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Relato de un amor por Aozora

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Notas del fanfic:

Mi primer fic de The Gazette =O!

Hasta que me animé a realizarlo xP. No salió como esperaba, pero algo se podrá rescatar de este fic..¿no?

 

Espero que les guste y que dejen comentarios para saber si seguir escribiendo con estos chicos o me largo a lo de antes XD...

 

A leer ~

Notas del capitulo: Pues, recomiendo leer el fic con la canción Cassis de fondo, para que le de drama al asunto xDD.

 

 

Ensayar minutos antes de un concierto se estaba haciendo un pasatiempo para el pelinegro guitarrista. Rasgaba las cuerdas de su guitarra con tranquilidad, dejando oír la suave melodía de su canción favorita, "Cassis". Aquella canción le traía tan bellos y dolorosos recuerdos, que adoraba rememorar.

El tacto de esa piel tan suave, el perfume que desprendían aquellos cabellos. Esas especiales marcas que se hacían en su rostro al sonreír.

Todas esas cosas, eran fugaces recuerdos en su mente, con cada nota de su guitarra.

Aoi observó a su alrededor, encontrándose con la mitad de sus compañeros de banda. Ruki saltaba seguidamente mostrando cuan nervioso se encontraba. Uruha por su parte afinaba las cuerdas de su última adquisición y el manager revisaba despavorido la estancia buscando quizás que cosa.

- Hey, ¿dónde está Reita y Kai? - preguntó el pelinegro, dejando su instrumento apoyado en la pared más cercana. Como respuesta recibió un encogimiento de hombros de parte de Ruki, un leve murmullo de Uruha y un grito incoherente del manager.

Gruñó ante la falta de interés de los presentes y sacó de su bolsillo su preciada cajetilla de cigarros.

- Estaré por ahí - y sin más salió de la sala, ignorando olímpicamente los quejidos del manager.

Podía escuchar desde los pasillos los gritos histéricos de las fans que aguardaban a la banda. Sonrió al saberse tan cotizado, siempre había sido uno de los más amados de la banda y no por nada era aquello. Aoi contenía esa belleza especial que le hacía brillar cuando realizaba sus solos de guitarra. Sabía que traía locas a todas las mujeres, y a más de algún hombre, y eso era suficiente razón para que su ego estuviera por los cielos.

Pero eso no le alcanzaba para la felicidad.

Su sonrisa fue disminuyendo, hasta quedar una triste mueca en su rostro. Encendió el cigarro y siguió su camino hacia un lugar incierto, según su reloj aún tenía media hora para vagar por los pasillos, y pues, eso haría.

Caminó sin rumbo fijo consumiendo su cigarro, hasta llegar a una puerta que se encontraba entreabierta. Su curiosidad se incrementó cuando escuchó leves sollozos que escapaban de la sala, sollozos que se le hacían bastante familiares.

Asomó parte de su cabeza, en silencio, para observar qué sucedía en aquella habitación.

- Kai... deja de llorar... - Aoi pudo escuchar la ronca voz de Reita, pero no localizar su cuerpo. Desde su posición tan sólo podía ver la parte trasera del delgado cuerpo de su baterista estremecerse con cada sollozo. Su corazón se contrajo al verle en ese estado, y mordió su grueso labio en un intento de contener un suspiro.

Pudo observar como la vendada mano de Reita acariciaba toda la longitud de la espalda del batero, haciendo énfasis en la parte baja.

- Estamos por salir a un concierto, ¿dejarás que esos recuerdos te arruinen la noche Kai? - Aoi vió como Kai negaba levemente con su rostro escondido entre sus manos, y murmuraba cosas que no podía entender.

Sabía la razón por la cual Kai se encontraba en ese estado, y sabía que era él el culpable de ese llanto. Kai y Aoi habían llevado una linda relación de amistad desde la entrada del batero a la banda. Todo era miel sobre hojuelas, ambos eran polos opuestos, por lo cual se atraían con fuerza. Eso le encantaba a Aoi.

Supo que tenían una extraña conexión cuando observó con detenimiento la amplia sonrisa que adornaba el fino rostro del batero todo el tiempo. Esa sonrisa le hacía feliz, esa tierna y enorme sonrisa le hacía sentir esas molestas mariposas en el estómago.

Fue entonces, cuando se propuso besar los culpables de tan hermosa sonrisa. Y fue en una noche de alcohol cuando llevó a cabo su cometido.

Convencido de que el whisky había atrofiado todos los sentidos de Kai esa noche, besó vorazmente sus labios, degustando cada rincón de esa caliente cavidad con sabor a licor. No tuvo miedo a ser sorprendido por los demás, todos estaban muertos de borrachos, y no recordarían nada al otro día. Kai estaba en las mismas condiciones, tampoco recordaría. Y con ese pensamiento, se permitió explorar y violar aquella tentadora boca, lamiendo con énfasis los gruesos labios y mordiendolos con delicia. El, hasta ese entonces, castaño baterista había aceptado aquel demandante beso, respondiendo con un prolongado gemido que indicaba que le gustaba aquello y con eso, Aoi dio rienda suelta a sus deseos.

Esa noche ninguno de los dos había dormido, ninguno de los dos recordó las palabras "moral" y "sentido común". Eran dos personas necesitadas de un cuerpo en el cual desatar sus fantasías, dos personas las cuales querían sexo, sin importar con quién ni el desenlace de aquella locura.

Pero los resultados se vieron al otro día. Cuando un despavorido Kai salía de la habitación donde había pasado la noche con Aoi.

Después de eso, Aoi acosó durante un largo tiempo al batero, recordándole todos los días lo sucedido aquella madrugada. Kai no quería aceptar aquello, realmente le daba miedo todo eso. Pero los encantos y frases de amor de Aoi, atraparon al castaño como una araña a su presa. Kai sería de él, sin importar nada más.

Y lo había logrado. Habían formado algo así como una pareja.

Kai había soportado por meses los deslices de su amante, con hombres y mujeres. Había soportado las actitudes frías del guitarrista, los cambios radicales de humor cuando estaba necesitado de calor. Y lo peor de todo, había dejado que su cuerpo fuera utilizado para saciar el hambre de sexo que invadía a Aoi casi todas las noches.

El pelinegro sonrió tristemente al recordar aquello. Había sido un bastardo sin corazón, y el resultado era ése. Kai había explotado, y se había revelado. Le había abandonado, dando como argumento estar enamorado de otra persona.

Recordó al instante la rabia que había sentido aquel día. El odio a esa persona desconocida le había llevado a romper cada espejo de su casa, y cada vajilla de su colección. Había perdido el control de Kai y de sus acciones. Había perdido su preciado tesoro.

Pero había sido su culpa, sabía que Kai no era tonto, y que tan sólo porque le amaba no le había botado más antes.

- Kai, faltan cinco minutos para salir... ¿estás bien para presentarte? - pudo notar el tono preocupado que tenía el bajista, mientras seguía acariciando el cuerpo del más delgado.

- Estoy bien Rei-chan... sólo debo arreglarme el maquillaje - la voz de Kai sonaba débil y quebradiza debido al llanto reciente. Aoi retrocedió unos pasos, para no ser descubierto como espía, y con pasos veloces se dirigió hacia la sala donde se encontraban los demás.

Entró a la estancia, encontrándose de lleno con el desquiciado rostro de Ruki.

- ¿¡Dónde están los demás!? - gritó casi en la cara del pelinegro.

- Creo que ya vienen - respondió el más alto, mientras se soltaba del fuerte agarre que le daba el rubio vocalista en sus hombros.

Sus ánimos habían descendido enormemente al repasar aquellos recuerdos tan dolorosos. Su actitud pasada con el baterista, tenía una simple razón.

Tenía miedo.

Miedo a perderle, miedo a hacerle daño con su infantil amor. Era por eso que huía hacia los brazos de otra persona, huía porque no quería dañar al feliz líder. Pero había errado en su intento. Igualmente habían salido heridos, ambos.

Miró la pequeña parte que quedaba del cigarro, y la aplastó en el cenicero que se encontraba en la mesa. Vio como Uruha se colocaba la guitarra en el hombro, y daba pequeños retoques a sus rubios cabellos. Envidiaba la tranquilidad que caracterizaba cada uno de los movimientos del más alto.

-¡¿Dónde mierda se metieron Kai y Reita?! - el pequeño vocalista gritaba maldiciones al aire, mientras ajustaba los botones de su negra camisa y bufaba como un animal enojado.

El pelinegro se sentó en una de las bancas desocupadas, y dejó que sus ojos se cerraran en busca de serenidad. Serenidad la cual fue arrebatada con la entrada de los integrantes que faltaban.

- Lo siento, tuve problemas con el maquillaje - se disculpó el batero con su inconfundible, pero falsa, sonrisa. Detrás de él llegaba Reita, con semblante serio y con su bajo en mano.

Aoi se levantó de su asiento con aire cansado, para luego tomar su guitarra y unirse a la conversación casi gritos que mantenía Ruki con Kai.

- Kai! ¿Sabes cuánto falta para la presentación? Las fans ya están que rompen el escenario! - Ruki descargaba todo su nerviosismo en el pelinegro baterista, éste sólo asentía, más por inercia, que por otra cosa.

Reita tan sólo miraba fijamente a Aoi, con su penetrante mirada, acusándole silenciosamente del retraso del líder.

- ¿Vamos ya? - dijo con voz calmada Uruha, mientras se dirigía hacia la salida de la habitación, tomando del brazo al histérico rubio que aún maldecía a los aires. Reita les siguió murmurando insultos al vocalista, mientras que Kai buscaba una de sus baquetas.

Aoi no había salido de la sala y miraba incesantemente al batero. Kai sintió la fuerte mirada del guitarrista, pero no quiso voltear a verlo. Volvería a romper en llantos si lo hacía. Se maldecía internamente por lo frágil que era su estado anímico, y más por la sola presencia del pelinegro cerca suyo.

Reita le había dicho, más bien le había advertido. Con Aoi no sería fácil, con Aoi sufriría. Pero él, tan testarudo como siempre, había aceptado el amor que le entregaba el guitarrista, ese amor extraño y doloroso, que sólo le hacía llorar y suspirar. También había aceptado las manías y costumbres de Aoi. Pero el amor no era eterno, y se desgasta con el tiempo y con los errores. Y su amor no había sido lo suficientemente fuerte como para cambiar la actitud de su ex amante. Había sido feliz, eso era cierto, pero esa felicidad se fue escapando de la relación, y Kai se resignó a eso.

Y como toda historia, triste o feliz, tiene su final, la historia de Aoi y Kai había terminado, más mal que bien, pero había terminado. Y eso era un alivio para el roto corazón de Kai.

- Kai... ¿podríamos conversar luego del show? - la voz de Aoi sonaba firme y seria, y Kai pudo sentir la determinación en sus palabras. Tembló al sentir la mano de Aoi aferrarse con fuerza a su brazo izquierdo y su mente volvió a rememorar aquellos brazos aferrarse intensamente a su espalda.

No. No volvería a lo mismo. No otra vez.

Se soltó bruscamente del agarre, y miró con seriedad a su compañero.

- No, no conversaremos después del show. Ni hoy ni nunca - su siempre voz alegre, había sonado fría y llena de rencor.

Aoi quedó sin palabras ante la respuesta del batero, pero prontamente frunció el ceño molesto, y volvió a tomar el brazo de su líder.

- Dije que conversaríamos... y lo haremos - volvía a tratarle como a un esclavo, pero no podía aceptar aquel rechazo de parte de Kai, de SU Kai.

- Déjame tranquilo... Ahora estoy con Reita, y sé que él será un gran compañero de vida. No será como tú, no me hará el mismo daño que me hiciste tú.. Aoi - las fuerzas abandonaron el agarre que sostenía el pelinegro en el brazo del más joven y sus ojos se abrían en su totalidad.

La estupefacción de Aoi, dio oportunidad a Kai de salir de la estancia, con baquetas en mano.

Le había perdido totalmente. Kai no sería de su propiedad nunca más, y había sido arrebatado cruelmente de sus brazos. De su amor.

La guitarra que sostenía en su mano cayó fuertemente al piso, haciendo un sonido sordo al golpear en la fría baldosa. Pero no le importó. Más doloroso era el sentimiento que empezaba a nacer en su interior. Ese sentimiento de desamor albergaba cada rincón de su corazón, destruyendo a su paso todo lo que alguna vez le había hecho feliz.

Kai le había olvidado. Kai ya no le amaba.

Y con esos pensamientos salió al escenario.

La presentación de Aoi esa noche, fue una de las mejores jamás hechas. La rabia, la impotencia, la tristeza, la amargura. Todos esas sensaciones le habían dado el poder con el cual había rasgado las cuerdas de su golpeada guitarra, haciendo que la melodía de aquella bella canción, que siempre le había gustado, saliera llena de sentimiento y de angustia.

Cassis se volvería el himno de su corazón.

Aquella canción se convertiría en el relato de su penosa historia de amor.

Notas finales:

¿Y? ¿un asco? o ¿tan sólo un error que nunca debió ser escrito? xDD

 

Espero comentarios! porfavor ~~

 

P.D: amo la pareja AoixKai xO!... no me maten las fans del UruxAoi! que yo también la amo!xDD


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