Gris…Todo a su alrededor era gris, sus párpados se cerraban en contra de su voluntad, no podía evitar pensar en que nadie lo echaría de menos.
Humedad…Sendas lágrimas, que caprichosas, salían sin cesar de sus ojos. Como no llorar si para él su mundo se reducía a la sola presencia de la única persona que tal vez de verdad lloraría su muerte.
Cobarde…Si, era un cobarde al retirar de sus venas la cuchilla de afeitar que siempre llevaba en su mochila.
Lo siento…Un pensamiento para el amor de su vida, un hombre que le había llamado la atención desde el momento que sus miradas se cruzaron y ya no pudo dejar de velar por su vida.
¿Cómo había llegado a esa penosa situación?...Una pregunta que no dejaba de rondar por su cabeza, una pregunta que nadie sino él podía responder.
Oscuridad…Negro era el color que dominaba su vida desde que su corazón dejo de sentir, desde que no podía respirar, desde que sus lágrimas no dejaban de rondar por sus mejillas.
Celos…Porque su sangre hervía cada vez que lo veía con otras personas, abrazándolas como amigos, pero no dejaban de ser otras personas las que se refugiaban en su amplio y fuerte pecho.
Dolor…No recordaba otro sentir que el dolor de un corazón roto y un alma en pena por un rechazo que lo marcó hasta el fin de los días y que lo tenía al borde de una decisión, el principio o el fin de una vida.
Sangre…Sangre que manchaba la madera del suelo con su vivo color, llevándose la poca vida que le quedaba.
Adiós…Un último pensamiento antes de caer al suelo y cerrar los ojos…lo que sería la última vista que tendría del mundo terrenal…un reflejo del espejo del baño, con la penos imagen de un hombre muerto en vida.
Gritos… ¿Es qué ni siquiera muerto tendría un poco de silencio para llorar a solas, encerrado en su tumba, en su eterna prisión? Además, ¿por qué gritan? ¿No saben lo que significa descanso eterno para un alma herida? Por eso gritan, porque no saben lo que es.
Luz…Pero esa no era la luz que él esperaba, la luz que lo llevaría a un prado de flores y un cielo azul no era la que el veía, si no la de una bombilla que alumbraba la estancia que era una enfermería.
Calor…Arropado por unas cálidas mantas que tapaban su cuerpo. A los pies de una cama una presencia advirtió al chico que no estaba solo.
Culpabilidad…No lo había conseguido, no había conseguido morir, solo que sintieran lástima por él, culpabilidad de ser una molestia.
Lágrimas…De nuevo, sus eternas compañeras, hacían notar su presencia con su humedad, deslizándose suavemente por sus mejillas hasta caer en las sábanas.
Movimiento…La cama se movió al bajarse, lo que ocasionó que la persona que estaba al pie de la cama abriera los ojos y mirara hacia él, pero ni siquiera le devolvió la mirada, ¿para qué? ¿Para encontrar en ellos la acusación del por qué? No tenía ganas de ver a nadie.
Frío…Sus pies parecían absorber el frío del suelo, llevándolo a todo su cuerpo, quitándole el poco sopor que le quedaba, desplazándolo a su realidad, de la que quiso desprenderse.
Sorpresa…La sorpresa de verse siendo elevado por unos grandes brazos, fuertes, seguros, cálidos, porque nunca los pudo sentir, esa realidad le sonaba más a sueño.
Calor…De nuevo en esa cama donde despertó, pero con un calor nuevo, mayor, mejor, y por primera vez se sintió bien.
Lo siento…Un susurro en su oído, pero no era la voz que el esperaba escuchar, sino una más dulce, más hipnotizante.
Lágrimas…Volvieron a salir de sus ojos, mojando de nuevo su rostro, pero fueron a parar a los dedos de su acompañante, que sonrió con culpabilidad.
Lo siento…De nuevo esas palabras, pero seguían sin venir de quien él esperaba, venían de alguien que no debía decirlas.
Negros…Los ojos de la persona que estaba tumbada a su lado se pusieron frente a sus ojos, y más que lastima en ellos había un gran amor.
Labios…Sobre sus labios otros se fundaron, con cariño, sin dañarlos, un contacto anhelado por ambos, pero sin saberlo él, solo el emisor sabía cuando le quería.
Te amo…Dulces palabras, un bálsamo para su alma herida, una verdad que sanaría su corazón.
Ace…La primera palabra que salió de sus labios, la primera que no venía acompañada de dolor, de sollozos, solo de un profundo respeto y cariño.
No debí de hacer eso…Lo que dijo antes de sonrojarse, era tan mono, con esa apariencia era difícil imaginar que fuese un pirata de Barbablanca, perseguido por la marina.
Gracias…A pesar de la cara de extrañeza, no podía dejar de agradecerle el que este ahí con él, el no juzgarlo como harían otros.
Yo también te quiero…No era un “te amo”, pero era eran las palabras más sinceras, no lo amaba, pero aprendería a hacerlo, porque su corazón roto estaba siendo arreglado ante la proximidad de un nuevo amor.
¿Por qué?... ¿Por qué que? ¿Por qué se había intentado suicidar? No lo sabía, no contesto ante esa pregunta, solo lo miró largamente, sin saber que decir.
Sanji…Su nombre salir de esos labios era como una melodía cantada por ángeles, sonrió, y no pudo ni quiso evitarlo.
Olvidémoslo…Lo único que dijo, olvidar, perdonar, eso es lo que debía hacer, perdonar todo el daño inflingido, y olvidar lo malo que le había pasado, para tener al fin un poco de paz y amor junto a quien de verdad lo amaba.