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Venganza por Lis Malfoy

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Notas del capitulo: He vuelto a saltarme algunos vicios... no tengo remedio, es que mi inspiración estos días se ha vuelto un poco juguetona y elige lo que ella quiere, jejeje! De todas formas, espero que os guste! Los que faltan... cuando la inspiración quiera!

Este vicio es para afuchar3, o Afu para los amigos. ¡Feliz cumpleaños, preciosa! Espero que mi regalito sea de tu agrado.

 

Desnudo, con las manos atadas a la espalda, sin varita y completamente a su merced. No creía poder escapar. Esta vez no.

- Por favor… - suplicó -, no… por favor… - intentó de nuevo al ver que su captor se acercaba.
- Tus súplicas no servirán de nada – la fría voz le resonó en los oídos. Nunca había escuchado ese tono en nadie. No podía ver su rostro. Estaba demasiado lejos y la capucha no ayudaba.
- Pero… - intentó decir algo, pero no sabía el qué. Sólo procuraba pensar cómo salir de ahí y ponerse a salvo.
- ¿Acaso creías que escaparías de mi, Potter? – al ver la cara de Harry una sonrisa se formó en su rostro -. Ya… el famoso niño-que-vivió no ha usado mucho su cerebro…
- ¡Maldito!
- Puedes insultarme, gritar y hacer todo lo que quieras. Nadie te va a oír. Nadie te va a salvar.
- Lo tenías todo planeado… - un deje de resignación escapó de sus labios. Sabía que no podría liberarse. Sólo había una puerta y estaba sellada con magia. Sin la varita era imposible. No tenía escapatoria.
- ¿Por quién me has tomado, Potter? Claro que lo tenía planeado – añadió con un deje de orgullo -. Llevo días pensando en esto, ha sido difícil que no se diera cuenta nadie, pero al final ha salido mejor de lo que esperaba. Y ahora ha llegado el momento…

Harry intentaba forcejear con sus ataduras, pero eran mágicas, no podía soltarse, y con cada intento lo único que conseguía era herir la piel.

- Vas a hacerte daño si no te estás quieto – le dijo a modo de advertencia, aunque gozaba al ver cómo intentaba escapar sin éxito. Eso aún lo hacía más apetecible a sus ojos.
- Me da igual, antes esto que… - pero no terminó su frase, no sabía qué pretendía hacer con él. No se lo había dicho. Aunque tenía algunas ideas. Y no le gustaban.
- ¿Antes esto que dejar que un mortífago te posea? – la cara de Harry era un poema, sus sospechas se habían cumplido -. Demasiado tarde, Potter… Dentro de pocos minutos estarás jadeando y gritando bajo mi toque y nadie, nadie, te podrá ayudar.
- Ya lo veremos… - Harry aún conservaba una pequeña esperanza. No por nada había salido victorioso de tantas batallas.
- Jajajajajaja – su risa sonaba cruel, y por un momento le recordó la de Voldemort que tantas veces había oído -. Gryffindors… siempre tan ilusos… - se burló de nuevo.

Lentamente, el encapuchado se acercó hasta él y se descubrió. Harry no se sorprendió, siempre había pensado que era él. Ninguna otra persona habría burlado tan bien a todos los de su alrededor. El hombre se situó a su lado y unió sus labios con los de Harry. A pesar de que intentaba resistirse, sabía que estaba perdiendo. Era mucho más fuerte. No podría aguantar más. Nada ni nadie podría salvarlo. Era el fin para Harry.



- ¿Papá? – Lucius se volteó y sus ojos casi escapan de las órbitas. En la puerta de la habitación estaba su hija pequeña con cara de desconcierto. Miró a Harry quien lucía una enorme sonrisa en sus labios -. Papá, ¿qué pasa con papi? – insistió de nuevo.
- Eh… - el gran Lucius Malfoy sonrojado e intimidado por una niña de cuatro años -. Verás, cariño, papá sólo está jugando… - fue lo primero que se le ocurrió antes de tapar a su esposo -, eso, jugando… como hacemos contigo a veces. ¿Recuerdas cuando jugamos a policías y ladrones? – nunca admitiría ante nadie jugar a nada muggle con sus hijos, pero en el fondo le encantaba -. Ves… ahora él es mi prisionero y tiene que obedecer…
- Oh…- la niña no comprendía muy bien, a ella nunca la habían atado, pero debía ser divertido, puesto que su papi estaba sonriendo -. Tengo que ir al baño… ¿me acompañas? – dijo con una gran sonrisa, normalmente su papá no estaba nunca en casa, y ahora se aprovecharía para que pasara unos minutos con ella.
- Preciosa, siempre es papi… - Lucius no sabía qué excusa inventarse. La verdad es que no era muy bueno con los niños pequeños, nunca sabía qué les pasaba o qué tenía que hacer con ellos. Harry era mucho mejor.
- Pero papi no puede – la niña señaló a Harry, que seguía sonriendo y mostrando las manos atadas.
- De acuerdo, princesa, vamos al baño – se rindió, no había nada qué hacer. Había perdido. La cogió en brazos, la niña adoraba que su papá hiciera eso, le encantaba juguetear con su larga melena rubia, idéntica a la suya.

Harry no podía contener las ganas de reír. Lucius siempre se escaqueaba de todas las tareas que tuvieran que ver con niños pequeños. No era muy bueno con ellos. Siempre era él quien les daba la comida, les bañaba, les acompañaba al baño… Todo lo que pudiera ensuciar cualquier traje del rubio era una tarea que dejaba para su esposo. Y Harry a veces estaba harto de ello. Aunque Lucius siempre le compensaba, tanto dentro como fuera de la cama.

- ¡Potter! – la voz del rubio le recordó su pasado mortífago, pero Harry no se dejó acobardar -. ¡No voy a tolerar que uses la legeremancia con mis hijos! – gritó enfurecido.
- Bueno… dijiste que nadie me salvaría, pero te olvidaste de Stefany y la dependencia que tiene de su papi – Harry levantó la ceja, al estilo Malfoy, estaba aprendiendo a hacer trampas. Había vencido a Lucius en su propio juego. Y sabía que el rubio no soportaba eso. Pero no por nada era su esposo y, con el tiempo, las cosas, buenas y malas, se pegan. Eso Lucius debía saberlo.
- No ha tenido gracia… - Lucius seguía algo molesto.
- Oh, no te enfades… - Harry le mostró las manos completamente libres -. Sólo ha sido la revancha por lo del otro día. ¿No continuaremos? – le señaló un hueco a su lado.
- Claro que sí – se acercó hasta la cama y se situó a la altura de su oreja -. Y sufrirás… - susurró con una voz terriblemente excitante.
- Me encanta sufrir… - respondió el moreno -. Pero ten en cuenta que esto no quedará así. Me tomaré mi venganza… - fue lo último que dijo Harry antes de ser devorado por unos labios famélicos.



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