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En una de mis tardes por sister_of_Itachi_and_Mu

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Notas del capitulo: Dejadme reviews porfa, aun que sea para criticarme. Acepto amenazas de muerte, pero solo las amenazas.

Hay tantas cosas que me revientan, tantas cosas que quiero olvidar para siempre, tantas cosas que he querido destruir, tantas cosas que me han hecho sufrir, pero sigo siendo yo, un simple ser humano que no tiene a nadie a su lado. Un simple ser humano que no puede cambiar su destino de vivir solo para siempe, solo por levantar la mano contra los dioses para proteger a Atenea. El castigo que se me ha inpuesto es ser un ser humano normal, lejos de la persona a la que amo, haciendo que olvide su cara, haciendo que esa persona se olvide de mi por si nos volvemos a encontrar en algún momento. Y me dijeron con estas palabras.

 

-Es un castigo más que suficiente para ti, alguien que ha levantado la mano a los dioses.

Y yo, desolado por las palabras, por su frialdad, no pude evitar llorar y decir.

-Se que merezco castigo, pero esto es una tortura. Cortadme los brazos, dejadme paralítico, pero no me separeis de su lado, no hagais que nos olvidemos.

Y con su frialdad, con aquella altividad, me dijeron sin reparos.

-El mayor castigo es el que te mereces. No vamos a dejar que seas feliz.

Y lloré, rogué e imploré para que no hiciesen eso, pero no quisieron escucharme. Y ahora, sabiendo que no me quieren escuchar, les sigo rezando para que me dejen verle aun que solo sea una vez o que me dejen recordar su rostro, su cabello… Solo una pequeña parte, aun que solo fuesen sus manos. Sigo rezandoles y ellos siguen ignorandome tal y como el día en que me impusieron esta pena.

 

He tenido sueños, sueños en los que hablo con alguien, es una voz muy masculina, arrogante incluso, pero que me habla con ternura. No puedo verle, las sombras le cubren el cuerpo. La única pista que tengo es que siempre que me habla termina diciendome ‘pato’ o algún sinónimo. Es duro saber que, seguramente, nunca volverás a verle y oirle, que la única vez que oirás su voz será en sueños, que nunca volverás a su lado.

 

Y sigo andando por las calles como siempre, buscando algún lugar para descansar después de ir al instituto. Sí, simplemente tengo 16 años y ya hablo como un viejo al que le quedan dos días para morir. Estoy enamorado de una persona que no recuerdo.

 

Me fijo que estoy en un pequeño parque, algo nostálgico, pero no se por qué. Y miro un pequeño lago que hay en el centro, con pequeñas barcas y un bonito puente con rosas enredadas en las barandas. Y ese color azul, ese azul que me hipnotiza, que me quita el aliento, me recuerda a él. No lo entiendo. Y siendo que algo cae, caen lágrimas de mis ojos. No pensé que llorase por esto. Ni sentí que tuviese ganas. Pero no puedo remediarlo, estoy llorando. Mientras miro aquel color azul no puedo evitar llorar.

 

Me giro, pretendo dejar de mirar el agua, pero algo llama poderosamente mi atención. Un joven de cabellos verdes, me suena… ¿Puede ser de alguna clase de mi instituto? Bueno, lleva el uniforme. Y algo me llama todavía más la atención. El chico que le acompaña, un chico alto, de cabellos azules. Unos ojos como el azul del lago. Puede que sea él a quien busco… ¿Realmente puede ser él? Siento como mi corazón quiere salirse de mi pecho. Siento como me voy poniendo rojo y veo como luce el mismo uniforme. ¡Increible! Vamos al mismo instituto y nunca me había dado cuenta.

 

Y algo toca mi hombro. Una mano morena, es Seiya, que se había quedado atrás por querer comprar no sé que revista de no sé que cosa.

-¿Te pasa algo, Hyoga?

-No… Bueno… ¿Sabes quienes son esos?

-Sí, son los hermanos Shun e Ikki. El peliverde es el pequeño, Shun, va a la clase C y el mayor de 17 años, Ikki, no sé a que clase va. Es de un curso superior. ¿Por?

-Nada… Simplemente me suena su cara de algo…

-Normal. Shun siempre gana los premios de dibujo de todos los años e Ikki siempre gana los de karate. Me daría miedo meterme con él. Y no te metas con Shun o viene y te pega una que te vas al hospital.

-Ya veo… “Siento como si conociese a esos chicos… Y siento, que no han cambiado”.

-Bueno, vamos o llegaremos tarde a casa. Tengo mucha hambre.

-Claro, perdona, ahora soy yo el que retrasa.

 

Y seguimos andando hasta llegar a casa de Seiya, donde vive con su prima Saori. Me despido de él y sigo mi camino. Para mi sorpresa, algo vuelve a llamar poderosamente mi atención. Unos cabellos azules que doblan la esquina y no puedo ver que tengo a mi alrededor. Y choco, choco contra un grupo de tios, parecen yakuzas.

-Eh, ten cuidado niñato.

-Disculpad.

-Esto lo pagas caro, has hecho que al jefe se le caiga la bebida.

-Disculpad yo… Le pago otra…

-¡Con eso no lo arreglarás, niñato!

Alza el puño para golpearme, cuando estoy a punto de recibir el golpe, veo como una mano sugeta la del tipo. Y sigo el brazo hasta divisar el propietario… Ikki.

-¿Qué pretendeis hacer? ¿No ha pedido ya disculpas y ha dicho que pagaba?

-Mira tio, no te metas. Este niñato le ha jodido al jefe su bebida.

-Estúpido. ¿Es que no sabes quien soy?

-¿Por qué debería saberlo?

-Mira, yakuza de cuarta fila. Soy el jefe de tu jefe y del suyo y del otro. Endiendes, soy tu jefe. Me debes ovediencia. Soy Ikki, el Fenix. Y si digo que a una persona no se le toca, no se le toca. Mis órdenes son incuestionables.

 

Mierda, no jodais que estoy enamorado del mayor yakuza de todos. Si entre tonto y afectado por los dioses estoy condenado a ser un infeliz.

-Disculpe, señor Ikki. No sabía…

-Pues más te vale correr la voz de que al jovencito que tienes delante no se le toca. Juro que como alguno de los yakuza le toque, no voy a contentarme con cortarle a esa persona un dedo, también te lo cortaré a ti.

Sonríe maliciosamente, demostrando que es capaz de eso y más. Los chicos, asustadísimos, salen corriendo.

-Tranquilo, no te volverán a molestar. Siempre se lo tragan. Se creen que soy el jefe y eso… No me puedo creer que sean tan pardillos. Yo, yakuza, ni loco.

Resoplo para mis adentros, menos mal, no es un yakuza, pero tiene toda la pinta.

-Gra… Gracias… Yo… Esto…

-Tranquilo. No me gusta ver que se meten contra los otros por qué sí. Y menos si son más débiles o son un número mayor. Te recomiendo que vigiles más a partir de ahora, no voy a estar siempre para salvarte el culo, pero conformate con los yakuzas.

 

Se gira y comienza a marcharse. No soy capaz de decir nada, simplemente estoy callado, sin decir nada, con cara de idiota. Con la boca abierta de par en par. Me ha salvado… Me ha salvado… ¡Me ha salvado y no he sido capaz de decirle nada más que gracias! ¡Soy un imbecil, un maldito imbecil! Pero ahora puedo confirmar que es él. Esa voz tan seductora y masculina solo pude ser suya.

 

Sigo andando hasta llegar a mi casa, esperando que no haya nadie por qué entonce me caería la del pulpo por llegar tarde. Pero, como siempre, mis peticiones no son escuchadas por los dioses.

-¡¿Dónde has estado?!- Me grita la loca histérica de mi madre.

-Es que Seiya tenía que comprarse unas cosas para un trabajo y nos hemos parado en una librería. Había mucha gente y…- Que cosas debo inventarme.

-Bueno, date prisa, que tenemos la cena lista.

-Sí, ahora mismo dejo la cartera y bajo a cenar.

 

Subo corriendo a mi cuarto, por si a mi madre le dar por gritarme algo más, no estar presente. Dejo mi mochila, pero no puedo evitar sonrojarme al recordar la cara de Ikki. Dejando mis cavilaciones a un lado, junto con mi mochila, bajo a cenar. Los platos ya están puestos en la mesa. Mi padre deja el periódico a un lado, mi madre comienza a servirme un poco de arróz, me mira a la cara y pregunta.

-¿Te pasa algo? Estás extraño.

-No.- Le miento, no tengo ganas de que me siga preguntando.- No es nada.

-Dime hijo. ¿Es acaso que estás enamorado?

¿Cómo puede haberlo acertado así? De una sola frase ha desarmado mi mente.

-No… Esto…

-Vamos, dime quien es la afortunada.

-¿Afortunada?- Me pregunto más a mi mismo que a ella. Pues afortunada… Es un chico. No creo que sea afortunada precisamente.

-Sí, la chica.- Da por sentado.

-Esto… No… Seguro que no te lo esperas…

-¿Es la prima de Seiya? Saoir, creo que se llama.

-No- Más te gustaría que fuese una chica, la que fuera.

-¿Es de tu clase?

-No.

-¿De otro curso?

-Sí. Digo… Más o menos.- Es cierto que es de otro curso, pero no es una chica.

-¿Cómo se llama? ¿Quién es?

-Bueno… Es que… No hemos hablado…- No en una conversación normal.

-¿Enconcen solo la conces de vista?

-Más o menos… Nos hemos dirijido un par de palabas y ya… Bueno y gracias a un pequeño accidente por despistado…

-Dime quien es.

-Pero jurame que no te atragantarás, enfadarás o moriras por lo que te diga.

-¿Tan fea es la chica?- Menudo comentario.

-No, es una persona extremadamente bella.

-Entonces…- Sigue insistiendo- ¿Quién es?

-Es… Esto… U… U… Un… Un chico… De un curso superior… Se… Se llama Ikki.

-¿Qué, un chico?

Y ahora es cuando le da el jamacuco, se cae de la silla, le dan unos espasmos y se queda inconsciente hasta mañana a la hora de desayunar.

 

Parece que a mi padre no le ha afectado la noticia, sigue con la misma cara… Mejor dicho, con la misma postura… Puede que sí le haya afectado… Se han quedado en shock. Y no les culpo, hasta yo estoy un poco en shock. Dioses, quiero verle.

 

Termino de cenar, estoy harto de cenar solo, mi madre está ahora sentada, pero en shock permanente, al igual que mi padre. Por lo que soy el único que cena en estos momentos. Cuando ya no tengo nada en el plato, lo dejo en el fregadero. No tengo ganas de limpiar nada, simplemente tengo ganas de que llegue mañana. Por lo que subo corriendo a poner los libros que tocan para mañana y me quedo mirando largo rato por la ventana hasta que un poco de sueño empieza a cerrarme los ojos. Me levanto y desago la cama para tumbarme. Parece que esta noche va a hacer mucho calor. Abro la ventana y duermo destapado. Últimamente, hace tanto calor que asficsia. Cierro los ojos.

 

Ya es por la mañana. Los rayos del sol me dan directos a los ojos y tan pronto los abro que mi despertador suena. Lo paro, me dirijo a la ducha, donde, con el agua más fría que caliente, me ducho rápidamente para bajar a desayunar.

-Esto hijo…- Dice mi madre entre susurros- ¿Estás seguro que te gusta un chico?

Ya tenía que sacar el tema, con lo tranquilo que yo estaba.

-Sí, estoy enamoradísimo. Tanto que solo puedo pensar en él. Y ahora, si me lo permites, quiero desayunar tranquilo.

Digo mirando a las tostadas que están casi calciandas… Vaya… Será mejor que hoy no desayune… Puedo tener algún tipo de rebentón interior si me como esto.

 

Me levanto de la mesa para ir a coger la mochila y salir de casa. Me pongo los zapatos y salgo corriendo tan pronto como veo a mi madre intentando decir otra de las suyas. Llego a casa de Seiya, pico al timbe y sin responder sale de casa junto Saori.

-Hola Seiya, hola Saori.- Les digo con cara de idiota al recordar que había pasado no mucho antes y no muchas calles atrás.

-Hola, Hyoga.- Mi dicen al mismo tiempo.

 

Y seguimos andando hasta el instituto. Saori no para de hablar en todo el camino, Seiya está agitadísimo, como siempre y, yo, quieto, sin decir nada, sin escuchar a nadie. Y me doy cuenta que de tanto cavilar y cavilar, sin fijarme en las calles o lugares, ya estoy ante la puerta del instituto. Parado, viendo como Seiya habla con otro chico de no sé que clase. Shiryu, creo que se llama… Me dijeron que estaba con Sunrey, mi prima lejana… Tan lejana que no creo que seamos familia.

 

Pero dejando eso de lado, sigo andando hasta llegar a los pasillos, sin querer vuelvo a chocar, contra un pecho amplio, denotando que es de un chico.

-Ten cuidado, podría ser otro yakuza.

-Esto…- ¡Ikki!- Disculpa… Yo… Lo siento…

-Vigila, podrías crearte problemas si vas tan despistado.

Y siento como Seiya se acerca cautelosamente.

-Disculpa. Estaré más atento.

-Eso te toca, pato.

Y se gira para seguir andando.

-¿Qué me llamaste pollo quemado?

-Eso, pato.- Dice despidiendose con la mano.

 

-¡Hyoga! Que suerte has tenido. Ikki es muy agresivo, podría haberte hecho polvo. No creo que hayas sido capaz de insultarle y salir vivo. Le has pillado de buen humor.

-Yo no creo que sea tan mala persona… Es bastante amable…

Seiya abre los ojos como platos, está alucindando con mis palabras. ¿Es que tan mala reputación tiene el chico?

-No me lo creo. Será amable con su hermano y contigo, por qué con los demás…

-Pues me ayudó el otro día… Justo después de despedirnos. Me ayudó contra unos yakuzas que salieron corriendo al instante.

 

Y al darnos cuenta de que no hay casi nadie en los pasillos salimos corriendo hasta el aula, por suerte, todavía no ha tocado el timbre y el profesor no ha entrado. Y las clases pasan y pasan… Que aburrido y pesado se me está haciendo el día… Pero aun siendo tan aburrido no puedo dejar de pensar en esos cabellos y ojos azules arrebatadores.

 

Es la hora del almuerzo y me dirijo al comedor, junto Seiya y su amigo Shiryu que algunas veces se viene con nosotros a la hora del almuerzo. Me pongo en la fila y cojo una ensalada y un bocadillo… Para beber una botella de agua.

 

Para cuando salgo de la fila, siento una mano que topa con mi culo y hace que se me caiga casi todo. Es Gon, como siempre, tiene que tocarme el culo. Estoy harto. Pero que muy harto de sus bromitas como llamarme ‘nena’. Con la bandeja le doy en la cabeza y puedo oir como todos los del comedor empiezan a gritar y esperan la pelea.

 

Gon me coge del cuello de la camisa, levantandome a pulso, sintiendo su asqueroso aliento en mi cara.

-¿Qué acabas de hacer?

-Estoy hasta las narices de ti, Gon. Como vuelvas a tocarme te juro que…

-Mira, nena- Me interrumpe- Mejor te callas…

Pero no le dejo terminar, le doy un rodillazo en el estomago, de forma que cae al suelo, y, al instnate, siento un aire en mi espalda. Me gijo y veo como un tipo cae al suelo. Es Ikki que le ha golpeado.

 

-Pato, vigilate la espalda. ¿A que viene todo esto?

-A nada, pollo. Simplemente me tiene muy harto con tanto juego. Siempre creyendose mi amo y señor. Haciendo cosas y diciendo otras que me dan ganas de… De…

-Vamos, relajate. Ya le has dado. Y le has dado a base de bien. Creo que se cansará de ti pronto. O como mínimo no te volverá a tocar hasta dentro de unos días.

-¿Debería darte las gracias?

-Claro que sí, pato.

-Tengo nombre, pollo. Me llamo Hyoga.

-Pues Hyoga el pato, me llamo Ikki…

-Ikki el pollo.- Le interrumpí de forma descarada.

-Lo que sea. Parece que sabes pelear. ¿Quieres apuntarte a karate?

Unos murmullos se formaron a nuestro alrededor. Quizás por pegarle a aquel tipo o segurmanente por decirle ‘pollo’ a Ikki y salir vivo.

-¿A karate?

-¿Eres sordo? Eso he dicho.

-Bueno, que tengo que hacer.

-Pasate al acabar las clases por el club y te informaremos.

-Bueno… Iré… Y gracias, Ikki.

-De nada, Hyoga.

 

Y veo como se va con su hermano pequeño, Shun. Que envidia… Puede pasarse todo el tiempo a su lado, agarrado como va de su brazo… ¿Ese no es el típico movimiento que hacen las chicas? ¿Le habrá salido un hermanito femenino? Mmmm…

-Hyoga… Has… Has… Salido vivo de insultarle…

Oigo la voz de Saori a mi espalda y me giro a mirarle y veo que no es la única con los ojos como platos. Todos lo presentes estaban con la misma cara y tan pronto me quedo mirando a Saori de nuevo oigo a Seiya con una de sus anotaciones.

-Ikki te ha dicho que te apuntes a karate… Solo lo hace con las personas que le han caido bien… Y eso no ha pasado nunca, hasta ahora…

-Bueno, ya dije que era buena persona…

-Hyoga, seguro que te está tendiendo una trampa para violarte o matarte.- Dice la peliculera de Saori que no se pierde ni una sola telenovela. Pero si me violase yo no opondría resistencia, sería consentido… Más bien un día lo violo yo a él.

-Vamos, Saori- Le digo- Seguro que no es ese tipo de persona. Se le ve muy amable.

-Sí, con su hermanito.- Se oye a Shiryu con su típico rostro serio.

-Decid lo que querais, yo me mantengo en mi palabra.

 

Pero tanta pelea y tantas emociones, se ha pasado la hora del almuerzo y estoy muerto de hambre. Y voy a clase con el estomago vacio, me duele y no me deja concentrar. Pero bien pensado no he estado concentrado en todo el día. Ikki… ¿Qué esta haciendo?

-Señorito Hyoga. Responda a la prengunta 3.

-Sí.

Que susto, no me había dado cuenta de que me estaban hablando. Menos mal que por lo menos estoy en la página que toca y se me la respuesta, sino seguro que me saca al pasillo. El profesor este es muy estricto y a la mínima te saca al pasillo. Pero es día pasa y sigo ensimismado en mis pensamientos. Ikki y más Ikki en mi mente. El tiempo pasa volando cuando me lo imagino, cuando piensa en que puede estar haciendo ahora. Y la campana me saca de mis pensamientos, eso quiere decir que debo ir a karate.

 

-¿De verdad piensas ir?- Pregunta Seiya por no sé cuanta vez.

-Sí, voy a ir. Deja ya de preguntarlo.

-Bueno… Te acompaño, por si acaso.

-Te digo que no hace falta. Que no es ningun psicópata ni nada.

Quien sabe… Algo de instintos salvajes tiene… ¿Será así en la cama? ¡¿Qué haces pensando en esas cochinadas?!

 

Seguimos andando, bajando las escaleras hasta llegar al patio, donde podemos ver la puerta del gimnasio con algo de luz en el interior. Nos acercamos lentamente, en silencio, pero la puerta siempre chirria cuando se abre. Todos quedan quietos. Estan entrando en el vestuario poco a poco.

-Esto… ¿Está Ikki?- Pregunto algo tímido.

-Sí, ahora mismo sale. Está en el vestuario. Espera, voy a llamarle.

El chico se va y otro se me acerca.

-¿Quién eres? Normalmente solo viene por aquí su hermano.

-Bueno… Me llamo Hyoga y… He venido por que quiero apuntarme a karate.

Realmente vengo por qué Ikki me lo dijo… Lo que diga Ikki a misa.

 

Y tanto pensar en él, veo como se acerca con el kimono de karate. Un atuendo bastante sexy si es él quien lo lleba. Y no puedo evitar mirarle de arriba a bajo. Me gustaría tanto quitarle la ropa… Mierda… Si sigo así me pondré rojo…

 

-Hola, pato.

-Te dije que tengo nombre, pollo.

-Claro… ¿Cómo era?

No me lo puedo creer… ¿Se ha olvidado?

-Hyoga, vamos, ven.

No, no se ha olvidado… Pero… Me lleva hasta el centro. Donde puedo ver las marcas del suelo que denotan donde termina la zona de lucha. Ikki llama a uno de los jovenes. Parece de primer curso y por lo que dice se acaba de apuntar hace poco.

-Empezad a pelear. Como querais. Podeis utilizar todas las partes del cuerpo. Pero solo ganareis si conseguis hacerle una llave al oponente dejandole inmovilizado en el suelo.

Y nada más grita ‘Empezad’ el chico se avalanzo sobre mi cuerpo, reacciono sin darme cuenta y de un tirón, lo elevo por mi espalda y lo lanzo al suelo al más puro estilo judo. Cuando veo que está en el suelo, me pondo encima y le atrapo piernas y brazos para impedir que se mueva. El chico tiene fuerza, pero no la suficiente para levantarme.

 

-Bien, parad. Gana Hyoga el pato por hacer judo.

-Bueno, es que en su tiempo hice judo y algo se me ha quedado.

-Bueno, a partir de ahora no valen esas llaves, vas a tener que aprender nuestras normas y esforzarte para intentar ganarme. Soy el capitán y no permito que en este lugar hayan bagos. Mañana, después de clase, pasate por aquí, te daré un kimono y ya puedes empezar a trabajar duro.

-Claro, capitán pollo. Nos vemos mañana.

-¿Cómo que pollo? ¡Te dije mi nombre!

-¡Y yo el mío!

Le digo mientras salgo corriendo del gimnasio con él detrás de mí. Es muy rápido, está apunto de alcanzarme. Y cuando lo hace me levanta como si fuese una pluma, me pone en su hombro como si de un saco me tratase y me entra de nuevo en el gimnasio.

-Pues ahora te quedas hasta que termine. Como intentes escaparte verás.

Me dice. Sé que no va enserio, pero me quedo para ver que hace.

 

-Bueno, Hyoga, tengo que irme.- Dice Seiya.

-Adiós.- Le digo sin mirarle, estoy demasiado ocupado mirando a Ikki.

Es realmente fuerte, en todos los combates que lleva no ha perdido ni uno.

-Como te pasa Ikki, normalmente te dejas un poco.

Dice uno de los chicos que se soba las costillas tras un buen golpe recibido.

-Debes ser tú que cada día te vuelves más fragil.

-Ikki, es cierto- Dice otro chico que había luchado con él antes.- Te estás pasando un poco, siempre te dejas un poquito.

-Pero si siempre me dejo, el día que os den de verdad os matan. Acostumbraos.

Me encanta… Tan autoritatio, masculino, sexy, fuerte, duro, guapo… Es irresistible. Me derrito al ver como se mueve.

-Escucha pato, voy a cambiarme. Como cuando salga no estés te juro que mañana, en mitad de clase, voy y te saco.

-Como digas, capitán pollo churrascado.

 

Veo como se va lentamente y los chicos del club, unos 17, se me quedan mirando. Sí, lo sé, le he insultado y he salido vivo. Que pesaditos. Cambiad la expresión.

-Perdona… Pero… ¿Estás saliendo con Ikki?

¡¿Cómo?! ¡¿Ha preguntado lo que creo que ha preguntado?!

-¡¿Qué?!- Solo soy capaz de gritar eso.

-Es que como le dices cosas y no te pega, te protege y eso… Pues parece que teneis algún típo de relación.

Una sombra se levanta sobre el chico, un golpe le da en la cabeza y una voz se alza.

-¡No digas cosas raras, niñato!

Ikki, con sus buenos modales y su cariño absoluto.

-Ni caso, los niños estos siempre están diciendo tonterías. Si te vuelven a preguntar ignorales o diles que simplemente tenemos sexo sin compromiso.

Dice sonriendo como si lo último que ha dicho fuese lo más normal del mundo.

 

Estira su brazo y me levanta del suelo con la misma facilidad que antes para subirme a su hombro. Realmente tiene un brazo musculado, pero sin pasarse, lo justo para que sea agradable a la vista. Esta camiseta le queda de vicio… Se la quitaría.

-¿Dónde vives?

-Dos calles más arriba de donde nos conocimos.

-Pues yo tres.

Y encima casi vecinos y yo sin saberlo. Me parece que me haré amigo de su hermanito para visitarle muy a menudo por trabajos… O iré para preguntarle cosas de karate que no entienda y me haga llaves en el suelo de su cuarto para…

-Bueno, vamos.- Y eso voz tan irresistible me saca de nuevo de mis pensamientos.

-Claro.

 

Salimos del gimnasio con los ojos de los 17 chicos clavados en la nuca. Demandando una explicación más lógica que la de que estamos saliendo juntos. Ikki, que antes tenía una expresión sería, ahora tiene una un poco más relajada, más alegre, por así decirlo.

-Oye… ¿Te ha vuelto a molestar los yakuza?

-No, nos lo he vuelto a ver. Bueno, solo ha paso un día.

-Lo suficiente. Pero mejor así. No me gustaría que te lastimasen.

¡¿Qué acaba de decir?! ¡Revovina la cinta! ¡Quiero volver a oirlo! ¡Repítelo! ¡Repítelo!

 

Y no me doy cuenta que casi estoy al lado de mi casa, que ya es el momento de ir despidiendome de Ikki, muy a mi pesar. Siento que solo queda una calle… Media… Estoy delante de mi casa. Me detengo y él me imita.

-Bueno, vivo aquí. Adiós.

Le digo, pero cuando estoy a punto de estirar mi mano para estrecharlas, siento como una sensación dulce me invade. He parpadeado un segundo siento esto… ¿Qué es? Es Ikki, Ikki besandome. Besandome de forma sensual, sintiendo como empieza a abrir su boca para que yo le imite, y le imito, abro mi boca y dejo que nuestras lenguas, la mía algo más cohibida que la suya, jueguen a ser feroces. La falta de aire hace que nos separemos y sin decirme nada, Ikki, se marcha a su casa.

 

Dioses, me muero… Me ha besado… ¡Ha sido él quien me ha besado a mí! Decidme que no sueño, decidme que esto no es producto de un golpe en la cabeza. Decidmelo. Me lamo un poco los labios, todavía tienen su sabor… Dioses, ya puedo morir tranquilo, me ha besado un ángel. Cierro los ojos sin evitar morderme el labio inferior mientras un escalofrío recorre mi espalda. Pero no puedo estarme fuera todo el día. Saco las llaves y entro en casa, muchos mediodías mis padre están trabajando. Es una suerte, pues hoy llego tardísimo. Casi ya no tengo tiempo para comer, pues es más la hora de no hacer nada. Aquellas horas que te tiras ante el ordenador o viendo los programas de televión justo después de comer, cuando tienes más ganas de dormir.

 

Me preparo algo ligero, ya no es hora de comer. Pero con todo el día que llevo tendría que estar hambriento. Pero todo lo contrario. Ese beso me ha quitado el hambre y la respiración. Todavía no me lo creo. ¡Ha sido él quien me ha besado a mí!

 

Justo termino de comer y dejo los platos en el fregadero que oigo el timbre.

-¡Voy!- Como si fuese a escucharme o algo…

Me dirijo a la puerta y descuelgo el telefonillo.

-¿Sí?

-Hyoga, soy Seiya.

-Ah, pasa, pasa.

Abro fuera y luego la puerta del interior. Cuando Seiya entra, primero se descalza y luego nos dirijimos a mi cuarto para que le pueda contar todo.

 

-¡No adivinarás lo que me ha pasado!- Le grito sin control.

-Dimelo y deja de gritar.

Es cierto, desde que ha entrado no he parado de soltar pequeños gritos.

-¡Me ha besado!

-¿Quién te ha besado?

-¡Ikki! ¡Ha sido increble! ¡Ikki me ha besado! ¡Todavía no me lo pedo creer!

-Esto… ¿Debo alegrarme o algo así? ¿O debo enfadarme con Ikki?

-Es evidente que alegrarte. ¡Me ha besado! ¡ME HA BESADO!

-¡Eso ya lo has dicho! Deja de gritar, te entendido a la primera. ¿Tanto te gusta?

-Demasiado… ¡Me ha besado él! ¡No he sido yo sino él!

-¡Ya, eso ya lo has dicho!

-Es que no lo puedo evitar. ¡Me ha besado!

-¡Como lo vuelvas a decir te pateo la entrepierna hasta conventirte en tia!

-Perdona, pero ya te he dicho que no lo puedo evitar. Es que me gusta y ahora va él, sin ton ni son, me besa y se larga… Me había hecho quedarme para besarme… Me había hecho quedarme para besarme… ¡LE GUSTO!

-Una cosa… Estás loco. Dejalo estar, si le gustases se habría quedado.

-Gracias hombre. Bastaba con que dijeses felicidades o algo así. Es que le quitas las ilusiones a cualquiera.

-Pero es que es la verdad.

 

Y tras una larga charla, en la que Seiya me destroza las ilusiones que me hago… Solo faltan cinco minutos para que mis padres lleguen y Seiya debe irse. Le acompaño a la puerta y allí nos despedimos hasta mañana. Pero como aquel que dice, no hemos terminado de despedirnos que mis padres ya están por entrar.

-Hola hijito.

Que mal me suenan esas palabras, siempre me dicen eso cuando quieren hablar conmigo, según ellos, seriamente.

-Hola papá, hola mamá.

Les digo, espero que me den tiempo para poder correr hasta mi cuarto. Pero cierro la puerta tras los pasos de Seiya y mis padres me mandan sentarme con ellos.

-Ven, hijo, sientate.

-Voy…- Que no sea por lo de Ikki, que no sea por lo de Ikki.

 

-Hemos comprendido que te sientes más atraido por los hombres y queremos que sepas que lo aceptamos, queremos conocerle, traelo algún día a casa.

¡No me pueden estar diciendo lo que estoy escuchando! ¡Me engañan los oidos! ¿Quieren que traiga a Ikki a casa para conocerle? Pues… Hay un pequeño problema.

-Esto… Es que… Bueno… Nos conocemos muy poco y no le puedo soltar: ‘Ven a mi casa que mis padres quieren conocerte’. O algo parecido. Pero me voy a apuntar a karate y allí puede que nos hablemos un poco más.

-Pues traelo algún día. Queremos saber si es un buen chico.

Muy buena reputación no tiene, pero conmigo no lo demuestra.

-Papá, es muy buen chico.- Esperemos…

 

Y una vez a mi madre se le ha pasado el ‘traete el chico a casa’ y a mi padre lo de ‘tenemos que saber si es buen chico’, subo a mi cuarto para escapar de cualquier otro comentario que puedan soltarme. Lo raro es que parece que se lo han tomado muy bien, demasiado bien. Espero que si por alguna casualidad de la vida Ikki viene a mi casa no estén mis padres o si están, que sea astuto y sepa esquivar los comentarios.

 

-Hyoga, cariño, la cena está lista.- La voz de mi madre suena detrás de mi puerta.

-Ahora salgo.

Me levanto de la silla en la que me había sentado nada más subir, voy y cuando abro la puerta veo a mi madre con una gran sonrisa, me parece que cree que pronto vendrá Ikki. Al menos eso es lo que su rostro me dice. Espero que mi padre sea más normal y no diga o haga nada más sobre esto. Vale que lo acepten pero…

 

Ya estoy bajando y me encuentro en la mesa unos platos magníficos, platos que normalmente mi madre solo los hace para invitados o celebraciones. Se está pasando con lo de Ikki. Espero que no le de por venir al instituto para verle. Oh, ya que estoy, voy a decirle que me de el dinero para la matrícula de karate.

 

Pero es que no se que decir ahora que estamos cenando.

-Cariño- Suelta mi madre- ¿Necesitas dinero para la matricula de karate?

-Sí, pero no se cuanto… Mañana sabré el precio seguro…

La verdad, con tantas cosas se me había olvidado preguntarle el precio a Ikki.

-Pues cuando me lo digas, te doy el dinero.

-Hm…- Doy como respuesta. Entre que tengo la boca llena y que no sé que más decir, creo que esto es lo más acertado.

Notas finales: Gracias por leerme, espero que querais seguir hasta que lo termine. Gracias a aquellos que me dejen reviews. Como ya dije, aun que sean para amenazas de muerte. Arigatô.

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