Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

En la gloria de tu interior por Freddy versus Jason

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

La primera vez que escribo.

Notas del capitulo:  

 

En la gloria de tu interior.

Escrito por: Freddy

Idea por: Jason 

 

 

 

Estabas allí, tan indefenso, tan delicado.

 

Tus manos reposaban tranquilamente sobre la colcha, tus finos cabellos color avellana te tapaban levemente la dulzura de tu rostro, de ojos cerrados y labios carnosos y ardientes, entreabiertos a la espera de mis próximas caricias.

 

Tu pequeño torso, parecía elevarse en una alterada respiración, delatando tu impaciencia, la impaciencia de tenerme dentro, de encontrarte entre mis grandes brazos.

 

Aquellas piernas que poseías, que lucías con descaro por la calle, despertando oscuros pensamientos en mi mente, apropósito.

 

Te veías tan delicioso y hermosamente calmado, con una expresión de paz en tu rostro. Yo era la causa de tanta paz en aquellos rasgos angelicales, yo era tu protector, y lo sabías. Te mostrabas seguro conmigo.

 

No pude reprimir un gemido al darme cuenta, que me sonreías traviesamente. Me estabas provocando ¿verdad? Querías jugar. Yo no dudé en aceptar tu juego.

 

Desde aquella posición, de pie delante de la cama, comencé a desvestir mi cuerpo, tú me mirabas con aquellos ojos tan oscurecidos por la lujuria, que no acostumbraba a pasarse por tus pupilas. Me saqué toda la ropa, danzando suavemente para deleitarte, hasta que finalmente quedé desnudo ante tu dulce mirada. 

 

Me acerqué furtivamente a tu frágil cuerpo postrado en la cama. Aproximé con cuidado una miedosa mano a tu estrecha camiseta, y te sentí temblar.

 

-No temas  -Te dije secando mis labios-. No voy a hacerte daño.

 

Tú me sonreíste como respuesta, y noté como todo tu cuerpo se relajaba ante mí. Despejé tu pequeño rostro, y vi con fascinación,  lo hermoso que eras. Sintiendo en mí una inexplicable sensación, un cosquilleo en mi bajo vientre, me mordí fuertemente el labio; reteniéndome, controlándome.

 

Te saqué suavemente la camisa negra, y te observé el rostro, mientras mis manos se paseaban por tu torso, tocando tus erizados pezones. Poco a poco, acerqué mi boca hambrienta, y chupé uno de ellos con amor, con dedicación. Tú te estremeciste bajo mi lengua, y me hiciste saber que te gustaba.  Te acaricié el esbelto cuello con mi lengua, y terminé por hundirla en aquella boca, que me ofrecías; de labios enrojecidos y deseosos de mis besos.

 

Acaricié tu tímida lengua, sintiéndome abrumado por el rápido latir de tu corazón, casi apagando sonido alguno en mis oídos. Tan sólo escuchaba tu agitada respiración, tus suaves jadeos, y el rítmico latir de tu corazón.

 

Con pena, me alejé de aquellos labios que seguían pidiéndome más, y bajé mis manos por tus piernas, finas y largas, suaves y bellas, sólo para mí. Las rocé lentamente con la palma de mis grandes manos, y odié aquellos pequeños pantalones de color marrón que llevabas puestos.

Con decisión, desabroché el primer botón, no sin antes mirarte a los ojos, y con mi mirada, pedirte el permiso. Pero tú tan sólo cerraste los ojos para no volver a abrirlos. Me diste el permiso para seguir, en aquel gesto tan hermoso, que expresaba tu deseo de continuar. Estabas rendido ante mí, y yo me sentía poderoso por tenerte así.

 

Bajé la cremallera, tratando de mantener el pulso, ya que mi cuerpo había comenzado a temblar de anticipación. Tus calzoncillos se abultaban levemente por tu erección, la cual rocé apropósito para robarte excitantes gemidos de tu cálida boca.  

 

Te despojé poco a poco de aquella última prenda que cubría tu delicioso cuerpo, y me enternecí al ver tu miembro erguirse majestuosamente delante de mí. Sentí que se me hacía agua la boca, y no pude resistirlo.

 

Con los ojos entreabiertos, para poder observar tu calmada expresión, te lamí la punta suavemente. Tu sabor era exquisito, jamás había probado mejor manjar. Lo lamí amorosamente, apasionándome a pasos agigantados, introduciendo todo tu miembro en mi boca. Lo chupé de arriba abajo, disfrutándote, acariciando a la par tus hermosas piernas. Ya ni te miraba, porque sabía que tu expresión era del más puro placer.

 

Sonreí al notar que estabas apunto de tener tu orgasmo en mi boca, y con travesura, en ese mismo instante, abandoné tu miembro a su suerte.

 

Sé que te quejaste graciosamente, pero mis oídos estaban velados con mi respiración, casi reí siniestramente, al saber que te morías de ganas por tenerme dentro, ya que te separé las piernas, y no pusiste resistencia.

 

Mi miembro ya goteaba, y era tan dolorosa la erección que sabía que cuando entrara dentro de ti, no podría durar mucho. Tan sólo pensar en lo estrecho que eras, ya venían a mí las vibraciones de mi orgasmo.

 

Te lubriqué con mi lengua tu entrada, con dedicación, sintiendo tu calor.  Y coloqué aquellas perfiladas piernas sobre mis hombros, y me esparcí mis fluidos por todo el miembro. Me incliné sobre ti, sintiendo mi punta chocar contra tus nalgas, para darte un tierno beso sobre los labios.

 

Vi como tus manos se sujetaban a la colcha, adelantándote al acontecimiento. Y con mucha lentitud y delicadeza, fui entrando en tu interior.

 

Estrecho, delicioso, cálido...

 

Llegó a mí el placer de golpe, confundiendo mi cabeza, abrumando todos mis sentidos. Comencé a moverme suavemente en tu interior, no reparando en esperar a que te acostumbraras; no me importaba ahora, sólo me importaba seguir sintiendo aquella deliciosa sensación de presión, de roce, de placer absoluto en tu interior.

 

Eras la gloria.

 

Sintiendo como el orgasmo se aproximaba, imágenes vinieron a mi cabeza. Confusas, lentas, como si las viera desde la perspectiva de otra persona...

 

Estabas allí delante, montando en tu bicicletita de color azul, seguro que de vuelta a tu casa, inocente a lo que venía, provocando con tus hermosas piernas, cuando yo te arrollé con el coche.

Sentí con temor, el golpe de tu cuerpo y tu bicicleta contra el capó del coche, y luego me escuché a mí mismo gritar y frenar violentamente. Pero ya era demasiado tarde...

 

Estabas muerto.

 

Allí, tirado en la arenosa carretera, con un hilo de sangre corriendo de la comisura de tu boca, con tu semblante calmado, angelical, y tu castaño cabello, cayendo sobre tu rostro.  

 

Te miré, sintiéndome enternecido por tu tranquilizadora postura, desarmado ante mí, en el suelo, esperándome... y allí me di cuenta, sólo estabas jugando.

 

 

Y ahora, yo te estaba dando lo que me habías pedido en ese momento.  Estaba apunto de correrme en tu interior, y tú sólo estabas tan tranquilo, como te había visto allí en el arenoso suelo. Con tu semblante angelical, lleno de paz...

 

Te sujeté con fuerza, sintiendo que comenzaba a tener mi orgasmo, y me descargué en ti, penetrándote lo más hondo que pude, sintiéndote estremecer conmigo. El mundo en ese momento para mí, dejó de existir. Todo era mi placer, y tu hermosa figura bajo mi cuerpo perlado por el sudor.

 

Me desplomé sobre ti y después de un largo silencio, tomé aire y te miré con una sonrisa. Tú me sonreías de vuelta, y con tranquilidad, te tomé en brazos. Ya sabía lo que debía hacer. Te llevé al patio de atrás, con  pasos lentos, sin sentir casi tu peso; haciéndote esperar lo siguiente.

 

En el jardín de atrás, tenía preparado para ti un hermoso lugar para tu descanso.  Me coloqué de rodillas y lentamente te dejé en tu lugar, descansando con aquel rostro tan dulce, formando con tus labios una inocente sonrisa.

 

Sin siquiera sentir temblor en mis manos, tomé la pala, y llenándola de tierra, la acerqué a tu cuerpo inmóvil.

 

-Que tengas dulces sueños...

 

Y con un suave movimiento de mi muñeca, cubrí tu angelical rostro con tierra. Y lentamente, cuanta más tierra te tiraba encima, más hermoso me parecías, hasta que poco a poco, desapareciste de mi vista.

 

Todo había sido un divertido juego.

 

 

Fin

 

Notas finales:

Espero que no les haya horrorizado demasiado xD

 

Gracias por leer ^^U


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).