Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

11 y 6 por Aphrodita

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Dedicado a Miele.S ¬¬ Antes de matarla >.< Prefiero dedicarle este fic.

¡Dos veces me lo hizo! Por eso, antes de que me colocase en la... Encuesta de SSY, de nuevo... Preferí hacer esto, publicar con la temática impuesta por el club una vez pasada la actividad xD. Porque más que por un concurso, lo hago porque me gusta escribir n.n

xDD

¡Na! Aunque nunca te lo dije porque... No sé porque 0.0 Será porque no es mi estilo y soy muy fría pero gracias de todo corazón por todo lo que has hecho por mí, ¿Sabes?, Para mi Pegasus Fantasy es muy importante, es mi refugio, es el lugar donde me siento cómoda, y me gusta saber que eres parte de ello desde el comienzo prácticamente, por eso siempre te he tenido en un lugar muy especial por encima de todos los demás usuarios.

Ya, te dedico este fic, aunque me hubiese gustado mas dedicarte un Kanon x Milo, pero dada las circunstancias, antes de enojarme contigo, conté hasta 10 y rompí a reír y no me quedó mas que hacer esto, dedicarte un Kanon x Radamanthys =).

Aclaraciones del fic...

Song fic ¬¬ Seh, soy necia, seguiré intentándolo, en esta ocasión la canción le pertenece a un cantautor que admiro e idolatro desde sus inicios cuando yo era muy pequeña =)... Su nombre es Fito Páez.

"Rodolfo Páez Ávalos, más conocido como Fito Páez, es un músico y compositor argentino de rock. También es director y guionista de cine. Por la calidad y repercusión de sus obras musicales es considerado uno de los máximos compositores de rock de la Argentina, junto a Charly García y Luis Alberto Spinetta"

¡Wiii! Adoro las letras de este tipo, sobre todo las viejas, mezcla unas letras tan exóticas con una música tan especial, que lo convierte en un cóctel magnifico xD... Y aunque a veces las mismas parezcan muy extrañas o ajenas, cobran un profundo significado; en la música, su estilo es insuperable.

La canción que utilizo, mismo nombre que el fic, es una de las más entendibles y memorables que tiene, data del año 1984... Así que se podría considerar viejita, aquí tienen el link por si quieren escucharla una vez que lean este fic o antes n.n --> http://negrocesar.castpost.com/358197.html

Aquí tienen otra versión --> http://ariadnalou.castpost.com/458805.html

Lo que sí esta versión es en vivo y con algunas variables con respecto a la original. El mismo habla que la historia empieza en el 1985, pero se sabe que la presentó por primera vez en el 84’ ju! Anda mal Fito.

Por respeto a la letra, ya que perdería muchísimo su significado, dejé el "Ella" (Femenino) cuando se refiere a Radamanthys :P.

11 y 6

 

 

Aphrodita

 

 

 

One Shot / Song fic / A.U...


Tenía los pies fatigados de tanto caminar, el frío crudo de ese invierno no favorecía en nada su suerte.

Con los zapatos rotos y llenos de barro, anduvo unas cuantas horas dando vuelta por aquí y por allá, sin rumbo fijo, sin pensar en algo concreto.

Su campera de un color verde espantoso abrochada hasta arriba, buscando en vano detener ese viento que sin clemencias helaba hasta su alma.

Nunca pudo elegir el color de su campera, suerte que la tenía con él, ni escoger otros zapatos más bonitos, era sencillamente lo que tenía.

Ese mismo frío y unas nubes negras lo llevaron a buscar refugio, sus ojos tristes y apagados se posaron en el gran cartel de aquel bar, pudo ver por la ventana a la gente riendo y tomando bebidas calientes, y sintió una punzada en su corazón ante esa escena.

Vislumbró entre las mesas una cabellera rubia y sonrió... Era él.

Sin dudarlo caminó con paso seguro hacia allí, cruzando la amplia avenida que separaba cruelmente una realidad de otra, con sus negocios alardeando carteles luminosos de neón, con cosas que jamas en su vida podría tener salvo que las robase.


En un café se vieron por casualidad
cansados en el alma de tanto andar,
Ella tenía un clavel en la mano.


Cuando llegó al otro lado, plasmó una sonrisa en sus labios... En la mano del inglés, una flor que en vano ofreció a una señora que se limitó a ignorarlo.

Radamanthys, así se apodaba ese rubio, no se percató que alguien lo observaba con insistencia... No notó que alguien estaba siendo testigo de su mala suerte, hasta que volteó encontrándose con esa sonrisa.

Y lo vio...

Vio a Kanon bufándose de él, el "odioso griego" como solía llamarlo el extranjero... Ambos de nacionalidades tan opuestas, sus destinos mágicamente se cruzaron en una patria ajena al de cada uno.

Algo que no pasa todos los días, sin dudas.

En un país que nunca tuvo algo para ofrecerles, pero si mucho por quitarles; ellos buscaban sobrevivir un día más.

El peliazul se acercó a un enorme ventanal que abrió para poder, quizás, burlarse del otro, sin embargo se limitó a reír cuando vio la mueca de disgusto en el rubio.

- Kanon, cierra esa ventana, o Gaita se enojará.

El aludido elevó sus hombros restándole importancia al asunto.

El Gaita, como solían apodar al hombre calvo y corpulento que atendía ese local, era el dueño.

El calor que sintió en su rostro cuando abrió esa abertura, contrastaba notablemente con el frío de la calle, tuvo ganas de entrar pero él no tenía permitido eso.

- Dime Rada, ¿Has tenido suerte hoy?.

El inglés, en respuesta, sacudió el bolsillo de su pantalón harapiento en donde el tintineo de las monedas se hizo escuchar.

- Nada mal. -Acotó Radamanthys orgulloso.
- ¿Has comido?

Y ante la negativa del rubio, Kanon ladeó su cabeza invitándolo a salir.


Él se acercó, le preguntó si andaba bien,
llegaba a la ventana en puntas de pie,
Y la llevó a caminar por Corrientes.


Pero Radamanthys dudó, no tenía permitido interrumpir su trabajo, sin embargo Kanon siempre se las ingeniaba para convencerlo.

El simple hecho de escuchar la palabra "desayuno" hizo rugir el estómago del menor, lo que causó la risa del mayor, una risa franca, sincera como la de todo niño, pero triste, apagada, como el del que no tiene nada mas que un puñado de malos recuerdos y un camino incierto.

Se habían conocido de casualidad, descubrieron que trabajan para el mismo hombre. Tal vez el peliazul jamas se hubiese acercado al crío, de no ser por que corrían con la misma fatalidad.

Era tan pequeño. Él también había empezado a "trabajar" desde temprana vida para poder llevarse un bocado de pan a la boca, supo lo que era tener esa edad y no poder jugar porque la panza te gruñe y te duele del hambre.

Quizás por ello el griego se acercó a él, para alivianarle un poco su suerte, para acompañarlo en la agonía.

Casi como un hermano mayor. Lo cierto es que el pequeño inglés era todo un demonio, poco tiempo en la tierra pero hablaba y pensaba como un adulto, de lengua filosa no dudaba en decir las cosas y con un temperamento muy difícil.

Pero el griego se limitaba a reír cuando despertaba la antipatía en el otro, le gustaba ver esas pequeñas muecas de disgusto, le gustaba verlo "vivo" de esa forma tan particular... él ya había olvidado lo que era enojarse y negarse a algo, había aprendido a bajar la cabeza y seguir y seguir y seguir...

- Debo llevar el dinero, y aun no hice ni la mitad.
- ¿No era que te iba bien?. -Contradijo Kanon riendo maliciosamente.
- Bueno, ¡Hoy no fue un buen día!
- Ven, no importa, luego sigues... Te ayudaré.

Radamanthys asintió, tomó el clavel blanco que para esas alturas se encorvaba hacia un lado y salió del café.

Pero el rubio no osó siquiera imaginar lo que el peliazul estaba ideando, quizás porque era muy pequeño para comprenderlo.

Llegaron a una panadería, en cuyo lugar no los sacaban corriendo por su aspecto desprolijo que "espantaba clientes" y compraron dos panes, uno para cada uno.

Corrieron hasta la plaza, como los niños libres que eran, para llegar cuanto antes con el vendedor de café que les regalaba un poco de mate cocido en un pequeño vaso de plástico. Ni su nombre sabían aunque siempre estuvieron agradecidos por el gesto.

Disfrutando de su libertad, de una independencia a medias, ya que no contaban con padres que les privase de subirse a una alta medianera, o los retase por llegar tarde a la casa con las rodillas y la ropa llena de barro; pero si contaban con un señor, que les pegaba si no les llevaba el monto impuesto ese día.

Y mientras se la pasaban todo el día ofreciendo rosas y claveles por las calles de una ciudad siempre despierta, aprovechaban los pequeños ratos libres para jugar y reír como los niños que eran.

Eran muy unidos, aunque Radamanthys osaba asegurar que Kanon le caía mal, pero se toleraban y se hacían compañía.


¡Miren todos! Ellos solos
pueden más que el amor
Y son más fuertes que el Olimpo.


Fue esa tarde en que las cosas cambiaron, Radamanthys quiso volver, aun no había juntado ni siquiera la mitad del dinero, pero Kanon no se lo permitió.

Quizás porque el griego era más grande, el rubio no pataleó y obedeció quedándose a su lado.

- De ahora en más, el dinero que juntemos será para nosotros...
- ¡Pero Guilty se enojará!.. -Se alarmó el más pequeño temiendo la ira de ese sujeto, hombre ante sus infantiles ojos, pues no cargaba con mas de 16 años.
- Nos iremos, juntaremos dinero para comprar una casa. -Espetó el peliazul seguro, como si eso fuese tan fácil.

Niños, que en vez de pensar ahorrar para comprar un juguete, pensaban en adquirir un hogar donde refugiarse de la lluvia.

Es que no había nada peor en el mundo, para ellos, que la única ropa que tenían puesta se mojase.

Pero cuando el sol comenzó a despedirse lo que más temían se hizo realidad. Los otros niños a cargo de Guilty los estaban buscando por pedido del mismo joven.

Sobre protector, Kanon condujo al inglés hasta un bar de mala muerte para refugiarlo como los prófugos que eran, no permitiría que se lo arrebatasen.

Ingresaron corriendo, casi sin mirar, a través de las mesas; nadie los vio pasar, los hombres que allí bebían estaban mas interesados en el contenido de sus copas.

Se encerraron en un baño, el peliazul aferró la mano de Radamanthys arrastrándolo hasta uno de los compartimentos en donde trabó la puerta y llevando un dedo a su boca le pidió silencio.


Se escondieron en el centro
Y en el baño de un bar sellaron todo con un beso.


El rubio tembló de pies a cabeza cuando oyó las voces de los otros niños demasiado cerca, el griego pudo sentir el estremecimiento del menor; en son de consuelo lo tomó entre sus brazos y le susurró en su oído un sencillo pero tranquilizador:

- Todo saldrá bien, ya veras...

El pequeño se limitó a asentir nervioso, y por reflejo se acurrucó aun más en los brazos del mayor. Kanon sonrió algo enternecido y depositó un beso en su mejilla.

Supieron que no había vuelta atrás, no podía regresar ni aparecerse ante Guilty y los otros chicos como si nada hubiese pasado, como si no hubiesen hecho algo malo.

La calle era dura, sin comida, sin techo y sin la protección del grupo, pero a ellos no les importaba, saldrían adelante, estaban juntos.

Emprendieron un camino sin retorno, con tan solo un par de monedas en sus bolsillos que habían juntado ese día.

Aunque Radamanthys nunca lo confesó, se sintió seguro y protegido al lado del griego; una confianza ciega y completa.

Viajaron colados en un tren durante días con unas pocas galletas en los bolsillos, durmieron en las calles de una ciudad desconocida, sintiéndose libres por primera vez.

El poco dinero que recaudaban era para ellos, ya no tenían a quien rendirles cuentas a alguien, ya no tenían horarios ni obligaciones, trabajaban cuando querían, jugaban cuando querían.


Durante un mes vendieron rosas en La Paz,
presiento que no importaba nada más
Y entre los dos juntaban algo.


Amaban esa vida, quizás porque era su realidad, no tenían mas opciones que aceptar su destino.

Ni tizas, ni pizarrones, ni chirlos, ni retos.

Eran dueños y amos de las calles, de las noches iluminadas por los faroles en las esquinas.

Con el tiempo aprendieron que la gente "buena" era aquella que los ignoraba, no los que le prestaban atención. Aprendieron que cuando un adulto les hablaba era porque buscaba algo de ellos.

Tal vez porque Kanon era más grande que el rubio supo que no era bueno aceptar ayuda, y así se fueron haciendo cada vez mas seguros de sí mismos, mas fuertes.

Lograron hallar un techo, un edificio abandonado, a medio construir, refugio de vagabundos y almas solitarias, olvidados como ellos.

Allí jugaban... A que las paredes de hormigón armado estaban terminadas, con el fino y la pintura; a que el piso sucio y de material poseía baldosas de las mas caras y luminosas, solían pelearse por el color de la sala y de las cortinas de una ventana que solo existía en su imaginación, tan poderosa como la de todo niño que vuelve real sus fantasías al punto de casi poder palparlo.

- ¡Y aquí pondremos la mesa!... -Exclamaba el inglés señalando un gran cuadrado vacío.
- No... Aquí será la habitación. -Le recordaba Kanon. -La cama, el armario...
- ¡No!

Y al final terminaba ganando Radamanthys, quizás porque era mas chico, pero el griego terminaba asintiendo resignado, lo cierto es que no contaban con dinero, menos con muebles, pero la imaginación de un niño, sus sueños nunca mueren por más intentos que la vida haga por destruirlos.

Siempre juntos, imaginando, soñando, jugando... Y cuando quisieron darse cuenta el tiempo había pasado velozmente.


No sé por qué pero jamás los volví a ver.
Él carga con once y ella con seis,
y si reía, él le daba la luna...


Cuando Radamanthys cumplió los quince años, Kanon planeó el mejor regalo de cumpleaños, y como siempre, acababa arrastrándolo por ciudades y calles que de otra forma el rubio jamas hubiese conocido.

Es que de no ser por el griego, el inglés no hubiese salido de su ciudad, no se hubiese atrevido a irse y escapar, se hubiese quedado a afrontar su destino.

El peliazul le había enseñado una lección que nunca olvidaría: Que uno es dueño de su destino y que los caminos a tomar son infinitos y todos llamativos.

Llegaron a la noche, el rubio desorientado; pararon bajo el techo de un negocio culpa de una torrencial y fría lluvia que los retrasó mas de lo previsto.

Se sentaron en el suelo, cansados del viaje, Kanon rodeó el cuello de Rada para que durmiese un rato sobre su pecho hasta que el diluvio parase del todo.

Lo cierto es que últimamente aquellas actitudes lograban poner nervioso al rubio, pero le gustaba sentir ese calor, esa cercanía, le gustaba verse junto al peliazul que para ese entonces era ya todo un hombre con sus facciones marcadas y su pelo crecido, abultado y desordenado que señalaban sus veinte años.

- ¿Adónde vamos Kanon?
- Ya te dije, es una sorpresa... -El aludido apoyó su barbilla sobre la cabeza del menor, refugiándose del frío, pegando mas su cuerpo -Duerme un rato.

Eso fue lo que hizo, cuando el inglés despertó la noche estaba clara; moviéndolo apenas, Kanon lo despertó del todo indicándole que lo mejor era seguir o no llegarían a tiempo.

Comenzaron a caminar, Radamanthys desconcertado sin saber donde estaban, solo pudo ver la sonrisa del griego y oír un sonido extraño.

Un viento helado golpeó su rostro y creyó adivinar la sorpresa que le esperaba.

"Ya casi" Pronunció el peliazul con impaciencia.

El olor a mar llegó a ellos, aunque el rubio no supo que lo era, a lo lejos pudo vislumbrar el anaranjado sol partido a la mitad surgiendo por una fina línea movediza.

- Feliz cumpleaños Rada...

El mentado joven intentó no sonreír, porque no era su estilo, pero no lo pudo evitar y echó a correr.

El griego se limitó a reír al ver la felicidad mal disimulada en el menor y decidió lanzarse a correr para alcanzarlo.

Sus zapatos andrajosos pisaron la arena, de pie frente a las grandes olas... Los ojos no les daban a vasto para abarcar con la vista toda la inmensidad oceánica.

No tenía dinero para comprarle un CD de música, un celular, o ropa... Pero sin dudas era el mejor regalo que el inglés hubiese deseado en toda su vida.

Se sentaron en la arena, en silencio... Y Radamanthys lo supo, tenia que decirlo.

- Gracias.

Kanon no dijo nada, tampoco era su estilo; tomó aire por su nariz deseando respirar todo el mar. El silencio entre ellos era la mejor forma que tenían para comunicarse.

Despreocupadamente, como siempre solía hacer, el peliazul rodeó de nuevo el cuello del menor y lo atrajo hacia su cuerpo, pero a diferencia de otras veces buscó su rostro.

Las mejillas del rubio se tornaron carmesíes cuando sus ojos se cruzaron con la mirada anhelante de su compañero de viaje; un tenue beso llegó a sus labios, apenas un contacto superficial de bocas.

El inglés supo que eso entre chicos no estaba bien, pero no le importó, cerró sus ojos y se dejó llevar, era Kanon... El joven que por diez años cuidó de él.

Y aunque estaban cansados, aunque fuese el último día en la tierra, respirar el mismo aire para ellos era suficiente.

Había sido difícil, necesitaron de todo el coraje posible para llegar a donde habían llegado.

Pero sin dudas había valido la pena. Y siempre la valdría si podían contar el uno con el otro.

Ni los Dioses les arrebatarían su gloria personal.

No importaba el mañana, porque ellos no tenían un mañana, eran unos de los tantos jóvenes olvidados del tercer mundo.


¡Miren todos! Ellos solos
pueden más que el amor
Y son más fuertes que el Olimpo.


FIN
Notas finales:

Corrientes es una calle muy conocida de la provincia de Buenos Aires, en la Argentina.

 

Gracias por leer.

 

29 de Mayo de 2007 – Argentina.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).