Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

UNIDOS PARA SIEMPRE por MAFITA

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Me encanta Weiss Kreuz, espero que l@s que leen mis otros fics no me quieran matar... es un pequeño regalito mientras trabajo en los próximos capis de mis otros fics... ahora sí... disfruten!

Nota: Si no recibo reviews en este mes... asumiré que el fic no les gusta y lo eliminaré.... por favor... déjenme sus comentarios para saber si vale la pena tenerlo subido o no...

UNIDOS PARA SIEMPRE
POR MAFITA

*******
Este es un pequeño one-shot de Weiss Kreuz que hice pensando en que me gustaría mucho que hubiera una historia de amor Youji/Omi, así que me salió esto… Aunque lemon de éstos dos personajes me salió un poco pequeño… me exprimí el cerebro lo más que pude… pero no logré nada más grande… Igualmente disfrútenlo!
*******


Omi estaba realmente cansado ese día. Le dolía todo el cuerpo y sentía como si todo el peso del mundo yaciera sobre su cuerpo. La noche anterior habían tenido una misión durante la cual se habían topado con Schwartz y la batalla había sido más dura de lo normal. Esos cuatro se habían vuelto realmente fuertes.

El punto era que con el cuerpo como lo tenía, los ánimos lo habían abandonado y le estaba costando bastante mantenerse atento a las palabras del profesor que dictaba la, para su desgracia, primera clase del día.

Sus amigos, Kyouma y Hiroshi le habían preguntado el porqué de su estado apenas lo vieron llegar en la mañana, pero él les había contestado que no era nada, que se había quedado hasta tarde trabajando en la tienda y luego haciendo las tareas para ese día.

No le gustaba mentirles a sus amigos, pero no quería que se vieran inmiscuidos en un problema que escapaba de su control, y acabaran siendo el blanco de Schwartz o algo peor.

Estaba mirando sin ver al profesor, las palabras pasando por sus oídos como un leve murmullo que por más que se esforzaba no podía comprender. En un momento, volteó hacia la derecha para pasar la vista por sus compañeros de aula, que, igual de aburridos que él, trataban de atender al profesor y tomar los apuntes necesarios para la clase.

Se topó con unos ojos. Una mirada oscura... casi felina... depredadora... que se lo comía entero y que le causaba escalofríos.

Omi trató de no darle importancia al asunto. Se llamaba Akito, ese chico siempre tenía la mirada oscura, sobre todo cuando lo veía a él. Era el “renegado” del colegio, la mayor parte de los alumnos del plantel le rehuían, temerosos de ser su blanco, pero Omi nunca había mostrado tenerle miedo, y eso era lo que había provocado la atención de Akito.

El chico siempre lo miraba con lujuria, y Omi ya se había cansado de rehuirle. Lo había estado hostigando desde que Omi llegó al colegio, y parecía no haberse cansado de él. Sin embargo, Akito había decidido que ese sería su día.

Omi se armó de las pocas fuerzas que tenía y, después de mirarlo durante unos pocos segundos, sacudió el escalofrío y volvió a poner sus ojos en el profesor.

***

Las horas pasaron lentamente para Omi. Ya se había olvidado por completo de la mirada que le había dirigido el “matón” del colegio, y en el fondo no le preocupaba, ese “matón” no le llegaba ni a los talones a él en el campo de acción.

Pero él no contaba con que su cuerpo iba a estar tan adolorido y cansado. Kyouma y Hiroshi habían insistido hasta el cansancio en que regresara a casa a descansar, pero el sentido de responsabilidad de Omi se impuso a cualquier sugerencia bienintencionada de sus amigos.

Después de clases, Omi se despidió de Kyouma y Hiroshi y comenzó a caminar tranquilamente en dirección al “Koneko”, dando gracias al cielo de que fuera viernes y no tuviera clases hasta dentro de dos días.

Su motocicleta estaba en reparaciones, así que se demoraría más de lo normal en llegar al “Koneko”, pero estaba contento porque así podría despejarse y relajarse un rato antes de comenzar con sus tareas en la tienda.

Sin embargo, apenas doblaba una esquina abandonada, cuando se topó con alguien y cayó al frío suelo de la vereda.

“Gomen nasai, no lo vi venir” dijo mientras se levantaba, sin ver la cara de la persona con quien se había topado.

Apenas se había terminado de parar, cuando sintió que la persona que tenía frente a sí lo empujaba salvajemente contra la pared.

Omi levantó la vista lentamente, descubriendo unos ojos oscuros a los cuales él ya se había acostumbrado... Akito.

“Yuumura-san” susurró sorprendido y, para su sorpresa, asustado.

“Hola, Omi-kun” dijo el chico, acercando su cabeza peligrosamente a la de Omi, con la sonrisa depredadora que reservaba solamente para él. “¿Vas muy apurado? De repente puedes quedarte un rato conmigo para jugar”

“Gomen, Yuumura-san, pero tengo cachuelo y no puedo...” dijo Omi, tratando de alejar a ese peligroso chico de él.

“Oh, pero quizá unos cuantos minutos no van a hacerte llegar demasiado tarde” interrumpió Akito, acariciando la mejilla izquierda de Omi con una mano y torciendo dolorosamente el brazo derecho con la otra.

Acentuando su sonrisa, Akito acercó aún más su cara a la del Weiss y unió sus labios en un beso forzado que dejó a Omi totalmente aterrado.

El pobre rubio no podía hacer nada para defenderse, estaba realmente cansado y el brazo que Akito torcía estaba empezando a causarle un dolor insoportable.

Abrió la boca para gritar cuando el otro chico torció aún más su brazo y Akito aprovechó para introducir su lengua en la boca de Omi, haciendo que el beso resultara aún más desagradable.

La mano que acariciaba la cara, bajó lentamente por su cuerpo hasta llegar a los pezones rosados y cremosos de Omi, y retorció uno con salvajismo, haciendo que al rubio se le escapara un nuevo grito de dolor, que fue amortiguado por la lengua que invadía su inocente boca.

Después de un rato de jugar con el pezón, lo dejó para seguir bajando en dirección a la masculinidad virgen de Omi, tocándola y frotándola con lascivia.

Bajándole los pantalones de un tirón que mandó volando el botón, Akito rompió el beso y le dio la vuelta a Omi sin soltarle el brazo, para acto seguido abrir sus propios pantalones lo suficiente como para dejar al descubierto su pene ya total y dolorosamente erecto.

Akito acercó su cara a un oído de Omi y le susurró “Ahora vas a saber lo que es el miedo, Omi-kun”

Acto seguido, puso su miembro en la entrada de Omi y empujó fuerte, causando que el rubio diera un desgarrador grito de dolor y comenzara a llorar. En todo el tiempo que llevaba en Weiss había vivido muchas cosas, pero ninguna de ellas le causó tanto miedo como lo que estaba viviendo en ese momento.

Akito entraba y salía con rapidez, evitando preliminares y procurando obtener su placer lo más pronto posible. Jadeaba y gemía al oído de Omi, ocasionalmente lamiendo el lóbulo jugoso y cremoso que tenía a disposición.

El acto se prolongó durante lo que a Omi le pareció una eternidad de sufrimiento, no teniendo otra salida más que soportar el dolor y rezar para que todo acabara rápido.

El ritmo fue acelerando poco a poco, así como los gemidos de Akito en la oreja de Omi hasta que llegó un momento en que ya no pudo más y explotó con un gemido agudo dentro de la estrecha y una vez virgen cavidad de Omi.

Dándole a Omi un beso en un lado del cuello y una última lamida al lóbulo de su oreja, Akito salió del interior del rubio, palmeando y apretando su trasero en el proceso.

“Eres un pedazo de carne muy bueno, Omi-kun, no dudes en que repetiré la experiencia dentro de poco y si te atreves a decirle esto a alguien realmente me vas a conocer, esto no es nada comparado con todo de lo que soy capaz” le dijo en el oído a Omi, para después soltarle el brazo que aún permanecía torcido y abrocharse los pantalones. “Eres un puto delicioso, Omi”

Sonriendo malévolamente, Akito emprendió el camino de regreso a su casa, dejando al pobre rubio apoyado contra la pared que tenía frente a sí.

Llorando amargamente, Omi se subió los pantalones y el cierre, agachándose con mucho dolor y esfuerzo a recoger el botón de donde había caído en el suelo.

Nadie le había hecho tanto daño en su vida… ni siquiera los Schwartz, con toda la fuerza que habían adquirido, hubieran sido capaces de algo así, estaba seguro.

Lo peor de todo era que él se había estado guardando para Youji.

Si, el más pequeño de los gatitos de Weiss se había enamorado profundamente del playboy del equipo, y ahora, después de los recientes eventos, nunca podría aspirar a su cariño… ya estaba sucio y usado… nadie lo querría nunca más…

Metiendo el botón en el bolsillo de su camisa, y tratando de apartar los pensamientos oscuros de su cabeza, Omi se limpió las lágrimas y se acomodó su mochila en los hombros para nuevamente emprender el camino de regreso al “Koneko”, en donde seguramente los chicos ya lo estaban esperando para que empezara su turno.

***

“Omi ya se está tardando mucho, ¿no creen, chicos?” preguntó Ken con preocupación.

“No te preocupes, seguramente no le ha pasado nada, Omi es muy capaz de cuidarse por si solo” dijo Youji, apagando su cuarto cigarro en diez minutos. No lo quería admitir, pero él también estaba preocupado por Omi, se podría decir que incluso más de lo que Ken pudiera estar, ese hermoso chiquillo se le había metido muy adentro del pecho, estaba en sus pensamientos todo el tiempo, cada minuto, cada segundo del día pensaba en él, y se moriría si algo malo le pasaba.

Justo en ese momento, sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la campanilla de la puerta. Levantó la vista y su alivio no pudo ser más grande cuando vio al objeto de su deseo entrar en el establecimiento.

“Omi-kun, llegaste!” dijo Ken, acercándose al chiquillo y dándole un fuerte abrazo, que causó que al pobre rubio se le escapara un pequeño grito de dolor. “Omi-kun... ¿daijoubu?”

“Ha-hai, Ken-kun, estoy bien” dijo Omi, frotándose el brazo herido para tratar de mitigar el dolor que el abrazo le causó.

“Ven aquí, chibi” dijo Youji con voz autoritaria, y una expresión mortalmente seria en la cara.

Al ver a Youji, Omi bajó la vista avergonzado y lentamente se acercó a él, todavía sosteniendo su brazo.

Cuando estuvo a su alcance, Youji tomó el brazo que Omi aún sostenía y lo levantó, notando el pequeño gemido que el chiquillo emitió por esa acción. Revisó con atención el brazo y se dio cuenta de que éste estaba roto, la fuerza que Akito puso en él lo rompió con suma facilidad, algo que no hubiera creído posible Omi, dado que él era un chico muy fuerte, pues su experiencia en Weiss lo había fortalecido enormemente.

“Omi, ¿cómo te rompiste el brazo?” preguntó Youji entonces, haciendo que Ken abriera los ojos enormemente, sorprendido por esa información, y que Omi bajara la vista aún más, enrojeciendo de vergüenza al recordarlo.

“N-no fue nada, Youji-kun, me caí en la clase de Educación Física, pensé que estaría bien en un rato, no imaginé que estuviera roto” mintió Omi.

Youji se dio cuenta de la mentira tan grande que Omi les acababa de contar, el chico era honesto siempre, no entendía por qué les había mentido en ese momento. ¿Qué era lo que les estaba ocultando? ¿Por qué no les quería contar lo que le había pasado? No lo sabía, pero no podría obligarlo a hablar, eso tan solo empeoraría las cosas, esperaría hasta que estuviera listo para decírselos.

***

Había pasado un mes desde que Omi llegó al “Koneko” con el brazo roto, pero Youji no había podido sacarle ninguna información. Omi seguía sin querer decirles nada al respecto, y las cosas se habían puesto peores.

Había tomado la costumbre de ir y regresar caminando del colegio, a pesar de que su motocicleta ya estaba arreglada. Ahora llegaba tarde a casa todos los días, y su normalmente alegre personalidad había cambiado, ahora no sonreía, o si lo hacía, era una sonrisa falsa, y cualquiera que lo conociera bien se daba cuenta de eso. Youji estaba cada vez más preocupado por el chiquillo, y no sabía que hacer.

Youji no hizo nada hasta que un día Omi llegó con varios moretones en los antebrazos. Fue entonces que Youji decidió ir a buscar a Omi después del colegio al día siguiente.

***

Era ya la hora en que Omi salía del colegio y Youji lo esperaba parado en la esquina del local, mientras fumaba el décimo cigarrillo en cuarenta y cinco minutos y miraba pasar al resto de alumnos del plantel.

Después de 5 minutos en esa situación, el rubio vio a Omi saliendo del colegio, en compañía de dos chiquillos que ya habían estado antes en la tienda para visitar a Omi o para hacer trabajos con él, Kyouma y Hiroshi.

Vio al pequeño despedirse de sus compañeros y caminar en sentido contrario a éstos, hacia Youji. Iba a saludarlo, cuando vio al rubio ser detenido por otro chico, desconocido, y hostil. No le dio buena espina, sobretodo cuando vio que el resto de los chicos del colegio le huían, y para su sorpresa, los ojos de Omi demostraban miedo.

Cuando pensaba en intervenir, Omi fue jalado del antebrazo por el otro chico, hacia un callejón.

Los siguió sigilosamente para no ser notado.

***

En el callejón, Omi trataba de mantener la calma y no hacer movimientos repentinos, pues ya sabía por experiencia que ello solo lo llevaría a sentir más dolor.

Omi sabía que Akito no tenía posibilidad de ganarle en una pelea cuerpo a cuerpo, pero el daño que le había hecho la primera vez que lo violó y las imágenes de aquel día, le hacían paralizarse cada vez que Akito se acercaba y seguirlo como un cachorrito a su dueño cada vez que se lo pedía, lo cual el otro aprovechaba muy bien a su favor.

Akito sabía que Omi era extremadamente fuerte, no en vano lo había estado observando durante más de dos años, pero él había sido inteligente al tomarlo en el momento de mayor vulnerabilidad del chiquillo. Eso había causado que cada vez que él se acercaba, Omi temblara y no reaccionara como podía haberlo hecho en otras circunstancias con otras personas. Una sola vez había tratado de agredirlo, pero Akito logró controlarlo enseguida.

Ahora tenía al chiquillo como su puto particular… complaciendo todos sus deseos… justo como en ese momento.

“Bien… ya sabes qué hacer, Omi-kun” dijo Akito bajándose el cierre del pantalón y sacando su excitado miembro.

Temblando ligeramente de miedo, y deseando que cierto playboy rubio viniera a rescatarlo, se bajó los el pantalón del uniforme, seguido de sus calzoncillos, y se volteó, quedando expuesto a su atacante, para deleite de Akito y sorpresa y rabia del escondido playboy.

Justo cuando Akito estaba por penetrar al pequeño, Youji no pudo aguantar más y, saliendo de su escondite, sacó su arma y en un ágil movimiento, tenía a Akito agarrado del cuello.

Omi, al ver a Youji ahí, lo primero que hizo fue acomodarse la ropa y tratar de huir de ahí, pero una mano fuerte lo sujetó de la muñeca antes de que pudiera irse.

“Omi! Explícame qué era lo que estaba a punto de pasar!” gritó Youji, furioso y celoso hasta la médula, no le había sentado nada bien lo que había estado a punto de ocurrir.

“Y-Youji-kun… yo… él…” tartamudeó el chiquillo, sin saber qué decir, y con una sensación de hundimiento en el estómago.

“…l… me servía… como el puto que es… y no sería la primera vez… dis-disfruté m-mucho la pri… mera vez… q-que lo v-violé…” contestó Akito, entrecortadamente y escupiendo sangre en grandes cantidades, pero arreglándoselas para poner una sádica expresión de satisfacción en la cara al hablar, que hizo que Youji le apretara aún más el agarre en el cuello.

“¿Qué?” dijo con voz oscura y peligrosa “¿Te atreviste a tocarlo?”

“S-si… y-y lo disfruté mu-mucho…” contestó sin asco el chico.

Sin dejarle decir ni una palabra más, Youji apretó con tal fuerza la cuerda en sus manos, que Akito, haciendo un ruido extraño con la garganta, cayó al suelo muerto cuando el mayor lo soltó.

Una vez hecho esto, Youji volteó a ver al pequeño que aún tenía agarrado con la otra mano, que miraba hacia el suelo, llorando avergonzado, y lo jaló hacia sí, abrazándolo y dejando salir lágrimas de angustia al pensar en lo que había sucedido con su Omi y que él no había podido evitar. Se le desgarraba el alma al pensar en el sufrimiento de su pequeño y se juró que no iba a volver a pasar.

Fue entonces que comprendió los sentimientos que tenía hacia el más pequeño de los Weiss… se había enamorado.

“Y-Youji-kun… m-me t-tienes asco? Dime la verdad… yo lo entenderé” dijo Omi, mientras se separaba de la calidez del pecho del mayor, necesitando saber aquello que lo atormentaba más que nada… el saber si su amor secreto lo odiaba por haber sido un puto...

Youji no podía creer lo que oía. ¿Omi un puto?

“Chibi… escúchame bien… no eres un puto… fuiste forzado… tú no eres un puto… eres una víctima… fuiste violado por ese bastardo… nadie va a volver a hacerte daño… nunca más… no lo permitiré… entiendes??? No voy a dejar que nadie te vuelva a tocar… te amo demasiado como para permitirlo” dijo Youji, temiendo haber ido muy lejos, temiendo haber metido la pata, pero decidido a luchar ésta vez por el amor, no lo iba a dejar ir como la última vez.

Omi, por su parte, no podía creer lo que había escuchado.

¿Youji lo amaba? ¿A pesar de haber sido usado por Akito?

“¿D-de verdad, Youji-kun? ¿De verdad me amas?” preguntó, aún incrédulo.

“Claro que te amo, pequeño… con todo mi corazón… para siempre” dijo Youji, con ternura.

“Yo también te amo, Youji-kun” contestó el pequeño, escondiendo la cabeza una vez más en el pecho del mayor, llorando, esta vez de felicidad.

Minutos después, Youji salía de aquel callejón, con Omi en brazos, camino a casa.

***

Habían pasado un par de meses desde aquel día, y Omi se había ido recuperando del trauma causado por Akito, poco a poco recuperando su carácter alegre y sus sonrisas angelicales y sinceras.

El cuerpo de Akito había sido encontrado al día siguiente en aquel lugar, siendo identificado por la policía, pero como el culpable no fue hallado, se dio el caso por cerrado, para alivio de nuestros gatitos.

Por otro lado, la relación de Youji y Omi se fue fortaleciendo conforme pasaban los días, creciendo poco a poco hasta convertirse en una sólida y duradera.

Aya y Ken se sorprendieron al saber de su relación, pero no objetaron nada, pues vieron los cambios positivos que se habían dado en los dos desde que estaban juntos (por ejemplo, Youji ya no coqueteaba con las clientas y tampoco llegaba tarde a su turno y Omi se había relajado más y ahora salía más a menudo).

En ese momento, ambos tórtolos se demostraban su amor en el cuarto que ambos compartían ahora (que resultó ser el de Youji, porque era el más grande).

“Ah! Y-Youji!” gritaba el pequeño, mientras el mayor lamía sus pezones, una de sus manos lo masturbaba lentamente y la otra lo preparaba para la dulce penetración que seguiría

Había sido muy difícil al principio, en los primeros encuentros amorosos, pues el pequeño Omi todavía tenía vivo el recuerdo de lo que Akito hizo con su cuerpo, lo que ocasionaba que comenzara a llorar asustado. Pero, poco a poco, Youji logró acabar con ese temor tan fuertemente arraigado en el cuerpo del menor de los Weiss.

“Y-ya estoy listo, Youji!”

Con estas palabras como confirmación, el rubio dejó su tarea, y colocó su miembro untado de lubricante en el lugar correcto, para luego, con un gemido gutural, empujar lentamente dentro de la caliente cavidad del menor.

Fue entonces que comenzó el suave y lento vaivén, que llevó a los dos amantes al borde de la locura.

Omi se sujetó fuertemente del cuello de su amante, gimiendo provocadoramente al oído que tenía frente a él. …sta acción provocó que el mayor acariciara las caderas del chiquillo y lamiera el cuello expuesto ante él.

“Ah! Mmh! Más! Más!” gritaba descaradamente el hermoso niño, a lo que Youji contestó con empujones cada vez más fuertes y duros.

El ritmo se fue acelerando hasta que ambos sintieron que el final estaba cercano. Entonces, Youji comenzó a masturbar al pequeño con fuerza hasta que con un gran gemido por parte de ambos, llegaron a un orgasmo fuerte y maravilloso.

Minutos después, Youji se reponía de la agotadora sesión de amor con su pequeño, el cual descansaba ahora sobre su pecho, al borde del sueño.

“Te amo, pequeño, nunca lo olvides” dijo el mayor, besando ligeramente los cansados labios de su amor.

“Yo también, Youji-kun, te amo mucho” contestó Omi antes de caer dormido completamente.

Un amor sólido y verdadero. Un amor para siempre.

Fin

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).