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Entre sangre y rosas por Flonne

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Notas del capitulo: Comenzando con una nueva historia,me habia venido una gran racha de inspiración,pero ninguna de las ideas servian para continuar con la (ya casi olvidada) historia de "Estigmas".Asi que decidi escribir una nueva mientras tanto.Comienzo a interesarme mas seriamente en el tema de los vampiros,hasta estoy comenzando a leer el libro de "Crepusculo"(muy bueno por cierto >_<),y he pensado en comprarme todos los libros de la saga "Cronicas Vampiricas",tengo el presentimiento de que voy a adorar a Anne Rice *-*

Su bello rostro de color marfil, sus ojos profundamente negros, su pelo color miel cayéndole sobre los hombros, Kuroi es la persona mas bella que he visto en mi vida. De actitud fría y cálida a la vez, la envidia y desprecio de los humanos, si, por que el no es un humano.

¿Crees en la existencia de los vampiros?, si no es asi, comienza a creer, por que Kuroi es un vampiro. No te apresures en sacar los ajos o el crucifijo, eso no sirve, son puras supersticiones. Tampoco comiences a preocuparte, el no va a beber de tu sangre, es bastante quisquilloso con respecto a eso. Es mas, siente cierta repugnancia a tener que tomar sangre humana, lastima, si no bebe morirá.

Lo conocí en medio de la lluvia, y algo me ato a él, una atracción inexplicable, un sentimiento cálido. Fue la primera persona que me sonrió sinceramente, aunque de forma fría, pero al menos sincera. Todos a mí alrededor siempre fingían, intentando aparentar que todo estaba bien, no, no lo estaba, ya que nunca fui como los demás. Al menos no físicamente, ojos rojos y pelo negro azulado.”Seguramente un demonio o un vampiro”, tuve suerte de continuar con vida.

Cuando apenas tenia cuatro años, mis padres me dejaron abandonado en un barranco, pude haber muerto de frio o de inanición…de no haber sido por que Kuroi me rescato. En ese entonces el tenia 14 años (o al menos aparentaba esa edad), y desde entonces fue mi única familia. Pero no crean que era el hermano mayor perfecto que todos pintan en las historias, no, el si era perfecto, pero a su manera. Desde que yo era pequeño me enseño a sobrevivir por mi mismo, nada de mimos infantiles.

Puedo asegurar orgulloso que desde los seis años conocía casi en su totalidad el gran bosque que rodeaba nuestra pequeña casa, sabia donde estaba el rio, y donde los arboles frutales o las plantas venenosas. Todo me lo enseño él, ¿Cómo tuvo tanta paciencia?, no lo se. Pero lo que si se es que el me amaba, a su manera fría y un poco cruel, pero me amaba.

¿Pero saben lo que me entristece?, que sus sentimientos se los guardara para el solo, su tristeza, su forma de ver la vida, todo profundamente guardado y escondido, como si del caparazón de una tortuga se tratase. El mundo es cruel, las personas son crueles, por eso a veces es bueno esconder tus sentimientos, si nos los ven, no pueden lastimarlos.

Tal vez me estoy adelantando mucho, será mejor que les cuente mi historia desde donde recuerdo, ahí verán si mi juicio estuvo bien, o Kuroi es diferente a como yo lo vi en mi infancia.

El primer recuerdo que me viene a la mente es cuando tenia siete años, apenas era de mañana pero estaba lloviendo, una lluvia fría y torrencial. Lo suficiente para que no te dieran ganas de salir por nada del mundo, mejor quedarse en casa envuelto en un grueso edredón y con una taza de chocolate caliente entre tus manos.

-Raziel, se ha acabado el agua, trae más.

En esos momentos pensé que Kuroi había enloquecido, ¿Quién manda a un niño de siete años a buscar agua en medio de la lluvia?

-Pero, esta lloviendo, y el agua del pozo estará sucia, ¿Por qué no esperamos a que termine de llover?-le pregunte tímidamente.

-Te he dado una orden, cuando diga que vayas a buscar agua, pues vas a buscar agua, así que apúrate.

Salí de la pequeña cabaña, cubierto totalmente por un impermeable de color amarillo, y con un paraguas que estaba pronto a ser parte de la basura. Todo esto para buscar el agua que ahora con tanta urgencia quería Kuroi.

Camine entre la combinación de lodo y pasto, hasta llegar al pozo sucio y desgastado. Una cubeta reposaba al lado de él, le saque toda el agua de lluvia que había acumulado y la metí hasta el fondo con ayuda de una cuerda. Esta hazaña duro media hora, se me era difícil en ese entonces, por que el pozo media un metro y medio de ancho y en ese entonces yo media un poco menos de un metro, así que comprenderán lo que me costaba alcanzarlo y peor aún, evitar que el agua se vaciara de la cubeta cuando la sacaba. Se me cayo al menos seis veces, por suerte traía un impermeable que evito que mi ropa se mojase.

A rastras, y con más lodo en mis botas que nada, regrese a casa. Cuando entre vi a Kuroi cómodamente sentado en una silla, relamiéndose los dedos. ¿Fue mi imaginación o lo que había en sus dedos era sangre?

-Te tardaste

Lo mire furioso y le lance el resto del agua que había sobrevivido de mi caminata de regreso. Los mechones rubios se le pegaban al rostro, del cual comenzaron a caer pequeñas gotas de agua. Extrañamente no me dijo nada, solo tomo una pequeña toalla y se seco tranquilamente. Después de esto prendió la pequeña chimenea.

-Tu desayuno se enfria, enano, asi que apúrate a comerlo.

Genial, hace unos momentos me había sentido orgulloso de lanzarle aquella agua, pero ahora me sentía totalmente avergonzado, sin duda alguna era por culpa de su actitud. Me quite el impermeable arrojándolo al piso para después sentarme en la silla más alejada a él. Antes de probar bocado algo cayó sobre mi rostro.

-No quiero que mojes mi mesa, así que sécate bien.

Ah, perfecto, era “su” mesa. Se me quito la vergüenza y volví a sentirme furioso de que me hubiese mandado afuera con tanta lluvia. Comí lentamente y le dirigí una que otra mirada de reproche que pareció no notar. Es mas se levanto y fue directo a su habitación sin volver a dirigirme la palabra.

Su habitación…el sitio prohibido, el reino nunca conocido. Decidí acercarme con lentitud cuando él cerro la puerta tras de si. Mire por la pequeña rendija debajo del picaporte. El se encontraba parado en medio de la habitación (que explico, parecía normal), pero en el piso había un gran charco de sangre, como si de una pequeña laguna se tratase. Ahogué un pequeño grito y fue cuando me descubrió. El charco de sangre bajo sus pies desapareció y el abrió la puerta con brusquedad. Como yo estaba apoyado en ella caí de bruces dentro de la habitación. No dure mucho en el piso, me jalo con fuerza hacia si.

-¡¿Qué demonios te he dicho de no ver mi habitación?!, ¡¿No entiendes mocoso?!

Cerré los ojos, presa del miedo, le había desobedecido. Al parecer no contestarle a sus preguntas fue lo que calmo su enojo, me bajo hasta el piso. Abrí los ojos y fue cuando me di cuenta de que por su mano corría sangre, asustado salí corriendo de la casa. Corrí sin rumbo, tenía miedo, corrí y corrí hasta que termine en un lugar desconocido para mí, me desplome en un tronco caído a pocos metros de mí. La lluvia comenzaba a atenuarse. Ya no recuerdo bien lo que pasaba por mi mente en ese entonces, solo se que cerré los ojos y al despertar me hallaba en brazos de alguien. La lluvia había terminado, seguía en el mismo lugar donde me había quedado dormido, pero ahora la diferencia es que alguien me cargaba, y, tal vez fuese mi imaginación, me mecía con lentitud. No le vi el rostro, aunque si hubiese querido lo habría hecho. Tan solo sonreí para entregarme de nuevo a Morfeo.

Cuando desperté de nuevo estaba anocheciendo, camine con lentitud intentando seguir mis propios pasos de aquella mañana. Con suerte llegaría en una hora a la cabaña.

Lagrimas corrían por mis mejillas, tenía miedo de regresar, ¿Y si Kuroi aun seguía enojado? ¿O si se hubiese marchado de la casa dejándome solo?

Llegue cuando las estrellas ya comenzaban a manchar el firmamento, toque la puerta con lentitud. Cuando creí que nadie me abriría el picaporte giro. Y ahí del otro lado de la puerta me miraba Kuroi, tenía una expresión seria, que paso a divertida cuando me miro.

-Vaya, quien lo diría, el hijo prófugo regreso…te aviso que no hare fiesta, así que pasa de una vez.

Entre, sentándome en uno de los desvencijados sillones que conformaban la sala. Sentí que se sentó al lado mio,baje la mirada. Algo cálido cayó sobre mi espalda.

-Si te resfrías no habrá nadie que vaya por el agua mañana.

Me enrede en aquel edredón lo mejor que pude.

-Kuroi, lo que paso esta mañana… ¿todavía me odias?

Se paro con cierta brusquedad, temí haberlo hecho enojar de nuevo. Me miro de reojo.

-No has visto nada, ¿entendiste?, y mejor apúrate a secarte, es molesto verte sentado sin hacer nada.

Baje de nuevo la mirada, pese a su actitud, yo le debía prácticamente mi vida, así que estaba mal comportarme grosero.

Aquella noche no pude dormir por dos razones: primera, no tenia sueño había dormido casi todo el día y en segunda, cada vez que cerraba los ojos aunque fuese por un segundo lo que había visto en la habitación de Kuroi volvía a mi mente.

Notas finales: ¡Gracias por leer!

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