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Raison D'Etre por Camui Alexa

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Notas del fanfic:

Muchísimas gracias a Jinsei no Maboroshi por hacer siempre sinopsis decentes para mí ^^

En esta historia se liga a Gackt, Yoshiki, Dir en grey y L'Arc~en~Ciel de manera fugaz.

Notas del capitulo:

Esto es, de momento, un oneshot.

Sin embargo, he pensado en extender esta historia largamente. El que lo haga o no dependerá de los comentarios que reciba al respecto. 

– ¿A quién amas en realidad?

– A ti – fue la automática respuesta. Rápida y carente de emoción, como un mero acto reflejo.

– No es cierto – dijo gentilmente, con una sonrisa que era todo menos alegre –. Esto se ha terminado. Yo no puedo continuar, y tú no quieres hacerlo. ¿Qué caso tiene de este modo?

– Déjame tratar de...

– No. Pensé que podría soportarlo para estar contigo, pero me equivoqué. No soy tan fuerte después de todo.

– Sí eres fuerte.

– Y tú eres muy buen mentiroso... porque tus palabras siempre me saben a verdad.

– Yo...

– Pero no tus besos, amor – sacudió la cabeza con pesar –. No es tu culpa. No es culpa de nadie. Pero hoy, me gustaría que me regalaras un poco de verdad de tus labios.

– ¿Cómo...?

– Dime quién es.

El silencio pesó entre ellos de un modo terrible por largos minutos, haciendo que el aire fuera tan difícil de respirar como el agua.

– Dímelo – exigió saber, pero su voz sonó más como un ruego –. Dime a quién le devuelves los besos que te doy. ¿A quién le pides más mientras nos enredamos en las sábanas? ¿A quién le haces el amor cuando me entrego a ti? Dímelo...  dime a quién miran tus ojos cuando te acaricio y te llamo mi dios y mi universo...

En silencio, se sostuvieron la mirada por un largo rato. Y cuando las palabras volvieron a vibrar en el aire, fueron como las campanas de un funeral.

 

~

 

Gackt entró en aquella casa con toda la seguridad. Después de la agitación de los días anteriores, la casa de Yoshiki era como un oasis para su maltrecha alma. Realmente necesitaba del efecto reparador de la hospitalidad de su amigo.

Una de las mucamas le indicó que Yoshiki se encontraba en el jardín, y hacia allá se dirigió sin esperar a que la joven dijera algo más.

– ¡Yo chan! – se detuvo en seco mientras las miradas convergían en él. Para su sorpresa, Yoshiki no se encontraba solo. A su lado, sentado a la mesa de jardín con una espumosa cerveza frente a él, se encontraba el inconfundible vocalista de Dir en Grey –. Kyo san...

– ¡Gacchan, qué sorpresa! Ven, siéntate.

– Gakuto san – y una civil y discreta reverencia.

El alto cantante ocupó una silla, con su rígida postura evidenciando su incomodidad al encontrar a Yoshiki acompañado.

– Justamente hoy Kyo ha venido a pasar unos días conmigo y...

– Oh – interrumpió –. Entonces... supongo que debo buscarme un hotel...

– ¡No digas tonterías, Gackt! Esta casa no tiene dos habitaciones.

– Un –  sabía que había sido terriblemente grosero con su anterior frase, pero no se inmutó. No estaba como para pasar el día fingiendo que la presencia del vocalista enano le agradaba en lo más mínimo.

– Con lo mucho que te gusta hablar de ti mismo, nunca había escuchado que tuvieras la costumbre de presentarte en un lugar sin ser invitado o al menos avisar antes – atacó Kyo, hablando en un japonés demasiado casual, casi agresivo.

Gackt abrió la boca para replicar, pero Yoshiki habló antes de que la afilada lengua de plata de su amigo iniciara una verdadera guerra en su casa.

– Gacchan tiene la libertad de venir cuando sea. Igual que otros amigos de gran estima para mí.

Ninguno de los dos vocalistas dijo nada. Kyo se limitó a beber su cerveza mientras clavaba en Gackt una mirada cargada de algo parecido al odio.

Yoshiki exhaló.

– Hoy por la noche tengo una reunión con un productor de cine. Aún no ha dicho de qué se trata, pero estoy seguro de que quiere que haga la banda sonora para una de sus películas. Me interesa volver a participar en algo así, pero aún tengo que ver qué es lo que tiene en mente.

– Un.

– Sou ka.

En vista de que tendría que pasar esa tarde en compañía de dos personas que no querían ni siquiera dirigirse la palabra, aquella iba a ser una tarde muy pesada. Se inclinó y recogió del césped una colorida pelota de goma.

De inmediato, Bach, el juguetón Welsh Corgi de Yoshiki, se materializó a su lado. El baterista le acarició la cabeza y luego le lanzó la pelota, pensando que quizá el can era el amigo más normal y educado que tenía en el mundo.

Mientras, los dos cantantes se lanzaban miradas pesadas.

 

~

 

El legendario líder de XJapan había ofrecido posponer su reunión de esa noche, pero sus dos invitados habían rechazado la idea. Así, se había marchado de la casa con rumbo a la cena, pensando que ya arreglaría las cosas cuando regresara.

Gackt se movió como una sombra por la casa casi en completa penumbra, sin hacer el más mínimo ruido. Necesitaba hablar con Yoshiki a solas. Por supuesto, tenía otros amigos, pero ninguno que pudiera ayudarle en su situación actual: Masa ofrecería acostarse con él para hacerle sentir mejor... y probablemente tendría éxito, lo cual era peor; Chacha negaría con la cabeza y lo arrastraría a secar el bar de costumbre, Mana lo llamaría idiota y You sólo diría “te lo dije”. Sólo Yoshiki le escucharía y entendería sus motivos... o al menos los aceptaría sin juzgarle.

Así que, hasta que Yoshiki regresara y hasta que el vocal de Dir en Grey decidiera largarse y permitirle un mínimo de consuelo, tendría que tragarse las fuertes emociones que amenazaban con ahogarlo desde hacía varios días. Mientras, permitiría que la luna y las estrellas le prestaran un poco de su ancestral fuerza, y que el viento que llegaba hasta aquella pequeña terraza refrescara sus sentidos.

 

~

 

Su mundo parecía estar desmoronándose a una velocidad impresionante. Aparentemente, alguna deidad se divertía a costa suya decidiendo de pronto que no se merecía que nada bueno pasara en su vida.

Todo había empezado con una gripe. Luego, el periquillo australiano que tenía como mascota había escapado, había perdido su cartera con todas sus tarjetas de crédito y su relación de años con Die se había ido al carajo. Todo en menos de dos semanas.

Por su fuera poco, su única posibilidad de consuelo se había visto interrumpida por la llegada del príncipe del plástico rosa.

Quizá, hasta el momento en que decidiera largarse y dejarlos en paz, tendría que soportar su presencia. Caminó hasta su rincón favorito en aquel lugar, desde donde podía observar las luces de la gran urbe mientras el viento acariciaba su figura.

Sus decididos pasos se detuvieron en seco al mismo tiempo que Gackt se volvía hacia él.

– ¿Qué haces aquí?

– Es mi lugar predilecto en esta casa. Me gusta disfrutar de la soledad de la noche justo aquí. Yoshiki lo sabe – dijo sin hacer el menor esfuerzo por ocultar su fastidio.

– Oh. Es una pena. Porque es también mi lugar favorito y no pienso irme de aquí.

– Dime, Kyo san, si te dejo la terraza para ti solo esta noche, ¿tendrás la amabilidad de desaparecer de la ciudad por la mañana?

– Puedes largarte a donde te de la gana, pero no pienso irme. No eres nadie para decidir cuánto tiempo me quedo con Yoshiki.

– Siento interrumpir tus intentos por seducir a Yo chan. Pero hay cosas que realmente necesito hablar con él.

– Nadie te detiene. Pudiste hacerlo en lugar de quedarte como un autista viéndolo jugar con Bach.

– Son cosas personales.

– ¿Personales? ¿Tú? ¡Pero si has publicado hasta el color de tu cepillo de dientes!

– Qué curioso que me diga eso justo alguien cuya fama depende únicamente de superar la capacidad de asombro con su imagen grotesca.

– Oh... espera un momento. Decías algo de seducir a Yoshiki. ¿Acaso son celos? No te preocupes, no pienso sabotear tus intentos por llevártelo a la cama. Sé que Yoshiki tiene buen gusto... no necesita que le protejan de ti.

– ¡Tengo problemas, ¿sabes?! Y Yoshiki es el amigo a quien recurro en tales casos. Si tu pequeña mente de payaso mediocre que ha de valerse del piercing para impactar a la audiencia logra captar eso y la doble moral de tus canciones decadentes no ha logrado aún dejar tu mente tan jodida como para que te corras al escuchar desgracias ajenas, entonces me harás el favor de largarte y dejarme en paz – su voz temblaba de rabia, frustración y emociones contenidas.

– ¿Problemas? ¿Tú qué sabes de problemas?

– Mucho más que tú. Mis problemas no son tan banales como decidir en qué parte me clavaré otro arete o qué voy a vomitar en el siguiente PV.

– Típico pensamiento del puritano niño bonito del pop...

– ¡Yo no...!

– ¡¿Qué clase de problemas puedes tener?! ¡Tienes el talento en la sangre, te dieron educación musical desde que aprendiste a caminar, los fans te idolatran con todo y tu nariz de plástico, todos te quieren en sus contratos y el mundo te adora! ¡Te sirven el Universo en una charola y vienes aquí diciendo tener problemas! Realmente eres increíble...

De todas las palabras que Kyo le había gritado, su mente sólo había registrado una oración.

– Ojalá tuvieras razón – dijo sonriendo con pesar, bajando el rostro mientras sus brazos seguían apoyados en la baranda –. Quizá si pudiera ser el perfecto idiota superficial que describes, sería tremendamente feliz – su voz tembló –. Al menos así habría podido seguir viviendo con Hyde... podría hacerle el amor y no darme cuenta de que con cada aliento anhela a alguien más – finalmente, su voz se quebró y su vidriosa mirada volvió al firmamento.

Kyo se sintió golpeado por las palabras del otro cantante. Su vista se paseó por la terraza, por los dos arbustos que flanqueaban la puerta ventana, la pesada banca de herrería cuyo diseño simulaba un diván, los faroles que esta noche estaban apagados... y finalmente, reposó en la figura del alto cantante.

– ¿Era verdad entonces? ¿Todos los rumores acerca de ti y Hyde?

– Un. Solía serlo...

– Lo siento – por algún motivo, el súbito estallido sentimental de Gackt le había tranquilizado. Quizá era sólo por la enfermiza certeza de que no era el único que se sentía hecho pedazos en el mundo... pero por el motivo que fuera, la ira se había evaporado, dejando de nuevo sólo a la tristeza con él. Sintiendo un enorme peso en el pecho, se dejó caer en la banca y volvió la vista a las luces de la ciudad.

– Y... ¿qué es lo que podría quitarle el sueño a alguien como tú?

Kyo resopló.

– Supongo que todos sufrimos de lo mismo – el tono de su propia voz le hizo dar un respingo. De pronto, supo que si no retenía su lengua, terminaría contándole a aquel perfecto desconocido de falsos ojos azules toda la historia de su vida. Una amarga sonrisa apareció en sus labios.  ¿Cuándo había sido la última vez que le había hablado a alguien de las mañanas de su infancia, cuando despertaba con el aroma del pan recién horneado? Apretó las mandíbulas, conteniendo la avalancha de palabras que amenazaban con desbordar de su lengua.

Gackt sintió el suave rechazo y comprendió al instante la reacción del otro cantante.

– Hyde y yo nos llevamos muy bien desde el primer instante.

El vocal de Dir en Grey se sobresaltó, y contuvo a duras penas el impulso de volverse a mirarlo.

– Sabía que era duro competir contra alguien cuyo amor te lleva años de ventaja. Pero confiaba en que mi amor y un poco de paciencia serían suficiente para ganar sus pensamientos y sus sentimientos – respiró hondo un par de veces –. Al final, resultó que estaba equivocado. Su cuerpo no me basta ni siquiera como remedio temporal. Quizá no soy tan fuerte como para soportar que su cuerpo esté junto a mí mientras su espíritu le pertenece a alguien más. Quizá simplemente el tiempo pesa más de lo que quería creer.

De nuevo, el silencio les envolvió por un largo rato, justo igual que el fresco viento nocturno, hasta que Gackt se decidió a continuar.

– Y ahora puedes llamarme idiota, porque yo mismo lo dejé hace unos días. Le dije que todo había terminado entre nosotros y me fui del apartamento que compartíamos… claro que antes le obligué a reconocer que no era a mí a quien quería… y a llamarlo a él… No te diré quién es.

– No iba a preguntar – dijo, sin sonar agresivo.

– Un. Aunque… supongo que adivinarás de quién se trata. Es tan obvio que todos se dan cuenta, menos ellos. ¡Son un par de idiotas! Pareciera que no buscarían su felicidad a menos que les obligues a hacerlo. Así que… espero que al menos ellos sean felices…

– Ya que tú estás sacrificándote por su felicidad, ¿eh?

Gackt se encogió de hombros.

– Pero dime, ¿de verdad piensas eso? ¿O eso es lo que te obligas a pensar? En realidad los odias por tener la oportunidad que tú no tienes, ¿no es verdad?

Con un nudo en la garganta y los ojos vidriosos, Gackt decidió salir de ahí. No soportaba sentir la mirada que Kyo clavaba ahora en su espalda.

Sin embargo, antes de cruzar la puertaventana que separaba aquella terraza del resto del mundo, regresó sobre sus pasos y fue a sentarse en la misma banca que Kyo, en el lado opuesto, casi apoyando la espalda en la suya.

– No odio a Haido chan. No podría.

– Pero todo sería más fácil si pudieras hacerlo, ¿verdad?

Estaba a punto de negarlo, pero de pronto supo que aquello no se refería a él, sino a Kyo.

– Saa.

– Mírate. Estás aquí, destrozado, con tu agenda colgada, perdiendo dinero y ganando demandas por incumplimiento de contrato, y contándole tus desgracias a un completo desconocido que hace nada te ha insultado. ¿De verdad no sería más fácil si pudieras odiarlo?

– Posiblemente. Pero eso sólo me dejaría con todos los problemas que has dicho, seguir extrañándolo y encima el nuevo problema de odiarle.

– Podría ser aún otro más.

– ¿Eh?

– ¿No te preocupa que pueda difundir todo lo que me has dicho?

Gackt pareció meditarlo.

– ¿Qué ganarías con ello?

– Sólo más problemas, ¿eh?

– Un.

Súbitamente, Gackt sintió a Kyo recargarse completamente en su espalda, y adivinó que su vista había dejado las doradas luces de la ciudad a favor de las plateadas del firmamento.

Se sentía agotado. Después de mucha frustración, se había decidido por el odio, que no había resuelto nada para él. Había pensado que quizá con una visión más positiva del mundo aligeraría su vida, pero Gackt era una prueba de lo contrario. Simplemente, no había modo de escapar del dolor. Su pecho era un apretado nudo, su cabeza sólo quería olvidar y tan sólo el contacto del alto cantante era cálido en aquella noche que empezaba a tornarse demasiado fría.

– ¿Es todo eso lo que querías contarle a Yoshiki?

– Un.

– ¿Y te sientes mejor después de haber desahogado a tus demonios?

– Un.

– Mentiroso.

Gackt se sobresaltó, separándose un poco de él y volviéndose a mirarlo sin levantarse de la banca.

– Es demasiado pronto – le sonreía de una manera extraña –, y todavía tienes lágrimas en los ojos.

– Al menos…

Kyo se adelantó y lo silenció con un beso. Cuando su mente registró ese impulso, ya el alto cantante devolvía el beso con urgencia, como si aquella fuera la única salida antes de sucumbir a la tristeza que amenazaba con ahogarlo.

Se las arreglaron para envolverse en un estrecho abrazo, sin dejar de besarse por más de medio segundo, a penas separándose lo suficiente para respirar.

Tras una eternidad, rompieron por fin el beso, sin decidirse a separarse completamente a causa del frío viento que les envolvía.

Deseaba quedarse así para siempre, con la sien acunada en la curva del hombro de Gackt y la vista perdida en el firmamento, mientras el viento le hería la piel y la gravedad torturaba su espalda.

– Deberíamos entrar. La brisa ya es fuerte.

– Un.

Con renuencia, ambos se separaron y echaron a andar lentamente por el corredor con dirección a las  habitaciones. Kyo se detuvo frente a una puerta, y lo atrajo hacia sí abruptamente, besándolo con desesperación hasta que tuvo que separarse de él para volver a respirar. ¿Por qué no podía ponerlo en palabras? Era un impulso simple, y no creía verse rechazado, sin embargo…

Sin pensarlo demasiado, Gackt llevó su mano a la perilla de la puerta. Aquella era la habitación que en esos días ocupaba Kyo.

Entraron en el cuarto moviéndose como uno solo, en completo silencio a pesar de estar a punto de tropezar a cada paso.

Se dejaron caer en la cama, con sólo sus jadeos llenando el silencio. Gackt buscaba aquellos cálidos labios con los suyos, acostumbrándose a la curiosa sensación creada por las argollas de metal, cuya dureza contrastaba con la suavidad de la piel, mientras sus manos desprendían la ropa de aquel cuerpo de duras proporciones.

Kyo se abandonó a las caricias, con los últimos pensamientos concientes surcando su mente a toda velocidad mientras Gackt deslizaba sus besos por su mandíbula, su cuello, su torso… luego se separaba de él, quitándole los zapatos y calcetines, sujetando sus tobillos mientras empezaba una cadena de besos esta vez en sentido contrario. ¿Qué estaría haciendo él en ese justo momento? Exhaló un suspiro al tiempo que enredaba sus dedos en el suave cabello de Gackt, nivelándose con él para desnudarlo. Lo besó con creciente pasión, llevando sus manos a deshacer los botones de su camisa. Quizá esa sensación de bienestar se habría esfumado por la mañana, pero eso no importaba en ese momento… sólo importaba la suave calidez y el deseo que aquel semidiós de estilizada figura le concedía esa noche. ¿Cuántas veces había envidiado su voz, su cuerpo perfecto, su imponente estatura…? Y ahora, de alguna extraña manera y aunque fuera sólo por un rato, todo eso le pertenecía.

Gackt se entregaba a aquella pasión como si de ello dependiera su vida, deseando las caricias sin importar ahora si éstas le eran entregadas por un ángel o un demonio. Después de todo, la marea de sentimientos que le envolvía ahora era cielo e infierno en simultáneo.

Por alguna razón, la simple unión de sus cuerpos se les ofrecía mucho más que vulgar sexo, como si en cada caricia prodigada al otro hubiera un poco de alivio para el espíritu propio.

Pudo ser un parpadeo, o pudieron transcurrir eras completas. La conciencia regresaba lentamente a ellos, el dolor maravillosamente adormecido por los dulces vestigios de la pasión compartida.

Gackt se movió y Kyo estuvo a punto de gritar, de sujetarlo por el cabello para obligarlo a permanecer a su lado. No se sentía listo para separarse de él. ¿No era eso una ironía? Quizá se apegaba a todo demasiado aprisa: al completo extraño que le acompañaba en la cama, al cruel bastardo que nunca había prometido amarle...

Sin embargo, pronto la cabeza del alto cantante reposaba sobre su plexo, finos cabellos húmedos desparramándose por su pecho.

Con alivio, Kyo le acarició suavemente.

– Gracias.

– Iie – se sentía bien ser capaz de hacer algo por otra persona. Se sentía bien ser refugio y no sólo un simple objeto descartable.

– ¿Qué es lo que necesitas decirme?

– ¿Perdón?

– Quizá no quieres hacerlo... pero necesitas hablar. ¿Acaso me equivoco?

– ¿Quieres que estemos a mano para que puedas extorsionarme?

–  Puedes verlo de esa manera si quieres.

– Dime algo, ¿crees que la gente pueda acostumbrarse a cualquier cosa?

Gackt lo meditó largamente.

– No. No lo creo.

– Sou ka... – pasaron mucho tiempo en silencio –. ¿Quién es más culpable? ¿El que utiliza a alguien aprovechándose de su amor o el que permite que le utilicen usando el amor como pretexto?

– Amar a alguien nunca es un crimen – dijo en una voz casi neutral –. El amor nos ciega y nos lleva a hacer idioteces... no es culpa nuestra que alguno decida llevarnos por el camino equivocado.

– Sou ka.

Gackt lo sintió temblar suavemente, intentando reprimir un sollozo. Lentamente, envolvió un brazo en torno a su cuerpo.

– Yo realmente lo... – tragó saliva –. Maldita sea. Yo lo amaba de verdad, ¿sabes? Y lo peor es que creo que todavía lo amo. Pero él no. Él sólo juega... y juega con todo aquel que se lo permite. Nunca habíamos peleado en realidad... pero hace unos días, simplemente fue demasiado. O en realidad no lo fue. Otras veces había sido aún más descarado cuando se llevaba amantes a casa. Pero ese día... simplemente... de pronto pareció demasiado.

– Un.

– Le dije que estaba harto de vivir así. Que no estaba dispuesto a seguir con él a menos que dejara de portarse de ese modo... y él sólo dijo que, en ese caso, mejor se conseguiría a alguien que se ajustara a lo que él quería.

– Sou desu ka.

– Al menos tú has dejado a Hyde porque él amaba a alguien más. Yo dudo mucho que Die sea capaz de amar a alguien. ¿Sabes cómo es eso? ¿Amar a alguien que no sabe amar?

Gackt asintió quedamente, pero su mente se preguntaba si había una diferencia. Que esa persona especial supiera amar o no... si al final no podían estar con la persona que querían, esa capacidad en realidad no significaba mucho.

El silencio se instauró entre ellos por un largo rato.

– Gackt...

– ¿Un?

– ¿Vas a quedarte aquí toda la noche?

– No lo...

– Quiero que te quedes – saboreó la curiosa sensación. A penas podía creer que se hubiese atrevido a pedirlo.

– Está bien.

– Arigato.

– Iie.

Kyo empezaba a quedarse dormido cuando la voz de Gackt le ancló a la realidad por un poco más de tiempo.

– Ne, Kyo...

– ¿Un?

– ¿Crees que podamos hacerlo?

– ¿Qué cosa?

– Tú sabes... seguir viviendo. Si continúas con tu vida, tendrás que volver a ver a Die en la banda. Si yo continúo, tendré que volver a encontrarme con Hyde y con Ogawa. ¿Podremos hacerlo? ¿Podremos mirarles a los ojos?

– Así que era Ogawa, ¿eh?

– ¿Crees que sea posible para nosotros?

– No podría responder a esa pregunta, Gackt... no ahora... y no sé si alguna vez podré hacerlo.

 

~

 

Yoshiki regresó cuando la madrugada estaba próxima, justo en esa hora que es aún más oscura que la noche.

Conociendo a la perfección su terreno, no encendió ninguna luz. El sonido tintineante de una cadena le hizo sonreír y un instante después, un pequeño par de patas se había posado en sus rodillas.

– Hola, Bach. ¿Qué tal tu velada? Espero que te hayas mantenido lejos de ese par de animales. Con el humor que tienen, son capaces de patearte – después de mimar al can un poco, lo bajó al piso y fue en busca de sus dos amigos.

No había dejado de preocuparse durante toda la noche a pesar de lo interesante que había resultado el proyecto que le proponían, y había experimentado un verdadero alivio al regresar a casa y no encontrarla convertida en un campo de guerra. Ahora, lo importante era hablar por separado con cada uno de ellos.

Se detuvo en mitad del pasillo, con Bach siguiendo sus pasos, y abrió la puerta sigilosamente. Después de todo, no pretendía despertar a todos en la casa... o más bien, al otro ocupante de la casa.

Sus movimientos se frenaron en seco. Sólo había una lámpara de pie encendida en una esquina de la habitación, pero la tenue luz anaranjada que se desprendía de ella era más que suficiente para dejarle ver con claridad las dos familiares figuras dormidas, aún enlazadas en un cariñoso abrazo. Su vista se paseó por la colección de ropa desperdigada por el suelo.

Aún sorprendido, cerró la puerta con cuidado, agradeciendo mentalmente su decisión de que las mucamas sólo fueran a ocuparse de la casa durante el día. Siguió el corredor hacia su habitación, repitiéndose mentalmente que no debía preocuparse por ellos. No tenía la más mínima idea de lo que habría pasado entre ellos, pero ya ambos eran lo bastante mayorcitos como para cuidarse solos.

 

~

 

Al despertar, Kyo se había encontrado solo y el único vestigio de que los sucesos de la noche anterior habían tenido lugar realmente se hallaba sobre las sábanas y su cuerpo. Con las ideas revueltas en su mente, se dirigió al cuarto de baño y tomó una larga ducha, repasando cada sensación y cada pensamiento que, a la luz del día, tenían un gusto más ligero que la noche anterior.

Salió de la ducha y su estómago dio un vuelco: la cama estaba hecha. Evidentemente, las diligentes mucamas de Yoshiki no habían perdido ni un segundo, y ahora mismo debían estar sacando conclusiones acerca de lo que había pasado en esa cama.

Con todo esto, no estaba muy seguro de qué pensar al dirigirse al comedor. Yoshiki le saludó normalmente, disculpándose otra vez por ser tan mal anfitrión y dejarle para ir a atender una cena de negocios; sin embargo, no sabía qué reacción debía tener ante la recepción de Gackt, decididamente amable.

¿Acaso Yoshiki se habría enterado ya?

 

El baterista había esperado cualquier cosa esa mañana de parte de sus dos amigos. Gackt le había dicho que estaba ahí porque necesitaba de un oído amigo, pero no había mencionado a Kyo. Después, con la entrada del vocalista de Dir en Grey en el comedor, el ambiente se había cargado con una sensación eléctrica muy intensa. Durante el desayuno, ambos cantantes habían intercambiado miradas muy poco discretas, hasta que la atmósfera volvió a ser apacible... y ciertamente carente de la abierta hostilidad del día anterior.

– Tenía planeado salir hoy, Yoshiki – dijo Kyo –. Quería ir a buscar una guitarra a Iron Apple. ¿No interfiero con ninguno de tus planes?

– A veces olvidas que ya no soy tu manager, ¿verdad, Kyo?

El vocalista dejó oír una risa ligera, que no había rozado sus labios en largas semanas.

– Tal vez.

– Está bien. Sólo... ¿piensas estar de regreso para la hora de la comida?

– ¿Cuál de todas tus comidas?

– Teme...

– Nos veremos más tarde, Yoshiki. Gackt.

– Kyo.

Gackt le dedicó una sonrisa mientras devolvía su reverencia, tan sutil como un leve asentimiento. Aún en ese momento, horas antes de que Kyo regresara de su tour por la ciudad sin más compras que un par de púas para tocar guitarra, el alto cantante comprendió que Kyo sólo le estaba dejando un tiempo a solas con Yoshiki.

 

Por espacio de casi una semana, Yoshiki había pasado de un estado de completa tensión al que le era característico en un período vacacional. Con el decaído estado anímico de sus dos amigos, lo que menos había esperado eran días agradables.

Con la paz firmada entre los dos vocalistas, éstos incluso se habían unido en su contra un día en que una discusión telefónica con un ejecutivo de su empresa le provocara un estallido de ira. Al final, como las palabras de ninguno de los dos consiguieran calmarle, ambos se habían largado a comer juntos a algún restaurante, abandonándolo en la misma casa en que les estaba mostrando toda su hospitalidad. Por supuesto, al regreso de los dos cantantes, él había recuperado el control sobre su carácter y habían vuelto a salir los tres, esta vez en busca de un postre.

 

Finalmente, Kyo se había sentido con el valor suficiente para llamar a Kaoru y, tras una larga conferencia telefónica, había accedido a regresar de inmediato a Japón para intentar recuperar algo del tiempo perdido por su culpa.

Agradeció largamente el apoyo de Yoshiki y se despidió cortésmente de Gackt.

El alto cantante no esperaba que Kyo lo arrinconara un instante antes de marchar rumbo al aeropuerto, aprovechando que Yoshiki había ido a buscar sus llaves o alguna cosa de ese tipo.

– Gracias.

– Por el contrario – desvió la mirada un momento. Era increíble el apego que podía nacer de las dificultades compartidas –. ¿Estarás bien?

Kyo sonrió antes de contestar.

– ¿Sabes? Creo que al fin sé la respuesta.

– ¿De qué hablas?

– Creo que es posible. No será fácil para ninguno de los dos, pero creo que podemos seguir adelante. Los dos.

– Creeré en tus palabras – dijo esbozando una sardónica sonrisa.

– Un – sin pensarlo, tiró del cuello de la camisa de Gackt, obligándolo a agacharse para nivelar sus rostros y darle un rápido beso en los labios –. Gracias.

– Gracias a ti.

– Ja – lo soltó –. ¿Regresarás pronto?

– No lo sé. Quizá decida quedarme hasta que Yoshiki empiece a cobrarme renta o algo así.

– Claro. Cuídate.

– Tú también.

Cuando Yoshiki regresó, ya listo para acompañar a Kyo al aeropuerto, sólo les encontró esperándole en la sala, sentados tranquilamente a lados opuestos de la mesa de centro.

Notas finales:

Continuará?  No?

Como ya he dicho, eso dependerá de los comentarios que reciba de esta historia.

Esto está dedicado, con muchísimo cariño, para Jinsei no Maboroshi, Dai Heavenly y Ogawa Saya.

Se les quiere, chicas! 


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