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Angel y Demonio por Ariadne

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Notas del fanfic:

Basado en el manga "Ave Inocente" de Hirotaka Kirasagi

 

Escrito para Wu. 

Ángel y Demonio.

 

 

 

Si Belcebú le viera, se reiría de él, burlándose por aquello que él estaba vivenciando.  Todo parecía haber acabado, o así lo pensaba él, sin preocuparse demasiado por aquello que le rodeaba y sólo haciéndolo por Karasu.

          Shirasagi, se había pasado el día enseñándole a algunos de los niños del barrio; el bar seguía sirviéndole como iglesia y vivienda, y ahora que la podía compartir con Karasu, no podía evitar suspirar y mirar hacia el firmamento por momentos, obligando a los niños a devolverlo a la realidad, y diciéndole que estaba muy distraído.  Sonreía cada que eso ocurría y buscaba cambiar el tema, de manera que no fuera demasiado evidente su felicidad—o su ansiedad por terminar sus deberes pronto.

          La mañana y la tarde se le fueron demasiado largas.  Hubiera querido poder terminar antes, pero no solo los niños estuvieron con él ese día, varios adolescentes e incluso algunos adultos vinieron buscando su ayuda, o alguien con quien hablar simplemente.  Shirasagi los había recibido con una sonrisa en el rostro, aunque al mirar el reloj se hubiera dado cuenta de que el tiempo en realidad había volado.  Sonrió, al despedirse de todos y acompañarlos hasta la puerta del otrora bar.

          Karasu por su parte, llevaba ya mucho rato desde que había llegado.  Le había visto desde lo lejos, hablando y ayudando a los que estaban en el lugar.  Se había dedicado a preparar la comida silenciosamente, cuidando de que nada perturbara a Shirasagi.  Incluso, sonreía por momentos, feliz de pensar que ya no había problemas para ellos; que parecía que ni el Cielo ni el Infierno, se preocupaban por ellos.  Eso lo hizo sonreír aún más.  Todo por el momento, marchaba bien.  Y esperaba que durara por mucho tiempo.

          “¡Karasu!”  Gritó Shirasagi, presa de la emoción al verlo, “¿llegaste hace mucho?”  Preguntó, antes de acercarse a saludarle y que el otro se quedara en silencio observándole. Eso simplemente hizo que el demonio se sintiera aprehensivo.  ¿Por qué le estaba mirando de esa manera?  El ángel simplemente se le quedo mirando.  El cabello corto y negro azabache de Shirasagi no había crecido mucho en las últimas semanas.  Tal vez lo estaba cortando en la barbería cerca al bar.  Su mirada también había cambiado.  La calma que se reflejaba en ella, le hacía querer protegerla a costa de lo que fuera.  Le era necesario asegurarse de que no había nada que la perturbara.

Le atrajo contra su cuerpo, todavía en silencio.  El momento era perfecto para no decir nada.  Para quedarse contemplándole en silencio y adorarle como si fuera una figura de iglesia, incólume y exquisita.  Pero a pesar de su condición angelical, de poseer el título de Virtud, sabía que no había nada de virtuoso en lo que su pensamiento deseaba, en las sensaciones que su cuerpo añoraba y que en el otro se veían reflejadas.

“¿Karasu?” Susurró Shirasagi intrigado por las acciones del otro.  A pesar del calor del día, de su cansancio, el solo estar entre sus brazos le hacía sentirse fresco y renovado.  Sería tal vez lo que todos llaman magia del amor la que estaba obrando en él. No lo sabía.  Tampoco le importaba.  El poder sentirse protegido hacía que todo el cansancio del día desapareciera.  Que su mente se regocijara el ese contacto tan simple que le hacía preguntarse si podía mantener esa sensación por siempre.  “Karasu.”  Dijo el nombre del ángel de nuevo, no era más una pregunta.  Ahora era simplemente la reafirmación del nombre amado.

Pero fue el unir sus labios de esa manera tan perfecta lo que les hizo sentir el  mundo alrededor girar más lentamente.  ¿Sería esa la manera de Dios decirles que estaba bien que se amasen de esa manera, que él les bendecía? No era más que un simple beso, uno que podían compartir en cualquier momento, en cualquier lugar.  Uno tan honesto, tan diferente a los demás.  Aquel que expresaba y confirmaba lo que sus actos habían dejado claro en el pasado.

“Perdón por demorarme tanto en llegar.”  Dijo Karasu finalmente y al romper el beso.  Sus dedos seguían dibujando la línea del rostro del Shirasagi, quizás así su tacto tampoco le olvidaría y eso que dicen por ahí de mantener el recuerdo contigo podría hacerse físico también y así  no habría forma de que este desapareciese, “Qué tal estuvo tu día?”

Sin embargo, la frugalidad con que él había dicho esas últimas palabras, sólo sirvió para que Shirasagi se sintiera un tanto incómodo.  Aún le era tan difícil adaptarse al hecho de que compartían su vida juntos a pesar de él ser un demonio y Karasu un ángel.  También era en esos momentos en que él sabía que Dios no podía haberse equivocado al haberles permitido estar juntos.  El milagro—lo que había permitido que pudieran estar juntos no había sido una ilusión, al contrario, todo había sido tan real que le daba miedo el recordar que por un instante, lo había perdido todo en el purgatorio.

Shirasagi le abrazó sonriente.  ¿Sentiría Karasu el mismo temor que él sentía?  Seguramente no.  El abrazo que le era devuelto era tan seguro que le hizo olvidarse de todos sus temores en un instante.

“Voy a preparar algo de comer…¿te apetece?”

“Déjame, yo lo hago.” Respondió Karasu sonriente.

La sonrisa amplia y tranquila de Shirasagi le hizo sentirse aliviado.  Si tan solo no le amara tanto—pero también era cierto que no podría ser de otra manera.  Y su amor había nacido de una forma tan libre que supo que eran esos momentos tan íntimos, en que hacían esas cosas ten sencillas que su amor se mostraba más vivo que nunca.

Sí, definitivamente Dios no se había equivocado al haberles permitido estar juntos.

 

 

 

Ariadne, Septiembre 19 de 2006

Labrys


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