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Midnight Talk por Fake Flower

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Notas del fanfic:

Cosas que una escribe en momentos de ocio a las 2 de la mañana. ♥

Que se note que soy PÉSIMA escribiendo finales. Y que se me va la inspiración cuando tengo sueño. (Aunque el final lo escribi al otro día, después de almuerzo, cuando estaba BIEN despierta :'D)

Dedicado a mi monga hermana gemela malvada que siempre pide por fics alegres. ♥ Te amo, Lain-shi. :'D *Aunque never in your life vas a ver esta dedicatoria. LOL*


Su mirada la mantiene fija en el techo, sus manos jugando entre ellas mientras espera. Espera a que entre su compañero de habitación. Como siempre, habían hecho el juego de piedra, papel y tijeras para decidir quien entraba a qué habitación, siendo él el primero en elegir obviamente la más grande y cómoda, ¿Para qué decir que tenía la mejor vista a la playa? Sonrió, estaba nervioso. Y sabía que después de tanto tiempo de haber hecho el mismo juego no debía de estarlo, aun así, no podía evitarlo. En cada gira, en cada evento especial en el cual tenían que dormir en hoteles, siempre, siempre se ponía nervioso. Cerró sus ojos, para luego abrirlos casi inmediatamente. La puerta se había abierto por fin, dando a mostrar a la delgada figura de cabello oscuro.
Una sonrisa decoró su rostro al verlo. Y es que de todos los miembros en el grupo, él disfrutaba más de su compañía. Tenían más cosas en común que hablar y si no tenía ganas de hablar, él era del tipo de persona que jamás lo obligaría a entablar una conversación. Se sintió avergonzado, sabiendo que siempre era él quien hablaba y hablaba, sin preguntar ni una sola vez si estaba cansado o si quería que parara. ¿Tan egoísta era? Quizás algún día le preguntaría.
Ueda sonrió de vuelta, aquella sonrisa que siempre solía ser sincera, sin contar algunas veces donde se mostraba frustrado o enojado. O simplemente irónico ante la situación que vivía. Pero Ueda no mostraba sonrisas falsas cuando estaban juntos, y eso era algo que Akanishi adoraba en él.
-De nuevo juntos, ¿Eh?
Akanishi soltó una risa, cerrando sus ojos al hacerlo.
-Lo dices como si te molestara que así fuese. –comentó el aludido. Su vista nuevamente fija en el moreno.
-No, no me molesta. Sólo espero que hoy SI me dejes dormir. –sonrió tiernamente.
Ah, ahora lo recordaba. La última vez había hablado durante toda la noche, por culpa de su gran boca no dejó dormir al moreno. Al otro día estaba exhausto. Y aun así, no dijo nada por detenerlo.
-Está noche te dejare dormir. –sonrió infantilmente el menor, sus ojos cerrados, como si fuera un pequeño consentido.
-Me parece bien. –comentó cansado. Avanzó hasta su cama, cerca del gran ventanal del hotel que tenía una vista preciosa a la playa. Demasiado hermosa, pensó el moreno, fijando su vista en aquel mar oscuro que le provocaba escalofríos. De cierto modo, le recordaba el día que había vivido.
Luego de desvestirse y entrar en su cama para dormir, Akanishi supo de no debía hablar por mucho que quisiera hacerlo. Se mantuvo en silencio, pensando en el chico que dormía placidamente a su lado… o al menos eso era lo que pensaba, porque a los cinco minutos de haber apagado las luces Ueda rompía el silencio, su voz un mero susurro apenas audible.
-Fui una molestia, ¿Verdad?
Y Akanishi no comprendió que quería decir con ello. Giró en la cama para poder observar al moreno que dormía en la cama continua a la suya. Su mirada acomodándose a la oscuridad. Las olas escuchándose a lo lejos.
-¿De qué hablas?
Preguntó, su voz escuchándose sincera. Ueda comprendió que Akanishi no sabía a qué se refería con ello, lo sabía porque Akanishi era un idiota de primera, un idiota, pero de buen corazón. Oh… abrió sus ojos, recordando aquella tarde, los gritos del manager contra Ueda, quien le exigía seriedad en el trabajo y más esfuerzo. Y ahora comprendía la pregunta.
-Ueda.
Ueda no respondió, ¿Para qué? Akanishi sabía perfectamente que ahí estaba, que aun estaba despierto y que, como todas las noches que compartían juntos, ahí estaría para escucharlo hablar y hablar durante horas y horas.
Escuchó como se movía en su cama, probablemente levantándose de ella. Quizás va al baño, pensó el moreno sonriendo, una sonrisa cansada. Pero no fue así.

Porque a los segundos después Akanishi levantaba las cubiertas de su cama, entrando en ella para luego cubrirse con las cobijas. Giró su cuerpo, abrazando al mayor, un abrazo protector.
-Diga lo que diga ese viejo, lo hiciste bien.
Cerró sus ojos, inhalando el aroma de Jin. Sonrió.
-Diga lo que diga ese viejo, Ueda es lo más grande que hay en KAT-TUN.
Ueda estaba seguro que si hablaba en ese momento, su voz se quebraría en un llanto desconsolado, porque hacía meses que quería llorar y nadie le había proporcionado el hombro que necesitaba para cargar sus penas y no sufrir con ellas él solo.
-Diga lo que diga ese viejo… Ueda debe seguir adelante.
Se quebró. Lo que no había llorado en meses ahora lo lloraba, porque Jin estaba ahí abrazándolo con cuidado, con ternura y amor. Porque Jin había vuelto y ahora estaba con él nuevamente, compartiendo esos momentos de intimidad que creía haber olvidado. Lo abrazó. Lo abrazó fuerte, porque temía que él se fuera a su cama y lo dejara sin consuelo.
Y Jin sólo se mantuvo en silencio, abrazando al mayor mientras acariciaba su espalda y escuchaba sus sollozos. Jin sabía que era poco lo que podía hacer por Ueda. Él siempre escuchaba sus problemas, pero Jin no era capaz de devolverle la mano por no saber como hacerlo. ¿Ahora lo sabía no? Ueda era una persona también, no era perfecto como solía aparentar frente a los demás. Sonrió, acariciando su cabeza con dulzura. Ahora susurrando bellas palabras para intentar calmar al moreno quien no paraba de llorar.
-Estoy contigo, Uebo.
Ueda sólo asintió con la cabeza, cabeza que se mantenía escondida en el pecho del más alto. Y jamás te dejare, susurró, abrazando con un poco más de fuerza a la delgada figura frente a él, como si con ello intentara pactar que ello sería un hecho y no simples palabras.
Ueda Tatsuya comprendió que, a pesar de todo, Akanishi Jin no era un idiota después de todo.

A la mañana siguiente ambos dormían abrazados en la gran cama del moreno, los rayos de sol se colaban por las cortinas con tranquilidad, iluminando la gran habitación con hermosa vista al mar. Aquel mar que se veía más azul que el cielo. Seguramente… este día no iba a ser tan malo como el anterior. O al menos eso pensó el moreno al abrir sus ojos y fijarlos en el techo, aquel brazo rodeando su espalda con suavidad. Sonrió. Este día TENÍA ser mucho mejor.
Notas finales:

¿Ven? Que final... :'D

Chocolates y galletas son bien recibidos.
Las críticas y golpes también, ayudan a mejorar.
Los comentarios son amor hacia el autor y motivación a seguir escribiendo. ;3;


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