El viaje de Shaoran y compañía ya llevan bastante tiempo, encontrando cada vez más y más plumas de la princesa del reino de Clow, pero como era de esperar, en ningún momento ella encontraba algún recuerdo relacionado con el chico de cabellos castaños.
Como es costumbre Mokona los lleva a un nuevo mundo, esta vez tuvieron un aterrizaje más normal, nadie calló encima de Kurogane, cosa que el espadachín agradeció en gran manera.
-¡Pu! Ya hemos llegado a un nuevo mundo-exclamó la mota de algodón brincando contenta
-Me pregunto dónde estaremos esta vez-dice Fye mientras se sacude sus ropas que se han ensuciado un poco de polvo-Pareciera un lugar bastante antiguo-dice observando las casas a un estilo feudal
-Si, nunca había visto unas construcciones de ese tipo-comenta Shaoran mirando una pared exterior
-Es bellísima-dice Sakura observando con detenimiento el lugar.
El único que no había dicho ni una sola palabra era Kurogane quien se veía un poco sorprendido, mejor dicho incrédulo.
Sus rojos ojos estaban clavados en una gran puerta de madera, maciza, aseguraba que era intraspasable a menos que la abrieran desde adentro.
-Esto es…-musita el guerrero colocando la palma de la mano en la madera, acariciándola suavemente.
-¿Sucede algo Kuro-pon?-inquiere el rubio mago acercándosele al absorto hombre de ojos rojos.
-Ya te he dicho que no me pongas sobre nombres-responde éste con seriedad, mirando al chico que le dedica una de sus sonrisas de “esta bien, esta bien”
-¿Sucede algo Kurogane-san?-inquiere Shaoran al ver que se ha quedado callado
Pero no hay tiempo para que Kurogane diga algo, en ése momentos las puertas comenzaron a abrirse, haciendo un gran ruido al girar sobre sus goznes; justo detrás de ésta un grupo considerable de guerreros les miran
Shaoran oculta a Sakura detrás de él, Fye observa tranquilamente al grupo de hombres mientras que Kurogane se adelanta…
-Ustedes son…-comenzó a decir al ver a los hombres
-¿Kurogane?-la voz de una chica proveniente de detrás de los guerreros llega a oídos de los viajeros-Déjenme pasar, he dicho que se aparten-decía imperativa mientras los soldados habrían un camino justo en medio de ellos, dejando ver a la dueña de la voz, Una hermosa mujer con cortos cabellos negros y un traje ninja entallado.
La mirada de ella y la de Kurogane se cruzaron, en el rostro de ella había una expresión de sorpresa y alegría, mientras que con él la incredulidad reinaba en su moreno rostro.
-Sohma-susurra al verla.
-Oh por lo visto ya se conocen, ¿por que no nos presentas Kuro-pon? Mira que eres muy descortés-dice Fye con el fin de hacer enojar a Kurogane.
Cosa que resultó, pues el guerrero era muy fácil de provocar y por un momento se olvido de la chica y comenzó a perseguir al rubio ante la mirada de todos.
-Es un gusto verte de nuevo Kurogane-se oye una segunda voz femenina, a la que le abren paso sin siquiera ordenarlo.
El pelinegro se detiene de inmediato al oírla, su rostro gira hacia la puerta y al vislumbrarla comienza a caminar hacia ella, hincándose cuando esta frente a la chica.
Los viajeros reconocen a la chica que acaba de salir, su largo cabello negro y sus dos mechones de color morado.
-Princesa Tomoyo-saluda Kurogane mientras alza levemente la mirada observando ese rostro juvenil de la chica.
-He esperado con ansias tu regreso mi querido Kurogane-le responde la princesa Tomoyo mientras le acaricia los cabellos.
-Pu… eso quiere decir que…-Mokona brinca del hombro de Sakura al de Shaoran
-Hemos llegado al mundo de Kurogane-san-termina la frase el joven arqueólogo
-Oh así que ellas es la princesa Tomoyo, de la que tanto nos hablaba Kurogane-san-dice Sakura con una gran sonrisa y muchos ánimos-Se parece mucho a la Tomoyo de las carreras-añade al recordar la competencia en la que participaron.
Tanto Shaoran como Sakura estaban felices de poder conocer a la Tomoyo del mundo de Kurogane, incluso en el rostro del pelinegro se notaba que estaba feliz.
Todos en ese lugar mostraban alegría, regocijo, felicidad; todos menos una persona… ese alguien que se mantenía alejado de todo ese bullicio, mirando la escena como si fuera alguien ajeno…
“Creo que fui demasiado ingenuo, confié demasiado en mi suerte, creí… creí que este momento no llegaría, que faltaba mucho tiempo más para ello” fueron sus pensamientos mientras se ocultaba entre las sombras, deseando que nadie lo encontrara.