- ¿No me crees? –exclamó Soubi deteniendo del brazo a Ritsuka.
- No es que no te crea, simplemente, no quiero creer -contestó el pequeño mientras hundía su rostro en el pecho de su combatiente.
- ¿Por qué? –Cuestionó Soubi tras abrazarlo por la cintura y alzarle el rostro.
- ¿No me quieres?
- No quiero que nos hagamos más daño.
- Deberías dejar a ese mocoso, ni siquiera te quiere –comentó Kyo mientras miraba a Soubi celular en mano.
- No es así, él siente algo por mí y yo por él, pero hay algo raro que le está ocurriendo.
- ¿No has pensado que en realidad quiere alejarse lo más que pueda de ti? –preguntó Kyo mientras le ofrecía un cigarrillo a al ojiazul.
- No -susurró Soubi rechazando el cigarro-. Si no me quisiera me lo diría, estoy seguro.
- Yuiko-chan quiere saber que le pasa Ritsuka-kun, dímelo por favor –lloriqueó la pelirrosa mientras jalaba a su compañero del brazo.
- ¡No es tu problema! –exclamó Ritsuka saltándose bruscamente para luego salir corriendo.
- ¡¡¡Ritsuka-kun!!! –Gritó desesperada Yuiko mientras lo veía alejarse por el pasillo- Ritsuka-kun.
- ¿Te parece aquí? –Susurró Soubi al oído de su pequeño sacrificio- He escuchado que aquí se come muy bien.
- Soubi, debo decirte la verdad.
- ¿Qué verdad?
- La verdad es que yo…
Tras un respiro que lo cortó todo, tras una esperanza que desaparece a lo lejos, tras la sonrisa que rara vez me mostraste, tras todo eso encontré a mi verdadero ser…” ¿Quién eres?” “Soy tú, porque en ti una vez me reflejé y lo volveré a hacer mil veces. Soy tú, porque en ti mi ser amargo descansa en donde todas las almas se unen y forman una sola. Soy tú, porque el ser que habita en mí es el ser que una vez habitó en ti. Soy tú, porque así lo deseaste antes de llegar al mundo. Soy tú, porque te refugiaste en mí, que eres tú. Soy tú, porque el deseo que conservamos lo logramos gracias a ti, que vienes siendo yo…”
- Soubi, yo...
No sabía cómo explicar lo que estaba sucediendo, aunque no fuera algo muy importante, querìa que Soubi lo supiera; querìa que supiera la verdad. No sabía si estaba correcto decírselo, no sabía si debía irse sin decirle ni una palabra.
-¿Què pasa, Ritsuka?
- Me voy a ir de aquí.
Las palabras surgían desesperadamente de su garganta, quería hacerlo lo más rápido posible para olvidarlo, olvidar a la persona por la que lloró muchas veces, olvidar el dolor que sintió en diversas ocasiones.
- ¿Irte? ¿Te refieres a mudarte?
- Sí, algo así
- Pero...
- ¡No digas nada! ¡Simplemente di que està bien!
Soubi levantó una ceja y sin decir màs jaló al pequeño hacia él y lo besó tiernamente. Ritsuka intentó separarse en un pequeño forcejeo, pero se dejó llevar por el combatiente y se entregó a él.
- Si te vas, no podremos estar juntos.
- Lo sé.
Se encontraban ya en la habitación de Ritsuka, los dos, acostados con comodidad en la cama abrazados.
- Por lo menos -dijo Soubi decidido-, deja que sea yo quien te quite las orejas.
Ritsuka no dijo màs y sólo observó cómo Soubi comenzaba a besar su cuello tranquilamente, saboreando...
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- Me voy, Ritsuka Espero que te vaya bien.
Soubi se acercaba a la ventana para irse, cuando sintió que tibias manos lo rodeaban por atrás, aprisionándolo.
- No me iré, quiero quedarme contigo, llévame contigo.
Las pequeñas orejas de Ritsuka ya no se encontraban en su lugar, yacían en el suelo junto con su cola.
-¿Estás seguro de esto?
- Nunca lo habìa estado tanto como ahora, de todas formas, también quieres que me quede, ¿no es así?
La respuesta fue un tierno abrazo por parte del combatiente, quien con una sonrisa, posiblemente la mejor que hubo mostrado, llevó al sacrificio al fin del mundo; un lugar lleno de aventuras por venir y sueños que lograr.
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