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Un cumpleaños solitario, ¿o no? por Naara

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Notas del fanfic:

Hola!
Nada que decir, que soy una desgraciada y me había olvidado completamente del cumpleaños de mi lindo mapache pelirrojo, que fue ayer. Y hoy me he dado cuenta de mi craso error y he decidido hacer un fic chiquitín para mi lindo Gaara. Lo he escrito en una hora y media y por eso no es de los mejores, pero bueno, está hecho con todo mi cariño para mi precioso Gaara-sama.

Naara

Notas del capitulo:

 

            El sol matutino despertó a un hermoso joven que descansaba en su dormitorio. Lentamente abrió los ojos y se encontró en su cama, se desperezó y se incorporó.      Sus pasos inseguros lo llevaron al baño donde se aseó y se vistió con sus mejores galas.

            Era un día de festejo en Suna porque era el cumpleaños del Kazekage, desde primera hora de la mañana había fuegos artificiales en la ciudad y una gran feria se había montado en honor al cumpleañero.

            Sin embargo al Kazekage de Suna eso no le interesaba lo más mínimo porque no podía contar con la persona más importante para él en ese día de felicidad.

            Se miró en el espejo y trató de simular una enorme sonrisa, había visto a su precioso Kitsune con esa sonrisa falsa miles de veces, pero a él no le salía tan bien imitarla.

            Con pesar insistió en ensayarla cuatro veces más para que ninguno de sus hermanos, ni los aldeanos de Suna, se sintieran mal porque en un día de celebración como ese el festejado no tuviese ganas de nada.

            Kuso, qué solo me voy a sentir hoy. Pero claro, ahora Naruto es Hokage y no puede venir a Suna siempre que se le venga en gana...

            ¡Buff! Muchísimas veces echo de menos cuando no tenía tantas responsabilidades sobre sus hombros y podía venir a verme más a menudo.

            ¡Maldita sea!

La última vez que nos vimos fue exactamente hace dos años y desde entonces nada. Sólo me envía cartas, no ha podido venir ni una sola vez y encima no me ha permitido a mí ir de visita a Konoha...

Y mientras Shikamaru y Sakura vienen frecuentemente a ver a mis dos hermanos y los muy empalagosos no dejan de demostrar lo mucho que se aman.

Y qué pasa conmigo, ¿eh? Sólo me queda extrañar a mi amor y rezar para que no se haya olvidado de mí.

Y encima está el Sasuke bastardo de los demonios, que regresó a Konoha a saber con qué intenciones porque las miradas que le lanza a mi hermosísimo Naruto no son las típicas que tú lanzas a tus amigos, desde luego que no.

            Sólo espero por el bien de Sasuke Uchiha que mi novio no haya decidido dejarme por él, porque si lo hace sin ningún tipo de dudas lo asesinaré a un ritmo lento y despiadado, que ni el Shukaku de sus mejores tiempos podría compararse con toda la furia que desataría sobre ese desgraciado.

            Pensaba tristemente el Kazekage.

            Un ruido en la puerta lo despertó de su ensoñación y fue a abrir, supo inmediatamente que eran Temari y Shikamaru porque percibió claramente su chacra. Con pasos ágiles se encaminó a abrir y cuando la puerta cedió dibujó la sonrisa falsa que había estado practicando todo el bendito rato frente al espejo.

            - ¡Felicidades hermanito! - Temari se lanzó a los brazos del Kazekage y lo cubrió de besos, hasta dejar al pobre Gaara casi sin aliento por el fuerte apretón al que le estaba sometiendo su hermana.

            - Bah, qué problemático. Felicidades, Gaara. - Dijo Shikamaru y le tendió la mano con pereza.

            - ¿Estás preparado para la fiesta? ¡Han venido los mejores artesanos de todo el mundo y han traído un montón de cosas para que puedas regalarme! - Exclamó feliz la kuonichi de la arena.

            - Amor, se supone que él está de cumpleaños y no tú, así que eres tú la que debería regalarle algo... tsk... qué problemático.

            - Y ya le regalamos, le vamos a dar el mejor regalo de su vida. - Temari abrazó fuertemente a Gaara y lo besó en el kanji del amor. - Vas a ser tío, Gaara.

            - Ante las palabras de la Kuonichi, el Kazekage se apoyó contra el marco de la puerta. Lanzó una mirada furibunda sobre Shikamaru, que se escondió detrás de su novia, mientras abría la boca en un tremendo bostezo.

            - ¿Cómo? - Un remolino de arena se formó a las espaldas del Kazekage, pero su hermana le abrazó con fuerza.

            - ¡Vamos alégrate por mí, Gaara! ¡Voy a ser mamá!

            - Lo mato. - Dijo señalando a Shikamaru. - ¿Por qué le has hecho eso a mi hermanita?

            - Vamos, Gaara, sabes que nos casamos en cinco semanas.- Trató de calmarlo Temari.

            - Más te vale, por tu propio bien, que no hagas infeliz a mi Temari o juro que te voy a someter a diez tipos diferentes de Funerales del Desierto. - Exclamó enfurecido el pelirrojo Kage.

            - Tsk... sería problemático hacerla infeliz, la amo demasiado para siquiera planteármelo.

            - ¡Te amo, Shika! - Temari se lanzó sobre su novio y él la tomó en brazos.

            - Kankuro nos está esperando abajo. - Temari sonrió a Gaara.

            - Vale, vamos. - Gaara consintió ante la insistencia de su hermana y salió de su casa, pero de camino a donde se encontraba Kankuro le dedicó una docena de miradas malhumoradas a Shikamaru, que apenas parpadeó ante ellas.

            - ¡Gaara! - Kankuro le dio una palmada amistosa a su hermano en la espalda y le sonrió. - Felicidades, renacuajo. - Después de eso miró a Shikamaru y Temari.

            - ¿Por qué estáis tan raros? - Preguntó el Sabaku no mediano.

            - Vas a ser tío. - Explicó Temari.

            - ¿Qué te ha hecho? - Kankuro se giró hacia Shikamaru y le sonrió feliz. - ¿Voy a tener un pequeño Kankurín al que consentir? ¡Qué bien! ¡Vamos a festejarlo! ¡Qué toda Suna se entere que Sabaku no Kankuro va a ser tío!

            - ¿No vas a matar a mi Shika? - Preguntó Temari a su hermano. -  Gaara deberías aprender de Kankuro a no ser tan posesivo y aceptar alegremente que serás tío en ocho meses y medio.

            - Grr... - Dio por respuesta el Sabaku menor y los cuatro se encaminaron a la fiesta.

            Al llegar a la plaza mayor del pueblo todos los habitantes le hicieron un regalo al Kazekage, que agradeció a todos y repartió manos y besos a todo Suna.

            La fiesta empezó y todo el mundo bailaba feliz. La música se escuchaba en todas las casas de la ciudad y ríos de Sake corrían por todo el vecindario.

            Los más pequeños se dedicaban a tirar petardos, mientras los mayores se encargaban de beber cantidades ingentes de Sake.

            Gaara pensó que al día siguiente iban a tener que pedir un nuevo cargamento de sake para llenar la ciudad porque todos los ciudadanos mayores de edad bebían a un ritmo frenético, excepto Temari que se limitó a agarrar a su hermano pequeño y llevarlo de puesto en puesto para que le comprara todo tipo de cosas.

            Al mediodía los ciudadanos sacaron la comida a la calle y repartieron con todos sus vecinos los platos que tan amorosamente habían preparado para el cumpleaños de su Kazekage.

            Y mientras los padres bebían y comían alegre, todos los hijos adolescentes, sin importar que fueran chicos o chicas le tendieron al Kazekage una cantidad ingente de cartas de amor.

            El Kazekage comía con sus hermanos y su futuro cuñado con esa sonrisa tan falsa y ninguno parecía darse cuenta de cuán falsa era ésta.

            La fiesta siguió hasta las ocho de la noche, hora en la que toda la ciudad de Suna estaba dormida con una tremenda borrachera.

            Temari y Shikamaru habían abandonado la fiesta a las seis de la tarde porque la Kuonichi se había mareado ligeramente. Kankuro sin embargo seguía al lado de su hermano, pero como había perdido la cuenta de las botellas de Sake que se habían bebido entre él y Matsuri se quedó dormido en medio de la plaza.

            El Kazekage observó a su alrededor y se encontró con toda Suna tumbada en el suelo con resaca. Los más pequeños correteaban por la ciudad poniendo petardos, los adolescentes habían aprovechado que sus padres cayeran rendidos por la bebida y se habían dedicado a beber de un par de botellas de sake que aún quedaban y el Kazekage sonrió con pesar.

            Sentía un dolor tremendo en su pecho y decidió que era hora de abandonar la fiesta. Sus pasos lo dirigieron a las fronteras de la ciudad.

            Llegó a un montículo de arena y se quedó allí parado, cerró los ojos pesadamente, pero esa sonrisa falsa todavía se podía apreciar en su cara cuando se dejó vencer por el sueño.

            - Hm... esa sonrisa es más falsa que todo el repertorio de sonrisas de Sai juntas, ttebayo. - Dijo una voz y lo despertó de su profundo sueño. - Pero a mí no me la pegas, ¿no se supone que deberías estar feliz porque es tu cumpleaños, dattebayo?

            - ¿Naruto? - El Kazekage abrió los ojos y se encontró con la mirada azul de su hermoso kitsune. - ¿Qué demonios haces aquí?

            - ¿Es esa manera de recibir a tu novio el día de tu cumpleaños? ¡Y yo que he caminado todos estos días con la ilusión de verte, dattebayo! ¿Qué no te hace feliz mi visita, ttebayo?

            - Te he echado tantísimo de menos. - El Kazekage se acercó al rubio que tenía frente a sí y se apoderó de su boca en un ataque de frenesí.  Al sentir esos adictivos labios sobre los suyos no pudo reprimir arrancar un mordisco de esa jugosa boca que tanto le sabía. - ¿Por qué no me dijiste que vendrías?

            - Porque entonces ya no sería una sorpresa, ttebayo. - Murmuró el rubio feliz y besó la boca de su pelirrojo amante.

            - Es la mejor de todas las que me has dado, amor. - El Kazekage enredó el cuerpo de Naruto en el suyo y por primera vez se dio cuenta de la escolta que traía su novio.

            Neji, Hinata, Sakura, Kiba, Shino, Sai, Sasuke y Tsunade rodeaban al rubio y después sus ojos se posaron en dos niñas que tendrían un año más o menos.

            Las dos niñas eran exactamente iguales, tenían el cabello rubio, los ojos de un intenso aguamarina y en sus mejillas tres graciosos bigotitos. Al verlas el corazón se le paró en el sitio.

            Sino fuera porque era absolutamente imposible estaría por jurar que esas dos gemelas eran hijas suyas y de Naruto, pero claro, eso era del todo imposible porque Naruto y él eran hombres y los hombres no podían concebir, ¿verdad?

            - ¡Otousan!- Exclamaron las dos a un tiempo y se lanzaron a los brazos de un Gaara sorprendidísimo.

            - ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cuándo? ¡Desgraciado como se te ocurre ocultarme algo tan importante! - Fue la reacción del Kage de Suna y justo después de sus palabras tomó a las pequeñas en brazos.

            Las olió y percibió un rico olor a mandarinas y chocolate, acarició la mejilla de cada una y al sentir el suave tacto en sus manos se sintió en las puertas del mismísimo paraíso.

            Mientras el Kazekage exploraba cada milímetro de la piel de sus hijas, un exultante Naruto observaba orgulloso a su pareja.

            - ¿Y tú lo sabías y no me lo contaste? - Le preguntó a Sakura y luego empezó a besar a las dos pequeñas. Les besó las mejillas, la frente, acarició su cabello y con las dos en brazos miró a Sakura.

            - Hm... es que Naruto me lo prohibió, ni siquiera se lo he podido contar a Kankuro y ya verás la que me lía cuando se entere. - Dijo la pelirrosa y una gotita apareció en su frente.

            - ¿Por qué desgraciado me ocultaste que era papá? - Se enfrentó a su pareja. Estuvo tentado a darle un puñetazo, pero al ver esos maravillosos ojos azules no pudo hacerlo y lo máximo que acertó a hacer fue besar apasionadamente la boca de su novio. - ¡Te odio porque no me lo has dicho! - Siguió protestando y nuevamente se apoderó de la boca del rubio.

            Cuando ambos cuerpos se separaron, Gaara aún mantenía a las pequeñas en brazos. Desde que las había conocido no las había soltado ni un segundo.

            - Quería sorprenderte en tu cumpleaños, ttebayo.

            - ¡Vaya que si lo has hecho! ¿Pero dos años?

            - ¿No te lo ha contado Temari? - Naruto miró a Gaara. - Supongo que esperaban que te lo dijera yo, ttebayo. - Naruto sonrió a Gaara. - Nos trasladamos aquí, contigo.- Explicó Naruto.

            - ¿A Suna? - A Gaara se le ensanchó una sonrisa enorme en su rostro y todos los presentes se quedaron asombrados porque jamás habían visto al Kazekage con una sonrisa tan expresiva.

            - Me he tomado la baja por paternidad. - Naruto sonrió a Gaara. - Y me han concedido excedencia durante dos años, ttebayo.

            - ¿Dos años? - Gaara observó a su novio y le acarició la mejilla con suavidad. - ¿Vienes dos años a Suna? ¿Y qué ocurre con el cargo de Hokage?

            - Tsunade obachan me sustituirá durante ese tiempo, dattebayo.

            - ¡Sí Otousan, ttebayo! - Exclamaron felices las dos pequeñas con su lengua de trapo.

            - Por cierto, se llaman Hikari y Umi, ttebayo. - Naruto se rascó la nuca.

            - Hikari. - Dijo Gaara, la niña que estaba en el brazo izquierdo de Gaara le sonrió y asintió con la cabeza. - Umi. - La otra hizo lo mismo y entre las dos enredaron el cuello de su papá entre sus bracitos.

            - No pude venir en estos dos años porque tuvimos que arreglarlo todo con obachan, ttebayo. - Naruto puso morritos a su novio.- ¿Me perdonas, ttebayo?

            - ¿Podría estar enfadado cuando  has traído a estos dos tesoros contigo?

            - Creo que eso significa que no. - Sai se aproximó a Naruto y le dio un coscorrón en la cabeza. - Así que dale de una vez el regalo, hueco.

            - Naruto se sonrojó y le entregó a Gaara una pequeña cajita. El Kazekage la abrió y se encontró con un par de alianzas.

            - ¿Me estás pidiendo matrimonio? - El pelirrojo sonrió a su novio y al ver como este, más sonrojado que una manzana, asentía con la cabeza lo besó en los labios. - Acepto, pero te voy a castigar muy seriamente cuando lleguemos a Suna por mantener este secreto tanto tiempo.

            - Es un dobe, no puedes pedirle más. - Fue la escueta frase de Sasuke.

            - ¡Yo no soy un dobe, ttebayo! - Protestó Naruto y antes de que Gaara se diera cuenta sus dos hijas se bajaron de sus brazos y fueron a propinarle una patada en cada espinilla al Uchiha menor.

            - Esto... Gaara-kun...  - Hinata chocó sus dedos uno contra otro. - Esto... Neji y yo...

            - Nosotros nos quedaremos con Naruto y las pequeñas en Suna. - Aclaró el mayor de los Hyuga. - Somos sus escoltas. - Neji rodeó a su prima por la cintura y ella apoyó la cabeza en su hombro.

            - Será un placer teneros aquí. - Gaara tomó a Naruto por la cintura y la mano de la pequeña Umi que se había acercado a él. Mientras tanto el kitsune tomó la mano de Hikari y todo el grupo se encaminó hacia Suna.

 

FIN.


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