Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

~ Himitsu ~ por Nuriko_lover

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola n.n. Wenga, aquí un fic cortito que se me ocurrió el otro día en la universidad XD

Notas del capitulo: Sólo serán 5 caps, así que nadie se morirá por leerlo XD. He intentado recrear un poco la crudeza de lo que era un harén y al vida de una cortesana, aunque no os extrañe que salgan cosas un poco..."peliculeras", porque es que me acaban de comprar Memorias de una Geisha (ya me lo había leído, pero prestado de la biblioteca XD) y igual se me saltan cosas sacadas de contexto XD

 

Las horas pasaban como días, las semanas como años. Y un gélido frío, semejante al del invierno, sumía a la acomodada familia Chou en su abrazo.

Y es que nada había vuelto a ser lo mismo desde que la pequeña Kourin se había ido.

El día del funeral, todo el barrio téxtil de Eiyou y parte de los barrios artesanos circundantes habían estado presentes en la ceremonia. E, ineludiblemente, todos se fijaban en la pequeña figura del hijo mediano de los Chou, desgraciadamente por ahora el pequeño de la familia.

Algunos lo atribuían a un desarreglo momentáneo debido al terrible suceso, otros a un trauma psicológico que el joven, dada su fragilidad emocional, nuna superaría. Lo cierto es que todos murmuraban sobre el anormal comportamiento del cándido Ryuuen, que el mismo día de la muerte de su hermana había empezado a llevar las ropas de ésta e, incluso, a hacerse llamar por su nombre.

Era francamente desconcertante. El cómo sonreía tranquilamente durante el entierro, como si aquello no fuera más que otro acontecimiento cuotidiano. Resultaba cruel, pero era sabido que el pequeño había enloquecido. En su mente su hermana no había marchado, sinó que seguía viviendo en su alma. Era una infantil y frágil mente, que se aferraba con sus manos de cristal a la imagen de Kourin, queriendo evitar que se disolviera como una diáfana voluta de humo.

Los años que siguieron no fueron mejores. Al cerciorarse de que aquella situación estaba durando más de lo debido, los señores Chou empezaron a preocuparse por el estado mental de su retoño. Le llevaron a diversos médicos, especialistas en la mente, para que trataran de solucionar su problema. Pero todo fue un esfuerzo inútil: Ryuuen seguía en sus trece. Parecía realmente convencido de que era Kourin, y que jamás había tenido un hermano llamado Ryuuen.

Cuantas veces lloraron sus padres por lo sucedido a aquella familia... Se habían desmembrado con la misma facilidad con la que un árbol seco pierde las hojas. Y, sí, era cierto, su primogénito, Rokou, de alma sensible y terriblemente vulnerable, también parecía haber caído en una depresión constante, pero los años parecían superarla. Con Ryuuen, sin embargo, era muy distinto. Hubieran preferido mil veces que no llorara desesperadamente sólo bajo el amparo de la oscuridad de su cuarto. Hubieran dado de buena gana toda su fortuna para que no guardara su dolor para sí y regalara una sonrisa deslumbrante en público. Porque esa era la imagen de Ryuuen a cada momento: una sonrisa inocente, derretidora, de un rostro angelical. En aquel aspecto y comportamiento era cuando más se hacía patente la similitud entre él y su fallecida hermana.

La cosa pendía de un débil hilo debido su gravedad. Ryuuen no era sólo un niño malherido en el alma: estaba destinado a una gran empresa. Lo denotaba el carácter rojo brillante tatuado en su pecho, refulgente como una estrella en llamas. Era una de las estrellas de Suzaku, un elegido por el dios fénix, dotado de una fuerza sobrehumana. Sus padres no cesaban de preguntarse qué sería de él, cual sería su estado mental cuando llegara el momento de consagrar su vida a la protección del imperio de Konan.

Y decidieron enviarle a una aldea de las montañas, Yukigase, con un pariente lejano que se hiciera cargo de él por un tiempo. Y bajo el nombre de Kourin, Ryuuen marchó de su casa, sin sospechar que nunca volvería a ella, no como Chou Ryuuen.

Muchas cosas le sucedieron allí, cosas que jamás llegó a imaginar y que le hicieron madurar en cierta medida. Rompió varios corazones de hombres, conoció a personas fascinantes, se enamoró por vez primera de una hermosa doncella y salvó aquella pequeña villa de un demonio legendario que se alimentaba de la carne de las vírgenes, sacrificando con ello la felicidad de varias personas muy queridos. Byakuren, la primera mujer a la que amó, perdió la vida en la llanura helada.

Y, sorpresivamente, Ryuuen se encontró cumpliendo el sueño de aquella chica: servir en el harén del Emperador Saihitei como concubina. Y así quedaron las cosas. Pero Ryuuen jamás alcanzó a imaginar que conocería a alguien que le robaría el corazón. Una persona que con los meses llegaría a convertirse en su única razón para seguir adelante.

Y es que Chou Ryuuen era Kourin, la hermosa dama de la corte. Pero, ante y sobre todo...

...era Nuriko, guardián de las Siete Estrellas de Suzaku.

Notas finales:

 

I LOVE Nuriko XD (creo que ya se notaba...)

Nada, un prólogo cutre como es costumbre en mí n.nU


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).