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Premio... por Aome1565

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Notas del fanfic:

 

Mi primer MxN... T.T no sean crueles... en fotolog gustó bastante... espero acá no se desprecie... n//n

Los personajes no me pertenecen!!...

 

Notas del capitulo:

Ñaaaa... >w< mi primer MxN!!!... esto es una traición a Mattyyyyy!!! >////< (igual te quiero mi pelirrojo bonitooooo *-*)...

Bueno... no tengo mucho que comentar...

He puesto primero el fic en fotolog... xPP i ahora, luego de oír quejas i súplicas de Yami, lo subo aquí... n//n

Ah... por cierto... el fic va dedicado a Yami, quien estuvo esperando el dichoso fic... aparte de que ahora Near no me desagrada tanto gracias a él... ^//^

 

 

 

 

 

 

 

...Premio...

 

By: Aome...

 

 

Matt se iba. Su perro lo abandonaba, huía de él. Pero Mello no haría nada. No se pondría a llorar, a deprimirse ni menos a extrañarlo. Haría de cuenta que jamás existió.

 

Pero no se sentía ignorado, como cada vez que el pelirrojo se alejaba de él. Es más, tampoco se sentía solo... y a su mente vino la imagen de cierto peliblanco, observándolo fijo con sus ojos tan negros como un par de abismos.

 

El rubio se alejó de la ventana y, pateando algunas polvorientas cajas, se dispuso a abrir la puerta cuando por fin había llegado hasta ésta. Salió de ahí, pero no dio ni un paso y ya chocó con alguien, cayendo sobre esa persona.

 

-Mello, me aplastas -dijo Near bajo el cuerpo del otro, que parecía no querer moverse-. Roger estaba buscándote.

 

-¿Y qué quiere? -preguntó a la vez que se ponía de pie y el peliblanco hacía lo mismo.

 

-Quiere saber a quién pondrás en tu equipo de fútbol ahora que Matty se ha ido -respondió, tomando un mechón de cabellos blancos a la vez que le dirigía una mirada inocente. ¿A Mello le pareció o el menor dijo "Matty" con una voz aniñada y dulce?

 

-Me enferma que lo llames así. Apártate -le dio un empujoncito nada suave y trató de pasar a su lado, pero el de los ojos oscuros lo tomó de la muñeca-. ¿Y ahora qué? -empezaba a fastidiarse.

 

-Siquiera te dije en dónde te esperaba Roger -dijo Near, aún sosteniendo al rubio.

 

-Bien -suspiró con cansancio-. ¿Dónde me espera Roger? -Era como un juego de preguntas y respuestas.

 

-En su oficina... -Pero todavía no lo soltaba.

 

-¿Qué más quieres?

 

-¿Podría yo reemplazar a Matty? -Sonrió de forma sincera.

 

Mello se soltó del agarre del peliblanco y corrió escaleras abajo, hacia la oficina de Roger.

 

Se sentía raro. En sus mejillas ardía un evidente sonrojo y en su mente se repetían esa pregunta y aquella sonrisa por parte de Near. ¿Qué le estaba ocurriendo?.. Desde hacía días que lo evitaba y ni él sabía bien el por qué, pero entendía que era el peliblanco quien lo causaba, quien parecía inconcientemente seducirlo con cada uno de sus gestos, con esa enfermiza forma de pasarle por encima. ¿Estaría jugando con él?, ¿sería otro de los muchos jueguitos raros que el chico usaba para su propia diversión seria?

 

Corría por los pasillos tan metido en sus propios pensamientos que no notó cuándo estuvo parado frente a aquella gruesa puerta de madera.

 

-Pasa, Mello -dijo una voz al otro lado de la puerta sin que el rubio hubiese golpeado, anunciando su llegada... además... ¿cómo sabía que era él?, había muchos chicos más en el orfanato, incluso podría ser el mismo Near quien estuviese frente a la puerta.

 

El chico entró con sigilo y cerró la puerta.

 

-Yendo al grano, ¿tienes idea de a quién pondrás en tu equipo? -preguntó el hombre, sentado detrás de un escritorio.

 

-A Near -respondió Mello y salió de la oficina para ir a encerrarse a su cuarto, realmente estaba cansado de dar tantas vueltas a esa idea que andaba dando vueltas en su cabeza: "me gusta Near" se repetía a cada rato... y a eso iría a comprobarlo esa misma tarde.

 

 

 

Había estado todo el resto de la mañana acostado en su cama, dormitando, viendo el techo, pensando en Near... ¿en Near? ¿Desde cuándo el peliblanco ocupaba su mente de tal manera que no pudiese pensar en nada más?

 

El poseedor de los ojos verdes se sentía frustrado consigo mismo. No podía ser que el tratar de sacar una conclusión a todo lo que andaba ocurriéndole lo llevara a pensar así, a pensar en otra cosa que no fuera su meta: ser el mejor detective del mundo, a pensar en que alguien le gustaba, a pensar en que esa persona era Near...

 

Tomó algunos mechones de su cabello rubio esparcido en la almohada y tironeó de ellos con fuerza, gritando a la vez, tratando de soltar esa furia que también era gusto por aquel dolor que le producía lo que estaba haciendo. Liberar frustraciones de esa forma le estaba agradando, entonces continuó haciéndolo varias veces seguidas, hasta que la puerta de su cuarto se abrió de forma abrupta, enseñando detrás de ésta a  un chico albino con cara de "no rompo un plato".

 

-Mello -dijo suavemente-. ¿Ocurre algo?

 

-Si, Near, ocurre que me molestas. ¡¿Qué necesitas?!

 

-Sólo venía a visarte que ya está el almuerzo -contestó sonriendo algo tímido. El mayor, sonrojado, volteó el rostro.

 

-No tengo hambre. Puedes irte -espetó rudamente, pero al ver que el otro sólo se le quedaba observando con ese par de oscuros abismos que empezaban a tragarlo, gritó-: ¡Vete!

 

El albino, cohibido por el enojo del rubio, hizo una mueca de angustia y cerró la puerta suavemente. Con pasos rápidos se alejó de allí y subió a su cuarto, donde se encerró sin almorzar.

 

Mello se cubrió los ojos con el brazo derecho, tratando de relajarse, pero lo único que conseguía era no dejar de pensar en Near... Near... Near... le enfermaba ese nombre, esos ojos oscuros y profundos como barrancos que lo obligaban a caer en ellos, esa forma de juguetear con su cabello blanco, la enloquecedora manera en que se expresaba por medio de sus juguetes. Todo lo relacionado con él lo sacaba de quicio, lo hastiaba, le molestaba, pero todos sabemos que cualquier sensación como esa también da goce, embeleso, placer, y eso a Mello le gustaba, le encantaba... entonces...

 

-¡¿Me gusta Near?! -se cuestionó alarmado, tironeando de un mechón de cabellos al darse cuenta de aquella conclusión a la que había llegado, ocasionada únicamente por ese maldito peliblanco.

 

Mientras tanto, dicho albino estaba sentado en el centro del piso de su cuarto, persiguiendo con los dedos un pequeño balín metálico, como si fueran dos personas corriendo tras una pelota, la cual hacía un extraño ruido al recorrer el uniforme piso de madera.

 

En un movimiento rápido, deteniendo el juego que estaba haciendo, Near tomó la bolita y con una fuerza poco usual en él la lanzó contra la ventana, rompiendo el vidrio. No sabía por qué lo había hecho, sus acciones siempre tenían una razón, pero no esta vez, no cuando su cabeza estaba en cualquier lugar, con cierto rubio acompañando sus pensamientos.

 

Observó con expresión ida el vidrio roto de la ventana. Afuera había un bonito día soleado y él tenía que estar adentro.

 

 

 

Mello salió de su cuarto y buscó al peliblanco en el suyo. No iría a decirle que le gustaba ni mucho menos, sólo iría a ordenarle ir a empezar con las prácticas para ganar el partido decisivo del sábado. No iba a quedarse sin ganar el primer lugar.

 

Al ingresar en la habitación del menor lo encontró sentado en el centro del suelo, con las piernas cruzadas, de espaldas a la puerta y con la vista fija en la ventana rota.

 

-Vamos a practicar... ahora. -No pidió, ni sugirió, tampoco preguntó, sólo ordenó y de la forma más fría que pudo.

 

-Hay sol, Mello -dijo Near, sin voltearse.

 

-¿Y qué con eso?

 

-La melanina es una hormona que da coloración y protección a la piel, al cabello y a los ojos. Las personas albinas no poseen esa hormona, por lo tanto su piel está en peligro (ten en cuenta que el cabello también es una forma de protección para la piel) bajo los rayos que emite el sol. Como mucho, alguien albino, al exponerse al sol sin protectores especiales para eso, puede contraer cáncer de piel. Por esa razón  los albinos usan también ropas de colores claros, para evitar la atracción de los rayos solares... -explicó el chico, aún sin voltearse-. ¿Es suficiente razón para que yo no pueda salir a jugar contigo?.. Puedes irte.

 

Ante tanta indiferencia, el rubio cerró la puerta de un portazo. No podía ser que ahora el chico más inexpresivo del mundo, que hasta ni seriedad podía mostrar, le hablaba como si estuviera conversando con una pared. Ahí el único frío era el mismo, Mello, quien podía tratar a los demás como se le viniera en gana, pero nadie debía hacer lo que acababa de hacer el menor, todo el que lo hacía recibía su merecido, pero, por alguna extraña razón que escapaba a su entendimiento, sólo contó hasta diez y caminó hacia su cuarto, sentándose en la cama con las piernas cruzadas, observando cómo era que el sol surcaba el cielo perezosamente mientras nubes grises empezaban a cubrirlo.

 

La noche cayó sin rodeos sobre Wammy's y él aún estaba en la misma posición, ensimismado, con sus ojos verdes clavados en la oscura nada del exterior, con expresión ausente. Toda la tarde habían golpeado la puerta de su cuarto y hasta habían intentado abrirla, pero él la había trancado, encerrándose en su mundo desterrado del mismísimo mundo en que todos viven.

 

Cuando cayó en cuenta de la hora que era, se bajó de la cama, estiró hacia arriba ambos brazos a la vez que estiraba las piernas, poniéndose en puntas de pie, y volvió a ver el reloj que marcaba las 1.37 a.m.

 

Mello caminó con parcimonia fuera de su recámara, llegando al del chico albino, abriendo la puerta sin permiso, quedándose atónito ante lo que veía: Near estaba de perfil a la puerta, de pie, con los cabellos mojados pegados a su rostro goteando agua sobre su pecho desnudo, en sus caderas se veía el borde elástico de los bóxer debido a los pantalones blancos desabrochados. Desde el otro lado de la habitación entraba un rayo de luz de luna que se colaba entre la gruesa capa de nubes grises, iluminando el contorno del chico, quien tenía expresión ida y los ojos clavados en el piso de madera.

 

-Mello -susurró con tranquilidad, haciendo dar un respingo al nombrado, que se encontraba embelesado y sonrojado contemplando la escena.

 

-Ya no hay luz peligrosa que dañe tu piel. Así que sin peros vamos a practicar, niño mimado -ordenó el mayor, aún algo enfurruñado por lo que había ocurrido hacía unas horas. Near se colocó la camiseta blanca con mangas cortas que había dejado sobre su cama y siguió al otro que ya había empezado a bajar las escaleras.

 

Cuando el peliblanco llegó al enorme patio de césped que parecía nuevo con una cancha de fútbol dibujada sobre él, el mayor estaba ya en el centro de la explanada, con el balón bajo el brazo.

 

-Tú atajarás, yo patearé. Si logras veinte seguidos, te doy un premio -le dijo, sacando de un bolsillo plateado un silbato plateado amarrado a una cadena para perros negra y corta. En el pequeño artefacto brillante, justo cuando se doblaba, podía leerse "Matt". El rubio lo observó con algo de enojo y luego se fijó en el arco, buscando al menor, pero lo encontró parado donde hace un rato, observándolo fijamente-. ¡¿Qué esperas idiota?!

 

El chico albino, aún observándolo, caminó hacia el arco y se paró en el centro del espacio limitado por los postes y las líneas blancas dibujadas. No parecía querer estar ahí. Mello sonrió con cinismo y colocó la pelota en el piso a la vez que acercó el silbato a sus labios, dispuesto a hacerlo sonar cuando Near deje pasar el balón, pero eso no ocurrió. Cuando el rubio pateó con fuerza, el menor pareció haber despertado y lo atajó con maestría.

 

Y así pasó uno, pasó el segundo... tres, cuatro, cinco... las nubes que cubrían el cielo empezaron a soltar pequeñas gotas de lluvia... seis, siete ocho... los golpes eran cada vez más fuertes... nueve, diez, once, doce...el peliblanco arriesgaba su cuerpo con cada ataje, ya no sólo brazos y piernas...trece, catorce... el silbato había caído al piso... quince, dieciséis, diecisiete... los cabellos y las ropas de ambos estaban empapados y chorreando agua debido a la lluvia que iba aumentando de magnitud... dieciocho, diecinueve, veinte,--

 

-¡Basta~! -gritó Near al ver que el mayor pensaba seguir lanzándole la pelota.

 

Mello pareció volver en sí al ver al chico albino caer de rodillas al piso mojado, abrazándose la panza y haciendo una mueca de dolor. No sabía exactamente  qué era lo que había hecho, pero entendía que acababa de hacerle daño, y por primera vez en su vida se arrepintió de una de sus maldades.

 

-¡Near! -exclamó y corrió hacia donde el menor se encontraba, arrodillándose frente a él-. ¿Estás bien?

 

-¿Qué clase de premio me darás? -le preguntó el chico, levantando la cabeza y observando al otro a los ojos.

 

La cercanía que mantenían los obligó a sonrojarse notoriamente.

 

-¿De veras lo quieres? -cuestionó el de los ojos verdes, temblando de los nervios y la emoción mezclados, viéndose en aquellos ojos oscuros que empezaban a tragarlo como dos agujeros negros.

 

-No hubiese atajado veinte balones si no fuera porque eso que tienes para darme me interesa, Mello -le respondió el albino, susurrando provocador el nombre del mayor, el cual se sacudió, tragó saliva con algo de nerviosismo y se acercó hasta los labios del Near, los cuales besó con una suavidad de la que no se creía capaz. El contacto no duró mucho, pero se repitió un par de veces, hasta que Mello decidió terminar con esa tortura y rodeó la nuca del peliblanco con ambas manos, apegándolo aún, sintiendo las manitas de mismo en su cintura. Volvieron a besarse, profanando la boca del otro, embriagándose con el dulce sabor a chocolate que ahora compartían, mezclado con el sabor de agua de lluvia que había empezado a arreciar sobre sus cabezas.

 

Una sensación extraña los embargó, ya no sentían el frío de aquella lluvia, sus corazones golpeaban con fuerza sus pechos y la adrenalina les recorría las venas en un furioso torrente.

 

A regañadientes Mello se separó del chico albino y colocó sus manos en las mejillas del mismo, acariciándoselas, viéndolo a los ojos con una ternura inusual en él.

 

-Me gustas, Near -le dijo al fin, soltando ese peso que le oprimía el pecho desde hacía días.

 

-A mí también me gustas, Mello -respondió el menor, abrazándose al cuerpo del rubio, quien tenía bajo sus narices el cuello descubierto del chico. Aprovechó a empezar a dejar allí pequeños besos, oyendo en su oído los suspiros y gemidos ahogados de Near.

 

-Ah, hay más de tu premio aún -susurró el mayor en el oído del otro, poniéndose de pie y tironeando de su mano. Una vez que estuvieron parados empezaron a correr bajo la lluvia hacia la entrada de la casa, con las mejillas sonrojadas y pícaras sonrisas, esperando poder continuar con aquello lo antes posible y que jamás se acabara... después de todo, los premios son para disfrutarlos...

 

~*~ 

 

 

Notas finales:

Dejen sus revies, no sean maloooos!! >w<

...gracias por leer...

n///n


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