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Tan duro como el acero por Kohaku Elric

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Notas del fanfic:

Antes que nada aclarar que todos los personajes de FMA pertenecen a la genial mangaka Hiromu Arakawa, y que yo sólo los he tomado prestados para escribir esta historia. Básicamente es un Roy x Ed (sí sí ya sé, qué original 0_O) con ciertas dificultades para que triunfe el amor por parte de cierto homúnculo travestido... Es mi primer fic ¡así que espero de verdad que disfruten leyéndolo!

 

Notas del capitulo: Tras ser atacado por Envy, Edward se encuentra inconsciente en el hospital bajo los atentos cuidados de... Roy Mustang.

El silencio reinaba dentro del pequeño y cuidado edificio de color blanco; un silencio tan pesado y frío como las relucientes losas de mármol que conformaban el suelo de aquel reputado hospital para militares.

La hora de visitas había terminado hacía rato, pero en el caso de algunos enfermos se permitía la compañía de familiares o conocidos que pudiesen atenderles en todo momento. En una de aquellas habitaciones Roy Mustang se hallaba sentado en un cómodo sillón reclinable, con la barbilla apoyada sobre sus manos cruzadas y mirando fijamente por la ventana. Los últimos rayos del sol del atardecer se escapaban de la estancia con deliberada lentitud, como si quisieran que alguien los alcanzara para intentar retenerlos.

Un débil gemido distrajo la atención del hombre, quien de inmediato giró su cabeza para observar al pequeño muchacho que dormitaba en la cama. El chico gimió una vez más, se removió inquieto y luego dejó escapar un suspiro antes de volver a quedarse totalmente inmóvil. Mustang se levantó del sillón y caminó hacia la cama intentando que sus botas hiciesen el menor ruido posible al frotarse contra el suelo. Por nada del mundo querría despertarle, y menos después de todo lo que había pasado. Edward necesitaba reposo y tranquilidad, y probablemente la compañía de sus seres más allegados para superar aquella horrible experiencia por la que acababa de pasar.

Mustang observó los largos mechones rubios esparcidos por la almohada, contrastando con la blanca tela de un modo muy particular. El hombre sonrió: a Edward casi nunca se le veía sin su adorada trenza. Ahora, lleno de vendajes, con los sueros inyectados en su brazo humano y el cabello despeinado, ofrecía una imagen mucho más indefensa que la del mocoso insolente y fanfarrón que siempre se empeñaba en demostrar ante todos.   

- Esta vez te has salvado por los pelos, enano – susurró Mustang mientras alisaba de forma inconsciente unas cuantas arrugas de la fina sábana.

Edward volvió a removerse inquieto, arrugando la frente bañada en sudor.  

- Hum… - Roy Mustang le colocó una de sus manos sobre la frente para tomarle la temperatura -. Aún tienes mucha fiebre.

Al sentir el contacto, el muchacho comenzó a temblar.

- No… - gimió con la voz desfallecida -. No lo hagas, Envy, por favor… no, detente… no sigas…

Sin saber muy bien lo que hacía, Roy Mustang aferró la mano izquierda de su subordinado y se inclinó sobre la cama para susurrarle al oído.

- No te preocupes, Ed, ya pasó todo. Estás a salvo y yo estoy aquí para cuidarte. No tengas miedo, no dejaré que nadie vuelva a hacerte daño… nunca… nunca más…

Mustang sabía que era casi imposible que Edward hubiese escuchado sus palabras en aquel estado de inconsciencia, pero al poco el chico dejó de agitarse y su respiración se volvió más relajada. Separó con delicadeza su mano de la de Edward y le apartó cuidadosamente un mechón de su larga cabellera rubia, que se le había adherido a la sien al humedecerse con las escasas lágrimas que se habían escapado de sus ojos cerrados.

- Ne, hasta inconsciente es incapaz de llorar como es debido – pensó Mustang mientras otra breve sonrisa asomaba a sus labios -. Después de todo… eres tan duro como el acero.

Se entretuvo en contemplar al joven alquimista varios minutos más hasta que unos tímidos golpecitos en la puerta anunciaron la llegada de otro visitante.

- Ah, demo… ¿aún sigue aquí, taisa? – preguntó un sorprendido muchachito mientras le dedicaba una respetuosa inclinación.

El recién llegado recordaba enormemente a Edward, salvo que éste era algo mayor de estatura, sus ojos tenían un tono verdoso en lugar de dorado y sus cabellos no eran tan rubios. Por lo demás, Alphonse Elric se parecía tanto a su hermano mayor que ambos habrían podido pasar por gemelos.

- ¿Cómo sigue mi nii-san, coronel Mustang?

- La fiebre le ha bajado un poco, aunque aún sigue demasiado alta para que deje de tener pesadillas. Por suerte, el médico dijo que aunque las heridas tienen cierta gravedad, Edward no corre peligro y podrá recuperarse en un par de semanas – le contestó Mustang.

El menor de los Elric no pudo evitar soltar un suspiro de alivio.

- ¡Eso es estupendo! Taisa… en verdad estaba preocupado, no entiendo… me resulta difícil imaginar por qué mi nii-san se dejó atrapar de esa manera… Y ese monstruo de Envy… estaba como loco… si no llega a ser por usted, hubiese matado a mi nii-san… - los ojos de Alphonse se humedecieron rápidamente al recordar la terrible escena -. No sé cómo agradecérselo, taisa.

El coronel le dio un par de palmaditas en el hombro.

- Es mi deber ayudar a cualquiera de mis soldados, y Hagane no es una excepción.

- Arigato, taisa… ¿De veras está bien? ¿Ni siquiera tiene dañados sus automail?

Roy Mustang negó con la cabeza.

- Es extraño, pero no… y eso que normalmente es tan bruto y descuidado que suele hacerlos pedazos.

- Sí – asintió Alphonse, sonriendo con cierta tristeza -. Si llega a romperlos esta vez, Winry-chan le habría matado…

Mientras el coronel volvía a sentarse en el sillón, Alphonse acomodó un pequeño taburete al lado de la cama de su hermano. Tras observar afectuosamente el rostro de Edward, agarró firmemente su mano de acero y le dio un suave apretón, sin percatarse de que su hermano ni siquiera sentiría el roce de su piel contra el frío metal.

El coronel le observaba en silencio. Alphonse Elric era bien distinto a su hermano en lo que a personalidad se refería. Edward era cabezota, obstinado, fanfarrón, de explosivo temperamento y con tendencia a desobedecer sus órdenes y no mostrar jamás sus sentimientos ni debilidades. Alphonse era un muchacho dulce, comprensivo y cariñoso, con sentimientos tan sinceros y transparentes como el cristal. Solía mostrarse afable con todo el mundo y adoraba a su nii-san por encima de todas las cosas, como había demostrado al sacrificarse para devolverle la vida después de que aquel homúnculo le hubiese atravesado el pecho en la ciudad subterránea.

Recordando todos aquellos sucesos, Roy Mustang alzó la cabeza y clavó sus ojos rasgados en las pardas pupilas de su acompañante.

- Dime, Al… ¿sabes cómo Envy pudo volver aquí tras haber traspasado la Puerta?

- Eh… bueno… - el muchacho pareció que dudaba en su respuesta -. Ha pasado ya más de medio año que mi nii-san recuperó mi cuerpo y aún no sabemos exactamente cómo pudo regresar aquí en lugar de quedarse al otro lado… Según el Intercambio Equivalente, no debería haber vuelto pero no fue así… y supongo que algo parecido debió pasarle a Envy, cuyo odio hacia mi nii-san es tan grande que incluso puede que fuera eso lo que le impulsó a volver a nuestro mundo.

- Entiendo – dijo el coronel mientras asentía brevemente -. Si lo que dices es cierto mucho me temo que Hagane se halle en permanente peligro mientras Envy ande suelto, pues aprovechará cualquier oportunidad para atacarle igual que acaba de hacer ahora.

Demasiado preocupado para hablar, Alphonse volvió a apretar la mano de Edward y permaneció en silencio. Roy Mustang miró por la ventana y vio que la luna ya asomaba entre algunas nubes de color rojizo que presagiaban tormenta. Tras ponerse en pie, se colocó la chaqueta del uniforme azul y fue a despedirse de Alphonse.

- Volveré mañana. Cualquier cosa que necesitéis podéis llamarme por teléfono.

- Arigato, taisa – le contestó Alphonse sonriéndole agradecido -. Gracias por todo.

Ya en la puerta Mustang levantó la mano y expresó sus anteriores convicciones en voz alta.

- Cuídense… y no te preocupes, Alphonse: Ed es tan duro como… el acero.

 

Notas finales:

En fin, qué les voy a decir... es mi primer fic.

¡Espero que les guste! ^^

 


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