- Regresa a casa –dijo Hiro poniendo un rostro de preocupación.Con dolor de cabeza y un poco de fiebre, Shuichi se dirigiò de regreso para reposar un poco, se sentía terrible. El día anterior se encontraba jugando en la nieve sin chamarra alguna y con poca preocupación. El día comenzaba a oscurecer y cada vez caminaba más lento, cada vez perdía más fuerza; todo comenzó a tornarse oscuro. Vio por último una silueta que se paraba a su lado.
- ¿En dónde estoy? –preguntó Shuichi al despertar en una cama con un trapo húmedo en la frente.
No hubo respuesta, sólo sintió como sus labios eran besados por otros más cálidos; reaccionó en un segundo, era Yuki.
- Estás en casa -respondió con una voz dulce la vaga silueta que lograba ver de su amado.
- Yuki –exclamó Shuichi sonrojándose por la sorpresa, dándose cuenta de que Yuki lo observaba con una leve sonrisa dibujada en el rostro- ¿Tú me has traído?
- Yo me preocupé -respondió Yuki apartando su vista al suelo- Por la mañana no te veías muy bien y luego pensé que podría pasarte algo malo.
Las palabras brotaban con dificultad de su garganta, nunca había mostrado la parte dulce que guardaba a nadie, se sentía apenado.
- Gracias -susurró Shuichi mientras tomaba la mano de su amante que reposaba sobre la cama y la acercaba a su rostro para darle un ligero beso.
- Está muy mal –explicó el doctor a Yuki fuera de la habitación-, necesitará reposo por una semana o posiblemente dos, no sé cómo pudo pescar una enfermedad así.
- Ayer por la tarde se encontraba fuera en la nieve -comentó Yuki seriamente.
- Seguramente fue eso. Bueno, aquí tiene la receta con las medicinas que debe tomar, póngale un trapito frío húmedo y cámbielo cada hora.
- Se lo agradezco.
El doctor salió de la casa, Yuki entró a la habitación en la que Shuichi dormía con dificultad, sudaba y soltaba ligeros gemidos de dolor; aquella escena era realmente devastadora para él, se sentía culpable. Tomó del ropero una chamarra y salió de la habitación, recogió la receta y se fue de la casa.
- Shuichi -susurró Yuki al oìdo de su amado para despertarlo.
El muchacho comenzò a abrir los ojos lentamente y poco a poco se incorporó en la cama con un pequeño bostezo, lo que hizo sonrojar al mayor.
- ¿Què pasa? –preguntò Shuichi tras un segundo bostezo.
- Es hora de tus medicinas -respondió Yuki mientras le daba un vaso con agua y dos pequeñas pastillas, se percató de que el muchacho apenas podía moverse.
Lo recostó ligeramente y se puso las pastillas en la boca con un poco de agua, con un besó las colocó en la boca de su amado y éste las pasó tranquilamente mientras un color carmín se apoderaba de sus pómulos, que pronto fueron tomados entre las manos de Yuki, para de nuevo besarlo. Eran ya las diez de la noche, todo lo anterior habìa pasado en tan solo unas horas. Shuichi cerró de nuevo los ojos y se quedó dormido mientras Yuki se cambiaba de ropa y apagaba la luz con un rostro lleno de preocupación; se recostó al lado del muchacho y cerró los ojos después de susurrar un “Te cuidaré” a su oìdo.
- ¿Por què lo haces? –preguntò Shuichi a su amado mientras éste le colocaba en la frente un trapito húmedo.No hubo respuesta, Yuki simplemente se levantó de la silla y se dirigió a la puerta, mostraba un ligero sonrojo en el rostro.
- Respóndeme –suplicó Shuichi con dificultad mientras comenzaba a ver de nuevo todo borroso; nuevamente se desmayó. Yuki se apresuró a sostenerlo en los brazos y acomodarlo en la cama.
- Shuichi…
- No te preocupes, Yuki –dijo Seguchi del otro lado del teléfono-, Shindou-san se pondrá bien, te lo aseguro. Èl es muy fuerte, ¿no crees? Tienes que confiar en èl. Bueno, nos vemos.
- ¿Què ha pasado? –preguntò Sakano preocupado desde el sillón, todos se encontraban en absoluto silencio esperando una respuesta. Hiro y Fujisaki se encontraban mirando al suelo, temían que algo realmente grave le pasara a Shuichi. K-san miraba por la ventana con ojos serios y llenos de preocupación.
- Shuichi -dijo por fin Seguchi- està demasiado enfermo, por lo que me dijo Eiri, apenas puede moverse. Estará en reposo por dos semanas, por lo que no podremos avanzar por ahora.
Todos salieron de la habitación excepto K-san, que se sentó en el sillón cuando los demás se retiraron.
- Estás màs preocupado por Yuki-san, ¿verdad? –preguntò mirando a Seguchi.
- En verdad sì -respondió con un tono de voz entrecortado- No me agrada que se encuentre triste, ni mucho menos que llore; no pensé que algún día lo haría por alguien màs.
- Yuki -susurró Shuichi al ver que su amado entraba en la habitación con una bandeja en la que llevaba un poco de comida.
- ¿Què pasa? –dijo Yuki mientras ponía la bandeja en el buró al lado de la cama y ayudaba a Shuichi a sentarse.
- No contestaste mi pregunta -pronunció con dificultad al tomar la mano de su amado.Hubo un silencio largo mientras Yuki acomodaba la bandeja con la comida en las piernas del muchacho, luego se dirigiò a la puerta.
- Voy por tus medicinas -fue la única respuesta del mayor mientras abría la puerta. Shuichi pensaba que era una carga para él, por lo que decidió tratar de hacer las cosas el sólo. “Con la fuerza de voluntad se logra todo”, pensaba. Tomó la cuchara que residía al lado del plato de sopa y comenzò a comer lentamente cada vez con màs normalidad. Al entrar a la habitación, Yuki se paró frente a la cama y se sorprendió al verlo.
- Aquì tienes tus medicinas –dijo el mayor sentándose en la silla junto a la cama y ofreciéndole las medicinas-. ¿Por què?
- Yo -comenzò a decir Shuichi- no quiero ser una carga para ti.
- Tonto -exclamò Yuki antes de dejar las medicinas en el buró y darle un beso largo y tierno. Retiró la bandeja de sus piernas y la puso en el piso, apartó las cobijas de su cuerpo y lo despojó de las prendas poco a poco; luego se quitó las suyas…
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El dolor pasó al igual que la fiebre, todo se olvidó en unos momentos. Shuichi se encontraba recostado en el pecho de su amado, estaba sonrojado, respiraba profundamente. Yuki abrazaba al muchacho por la espalda y besaba su cabeza.
- ¿Te sientes mejor? –preguntò Yuki a Shuichi con una sonrisa.
- Sì, gracias.
- Shuichi, yo siempre te cuidaré.
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