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º~ ¿He tardado mucho, boku no baka, un? por Nuriko_lover

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Notas del fanfic:

Wow, este fanfic es para un concurso. Espero que por aquí también guste XD

Notas del capitulo: Espero que os guste mucho XD. Nunca había hecho un TobiDei, pero espero que quede bien (aunque creo que Tobi me ha quedado raro O_O XD).

 

- No lo entiende. De verdad que Tobi no lo entiende...

Y así era. Tobi estaba totalmente desconcertado ante la actitud tan maleable del que ahora era su compañero de equipo.

Cuando conoció a Deidara, aquel chico tan joven parecía guardar aún algo de su inocéncia infantil. Estaba claro que jamás sería como de pequeño, dado que era un buscado criminal, pero tenía un algo que le hacía destacar sobre sus otros compañeros. Algo más humano, si podía llamarse así, risueño. Desde que tuvo el placer de conocer al artista, le admiró profundamente. Sabía compaginar el sentido del humor con la seriedad. Era elegante en todo lo que hacía y aún así de un cuotidiano y familiar que parecía no encajar en aquella organización de desertores. Tenía un sinfín de posibilidades referentes a su poder y entrenaba duro para ser más diestro. Tenía una insisténcia innata para seguir adelante, un empuje que nunca se agotaba.

Sí, Deidara había sido así meses atrás.

Sin embargo, el sempai que tenía ahora no parecía ser la misma persona. Ya no reía nunca, ni siquiera con altanería, y parecía siempre malhumorado y enfadado, especialmente con él. Muchas veces le notaba taciturno, como si estubiera melancólico. Varias veces se encerraba en el cuarto de ambos y le dejaba fuera. Suponía que estaba creando su arte para matar el tiempo. Sabía que muchas noches su rubio amigo no lograba conciliar el sueño y permanecía en vela hasta que se hacía de día.

Decididamente, Deidara parecía haber perdido su entusiasmo por la vida.

- Y encima está todo el día enfadado con Tobi... -lloriqueó el moreno bajo su máscara- Si Tobi es un buen chico...

- Vale, me parece de fábula... -masculló Hidan con fastidio- ¿Pero para qué coño me cuentas todo eso a mí?

Tobi giró la cara hacia él y suspiró bajo su cobertura de expresiones.

- Es que creía que tú podrías ayudar a Tobi, Hidan-san...

- ¿Tengo yo cara de saber lo que le pasa a ese idiota? -bramó el inmortal. Apoyó la barbilla en una mano- Aunque tengo una ligera idea...

- ¿Síiiii...? -exclamó Tobi emocionado- Díselo a Tobi, Hidan-san... Por favor...

- Vale, pero si dejas de dar la lata... -se quejó el otro.

Miró a todos lados, con precaución, y después se inclinó sobre el enmascarado.

- Deidara lo que necesita es... acción... -dijo con una sonrisa maliciosa.

- Tobi lo entiende -aseguró el moreno, feliz, poniéndose en pie- ¡Tobi se llevará a Deidara-sempai a destruir alguna aldea! (n/A: qué romántico non XD).

- No, no, no... Tobi, creo que no me has entendido... -repusó Hidan, tirando de su túnica para volverle a sentar- Me refería a que necesita... ya sabes... Que alguien le de un poco de caña... -hizo un gesto clarificador con las manos.

La cara de Tobi era un mar de preguntas, o al menos lo sería si pudiera vérsela. Frustrado, se echó los cabellos plateados hacia atrás y arqueó las cejas con impaciéncia.

- Joder, Tobi, que necesita que alguien se lo tire -soltó de pronto.

Una silencio incómodo inundó la salita.

- ¿En serio? -sugirió Tobi, visiblemente sorprendido.

- Seguro -aseguró el otro- Después de todo, seguro que no ha mojado desde que Sasori se fue al otro barrio...

- ¿¡Qué...!? -exclamó de súbito Tobi- ¿Deidara-sempai y Sasori-sempai...estaban...?

Hidan soltó una carcajada divertida y se incorporó un poco, con actitud prepotente.

- Cómo se nota que hace poco que vives aquí... -dijo, con las cejas arqueadas- Esos dos eran peores que los conejos... De hecho, cuando nos mudamos de guarida, "bautizaron" -hizo un gesto con ambas manos y los dedos índice y corazón- todas las habitaciones... Incluso la del líder -dijo.

Tobi seguía en shock. Jamás imaginó que Deidara fuera tan...bueno, activo en su vida amorosa. Se puso en pie y le dio la espalda a su compañero.

- Pero aunque quiera...seguro que Deidara-sempai no quiere hacer eso con Tobi... -dijo de modo tristón.

- No lo sabrás hasta que no lo pruebes -le sugirió Hidan.

En eso estaba en lo cierto.

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Entró en el cuarto que compartía con Deidara, tratando de no hacer ruido. Aunque, la verdad, tanto daba. Deidara estaba despierto. Su túnica negra de nubes rojas colgaba de una percha tras la puerta. Estaba descalzo, sentado en el suelo de madera. Estaba ensimismado, con sus manos modelando algo de arcilla.

Con cierta tristeza, Tobi entrevió la figurilla de una chico bajito de cabellos cortos. Si la arcilla tubiera color, aquel cabello hubiera sido rojo.

Al notar que estaba allí, Deidara alzó la vista. Frunció los labios y le dio la espalda, apresurándose a guardar aquella pequeña obra de arte en uno de su cajones. Después, sin soltar ni una sola palabra, cogió un futón de un armario y lo tendió en el suelo. Aunque en la habitación disponían de camas, Deidara nunca las usaba. Alegaba que en la villa de la Roca les acostumbraban desde pequeños a dormir en el suelo. El rubio se quitó también las tobilleras y se metió dentro del improvisado lecho sin añadir nada.

Tobi se quedó allí de pie, inmóvil. Le dolía mucho ver a Deidara con aquella oscura monotonía. Si le encomendaban una misión, la cumplía y en paz. Nunca rechistaba, ni hablaba más de la cuenta, a no ser que fuera para descargar su ira retenida contra él.

Se arrodilló en el suelo y se quitó también la túnica. Acto seguido, andó a gatas hasta su pareja de equipo, quedándose a escasos centímetros de él.

- Deidara-sempai... -musitó.

El rubio tomó aire levemente y le dirigió una mirada asesina.

- Espero que sea algo importante, porqué sinó ya puedes irte con Hidan a rezarle a Jashin para que yo no te encuentre, un -le advirtió, entre dientes.

Tobi se retiró, quedándose arrodillado al lado de Deidara. Dibujó una expresión triste bajo la máscara. No importaba que él tratara de ser amable: Deidara siempre le respondía de malos modos y muy enfadado. Y eso le dolía. Mucho.

Jamás había sentido aquello por nadie.

Se atrevió a soltarle todo lo que quería decir de golpe.

- Deidara-sempai... Hidan-san me ha dicho que para que te portes bien con Tobi, necesitas que alguien...te de... "cariño"...

Aquellas palabras provocaron un efecto insospechado en el aludido, que se giró lentamente y miró al moreno con expresión de "¿qué te has tomado hoy para desayunar?".

- Hidan está loco, no sé ni para qué le haces caso...un... -se quejó Deidara- Yo no necesito cariño de nadie... Siempre me las he apañado bien solito, ¿vale, un?

- ¿Y cuando estaba Sasori-sempai? -saltó Tobi, metiendo sin querer el dedo en la llaga.

Al oír aquella última palabra, Deidara se puso rígido, con los ojos desorbitados y llenos de una angústia oprimente. Cogió la almohada y la estrujó para hacerla más blanca. En todo momento evitaba el contacto visual con Tobi.

- Eso fue...muy distinto...un... -aseguró- Sasori era distinto... Demasiado...diferente...un... -terminó con dificultad.

- ¿Pero Sasori-sempai te quería, Deidara-sempai? -insistió el enmascarado.

Deidara ni siquiera se dignó a girarse para mirarle. Siguió en aquella posición, con las piernas cruzadas y el corazón dolorido.

- En el fondo creo que...nunca llegó a quererme...un.... -confesó, aún sin mirarle- Jugaba conmigo... Yo era un capricho... Quizás un entretenimiento...un... Sin embargo... -abrazó levemente la almohada- Él me trataba con cariño... Jamás he recibido tantas atenciones de nadie...un...

Tobi notó que Deidara estaba realmente melancólico. Se le acercó por detrás y rozó levemente su brazo con una mano.

- ¿Puedo yo...darte ese tipo de atenciones, un...? -susurró.

Deidara se giró y le miró fijamente, con los ojos azules agrandados por las repentinas emociones. ¿Que él y Tobi...?. La curiosidad le vencía... ¿Realmente seguía enamorado de Sasori? ¿O quizás...necesitaba alguien que le reemplazara...?

¿Alguien que le amara de verdad, quizás...?

Su cuerpo ni siquiera consultó con su cerebro cuando, con la boca entrabierta, asintió levemente con la cabeza. Intuyó que Tobi sonreía bajo la máscara, aunque claro, no podía asegurarlo. El moreno se movió un poco, levantando una mano y acariciando tiernamente su mejilla izquierda.

Deidara ahogó un suspiro quedo, entornando los ojos. Instintivamente, posó su mano sobre la del moreno. Su piel era suave y sedosa, cálida, acogedora. Qué diferente a la piel artificial de Sasori...

El contacto apenas duró unos segundos, pero a Deidara se le hizo una eternidad, al menos hasta que abrió los ojos de nuevo, notando su recaída en el recuerdo.

- Deidara-sempai, ¿puedo apagar la luz? Prefiero que... no me veas la cara... -explicó el moreno poniéndose en pie.

El más joven asintió levemente, sorprendido. Después de que el dedo de Tobi impactara en el interruptor, la habitación quedó sumida en la más absoluta oscuridad. Deidara escuchó a su compañero acercarse a él y quitarse algo de ropa de encima. Se lo denotó el familiar fru-fru de la tela transpirable que formaba el uniforme de la organización. Acto seguido, algo duro y rígido impactó contra el suelo.

Poco tardó Deidara en caer en la cuenta de que era la máscara que cubría el inexpugnable secreto de Tobi.

El moreno se acercó a él y se arrodilló delante suya. Deidara trató de ver algo en las crecientes tinieblas. Una rayo de luna traicionera, danzando por un pequeño resquicio de la ventana, iluminó levemente su rostro. Vislumbró el destello de uno de sus iris.

El hermoso color de la sangre.

Respirando con dificultad, Deidara levantó ambas manos y, con delicadeza, las posó en el rostro del moreno. Tocó una piel suave y agradable al tacto. Empezó su inspección. Rozó unas cejas poco pobladas pero espesas, elegantes. Deslizó los pulgares por el puente de una nariz estilizada y bastante pequeña. Por último, pasó sus dedos sobre unos labios finos y carnosos, sobre un mentón leve. El aliento caliente de este le golpeaba en el rostro.

"No entiendo por qué se tapa la cara... Por lo que he notado, debe ser muy guapo..."

Enrojeció ante aquellos pensamientos. ¿Por qué sentía algo así por alguien que no era Sasori?.

Notó las manos del mayor en sus hombros, acariciándolos con suavidad. Después, aquellos mismos dedos que descendieron por su torso hasta coger el borde de su camiseta. Mientras iba subiéndola poco a poco, le plantó un beso fugaz en los labios. Fue un contacto corto, pero lo suficientemente duradero como para que Tobi recorriera la boca de Deidara con la lengua, explorándola, probando su saliva que le supo a glória.

Cuando separaron sus labios, Tobi empujó los hombros del menor y le recostó sobre el futón, apoyando parte de su peso sobre su abdómen. El mayor terminó de subirle la camiseta y, con un leve toque de picardía, dio un golpecito con la punta de la lengua en el pezón izquierdo de Deidara. Escuchó un leve gemido en la oscuridad, aunque se extinguió rápidamente. Dedujo que aquel trato le estaba gustando a su compañero, de modo que siguió con ello. Ensalivó el pequeño punto para luego marcar círculos a su alrededor con su boca, al tiempo que prestaba atención al otro con su mano izquierda. La respiración de Deidara estaba acelerándose. Sus jadeos eran cada vez más audibles. Denotaban un placer que no había recibido en mucho tiempo. Un agudo grito se escapó de su garganta cuando notó un mordisco en el endurecido pezón. Se estremeció y apartó la cabeza bruscamente, ruborizado.

Al cabo de unos minutos de deliciosa tortura, notó aquellos labios ascendiendo por su cuello, dejando un camino de calor y saliva adherida a su piel. Suaves mordiscos que marcaban una senda de pasiones escondidas. Ambos suspiraban entre beso y beso. En ello, Tobi terminó de despojarle de la camiseta de red y, como si nada, hizo descender sus manos para desabrocharle los pantalones. La respiración de Deidara era más frenética a cada segundo que pasaba. Sus manos se aferraban a los bordes del futón con más fuerza de la necesaria. El ser poseído de nuevo parecía excitarle de un modo insospechado.

El rubio entero dio un respingo y un grito de sorpresa cuando la mano de Tobi se alojó entre sus piernas, acariciando superficialmente su masculinidad. Sin embargo, Deidara se incorporó levemente y demostró una expresión de moléstia.

- Ni se te ocurra, un... -le amenazó- Eso siempre ha sido trabajo mío... -explicó, tratando de alcanzar aquella zona del moreno con una de sus manos, dotadas de bocas.

Pero antes de poder hacer nada, a pesar de la oscuridad en la que estaban sumidos, Tobi aferró su muñeca y le impidió moverse. Sorprendido, Deidara miró al resplandor rojo de su mirada.

- Ahora ya no estás con Sasori, Deidara-sempai... No lo olvides... -añadió, chupando su cuello con deleite- En estos momentos, eres mi uke...

Deidara no alcanzó a más que enmudecer ante aquella declaración. No imaginaba a Tobi tan...posesivo.

Su uke... Sasori nunca le había llamado así.

Para cuando pudo darse cuenta, Tobi ya le había bajado los pantalones, los cuales yacían tirados a un lado, sobre el suelo. Sus dedos se enredaban en sus mechones dorados mientras besaba su estómago, siguiendo la curva del ombligo. Deidara se estremecía ante aquellos besos, pero no dijo nada, ni se inmutó, sólo hasta que el moreno le arrancó la ropa interior. Fue entonces cuando volvió a respirar deprisa.

En la penumbra, pudo ver como Tobi se desprendía también de la parte inferior de su indumentária, quedando en iguales condiciones. De pronto, le embargó un calor y un rubor que se le hacían incomprensibles. Muchas veces antes había estado en aquella situación... ¿Por qué sólo entonces...?. Antes de darse cuenta, notó las manos de Tobi posadas en sus rodillas, separándolas levemente. Las dudas le sacudían, pero era incapaz de articular palabra alguna.

- ¿Seguimos, Deidara-sempai...? -sugirió el otro en las tinieblas.

Deidara quería saber qué era aquella sensación. No era nada parecido a cualquier sensación que hubiera tenido nunca. Y sabía que aquel era el único modo.

Se incorporó un poco y rodeó el cuello del moreno con ambos brazos, hundiendo la nariz en su cuello.

- Sí...un... -asintió.

Antes de hacer nada más, sin embargo, se unieron de nuevo en un beso pasional, ardiente, sobretodo húmedo. Las lenguas se entrelazaban salvajemente, sin medidas ni reparos, únicamente una lujúria creciente y un hambre voraz. Quedándose ya sin respiración, se vieron obligados a dejarlo. Sólo entonces Tobi levantó cogió con una mano la pierda derecha del rubio y la cargó sobre su hombro diestro. Después, Deidara pudo entrever en la ténue penumbra que le tendía tres dedos. Sabía de sobras cómo iba todo aquello. Con ternura pero una inseguridad que aumentaba por segundos, cogió su mano por la muñeca y ensalivó los dedos con su propia boca, ayudándose de la lengua. La dulzura con la que hacía algo tan simple conmovió a Tobi. Con la otra mano, el moreno se encargó de deshacer la coleta de su pareja, dejando su melena rubia suelta y desparramada. Se miraron por unos instantes y después siguieron.

El silencio fue roto por un chillido provinente de la boca de Deidara. El rubio echó la cabeza hacia atrás, instintivamente, al notar un dedo penetrar en su cuerpo. Le dolía y sabía que la culpa era suya, estaba demasiado tenso y a la defensiva. Se aferró al cuello del moreno, entornando los ojos y suspirando para reducir la tensión. Se puso de nuevo en alerta al notar un segundo. Se le escapó un gritito, pero se apresuró a silenciarlo. A aquellas alturas, ya estaba sudando a raudales. Tobi no dejó de besar su cuello de un modo cariñoso hasta que introdujo el tercer dedo. Ahí fue cuando Deidara abandonó todo reparo y gritó en su oído. Se mordió el labio inferior, notando unas pequeñas lágrimas alojadas en sus párpados.

Aquel dolor se redujo un poco cuando Tobi empezó a mover sus dedos en círculos, notándose más hábil de lo que se podría haber esperado en un principio. Deidara le miró, aún jadeando por el cúmulo de sensaciones.

- ¿Has...hecho esto antes...un? -gimió Deidara entrecortadamente.

- Una vez...con el que fue mi mejor amigo... -dijo- Aunque entonces fuí el uke... Pero igualmente no le quería como a ti...sempai... -le dedicó.

Deidara enrojeció ante aquel comentario y no precisamente por la excitación. Decididamente, Tobi era muy diferente a como fuera Sasori. Notó como, una vez lo hubo dispuesto todo, el moreno sacaba los dedos de su interior, dejándole un vacío doloroso.

- Vamos allá... -dijo Tobi, al parecer inseguro de tomar las riendas de la situación.

Besó esquivamente de nuevo a su rubio y después separó sus muslos con delicadeza, apoyando la otra pierna de Deidara en su hombro izquierdo. Acto seguido, sin dejarle tiempo a siquiera respirar, le penetró bruscamente.

Un grito de dolor restalló en las paredes cercanas. Deidara arqueó la espalda y profirió un llanto desgarrador. Tobi se asustó y empezó a agitar las manos en el aire. Distinguió sendos lagrimones corriendo por las mejillas del rubio.

- ¿Te he hecho daño, Deidara-sempai...? -preguntó Tobi, preocupado- Creía que estabas acostumbrado... ¿¡Qué he hecho mal...!?

Deidara gimió de nuevo con una expresión de dolor, con la cara brillante por el sudor, para luego aferrarse más a su cuello, lloriqueando como un niño asustado en su hombro.

- Hace mucho...que no hacía esto...un... -se excusó el rubio, tratando de camuflar su expresión de dolor- Eres un bruto...un...

- No digas eso... -gimió Tobi- Tobi es un buen chico...

El rubio trató de ver algo en la oscuridad, aunque su mente seguía débilmente nublada por el dolor. Arrugó las cejas, aún dolorido.

- Creo que estoy sangrando...un... -musitó.

Tobi se sintió terriblemente mal. De pronto notó como si sus ojos se llenaran de lágrimas. Lo había estropeado todo por culpa de su ineptitud. Se sintió fatal, decaído, muerto por dentro.

Le había hecho daño sin querer a la persona a la que más quería.

- ¿Eso significa...que vamos a dejarlo...? -dejó ir, en un susurro.

No obstante, la reacción de Deidara lo fue para nada la que había esperado. El rubio se incorporó sin ni siquiera una mueca de dolor y le besó sorpresivamente en los labios, con un descaro que tomó desprevenido a Tobi. Notó en su nariz un sublime olor a jazmines. Tras probar sus labios por un segundo, Deidara le dirigió una mirada sagaz e... ¿impúdica?.

- ¿Con quién te has creído que hablas...un? -sugirió- Me gusta este tipo de dolor... -se relamió los labios con malícia.

Definitivamente, aquello terminó por provocar una hemorrágia nasal en Tobi. El cambio de actitud de Deidara había sido demasiado para él. ¿Como podía ser alguien tan opuestamente bipolar? Era como mínimo desconcertante. No obstante, no iba a negar que aquel carácter le gustaba...

Y Deidara, como de un modo espontáneo, dijo lo único que le hacía falta para seguir adelante.

- Tobi es un buen chico... -susurró el artista, acariciando su pelo.

Una ánsia de protección se alojó en el pecho del moreno como una profunda sensación cálida y reconfortante. ¿Cómo podía alguien hacerle sentir tan bien? Jamás había sentido aquella felicidad, ni siquiera en su villa natal...

Se abalanzó sobre el rubio y le tendió de nuevo en el suelo. Una vez colocó de nuevo sus piernas sobre sus hombros, inició un leve movimiento hacia delante y atrás, alternativamente, en un llevadero vaivén.

Escuchó el gemir de Deidara, el cual mantenía los ojos cerrados y trataba de relajarse. El artista muy pronto abandonó cualquier intento de disminuír el dolor y empezó a jadear lujuriosamente, embriagado de placer. Sincronizó el movimiento de sus caderas con el ritmo que marcaba Tobi. Este, por su parte, se sentía en el mismísimo cielo. El calor, la humedad, la presión... era una sensación fantástica. Ahora entendía porqué todos siempre querían ser el seme...

Con una calidez desconocida para sí mismo, acarició el rostro de su rubio, notando el sudor que perlaba su piel. Deidara correspondió a aquel gesto cogiendo suavemente su mano. Tobi notó un suave y húmedo cosquilleo que le hizo reír, incluso a pesar de la acción que estaban teniendo. Las manos de Deidara no se estaban quietas.

Aumentó la fuerza y la profundidad de sus movimientos. Deidara se abrazó a él hasta que sus vientres estubieran en contacto. Después, respirando con dificultad, se acercó al oído de su amante.

- Sigue... más adentro...un... -rogó el rubio, dominado ya por el total éxtasis- ¡Un...! -exclamó cuando el moreno atendió a su súplica.

Tobi zarandeaba aquel cuerpo ajeno con una destreza descomunal. El indudable "poder" de aquel misterioso miembro llegó a impresionar a Deidara y a hacerle sentir pequeño y manejable. Pero para algo era el uke perfecto: adoraba ser manejado. El roce arrancaba en él sensaciones que creía ya muertas. El tacto del sudor de ambos deslizándose por sus cuerpos, una excitación casi bestial. Sus ojos se llenaban de lágrimas, pero ya no de dolor, sinó de puro placer. Un estremecimiento que recorría su cuerpo como no lo había hecho en varios meses.

Notó que el moreno penetraba hasta el fondo, llegando más profundo de lo que nunca nadie había llegado. Gritó plenamente en su oído, echando la cabeza hacia atrás y apretando más su cuello con ambos brazos, mientras Tobi le embestía con más fuerza de la que parecía humanamente posible.

Sintió aquel momento, un efímero instante supremo manifestarse en cada célula de su cuerpo, en su respiración, en su pecho que latía de un modo enloquecido. Buscaron a ciegas, desorientados en una lluvia sensorial, los labios del otro, con desesperación. Se alimentaron de la boca ajena, chupándose con deleite, mordiendo sus labios mientras unos jadeos inquebrantables les llevaban de la mano hacia el buscado orgasmo.

Notaron como se tensaban los músculos de ambos cuerpos, pero no por ello dejaron su frenético movimiento. Aquel éxtasis sin igual les alcanzó sorpresivamente, creando reacciones totalmente opuestas. Tobi levantó la cabeza y ahogó una carcajada que sonó a glória, una risa llena de alivio y felicidad. En cambio, su rubio compañero cerró los ojos con fuerza y ahogó un grito en la penumbra, con las lágrimas estallando en sus ojos.

- Sasori... -expiró Deidara, de un modo pletórico.

Una dolorosa sacudida atravesó el cuerpo de Tobi. Miró con su mirada sangrienta a su compañero, el cual acababa de colapsar sobre el futón, jadeando y llorando de puro placer desmedido. Podía ver su piel reluciente a causa del sudor. Pero, más que eso, veía sus ojos azules llenos de dolor y nostálgia.

Nostálgia hacia alguien que no era él.

Sintiéndose herido, hundido y masacrado, el moreno se retiró del cuerpo del rubio, provocándole un estremecimiento y un leve jadeo dolorido. A pesar del agotamiento que embargaba su cuerpo, Tobi consiguió sentarse, dándole la espalda. La imagen de Deidara llorando, tendido en el suelo después de haberle hecho el amor, bailaba ante sus ojos.

Deidara despertó de su shock y pareció darse cuenta por vez primera de lo que había hecho, de cuanto daño le había hecho a la persona que le había brindado su calor. Como pudo, se incorporó, aún dolorido, y cubrió su desnudez con una sábana que estiró de la cama cercana. Viendo el ademán del mayor por irse, se le lanzó encima y rodeó su cuello con los brazos, apretándose contra él.

- Lo siento... Perdóname...un... -lloró sobre su espalda, apenado- No quería...

No obstante, el otro no parecía prestarle atención. Era como si no existiera para él. Impasible y frío, como nunca le había conocido. Sin hacerle ningún caso, el mayor se puso en pie y se alejó dos pasos de él.

- ¡Tobi...! -gritó Deidara, llorando desconsolamente, tendiendo una mano hacia él- ¡Déjame explicártelo, por favor...un!

El aludido pareció atender a sus súplicas, porqué se detuvo levemente y se dio la vuelta, mirándole en la oscuridad con su iris color carmesí. Deidara parecía más pequeño que nunca, más débil, solo, como un niño que ha perdido la mano de su madre. Por primera vez pudo apreciar cuanto había sufrido aquella torturada alma.

- Aún...no he podido olvidar a Sasori...un -su llanto se hizo oír, al igual que su dolor, casi tangible- Sé que nunca me correspondió... pero yo le quería...mucho... Aún le quiero... Lo siento, Tobi... -gritó, hundiendo el rostro entre las manos.

Se deshizo en llantos, gritos de dolor retenido que estallaban contra las paredes y le daban un tétrico sonido. Tobi se mordió el labio inferior. No podía soportar ver a Deidara sufrir tanto. Tras inspirar un par de veces, se acercó e inclinó al lado del destrozado ser que yacía sus pies. Rodeó sus hombros temblorosos con los brazos y logró detener los estremecimientos. Recostó su rostro en su pecho y le sumió entre sus brazos. Notó como la mano de Deidara apretaba sobre su pecho, quizás queriendo notar el latir de su corazón. El artista seguía llorando sin consuelo posible. Demasiado desconcierto para tan poco tiempo.

Demasiados sentimientos que no comprendía.

- Te daré todo el tiempo del mundo, Deidara-sempai... -aseguró el moreno, acariciando su cabeza rubia- Aunque ahora no puedas, sé que algún día llegarás a amarme como yo a ti...

Besó su frente con ternura y se puso en pie, separándose de él, buscando su máscara entre las piezas de ropa tiradas en el suelo.

Tras él, un corazón que justamente empezaba a amar de nuevo.

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Estaba sentado en un sillón de la sala común, respirando el silencio como si se tratara de bocanadas de oxígeno. No quería pensar en nada, aún estaba muy decaído por lo ocurrido tres noches atrás.

Escuchó un sonido cercano, un leve caminar de unos pies indecisos. A su nariz llegó una aroma a jazmines. Reconoció de inmediato aquel perfume, al igual que las manos que, por detrás, hicieron resbalar su máscara para descubrir parte de su rostro. Acto seguido, unos suaves y tiernos labios puestos sobre los suyos.

Oyó gemir levemente a aquella persona mientras le besaba con ternura y cariño, recorriendo sus bocas con su propia lengua, mezclando la saliva de un modo placentero y deliciosamente húmedo. Por último, aquella voz grave que trataba de imitar un tono agudo.

- ¿He tardado mucho, boku no baka, un...?

 

Notas finales:

 

¿K tal? Bien? XD. Sé que es un rollo patatero, pero weno, espero que a alguien le interese XD.

Besotes a todos ^O~


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