Mundo Alterno
Towa era conocedora de multitudes de mundos, donde muchos personajes de su vida diaria existían pero de otra manera, viviendo otra vida, a veces mejor, a veces peor. Un ejemplo era una de las tantas realidades alternas que visitaba de vez en cuando para asegurarse de que todos los objetos siguieran allí – y de paso husmear en vidas privadas-; en ese mundo particularmente. Daisuke Niwa vivía una vida normal, siendo el temido ladrón Dark su hermano mayor, a quién quería mucho; lo mismo pasaba con Satoshi Hiwatari, quién vivía con su hermanastro Krad y su madre Rio Hikari en un apartamento a dos calles de la casa de Daisuke, donde ella, Towa no existía.
Pero esas vidas a pesar de encontrarlas fascinantes y divertidas no le interesaban tanto a Towa, ¿Para qué, si podía verlos en su mundo a diario? A Towa, le interesaba una historia en particular.
La vida de una gemela Harada, Riku.
Sabía que era malo espiar la vida privada ajena, pero no podía evitarlo y ella era curiosa por naturaleza. Además, Riku no podía verla, y como decía el dicho, “Ojos que no ven, corazón que no siente”. No había pecado alguno y nadie salía afectado.
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Ese día domingo, Riku Harada se encontraba pintando el paisaje que se veía desde el balcón de su casa.
—Eh, Riku… ¿Ya estás pintando de nuevo? — Preguntó su hermana gemela Risa, apareciendo en el balcón con un gesto de humor en sus facciones—. A veces, me pones de los nervios verte todo el día pegada a algún cuadro —opinó acercándose a su hermana por la espalda para mirar lo que hacía con mayor detenimiento.
—Lo mismo podría decirte yo con respecto al Tarot —recriminó con un gesto de molestia mientras limpiaba en pincel en agua—. Y este trabajo es un regalo para Freedert que ésta enferma.
No lo vio, pero Risa sonrío de forma extraña, de esas sonrisas que delatan cosas que no deberías saber, pero que por ser tu hermana gemela conoces de todas maneras. Y que curiosamente no te molestan porque sabes que ella es feliz así.
—Lo que sea, en fin, debo irme. Saehara-kun debe de estar esperándome en la estación —comentó al aire con una sonrisa que mostraba emoción. Riku detuvo su trabajo para mirarla con interés—. Iremos a ver la película “One Hand” —explicó encogiéndose de hombros.
—Yo creí que te asustaba el terror… —comentó volviendo a concentrarse en su trabajo, sin darse cuenta de que hace dos minutos Risa se había ido volando al ver la hora, estaba veinte minutos atrasada.
—De hecho me agrada bastante Riku.
La chica se dio vuelta para ver quién era la persona que hablaba en lugar de su hermana. Inmediatamente sus ojos se iluminaron al ver a su novia sonriéndole con toda la ternura del mundo parada en el lugar que minutos atrás Risa ocupaba. Si no fuera porque iba medianamente en contra de su personalidad, Riku se habría lanzado a los brazos gentiles y frágiles de Freedert, hace días que no la veía porque estaba enferma y su hermano Elliot no dejaba que saliera de casa ni a ella le dejaba entrar por riesgo a que se contagiara.
—Pensé que Elliot te tenía enclaustrada o algo así —murmuró abrazándola sintiendo así el calor mágico que despedía su cuerpo. Oh Dios, cuanto extrañaba esa hermosa sensación recorrerle de pies a cabeza. Desde su pecho, Freedert se rio con dulzura—. Ya pensaba ir a verte al convento.
—Elliot solo me dejo unos días más para asegurarse de que estuviera totalmente recuperada. Ya sabes, mi extrema facilidad de caer de nuevo no le pondría muy feliz. Pero exageró al tenerme tanto tiempo encerrada en casa… —murmuró haciendo un puchero, provocando ahora que Riku fuera la que riera.
—Si te escuchara, diría algo parecido a “Yo también te quiero, idiota” —dijo con una entonación grave, imitando así la voz de Elliot seguido de un gesto huraño. Freedert río—. O te golpearía en la cabeza por faltarle el respeto de esa forma tan aberrante —añadió haciendo unas comillas con las manos.
—No es una buena idea que te burles así de mi hermano Riku, podría acusarte con él ¿Sabes? —regañó cruzando los brazos sin desaparecer su sonrisa del rostro.
—Oh, vamos. No serías tan cruel con tu novia favorita —murmuró en tono juguetón (el cual solo usaba con ella y estando completamente a solas) antes de besarla suavemente en los labios.
Freedert se dejo llevar hasta chocar con una pared del balcón y se arrastro con lentitud hasta el piso sin separar sus labios en ningún momento. Abrazo a Riku por la espalda y lentamente fue bajando hasta llegar al borde de su falda escocesa. Ese tiempo enferma, recién se dio cuenta de cuánto necesitaba verla a diario.
—Te extrañe…
—Yo igual…
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Desde los cielos, Towa miraba como la joven parejita comenzaba a hacerse mimos sentadas en el balcón, muchas veces se preguntaba cómo era que el destino se las arreglaba para unir a tan extrañas parejas. Especialmente si ambas no pertenecían a la misma época y una de ellas en su mundo terminó convirtiéndose en una de las más maravillosas obras de arte de los Hikari. Quizás sea por el hecho de que ese mundo era totalmente opuesto al suyo, o que simplemente el destino se las arreglo para hacer feliz a ambas almas. Towa lo ignoraba, pero ver los juegos que ellas cometían en ese balcón saciaba su inagotable – e insana- curiosidad. Y eso, para ella era suficiente.
Anochecía ya, y la silueta de dos figuras femeninas se esparcía en la habitación de Riku en deliciosos movimientos; hasta ese punto Towa fue capaz de mirar. No es que no hubiera querido seguir, pero recordó que haría una visita al cuarto de Daisuke, donde seguramente el adorable pelirrojo estaba pasando el tiempo con Satoshi, y eso no podría perdérselo por nada del mundo.
Tampoco era que esa historia no le interesara, pero no todos los días tienes la oportunidad de ver a un Niwa y a un Hikari juntos. ¿O sí?
Fin--