¡Kami si tenían una cara de pervertidos que no se aguantaban! Aunque seguramente tenían la misma cara que él…

 

Y Lee caminaba sin darse cuenta de nada.

 

Como si el hecho de que todos se te quedasen viendo con ganas de querer saltarte encima fuese lo más normal del mundo (aunque talvez esto no era más que una exageración). Y todo el que se atrevía a mirar a Lee terminaba “misteriosamente” estampado contra el piso. Pero esto también pasó desapercibido para el despistado muchacho.

 

Ahora bien, recordando lo que había hecho Lee durante ese día, se le hacía extraño que el chico no hubiese ido a entrenar…

 

Rememorando, este había sido su itinerario:

 

‘Luego de dejar a Gai-sensei se había ido a caminar’

 

‘Estuvo descansando unas dos horas bajo la sombra de un árbol’

 

‘Justamente a las 12:00 del mediodía había pasado a comer a un restaurante’

 

‘Luego del almuerzo había descansado nuevamente’ (qué aburrido)

 

‘Cerca de las 2:00 p.m. se había encontrado con Sakura (nuevamente) y se habían puesto a charlar muy amenamente’ (llegado a este punto tuvo que dominar sus fuerzas para no saltar encima de la pareja, matar a la pelirrosa, llevarse a Lee y encerrarlo en una habitación para que nadie más que él pudiese verlo’

 

‘Luego de conversar con Sakura se habían despedido y Lee había caminado hasta encontrarse con Tenten’ (nuevamente tuvo que contener las ganas de matar a la chica y secuestrar a Lee)

 

‘A las 2:30 p.m. Lee se dirigía a una librería’

 

‘A las 3:00 p.m. Lee salía de la tienda con un ejemplar en las manos’

 

‘Luego de cerca de quince minutos de caminata Lee se había puesto a leer en un claro del bosque’

 

‘Justo a las 6:15 p.m. Lee cerró el libro y descansó’

 

‘A las 9:15 p.m., dos horas después, Lee abrió los ojos y con sorpresa se dio cuenta de que era tardísimo’

 

‘Tardó unos minutos en llegar a su casa’

 

‘A las 9:27 p.m. el estómago de Lee rugió. Tenía hambre’ (no había comido nada además del almuerzo)

 

‘A las 9:45 p.m. Lee devoraba rápidamente su cena. Justo después fue a lavar los trastos’

 

‘A las 10:00 p.m. prendió el televisor. Nada bueno que ver. Cambió los canales hasta quedarse viendo un programa de lucha libre. El programa estaba muy aburrido’

 

‘A las 11:00 p.m. Lee volvió a quedarse dormido’

 

‘Justo a las 12:00 p.m. Lee abrió los ojos y se fue directamente a su habitación. Tomó algo de ropa y se dio un rápido baño de medianoche’

 

‘12:25 p.m. Lee dormía profundamente’

 

Fin del itinerario…

 

Eso había hecho Lee ese día bajo su atenta mirada. No lo había dejado solo ni un momento, únicamente cuando fue a tomar el baño, y porque si le espiaba allí su presencia resultaría demasiado evidente.

 

Ahora, a la una de la mañana, contemplando a Lee dormir como un bebé, supo que talvez el festival no fuese tan aburrido como pensaba.

 

Además, se dio cuenta de lo fastidioso que era no poder dormir.

 

Realmente estaba cansado, pero aún así sus ojos no se cerraban ni su cuerpo se tranquilizaba. Dieciséis años de vida y no había dormido siquiera durante la mitad de ellos.

 

Esa noche sería bastante larga.

 

Aunque talvez su corta estadía en Konoha le brindara algo más que un simple momento de disfrute.

 

La luna brillaba en lo alto. Luna llena. El monstruo en su interior se inquietó pero Gaara lo tranquilizó con un simple pensamiento. Él, menos que nadie, podía perder el control, y mucho menos estando tan cerca de Lee.

 

De Lee, quien había sido su antiguo rival.

 

Y sin embargo ahora era… ¿qué era?

 

No lo sabía.

 

_

 

 

Kankuro se movió por toda la habitación. A veces, sin Gaara, se estaba demasiado pacífico, y él no estaba acostumbrado a la paz. Se preguntó qué estaría haciendo Gaara. Pero tenía insomnio, esa noche no podría dormir, así que quizás lo mejor fuese salir a caminar. El aire frío de Konoha talvez se encargara de devolverle el sueño. Pero ¿y si se encontraba con Gaara? Este único pensamiento le hizo quedarse en su sitio.

 

Se dirigió a la cama y se arropó. En Konoha hacía demasiado frío. Cerró los ojos obligando a su cuerpo a dormirse.

 

Seguía despierto, pero esperaría a que el sueño llegara por él. Pero por nada del mundo saldría y se arriesgaba a encontrarse con Gaara.

 

¡Dios! Temía encontrarse con su propio hermano… Qué vergüenza.

 

_

 

 

El primer día del festival llegó encontrando a todos muy agitados y alegres. Incluso en el aire se podía sentir la jocosidad de los habitantes de la villa, que ese día estaban más sonrientes y felices que de costumbre.

 

Lee abrió los ojos con pesadumbre.

 

No había tenido una buena noche. Y para más se había levantado con hambre y con pereza, así que era o morirse de inanición o vencer sus ganas de quedarse en cama y no hacer nada.

 

Pero su estómago tomó la decisión.

 

Luego de vestirse adecuadamente (unos jeans negros como los del día anterior y una remera blanca, al cuello la gargantilla que le obsequiara Gai-sensei y la coleta que venía haciéndose desde que el cabello comenzara a estorbarle en el entrenamiento pero no lo suficientemente largo como para cortarlo) se fue a la cocina. Unas tostadas, huevo frito, jamón, un vaso de leche y algo de fruta fueron suficientes para calmar, momentáneamente, su apetito.

 

Ahora no sabía qué hacer. Él siempre había entrenado diariamente desviándose de su rutina únicamente para realizar las misiones. Y de repente estaban ahí esos días libres. Quizás era hora de comenzar a disfrutar del festival, aunque talvez fuese algo temprano.

 

Por ahora talvez lo mejor era quedarse en casa viendo televisión.

 

Dicho y hecho se acercó al mencionado aparato. Una ridícula y pésima telecomedia captó su atención. No era que tuviese demasiado argumento pero estaba bien para pasar el rato.

 

_

 

 

Primera hora de la mañana y ya comenzaban los problemas. ¿Qué quería ahora Gaara del Desierto para ir a presentarse en su oficina a semejante hora? Ciertamente la Hokage se había llevado un susto de muerte cuando, al llegar al edificio donde trabajaba, había visto frente a la puerta de su oficina al Kazekage, y no precisamente con cara de buenos amigos.

 

“-Necesito pedirle algo”- había dicho únicamente Gaara antes de seguir a la asustada e irritada (vaya combinación) Hokage dentro de su despacho.

 

-¿Y bien? ¿En qué puedo ayudarlo, Kazekage Gaara?- preguntó la máxima autoridad de Konoha.

 

Por su parte Gaara pensó bien sus palabras. Decir lo que quería no sería muy bien visto, así que debía escoger bien lo que diría a continuación. El pelirrojo se mantuvo pensativo unos minutos (para exasperación de la Hokage) y luego comenzó a hablar:

 

-Estoy muy aburrido en Konoha- fue lo único que dijo.

 

Tsunade abrió los ojos al escuchar lo dicho por el joven. ¿Aburrido? ¿En un festival? La Hokage se tomó su tiempo en contestar.

 

-¿Y si le pido a Naruto que te acompañe?- preguntó Tsunade diciendo lo primero que le vino a la cabeza.

 

Gaara negó.

 

-No.

 

Vaya problema.

 

-¿Sasuke talvez?- volvió a preguntar la mujer.

 

Gaara volvió a negar.

 

-No.

 

Y el problema continuaba.

 

-¿Y qué tal Shikamaru?- dijo al azar la rubia.

 

Gaara volvió a negar enérgicamente, de sólo pensar en él…

 

-No.

 

Parecía no haber manera de solucionar el problema, pues la Hokage fue mencionando cada ninja que recordaba pero Gaara seguía negando una y otra vez. Finalmente, se dio por vencida.

 

-¿Hay alguien que quisiera que lo acompañe?- ‘haber empezado por ahí’, pensó Gaara, y esta vez asintió, logrando que Tsunade respirara aliviada- Bien, ¿entonces quién?- preguntó con una sonrisa.

 

-Rock Lee.

 

Tsunade enmudeció. Rock Lee. La sonrisa de su rostro se esfumó. Gaara y Lee, juntos, no era una buena combinación. Sobretodo sabiendo la forma en que el pelirrojo había tratado de asesinar a Lee y no en una sola ocasión. ¿Y si decía que no? Entonces puede que Gaara se sintiera ofendido y declarara la guerra a Konoha (bien que las guerras siempre se han desatado por tonterías como aquella). Pero, ¿y si decía que sí? ¿Quién garantizaría la seguridad de Lee? Bien que Lee era fuerte, pero no podría hacer frente al Kazekage ni siquiera abriendo las Ocho Puertas. Vaya situación difícil. Pero tenía que arriesgarse.

 

-Si le digo que sí, ¿me asegura que no lastimará a Lee?- preguntó la Hokage lo más respetuosamente posible.

 

-Claro- respondió Gaara malhumorado.

 

¿Ya podían darle a Lee y dejarse de tanta palabrería? Lo único que quería era obtener el permiso de la Hokage (aunque le hubiese valido si decía que no). Vio a la mujer tomar una hoja y escribir algo sobre ella. Después se la tendió.

 

-Esta es la dirección de Lee, dígale que es mi deseo que le haga compañía- ordenó Tsunade sabiendo que Lee no podría refutar si sabía que era una orden directa de la Hokage.

 

Gaara tomó el papel, lo observó unos segundos, lo volvió a colocar en la mesa y salió de la habitación con un seco ‘Hasta luego’. Nada de gracias, nada de nada. Gaara era más seco que un desierto. Pero Tsunade agradeció enormemente que se marchara de su oficina. Ahora sí podría trabajar en paz. Pero… le preocupaba que Lee estuviese con Gaara. Pero el Kazekage le había dado su palabra. Aunque, ¿qué tanto se podía confiar en él?

 

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El sonido de la puerta hizo que desviara su atención de la televisión. Alguien tocaba insistentemente. Pero estaba demasiado cómo en su posición como para ir a levantarse y ver quién era el que tocaba (golpeaba) la puerta de esa manera. Le daba tanta pereza. ¿Pero y si se trataba de una emergencia? Entonces debía abrir cuanto antes.

 

Se levantó de su asiento lentamente (a pesar de lo pensado anteriormente) y se acercó a la puerta. Tomó el picarte y lo giró, lenta, pausada, exasperantemente.

 

Lee abrió los ojos con sorpresa al ver frente a él a ese pelirrojo.......

 

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CONTINUARÁ................

 

Notas finales:

Y eso es todo, espero que lo hayan disfrutado (aunque sea un poquito) y ya mas adelante ire poniendo las advertencias..... eso sí, si realmente les ha gustado (o por el contrario les parece lo peor que han leído) pueden dejar un review (que si contiene una crítica mucho mejor) y sabré que les gusta y que no...

Besos!!!! Por leer muchísimas GRACIAS!!!!!!!!!!!! 

Cuidense y sigan leyendo por favor!!!!!!!!!!!!!!!!! 


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