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Sol anaranjado... por Aome1565

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Notas del fanfic:

 

La idea i los personajes del fic son de mi completa autoría (como me gusta esa palabra *-*)... la canción es -creo- propiedad de Gackt i Hyde... xP

 

Notas del capitulo:

Esto es algo que me salió así, de la nada, cuando veía el video de Orenji no Taiyou, esa canción re triste de la peli MoonChild, cantada por Hyde i Gackt...

recomiendo que lean el fic con el tema de fondo, porque le da un aspecto más triste... i esta vez no me hago responsable si lloran >///<

http://es.youtube.com/watch?v=nBKkv4arYQU

ahí está el video... al final del fic está la letra en japo io traducida al español... es la que más se aproxima xP

bueh... que disfruten el fic >//<

 

 

 

 

 

 

 

Sol anaranjado...

 

By: Aome...

 

 

 

-¡Eres el peor hermano que he tenido! -gritó el más pequeño de los dos únicos habitantes de ese apartamento. El niño, con sus enormes ojos color miel inundados en lágrimas, escapó envuelto en llanto, sin saber a dónde iba.

 

-Soy... el único hermano que tienes -susurró para sí mismo el joven alto, parado en medio de la sala, con la cabeza gacha, soltando lágrimas que se empeñaba en limpiar con la manga de su camiseta oscura.

 

Allen, entre tropezones por no saber hacia dónde corrían sus piecitos ya cansados, recorría calles inundadas de gente feliz que se paseaba de acera en acera, buscando los regalos que le darían a la gente que tanto amaban en esas navidades.

 

Aquello lo hizo llorar aún con más fuerza. Ahora se sentía solo, ya sin los brazos de Francis que lo protegieran del frío, del peligro de las calles para un niño de seis años, y de la tristeza que lo embargaba. Lo extrañaba y quería volver a casa con él... pero no sabía dónde estaba.

 

Francis, aún dentro del apartamento, se había pegado a la ventana, esperando ver volver a su pequeño hermano, pero pasaban los minutos y no aparecía. Estaba solo en esas calles húmedas y congeladas, seguramente perdido.

 

-¡Dios mío, soy un monstruo! -gritó frustrado y desesperado, y tironeó de sus cabellos color café, tomando su chaqueta y saliendo del apartamento, rezando para poder encontrar al pequeño.

 

Entre lágrimas de desesperación, preguntando a la gente si había visto a un niño de seis años, de ojos color miel y cabellos oscuros, cansado y con frío, Francis se paseó por todo el vecindario y sus alrededores hasta la medianoche.

 

-¡Mierda!.. ¡¡¡Alleeeeeen!!! -Un desgarrador y desesperado grito se salió de lo más profundo de su ser. Ese niño era todo para él, desde que él tenía escasos trece años y lo había encontrado abandonado en un rincón de aquel sofá cuando su padre mató a su madre y luego se fugó. Siempre había sido su Allen, su niño amado, el único con los brazos abiertos para él, con esos ojos tan consoladores que con sólo una mirada lograban arrancarle una sonrisa.

 

También debía admitirlo, había sido su primer amor más allá de lo fraternal y su primer beso.

 

Estaba convencido que lo bueno siempre viene en envase pequeño. Esa criatura era lo mejor que le había pasado en la vida, bah, era lo único que tenía...

 

Francis se recostó por la mugrosa pared que tenía más cerca y se dejó resbalar hasta el piso, abrazando sus rodillas, auto-protegiéndose del frío mientras su llanto rompía el silencio perpetuo de la noche.

 

 

 

Ya sus piecitos no daban más del cansancio. Los tenía entumecidos, sus manos fregaban con desespero sus brazos, su respiración podía verse como un humo blanco escapando de entre sus labios entreabiertos. Su cuerpecito se sacudía frenéticamente del frío.

 

Hubo un punto en que no pudo seguir caminando más y cayó rendido sobre la acera. Lentamente sobre su piel empezaban a caer blancos y pequeños copos de nieve. El frío estaba haciendo estragos en su cuerpo, el cual ardía en fiebre.

 

Abrió los ojos con cansancio, alarmado por ese grito que rezó su nombre. Allí vio a Francis, desesperado. Lo veía llorar y lo único que podía hacer desde su posición derrumbada era llorar silenciosamente también, sin poder avisarle de su presencia, pero el agobio pudo más que el frío y con una débil voz intentó llamar la atención del mayor:

 

-Fran... Fran... cis...

 

El del cabello café levantó la mirada y allí, tirado frente a él, estaba su hermanito, sacudiéndose en espasmos por la fiebre que seguramente lo atacaba.

 

Sin pensarlo dos veces corrió hacia él y se lanzó de rodillas a su lado, abrazándolo con fuerza mientras no dejaba de llorar. Sintió de inmediato cómo ese cuerpecito ardiente de fiebre se sacudía entre sus brazos.

 

-Dios mío, Allen, estás ardiendo en fiebre -susurró con voz preocupada mientras se quitaba la chaqueta y envolvía al menor en ella-. Sólo deja que me ponga de pie y te llevaré al... -Pero sus intentos de intentar ponerse en pie fueron en vano, tenía las piernas entumecidas por el frío, era obvio que unos pantalones como esos no aguantarían temperaturas tan bajas. En momentos como esos odiaba el tener que sufrir la pobreza.

 

-Tú... tú también, Fran -dijo el chiquillo, con la voz quebrada, acariciando con ternura y debilidad la mejilla de su hermano mientras esbozaba una cálida sonrisa.

 

-Allen... Allen, perdóname... no fui un buen hermano, jamás supe cuidarte como debía, te arrastré a una vida de mierda y ahora estás sufriendo por mi culpa... eres lo único que tengo y me muero si llego a perderte... te amo, Allen -susurraba con ternura y desespero el mayor mientras acariciaba el rostro de su hermanito, limpiándole las lágrimas, a la vez que lo abrazaba con fuerza, llorando.

 

-No... Fran... no llores... no me importa... no me importa nada... sólo... sólo quiero estar contigo...

 

Su voz cada vez se apagaba más, de su garganta empezaba a salir una respiración que se agitaba más con cada segundo transcurrido. Francis empezaba a temer por lo que ocurriría en cuestión de horas, temía por la vida que colgaba de un hilo sostenido sólo por sus manos.

 

Las horas pasaban, sus cuerpos temblaban de forma sofocante y enfermiza. Sudaban y lloraban, se abrazaban y se miraban a los ojos. Los de color miel del mayor miraban su reflejo en los mismos que tenía el más chico. Sus miradas se sonreían y se decían todo aquello que jamás se habían dicho.

 

A eso de las ocho de la mañana el cielo empezó a aclarar. Francis se sobresaltó, abriendo los ojos al darse cuenta de que se había quedado dormido, y peor aún que el niño recostado sobre él estaba inerte. Lo sacudió un poco, susurrando con una voz débil su nombre incesantes veces, hasta que lo vio abrir dificultosamente los ojos, que lo observaron turbados, completamente inyectados en sangre e hinchados.

 

-Allen...

 

-Francis... me... me... ¿me darías un beso? -pidió el pequeño, aún temblando, pero completamente sonrojado, como en aquella época feliz... si es que alguna vez tuvieron una...

 

El mayor no tuvo que escuchar una palabra más para acercarse a esos labios morados y resecos por el congelamiento y los besó con delicadeza, corriéndole con la mano libre los cabellos oscuros que húmedos caían sobre la frente pálida del niño.

 

Al separarse volvieron a verse a los ojos, a esos ojos que eran iguales en ambos. Se observaban con dulzura y temor mezclados en sus miradas.

 

Bañados en sudor, lágrimas, nieve derretida, y completamente temblorosos y afiebrados, vieron a lo lejos, colándose por entre los edificios, un sol naranja ascendiendo, listo para iluminar aquellas dos vidas que poco a poco se consumían hacia la oscuridad.

 

A ese sol lo habían visto tantas veces... tantas veces que para ellos fueron los momentos más felices de su miserable vida... acostados y abrazados en la única cama, observando un amanecer así de rojo por la ventana, la única vez que caminando un día entero llegaron a la playa y entre las olas que estallaban en la costa podía verse un sol carmesí hundiéndose en aquel horizonte azul... y había más recuerdos que los hicieron llorar con fuerza, abrazándose y gritando con sus voces ya desgastadas cuánto se amaban.

 

-No, Allen... no me mires así, no me digas que todo esto se acaba... no me dejes sin ti, mi niño -sollozaba Francis, abrazándose con fuerza al frágil cuerpecito.

 

-No llores... volveremos a encontrarnos algún día, si cierras los ojos... -fue lo único que el chiquillo dijo, acariciando con ternura la mejilla de su hermano, para luego cerrar sus ojos como miel lentamente en un gesto cansado, relajando el cuerpo y dejando caer esa blanca manita.

 

-¡Aaaaalleeeeeen! -gritó lastimeramente el mayor, estrujando el cuerpo de su hermanito, queriendo no perderlo jamás mientras la extraña luz anaranjada de ese sol naciente en pleno invierno los bañaba.

 

Entonces cerró sus ojos, esperando a que el frío lo llevase a encontrarse con su pequeño hermanito en algún recodo de cualquier lugar, detrás de ese sol anaranjado...

 

 

Yugure ni kimi to mita orenji no taiyou
Nakisou na kao wo shite eien no sayonara

Kirameku nami to tawamurete ita mujaki na kimi no sono yokogao
Hadashi de sunahama wo hakenukeru kimi ga itoshii

Suna ni kaita kimi no namae to kazaritsuketa kaigara wa
Kata wo yoseta bokura no mae de nami ni sarawareta

Yugure ni kimi to mita orenji no taiyou
Nakisou na kao wo shite eien no sayonara

Aoi sora wa iki wo hisomete akai yuhi ni dakarete yuku
Boku mo kimi wo dakishime nagara hitomi wo tojita

Ikutsu mono yorokobi ya kanashimi mo kazoekirenai deai ya wakare mo
Ano koro to kawarazu yasashiku miteru orenji no taiyou

 

 

Eien wo yume miteta ano koro no bokura wa
Itsu made mo hanarezu ni dakiatte waratteta
Akireru hodo kimi wo omou yo

 


Sore dake de boku wa midasareru
Nakanai de itsu datte aeru yo
Hitomi wo tojireba

 

Yugure ni kimi to mita orenji no

taiyou
Nakisou na kao wo shite eien no sayonara...

 


Al atardecer, vi contigo el sol naranja
parecía que ibas a llorar... eterno adiós

Las resplandecientes olas jugaron con tu inocente perfil
eres preciosa mientras corres cerca de mí, descalza en la playa de arena

tu nombre escrito en la arena y las conchas decorándolo
son barridas por las olas enfrente nuestro

al atardecer, vi contigo el sol naranja
parecía que ibas a llorar... eterno adiós

el cielo azul susurra suavemente, la roja luz del sol nos abrazó
Cerré los ojos mientras te abrazaba

Un montón de alegrías o tristezas, incontables encuentros o despedidas
Al igual que entonces estoy viendo agradablemente el sol naranja

En aquellos tiempos los dos estábamos soñando con la eternidad
Nos abrazamos y reímos como si nunca nos fuésemos a separar

 

Pienso en ti casi con asombro
solo con eso estoy satisfecho
no llores, volveremos a encontrarnos algún día
si cierras los ojos...

al atardecer, vi contigo el sol naranja
parecía que ibas a llorar...eterno adiós...

 

 

 

Notas finales:

 

 

 

no quedó como yo esperaba, porque es como imposible que quedan dos columnas juntas xP pero al menos se ve bien la canción...

espero haya gustado más de lo que me gustó a mí... voi a esperar sus reviews... no es mucho pedir que escriban sus opiniones en el cuadrito de abajo =)

sean felices... i hasta la próximaa!!

Aome...

 

 

 


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