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Un rayo de esperanza por Akiko_y_Shizuka

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Nuestra historia de amor ha pasado en el tiempo equivocado, pero en el lugar correcto.
No quería amarte. Tengo miedo porque esta emoción se ha albergado en mi corazón sin permiso.
Es tarde, lo sé... ¿Algo cambiará si me dejo seducir por lo que eras.. y, podrías no llegar a ser?
... eso...
... no puedo saberlo...




Capítulo uno: Sin tiempo

La cabecita morena se asomó una vez más para mirar al pasillo.

Siendo el ultimo día de carrera tenía que estar ahí, así que debía de aprovechar esa oportunidad y terminar con ello de una buena vez. No se vendrían momentos parecidos, o al menos con esas condiciones, donde el solitario lugar ayudaba bastante a lo que tenía planeado.

Y no entraba en sus planes fallar.

Sin embargo suspiró cuando notó una presencia a su espalda, y por el rabillo del ojo pudo observa a un muchacho que no conocía y avanzaba hacia a él.

Puede que se hubiera hecho una idea equivocada viéndolo desde atrás; después de todo su cabello largo, recogido en una escueta coleta, provocaba demasiados malentendidos, la mayoría referente a su género... con suerte se iría cuando comprobara que no era una chica.

- ¿No sabes que estar en la universidad a estas horas es muy peligroso? - un voz ronca y algo socarrona se dejó escuchar - Todos están en el auditorio, el evento de clausura se esta llevando a cabo.

El moreno hizo un gesto de pesadez.

Iba a ser de los pesados.

- No todos, por lo que se ve - respondió con sarcasmo - Deberías de ir, te lo estás perdiendo.

Con eso debería bastar, pese a que su apariencia era bastante delicada, su voz no lo era tanto. No lo suficiente para continuar con la confusión, al menos.

- No soy de los que celebran - dijo el tipo con una sonrisa retorcida - Pero acabo de encontrar algo que si valdría la pena presenciar.

Vaya.

- No estoy interesado - respondió tranquilamente, mientras miraba el reloj.

Ya deberían de estar a punto de salir, así que tenía que estar muy pendiente.

Una fuerte palma se cerró en la fina muñeca del muchacho.

- Estarás interesado - susurró el desconocido y la otra mano se coló bajo el brazo para acariciar directamente sobre el pecho - Yo estoy suficientemente interesado.

El moreno volteó a mirarlo de una vez y las irises turquesa taladraron al acosador.

- ¿Es que estás sordo? - le preguntó y lo separó de él con un empujón, sin poder liberar su muñeca - Está bien, te lo repito, ¡no me interesas!

El hombre dejó ver una mueca de desagrado ante eso y aplastó el fino cuerpo contra la pared más cercana, arrancando un gemido de dolor en el muchacho.

- Creo que no has comprendido.

- Pero, Gabe - se escuchó una voz algo somnolienta, haciendo eco por el corredor - ¿tan pronto acosas a indefensas chicas?

- ¡Lárgate Daryl! - bramó el malhumorado joven.

Joder, ahí estaba, ¿por qué tendría tan mala suerte teniendo a ese imbécil encima justo en ese momento?

- ¡Suelta ya, por tu propio bien! - recomendó el moreno, perdiendo ya la paciencia.

- Ambos me hacen reír - declaró el enorme chico, sin soltar al jovencito.

Daryl enarcó una ceja y se acercó para intervenir de una buena vez.

Pero no hizo falta.

Una rodilla se deslizó con facilidad entre los cuerpos golpeando en esa entrepierna que obligó al grandullón a doblarse.

El moreno aprovechó ese movimiento y aferró su mano con fuerza a la garganta, empujándolo contra el suelo justo de espalda.

Su cabeza chocó contra el mármol de esa forma en que le dejó medio atontado.

- Ya te lo advertí - susurró el moreno, quien se estiró con seriedad.

Entonces miró hacia la otra persona.

Seguro, el haberle, estropeado su momento de rescatar a la "damisela" en apuros le habría cabreado.

Era una de sus... "cualidades".

Daryl soltó un silbido, dejando notar su admiración y sonrió, viendo al tipo escapar.

- Eso fue un gran movimiento -dijo con total sinceridad - Eres muy bueno - alabó - Yo no he logrado tumbar a Bruno desde que comenzó a meterse con otros chicos.

¿Ah?

El moreno se quedó totalmente extrañado.

Eso no era lo que esperaba.

- Los grandes caen fácilmente - logró responder aún aturdido.

Quizá fuera una burda actuación, pero no tenía tiempo para pensar en ello. Por eso se olvidó de aquel incidente y caminó hasta él, retrocediendo su mano a su bolsillo trasero en donde descansaba aquella navaja.

- Aun así deberíamos ir a un sitio más concurrido - dijo Daryl, viéndolo con algo de confusión - Bruno volverá con más gente, y temo que soy incapaz de defenderte, como acabemos de comprobar - se rió un poco.

- Tampoco se está tan mal aquí - le llevó la contraria.

El moreno cambió su expresión por una preciosa sonrisa, todo para que se quedara ahí quietecito, sin nadie alrededor que pudiera dar un aviso de llamada pasar salvarlo.

Daryl miró al chico con algo de extrañeza.

- Eres extraño - murmuró y suspiró antes de pasarse una mano por el cabello negro - Aunque estés a gusto, no podemos quedarnos... Una razón es por Bruno, seguro ya viene. La otra es porque - se puso colorado - ... me corresponde decir las palabras de generación... y... creo que no me perdonarán si me ausento.

Al diablo con tanta palabrería.

El moreno terminó por sacar el arma, sin embargo se detuvo a medio camino cuando escuchó pasos por detrás y giró hasta ver a cinco estudiantes capitaneados por el "mamut".

- La madre que... - masculló con fastidio y lo miró.

Si lo hacía, estaba seguro que recibiría ayuda, así que tendría que ser en otro momento. Llegado a esa conclusión lo atrapó del brazo y lo arrastró en dirección contraria a esos.

- Vete a dar tu discursito - espetó, cuando llegaron a otro pasillo.

- Extraña manera de entablar conversación - Daryl se dejó guiar hasta continuar caminando - Me llamo Daryl Llod - se presentó con una sonrisa e intentó acomodarse la corbata mientras avanzaba - ¿Eres estudiante de nuevo ingreso? Jamás te había visto.

El moreno enarcó una ceja, ¿conversación?

- Porque no estudio aquí - respondió, asegurándose de haber perdido de vista a los chicos aquellos - Es una visita de cortesía a un... amigo.

- Cuando te vi de lejos, pensé que el chico al que venías a ver era afortunado - Daryl sonrió de buena gana - Eso fue antes de comprobar que no eras una chica - suspiró - Ahora pienso que un chico tan atractivo es descuidado por tu "amigo" - se rió - Eso, antes de ver que eres bastante hábil y he quedado en absoluto ridículo.

Eso no sonaba muy a... él.

Que le descubriera piropeándole no era lo raro.

El moreno lo detuvo bruscamente.

- ¿De verdad eres Daryl Llod? - preguntó entonces - Primero de tu promoción, hijo del empresario multimillonario, bla, bla, bla... - suspiró por la situación.

Daryl se ruborizó y un largo suspiro emanó de su pecho.

- Daryl Llod, graduado con incómodos honores y todo el bla, bla, bla del que hablan los que me detestan - confirmó - Menos mal que no todo el mundo me odia - dijo con un poco de drama y lo miró - ¿Tu amigo me odia? Que alguien hable de una persona solo puede ser por dos cosas.

Pero él no respondió y tan solo miró hacia adelante.

- Deberías de ir a hacer ese discurso, es algo que no puedes perderte.

Daryl ladeó la cabeza sin dejar de ver a su acompañante y sonrió.

- ¿No me dirás tu nombre? - preguntó - Si no fuera tan debilucho, pude ser tu salvador - intentó coaccionar con un tono lleno de inocencia.

- Jensen... - y se detuvo.

¡No podía decirle su verdadero nombre! Con algo de nerviosismo rodeó el lugar con la vista hasta encontrar un cartel en donde abundaba el color verde.

-... Green - terminó con una sonrisa.

Al menos esperaba que no se hubiera notado demasiado.

Daryl lo miró satisfecho.

- Mi padre dará una pequeña recepción para celebrar mi graduación - comenzó - Ha invitado a mucha gente influyente y a amigos suyos, pero no habrá nadie de mi edad - se ruborizó - Si tu y tu amigo tienen tiempo, sería cómodo contar con su presencia - invitó y extrajo dos invitaciones del saco que acababa de arreglar para colocarlos en su mano - Cuídate.

El chico giró sin esperar respuesta. Quizá fuera un tanto tonto de su parte, pero siempre le había parecido mejor guardar la esperanza y perderla hasta el último momento.

Con esa idea subió al estrado, al escuchar su nombre.

Muchos aplaudieron, pero Daryl no pudo sentirse completamente contento por eso. Pese a ello sonrió y comenzó con las palabras de despedida de esa generación de abogados.


* * *

Jensen había pensado en lo ocurrido.

Mirando las invitaciones, mientras estaba recostado en aquel suave pasto, no dejaba de recordar ese estúpido discurso que había observado desde el ultimo asiento del auditorio.

Se había quedado para comprobarlo ... y sin duda era él.

Una vez más miró esos trozos de papel.

Debería de ir y buscar una nueva oportunidad. No cejaría en ese empeño.

Jensen se levantó de la hierba casi con tristeza.

Lo primero sería vestirse adecuadamente para que no le negaran la entrada, El señor Llod era demasiado estricto con eso.

Jensen fue detenido en la puerta. Su nombre no aparecía en la egocéntrica lista, pero la invitación fue suficiente para que el guardia volviese a mirar, hasta encontrar una nota al final, anexada a mano, con una descuidada caligrafía que pareció molestar al hombre.

La recepción era algo fuera de precedente; sin duda un distinguido acto del señor Llod, quien era el primero en ser localizado, rodeado por todos esos políticos y viejos abogados; charlando con la fría sonrisa de la que jamás lograría desprenderse.

Después de eso solo vio hombres y mujeres mayores. Algunos acompañadas por sus jóvenes hijos, quienes parecían tan tiesos como ellos, charlando entre ellos con recatada elegancia.

No recordaba celebración así, por lo cual no debería de ser demasiado importante... o simplemente, no lo recordaba.

Jensen suspiró entre tanta gente y acabó por resbalar entre tanta pomposidad hasta aquella lejana pared en la que apoyó su espalda.

Desde luego eso sí que no había cambiado en absoluto.

Con tantas personas sería difícil encontrar en hueco para matarlo, así que aún estaba a tiempo para irse de aquel maldito lugar.

En eso pensaba cuando lo vio aparecer.

Bueno, no exactamente. El joven Llon se asomó de forma tan veloz por uno de los enormes ventanales de la decorada estancia, que nadie percibió su presencia.

Eso era extraño para alguien que pertenecía a una familia orgullosa por regodearse en cuanto evento social se encontraban.

Eso era extraño en él, precisamente.

Todo estaba resultando demasiado extraño, tanto que quizás hubiera ocurrido algo y no fuera él realmente...

Jensen suspiró y, atraído por la idea de encontrarlo a solas, halló una salida a ese jardín solitario, ya que parecía que los invitados aborrecían el frío del invierno; ni que se fueran a romper.

Un ruido a su derecha le llamó la atención. Al voltear miró de manera atenta el montón de rosales, apenas iluminados con la luz procedente de la mansión, y un poco más allá... él.

Daryl estaba arrodillado sobre el pasto, metiendo la mano entre la hierba y haciendo graciosos chasquidos inaudibles. Antes de que Jensen se preguntara la razón alcanzó a escuchar un ruidito igual de tenue.

- Solo te vas a cortar entre las rosas - susurró Daryl con ternura - , ven acá, pequeño minino.

Jensen enarcó una ceja, observando con escepticismo.

- ¿Por qué te preocupa tanto un simple animal? - irrumpió entonces - O será que te divierte jugar a cazarlo.

Daryl levantó la cara y parpadeó hasta reconocer al chico.

- ¡Green! - dijo con una sonrisa, pero no se movió - Escuché que hace una semana hubo una gata que parió en el jardín - explicó entonces - No pude encontrar a ninguna de las crías antes que el jardinero - estiró más la mano - así que este debe ser el último que queda vivo.

- ¿Qué harás luego con él? ¿Matarlo tú mismo? - preguntó Jensen cruzando los brazos, casi sin venir al tema.

Daryl se detuvo. Enderezó su cuerpo y arrugó el ceño como si no hubiese pensado en ello.

- No podría esconderlo de todas maneras - murmuró tras unos instantes y se humedeció los labios - Si consiguiera... sacarlo de casa...

Eso pareció iluminar su rostro y se metió entre los rosales con más decisión, insistiendo con esos ruiditos mimosos.

- Escaparemos por la puerta de servicio - dijo bajito al gatito - , entonces podremos ir a la veterinaria. Ahí te cuidarán.

Ver con qué decisión se manchaba la ropa y lo convencido de salvar gatito le chocó bastante.

¿Todo era un teatro?

¡No podía estar fingiendo todo el tiempo!

Nadie era capaz de una cosa así... ¿o quizás sí?

Exasperado por la situación sacó de la maleza al chico con otro brusco movimiento y le mandó guardar silencio.

Jensen intentó agudizar el oído y el momento en que escuchó un maullido, su brazo se estrelló contra las espinas, hasta salir con cuidado después con el gato entre los dedos.

Se había raspado la piel y de las heridas brotaban finos hilos de sangre, pero sin embargo el moreno no parecía mostrar dolor por ello.

- Vaya... no recordaba que los gatos fueran tan suaves... - musitó maravillado por ese pelaje.

- Estas sangrando - murmuró Daryl preocupado, sin embargo no dejaba de ver al gatito - Hola - saludó con cariño y le hizo una caricia - Este chico es tu héroe. Cuando te llevemos a un lugar seguro lo curaré, así que no te enfades conmigo, ¿vale?

- Es tu fiesta, ¿estará bien que te vayas? - preguntó entonces Jensen, haciéndole una caricia al gatito.

- No es mi fiesta - Daryl parecía bastante tranquilo al decir eso - Mi padre hace esto cada semana, así que hoy no es especial. Solo bastará con que me aparezca unos minutos. Si me vuelvo a ir no lo notará.

Jensen lo miró de largo.

- Entonces ve - le indicó - Me quedaré con él, mientras regresas, después serás todo nuestro - sonrió al terminar esa frase.

No estaría mal después de todo el haber asistido.

Daryl hizo un ademán afirmativo y se puso de pie para sacudirse un poco el polvo.
Justo al girar chocó contra algo que le hizo rebotar y apenas pudo evitar la caída.

Antes de entender lo que ocurría sintió un bofetón y se cubrió la mejilla.

- Es reprobable que juegues como niño, Daryl - dijo una voz dura y unos fríos ojos grises se posaron en Jensen, segundos antes de deslizarse hacia el gato, que extrajo de sus brazos protectores - Y todo por una bestia inmunda.

- ¿Padre?

Las manos de Llon, padre, siempre habían lucido grandes y fuertes. Ahora lo parecieron más, en el momento que la cabecita del gatito fue girada y se escuchó un sonido estrangulado de su garganta. El hombre dejó caer el cuerpo inerte y miró a su hijo desde lo alto.

- Ve y cámbiate de ropa - ordenó - Tus invitados esperan.

Dicho eso, volteó para irse, deteniéndose con un sirviente para ordenarle algo.

Jensen frunció su cara en dolor. No debería de tomarle por sorpresa.

Había presenciado peores actos que ése, pero no pudo evitarlo.

Sin embargo eso le trajo el amargo recuerdo de por qué estaba ahí... pero se dio la vuelta para salir de aquella horrenda casa, pensando en que ya habría otra oportunidad para trazar su plan, y que por esa noche podría descansar.

Necesitaba hacerlo.

Daryl no dijo nada por la repentina decisión que Jensen había tomado. Se sentía avergonzado por dejarlo presenciar un acto así, aun cuando el protagonista había sido su propio padre.

Con gentileza tocó el cuerpo del animalito muerto y se puso de pie para ir a su habitación.

Tenía que prepararse para la fiesta.



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