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Regresa conmigo por Kokumagorochi

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Notas del capitulo: Este es un fic de capítulo único y es un poquito largo, espero que les agrade.

El viento soplaba fuerte, las hojas de los árboles caían a su alrededor mientras él veía, arrodillado y con el alma casi destrozada, el cuerpo de su amado que yacía tirado en el pasto del parque. No tardó en llegar una ambulancia a la escena y recoger al joven, que en muy malas condiciones se encontraba.

- Yuki -susurró Shuichi mientras era levantado del suelo por su amigo Hiro y llevado dentro de la ambulancia, el agua salada no dejaba de brotar de sus ojos esmeraldas. Se encontraba fuera de la realidad, recordando lo que momentos atràs habìa sucedido.

- Shuichi –dijo Hiro al oìdo de su amigo-, todo va a estar bien.  

 

- ¿Te quedaràs aquì? –preguntò Fujisaki a Shuichi mientras se sentaba a su lado fuera de la habitación del hospital.

- Sì -fue la respuesta entrecortada del muchacho- No dejarè a Yuki.

- En ese caso, supongo que mañana no trabajaràs –comentò K-san tras beber un sorbo de cafè.

- No trabajarè hasta que Yuki se encuentre bien.

- Si te escuchara Sakano-san te matarìa –dijo Hiro mientras llegaba con unas bebidas-, pero està en una reuniòn; què desastre.

- ¿Còmo està Yuki? –exclamò Seguchi mientras llegaba al lugar.

- No nos han dejado pasar a verlo –dijo Fujisaki-, estàn colocàndole medicamentos.

El ambiente era sofocante, todos se encontraban impacientes por saber què iba a pasar; los latidos de Shuichi aumentaban al pensar en lo que habìa sucedido una semana atràs; aquellos momentos de dolor aùn no se terminaban y temìa que no lo hicieran nunca.

- ¿Aùn no lo pueden ver? –Cuestionò Mika que acababa de llegar con Tatsuha al hospital- Vaya, ya ha pasado una semana y aùn no lo podemos ver, què fastidio.  

Muy pronto el sentimiento de venganza aflorò en Seguchi al saber la historia de lo ocurrido, querìa vengarse a toda costa sin importar el precio. En cambio, Shuichi no presentaba otro sentimiento a parte del temor, en su mente las imàgenes pasaban una tras otra sin fin. Se perdìa en un laberinto de confusiones y cuando pensaba que habìa encontrado la salida, èsta se cerraba antes de que pudiera cruzarla y muy pronto se veìa hundido en un mar de làgrimas, las cuales no cesaban hasta reaccionar del màs profundo pensamiento y por unos instantes volver a la realidad para saber què sucedìa fuera de su mundo; luego, volvìa a viajar. Parecìa que el tiempo se reìa de èl y pasaba màs lento para hacerlo sufrir màs. La vida comenzaba a parecer un juego, todos los sonidos los escuchaba atentamente mientras intentaba olvidar, olvidar el dolor… pero no podía. Volvió a la realidad cuando en sus pensamientos irrumpiò el sonido de una puerta abriéndose a y segundos después cerrándose. El doctor había salido de la habitación y se dirigía al grupo.

- Bueno, ha mejorado bastante -comentó el doctor mientras observaba a las personas frente a él- El paciente quiere ver a… -hubo un corto silencio, todos esperaban que el doctor continuara, se encontraban realmente impacientes-  Tohma Seguchi -fue lo último que dijo y después se alejò.

Shuichi sintió como un vacío lo recorría, esperaba que lo nombraran a él, pero sus esperanzas fueron inútiles; su interior lloró. Todos se quedaron impresionados y después de que Seguchi entrara en la habitación, todos miraron al muchacho para ver su reacción. No lloró, no gritó, no hizo gesto alguno, simplemente se levantó del asiento que lo acogía duramente y se fue.  “Debí suponerlo, Yuki no quiere verme” pensaba Shuichi mientras entraba en la casa y se dirigía a la habitación.

- Me siento terrible -dijo para sí mientras de uno de los cajones sacaba su ropa y doblándola la acomodaba en la cama que había permanecido intacta desde una semana atrás. No pensaba quedarse, pensaba irse, no a la casa de sus padres, irse a un lugar en el cual no lo encontraran y en donde pudiera descansar de tantas presiones. No dejó nota alguna, rastro alguno, se fue sin dejar ni el más mínimo olor de su presencia; por fin lloró.  

- ¡¿Cómo?! –gritò K-san mientras golpeaba la mesa con enojo- ¡¿En dónde se pudo meter ese…?!

- No lo sabemos, no dejó rastro -contestó Fujisaki mientras servía un poco de café en un vaso.

- Ya he hablado a su casa, su hermana me dijo que no había ido para allá –agregó Hiro, que se encontraba sentado en el sillón. Sakano miraba desde la ventana pensativo.

- ¿Creen que -comenzò Sakano- Yuki-san se preocupe si se lo decimos?

El silencio apareció, posiblemente no le importaría a Yuki, posiblemente le importaría; millones de opciones reinaron sus mentes.

- No se lo diremos -exclamó K-san, que pronto fue tomado del hombro por otra persona.

- ¿No le dirán? –preguntó Seguchi, que entraba en la escena con un rostro serio- ¿No le dirán que Shindo-san ha desaparecido? No estoy de acuerdo –al terminar de decir esto dio la vuelta y se fue. “Si no lo hacen ellos, yo lo haré” pensó de camino a la salida del edificio.

- Aún si lo hiciéramos, ahora no es el momento adecuado.  

 

- ¿Qué te trae por aquí? –preguntó Yuki a Seguchi mientras se acomodaba en la cama.

- Quería verte -contestó en tono optimista- Quería saber como te encontrabas.

- Tu tono de voz es diferente -susurró Yuki- ¿Qué me quieres decir?

-Verás, yo, quería decirte que Shuichi…

- ¿Qué pasa con él? –replicó con un tono ligeramente alarmado el escritor.

- Se fue.

- ¡¿Cómo?! –exclamó Yuki tras escuchar aquello, aunque pareciera ser serio con su amante, realmente lo quería, lo quería como ninguna persona se imaginaba.

- Pensaba decirle al salir, pero no lo encontré. Tomó sus cosas de la casa, no ha ido a casa de sus padres. Nadie sabe en donde está. 

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- ¿Me habré perdido? –dijo Shuichi mientras caminaba por el aeropuerto con un pequeño mapa y jalando un carrito portaequipaje. Se supone que debe estar por aquí.

- Su entrada por favor –exclamó con una sonrisa la señorita de la entrada.

- Claro, tome. 

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 - ¿Y qué si lo he hecho? –Preguntó Seguchi a K-san seriamente- No les afecta en nada.

- Eso lo sé, pero si él se involucra tendremos problemas…-fue la respuesta desesperada del exmilitar.

- Da igual, además, creo que él sería útil en esto.  

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El sol tenía una vista diferente en ese lugar, con cada paso recuperaba las fuerzas y las ganas de vivir. Caminaba por un sendero rodeado de àrboles, los pájaros se oían cada vez màs.

- Espero al menos encontrar un trabajo para sobrevivir –susurró para sí Shuichi mientras entraba a lo que parecìa un pequeño pueblo lejos de toda civilización, en donde se respiraba aire puro.

- ¡Onii-chan! –exclamò un pequeño niño al ver al muchacho ojiverde, luego corrió hacia él, iba acompañado de un joven aproximadamente de veinte años- ¡Pensé que nunca te encontraríamos! –el pequeño niño lo rodeó con los brazos por la cintura.

- ¡Yoji! –Exclamò el muchacho que acompañaba al pequeño- ¡No molestes a las personas!

- Pero este muchacho es muy agradable, Nobu –hizo un puchero.

-Disculpa –dijo Nobu mientras cargaba a Yoji-, se comporta de una manera muy extraña cuando ve a muchachos como tú.

- No hay problema –contestó Shuichi mientras sonreía agitadamente.

-No te habìa visto por aquì, ¿eres nuevo?

- Sì, estoy buscando un trabajo.

- ¡Genial! –Exclamò Yoji al oírlo- Nobu està buscando a alguien que le ayude en la tienda, podrías trabajar para él.

- Bueno, eso es cierto, no habría inconveniente en que vinieras con nosotros.

- Mil gracias.  

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- Revisaré en los archivos del aeropuerto, no puede haber ido lejos -comentò Seguchi mientras veía como Yuki se preparaba para salir del hospital.

- Él es capaz de todo –replicó Yuki.

Mientras, Shuichi se encontraba lejos de lo que llamaba “casa”, todos estaban realmente preocupados, no sabían ya que pensar; se encontraban perdidos. Nadie imaginó que Shu hiciera algo así, sobre todo por algo insignificante, por supuesto, para ellos. Habìa sido un duro golpe el que Yuki no lo quisiera ver primero, le hizo pensar cosas desagradables.

- Si lo encuentras, -comenzò Seguchi- ¿se lo dirás?

Yuki se perdìa en los màs profundos pensamientos: “Debí decírselo directamente desde el principio, así no hubiera pasado esto…”. Un temor del que no habìa sido presa jamás lo inundó: el  temor de volver a perder a la persona más amada por él.

- Lo haré –fue la respuesta fría de Yuki-, no cometeré otro

error.   

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- Seguramente podrás hacerlo –dijo Yoji al oìdo de Shuichi-.

Lo único que tenía que hacer, era limpiar la casa que se encontraba detrás de la tienda y hacer la comida, por ello recibiría hospedaje en la casa. Aceptó, sabía que no encontraría algo mejor. Ya era de noche, y se encontraba por dormir hasta que se dio cuenta de algo: se habìa olvidado de Yuki. Habìa pasado poco tiempo, y antes de irse de casa pensó que sería difícil olvidarlo, pero ahora se daba cuenta de que no habìa costado nada. El viento que entraba por la ventana sacudía su cabello ligeramente y le hacía recordar vagamente a Yuki; soltaba làgrimas. Se sentía terrible, no por haber dejado  a Yuki, sino porque no lo recordaba. Un sentimiento de culpabilidad lo apresaba, se sentía culpable por lo que seguramente ocurriría en la ciudad sin él, se armaría un escándalo y pondría en problemas a las personas que lo rodeaban. Mientras seguía derramando làgrimas, no lograba recordar…

- ¿Estás bien? –preguntò una voz que provenía de su lado.

Asombrado giró la cabeza y vio el inocente rostro de Yoji que descansaba junto a él.  

 

- Aquì tienes –exclamò sonriente Seguchi mientras le daba a Yuki unos papeles-, son los archivos de los últimos vuelos.

Yuki se apresuró a buscar el archivo en la fecha indicada, observó minuciosamente las hojas hasta que en una de ellas se paró; habìa encontrado el nombre de Shindo Shuichi.

- Te tengo –susurró seriamente mientras anotaba la dirección del vuelo en un papel y le regresaba a Seguchi los archivos.  

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- ¿No has pensado que en verdad te quiere? –comentò Yoji, que se encontraba recargado en el pecho de Shuichi.

-Si me quisiera -comenzò Shuichi- por lo menos hubiera llamado por mí primero.

- Pero, ¿no has pensado que salió lastimado por defenderte?

-¿Defenderme? -Aquello no habìa pasado por su mente hasta ese momento, ahora que lo analizaba, todo tenía sentido. Posiblemente lo buscaban a él  y no a Yuki, este último trató de defenderlo ante el sorpresivo ataque pero, ¿quién querría lastimarlo? Ninguna persona que él conociera se atrevería a hacerle algo; los pensamientos se inundaron de preguntas.

- Es muy obvio –exclamò Yoji con una gran sonrisa mientras volteaba a ver el techo-, los grandes nunca se dan cuenta de lo que pasa hasta que un niño les dice, espero no crecer siendo de esa manera.

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“Tres días, han pasado tres días y no ha cambiado nada.”

- Shuichi, ¿estás bien? –preguntó Nobu al muchacho que se encontraba en el techo observando el amanecer. No hubo respuesta, Shuichi se mantenía hundido en sus pensamientos; derramaba lágrimas. Nobu se limitó a observarlo desde abajo, aquel muchacho pelirrosa se encontraba entre ríos y por más que quisiera no podía salir.El amanecer era acompañado del canto de aves, del sonido de carretas comenzando a andar; el amanecer acompañaba al solitario. Igual que el amanecer lo acompañaba, también guiaba sin rumbo a su amado, que desde el avión observaba la luz.

“¿A dónde fuiste, baka?” Impacientemente, esperaba encontrara a Shuichi, esperaba decirle aquellas cosas que nunca antes se había atrevido a decirle. Por lo menos verlo por última vez antes de decir adiós. “Ya lo he decidido.” 

El sol calentaba en lo alto, el cruel amanecer que lo hacía recordar había pasado. Trabajaba duro, para terminar pronto y seguir en sus pensamientos. El cuerpo le temblaba, dolía hasta los huesos; estaba enfermo.

- Déjalo ya –dijo Nobu que se encontraba en la puerta de la sala de estar, lugar que Shuichi limpiaba.

- No, terminaré –fue la respuesta a sus casi súplicas. Descansaré cuando haya terminado.

- No se te nota muy bien, descansa –exclamó Yoji, que detuvo a Shuichi con un abrazo-, no quiero que te mueras.

Shuichi esbozó una sonrisa, y dejó el trabajo de lado, fue a su recámara acompañado de Yoji y se recostó.

- Iré por medicinas al pueblo –señaló Nobu mientras cogía dinero de una cajita y se iba.

“Yuki, ¿por qué no estás aquí?” 

“Supongo que lo encontraré ya de noche. Tendremos una fría despedida antes del amanecer.”

Aún inseguro, Yuki recorría los caminos en el pueblo intentando conseguir información sobre su amado. Lo único que recibía como respuesta era un “no sé” o “no le he visto”; de todas formas, mantenía las esperanzas. Se detuvo en un pequeño puesto, donde observó que estaba un muchacho comprando medicinas; decidió preguntar en aquella “farmacia”.

- Disculpe, ¿no ha visto a un muchacho con cabellos rosados? –preguntó con decisión al que atendía.

- ¿Pelirrosa? –Exclamó Nobu, que era aquel muchacho comprando medicinas- Creo que lo he visto.

- ¿Tenía ojos verdes? –cuestionó  un poco animado Yuki observando al muchacho.

- Sí, entonces estás hablando de Shindou Shuichi, ¿verdad? 

 

- Nobu ya se tardó, ¿qué tanto hará? -Yoji se encontraba sentado al lado de la cama de Shuichi, bostezando de vez en cuando-.

“¿Por qué no estás aquí, Yuki?” El ardor había invadido su cuerpo, sudaba fríamente, se hundía en pensamientos. De nuevo se encontraba entre ríos, ya no podía detenerse, su corazón latía desesperadamente por buscar calma. 

 

- Vino hace tres días a buscar trabajo –comentó Nobu, que dirigía a Yuki al lugar en el que se encontraba Shuichi-.

Los latidos de Yuki aceleraban al ritmo de sus pasos, tenía necesidad de verlo de nuevo.

- Ahora mismo se encuentra enfermo, tiene un resfriado -dijo Nobu al llegar a la casa. ­­­­­­­­­­­­

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- Shuichi -susurró Yuki, que estaba ahora sentado a su lado, los dos estaban solos en aquella habitación.Habían hablado sobre lo ocurrido, ahora el mayor intentaba decirle lo que en verdad sentía, pero las palabras no salían.

- ¿Yuki? ¿Qué pasa? –Preguntó Shuichi angustiado.

Después de organizar sus pensamientos, Yuki tomó valor y observó su amado. Tornó el rostro serio y comenzó:

- Shuichi, te amo -fueron sus primeras palabras, de ahí en adelante lo dijo más fácil- Sé que te he tratado fríamente, he de admitir que incluso llegué a pensar que no me querías. Te amo tal y como eres, no me importa si eres escandaloso o no paras de hablar a veces, yo te amo, y podría repetirlo mil veces si así lo deseas.

El menor se quedó inmóvil, en su rostro se dibujó una enorme sonrisa y comenzó a reír tranquilamente; Yuki se unió a él.

Todo había sido por una tontería, ahora era Shuichi quien se sentía apenado. El mayor se dirigió a sus labios.

- No –dijo Shuichi-, no quiero contagiarte.

- No me importa, compartiré tu dolor.     

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Un día nuevo, los dos amantes se encontraban enredados en las sábanas, abrazados cómodamente mientras se acariciaban el uno al otro, después de una noche entretenida. Los dos se encontraban enfermos ahora, compartiendo el dolor.

- Es hora de que regresemos –susurró Yuki al oído del menor-.

- Sí, ya extraño a todos –fue la débil respuesta del pelirrosa mientras se acurrucaba en el pecho del mayor.

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- Lo he hecho yo –exclamó culpable Seguchi mientras colocaba las manos en su cabeza y se dejaba caer al suelo-, no quiero que él esté cerca de ti, Eiri. Pero, has salido tú lastimado.

Yuki se encontraba observándolo despreciablemente, no podía hacerle nada, ya que a pesar de lo que había ocasionado lo valoraba mucho.

- No te vuelvas a acercar a él o de verdad me verás enfadado –dijo seriamente para después dejar la habitación.

- Eiri…  

 

- Nos hemos llevado un buen susto –comentó Hiro del otro lado del teléfono-, Yuki es el único que puede hacer que cambies de opinión.

- Pues, no lo sé –replicó Shuichi- Supongo que es así, aunque se comporte a veces muy…

No pudo terminar debido a que sintió cómo era abrazado por la cintura y una mano cálida colgaba el teléfono. Apreció el tibio aliento de su amado, que con delicadeza besó su nuca.

- Te amo, Shuichi.

Las palabras resonaban en su cabeza como una campana con un toque ligero y conmovedor, las manos de Yuki ahora estaban acariciando su abdomen y buscaban remover el pantalón.

- Yo también te amo, Yuki.

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Gravitation

Notas finales: xD Espero que les haya gustado!! Por favor, dejen uno reviews...

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