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El secreto de Linnordil por Lindonar

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Notas del fanfic:

En las Estancias de Mandos se pueden escuchar muchas historias... esta es una de ellas...

Notas del capitulo: Este es el primer capítulo de un total de tres de esta pequeña historia. Es una historia de la Tierra Media... antes de la creación de los anillos (o más bien durante la creación), concretamente en el reino donde estos fueron forjados...
Hacia el año 1590 de la Segunda Edad entre los ríos Glanduin y Bruinen se encontraba la tierra de Eregion establecida por los Gwaith-i-Mirdain. Su principal ciudad era Ost-in-Edhil y en ella habitaban gran número de elfos, de entre ellos eran famosos los dedicados a la creación de hermosos y fascinantes objetos de orfebrería como no se han vuelto a conocer en la Tierra Media.

 

En aquella ciudad vivía un hermoso elfo de cabellos plateados y ojos de un azul profundo en los que parecían brillar estrellas en la oscuridad de la noche. Este elfo se dedicaba al cuidado de la vegetación que albergaban en sus hogares los elfos de la ciudad, siendo un gran conocedor de plantas y flores. Linnordil, pues así se llamaba, poseía el don de hacerlas sanar de sus enfermedades y de hacerlas crecer altas, fuertes y hermosas. Solía pasar el día cultivando las plantas o bien atendía las llamadas de los elfos de la ciudad que solicitaban de sus servicios para atenderlas.

 

Linnordil caminaba alegremente por toda la ciudad envuelto entre hermosas túnicas de diversas tonalidades de verde, y, mientras trabajaba, cantaba hermosas canciones. Todo en él irradiaba hermosura, paz y felicidad. Y así vivía en aquella hermosa ciudad desde su llegada al poco de su fundación.

 

Sin embargo una sombra había nacido en los últimos tiempos en su corazón pues guardaba un secreto que con nadie podía compartir. Aquel secreto comenzó hacía trescientos años cuando acudió a sanar unas violetas que pertenecían al señor Celebrimbor, señor de los Gwaith-i-Mirdain

 

- Aiya, Linnordil –le saludó Celebrimbor- Me alegra que hayas acudido tan pronto a mi llamada pues esas flores aportaban gran felicidad a mi hogar... y ahora que están enfermas las hecho en falta.

 

- No os preocupéis señor –respondió Linnordil- Cuidaré de ellas y pronto las tendréis de nuevo en vuestro hogar. –dijo tomando la planta que le tendía Celebrimbor.

 

Fue entonces cuando sus ojos se posaron en el hermoso acompañante del orfebre. Era aquel un nuevo habitante de la ciudad pues no hacía mucho que había llegado, pero que había ya demostrado gran habilidad e ingenio junto a los herreros.

 

Cuando el alegre Linnordil posó la mirada sobre él algo se movió en su interior, nunca supo si fueron sus finos cabellos oscuros, sus finos rasgos, sus labios rojos y sugerentes o sus brillantes ojos verdes, pero en aquel instante se enamoró perdidamente de él.

 

Un rubor acudió a las mejillas del joven y, despidiéndose apresuradamente abandonó el lugar.

 

- ¿Quién era ese joven? –preguntó al señor Celebrimbor su amigo.

 

- Linnordil, un experto en plantas y flores... –respondió Celebrimbor.

 

Y así pasaron toda la tarde hablando del joven. Al día siguiente Linnordil recibió en su hogar la visita inesperada de aquel que había conocido el día anterior y del cual su corazón se había enamorado. También acudió el día después, y al otro, y al otro...

 

Al cabo de treinta años de visitas continuas se convirtieron en amantes.

 

Aquel hecho cambiaría la vida de Linnordil para siempre.

 

Solían encontrarse todas las noches, a escondidas, y estaban juntos hasta el amanecer. Durante el día apenas se miraban o se dirigían la palabra. Nadie sabía de su relación ya que él no quería que nadie lo supiera pues decía que era mejor así, pues aún se consideraba un extraño y primero quería encontrar su puesto en la ciudad antes de comprometerse públicamente con alguien y arrastrarle a su suerte pues aún entonces a él le parecía incierta.

 

En un principio a él le pareció romántico... pero ya hacía trescientos años y nada había cambiado mientras el secreto iba consumiendo lentamente su antes brillante espíritu.

 

Una mañana, como tantas de las que habían pasado ya, el joven se levantó para ir a trabajar  pero notó que algo no estaba como debía estar. Linnordil sintió algo extraño, algo que había cambiado en él pero no quiso darle importancia.

 

Pasó el tiempo y cada vez se encontraba peor. La duda y la preocupación le perseguían en todo momento... hasta que una tarde, debido a la tensión acumulada, se desmayo en el invernadero. Cuando despertó, al cabo de unas horas, decidió ir a ver a una sanadora amiga suya. Tenía que descubrir la verdad o aquella tensión terminaría matándole.

 

- Aiya Envinyatare –saludó a su amiga Linnordil al llegar. Su amiga se volvió y al mirarle abrió los ojos como platos.

 

- ¿Qué te ocurre Linnordil? –dijo preocupada.

 

- Dímelo tú... –respondió tristemente.

 

Envinyatare reconoció rápidamente a su amigo. Le hizo sentar y se le quedó mirando fijamente a los ojos. Suspiró y finalmente le dijo:

 

- Estas embarazado.

 

Linnordil salió de casa de su amiga y comenzó a caminar.

 

Por el camino de vuelta a casa mil y una dudas inundaron su mente, tan solo ansiaba llegar para refugiarse en los brazos de su amante, de su amado.

 

Cuando llegó a casa tan solo el silencio y la oscuridad la recibieron.Ninguna luz iluminaba las estancias.

 

Ningún sonido rompía el abrumador silencio.

 

Se negaba a creer lo que le mostraban sus sentidos.

 

Sintió desfallecer su ánimo mientras sus rodillas temblaban y le hacían caer al suelo. Lloró.

 

Lloró durante horas sentado en el frío y duro suelo del salón envuelto en las sombras y aprisionado por el silencio que le envolvía, tan solo roto por sus propios llantos.

 

Allí no había nadie.

 

Esperó noche tras noche a que él volviera, pero no volvió.

 

Su corazón se fue quebrando frente al dolor y poco a poco comenzó a vérsele por la ciudad caminado como una sombra del joven que antes fue. Cómo si de un fantasma se tratase.

 

Día tras día acudía a su trabajo sin ver ni sentir donde ponía los pies. Pues ya nada le importaba. Mientras, su mente se fue volviendo cada vez más consciente de su situación, pues ya no podía seguir negándose a sí mismo que él le había abandonado y que estaba esperando un hijo.

 

No sabía que hacer.

 

Estaba completamente solo...
Notas finales: Sobre este relato solo puede decir que lo escribí hace algunos años (concretamente en el 2004) y, en un principio era de contenido hetero, ya que entonces todavía no había empezado mi andadura en estas tierras... sin embargo he sentido la necesidad de modificarlo y el resultado es este...
El título original, por si alguien siente curiosidad o lo leyó en su día, era "El secreto de Linnorêl" y lo publiqué bajo el nombre de Inwen_Lindonar... ains... fue hace tanto ya...

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