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Le Coeur Des Hommes por Falconi Hawk

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- ¡Loki, necesito que me ayudes! – gritó Freyr alarmado entrando de golpe en la oficina del detective

- ¿Freyr, qué…? – la frase fue interrumpida en cuanto Loki vio a Heimdall con una herida en el estómago en brazos del dios de la paz – Heimdall… ¿Qué le sucedió?

- No lo sé, cuando llegué estaba así

- ¿Por qué no lo llevaste a un hospital? – preguntó Yamino que también estaba algo alarmado

- Los médicos no pueden hacer nada en estos casos – respondió Loki – él es un dios

- ¿Qué hacemos? No quiero que Heimdall muera

- Tranquilo… la herida no es tan profunda. Nosotros lo curaremos – dijo el detective tratando de calmar a Freyr que ya parecía que estaba a punto de romper en llanto

- Iré a preparar una habitación para Heimdall – avisó Yamino

- No, debemos atenderlo cuanto antes, llévalo a mi habitación

- Señor Loki… está bien. Freyr, venga por aquí, por favor – pidió el joven. El dios lo siguió con Heimdall en brazos

Loki se quedó unos instantes en su oficina tratando de asimilar bien lo que acababa de ocurrir

- ¿Se encuentra bien? – preguntó un fantasmita rosa

- Sí, pero… me pregunto qué le habrá sucedido a Heimdall

- ¿Cree que haya sido Odín?

- Es lo más probable… Iré a ver cómo está – dijo antes subiendo las escaleras dirigiéndose a su habitación.
Al llegar vio a Yamino vendando la herida de Heimdall y a Freyr sosteniendo con preocupación la mano de éste

- Tienes que ponerte bien… - murmuró el dios de la paz

- Tranquilo, Freyr – trató de calmarlo Yamino –  Heimdall es un dios muy fuerte, con seguridad saldrá muy bien de esto

- Él tiene razón – dijo Loki acercándose a la cama – todo estará bien

- Sí – asintió Freyr ya más calmado – gracias. Ahora yo, Freyr, iré a traerle una camiseta a Heimdall, la que tenía puesta está llena de sangre además está rota

Al fin el detective pudo caer en la cuenta de que el estratega estaba desnudo del torso para arriba

- Tiene… lindos pectorales – pensó Loki mirando fijamente el pecho del dios

- Loki, te encargo a Heimdall en lo que regreso

- No te preocupes – dijo el detective – está en buenas manos

Más tranquilo, el dios abandonó la Agencia dejando a Heimdall aún inconciente

- Señor Loki, ya he terminado de atender a Heimdall, sólo falta que despierte, ahora, si me lo permite, iré a recoger un pedido que me informaron que no iban a poder entregármelo

- Claro – asintió Loki – puedes ir, yo me quedaré con él para cuidarlo

 Yamino sonrió, estaba feliz, su padre había cambiado; ya no era el mismo egoísta de antes. Eso era bueno.

Con esos pensamientos, el muchacho salió de la mansión para poder recoger su encargo.
Por otro lado…

- ¿Qué fue lo que pasó? – se preguntó, en esos momentos, Heimdall comenzó a abrir los ojos – ¡Heimdall!

- ¿Loki? – fue lo primero que dijo - ¿Qué…?

Trató de sentarse de en la cama, pero no pudo porque la herida comenzó a dolerle

- ¡No te muevas! – le gritó el castaño – te vas a hacer más daño

- ¿Por qué lo haces? He intentado asesinarte más de una vez ¿Por qué me ayudas?

Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro del detective. Volteó un poco el rostro para encontrarse con el del estratega

- Porque… - comenzó a hablar – no lo sé

Rió tontamente ante su absurda respuesta. Heimdall lo observó por unos momentos, Loki era de esos tipos que daban una respuesta concisa, pero no pudo reconocer lo que dijo hacía unos momentos, fue una real estupidez

- ¿Qué fue eso?

- ¿Qué fue eso de qué? – respondió con una pregunta dejando su tonta risilla a un lado

- ¿Cómo que no sabes por qué me ayudas? Debes tener una razón. No seas idiota

- Una razón… - susurró poniendo uno de sus dedos sobre su labio inferior, pensó un momento y luego de unos momentos supo qué decir – no quiero perderte

No quiero perderte… esas palabras comenzaron a sonar una y otra vez en la cabeza de Heimdall. Aún no podía asimilar lo que había dicho

- ¿No quieres… perderme?

El chico negó con la cabeza y apoyó su mano sobre la herida del estratega

- Si te perdiera… no lo sé… no sería el mismo

- No entiendo por qué dices eso

- Te has vuelto alguien muy importante para mí, Heimdall, no me había dado cuenta, pero es así – su mirada yacía perdida en el vacío y sus manos estaban sobre la herida - ¿Por qué no aceptaste mi ayuda?

- ¿Qué?

- Aquella vez, cuando caías del puente, ¿Por qué no tomaste mi mano?

- Porque no quería que me ayudaras…

- Heimdall… - interrumpió

- Déjame terminar. No quise tomar tu mano porque simplemente me pareció algo inútil, no ibas a poder ayudarme de todos modos. Tú me venciste y el lugar se hizo pedazos; las piezas se desencajaban, se hundían, desaparecían; yo fui el creador y por lo tanto, nuestro destino era el mismo. Si aceptaba tu ayuda, entonces tu suerte sería la misma

- ¿Lo hiciste para protegerme?

- Yo… creo que sí – admitió Heimdall – no sé por qué, pero no quería que tú también pasaras por lo mismo

- Ya veo… - el chico sonrió, lo cual sorprendió un poco al estratega – eres una buena persona aunque no quieras aceptarlo

El pelivioleta levantó el rostro, mirando directamente al detective y, por primera vez en mucho tiempo, una sonrisa fue lo que apareció en su rostro

- Tal vez…

- Tienes una bonita sonrisa – le halagó Loki – hace mucho que no te veo sonreír

- Eso creo… ¿Te gustaría verme sonreír más seguido?

- Sí me gustaría y mucho – respondió devolviéndole esa bonita sonrisa

- Loki…

- Dime

- Gracias

El castaño calló un momento, nunca había escuchado a Heimdall decir gracias y mucho menos dándoselas a él

- De nada – logró decir – bueno, te dejo para que descanses

Intentó alejarse, pero algo sostuvo la manga de su saco negro y logró que se detuviera

- Quédate, por favor – pidió Heimdall – quiero que me acompañes

Nuevamente se sorprendió, lo que menos se esperaba era que su rival le pidiera que se quedara

- De acuerdo, me quedaré si es lo que quieres – sonrió y volvió a sentarse en la silla

El pelivioleta se sentía más tranquilo, quizá ahora podría descansar un poco, pero por algún motivo no podía, por más que mantenía los ojos cerrados no lograba conciliar el sueño.

Tras un largo intento, decidió darse por vencido. No dormiría. Como pudo volvió a incorporarse en la cama con ayuda de Loki

- ¿No puedes dormir? – preguntó el castaño

- No tengo sueño, es todo

- Entiendo… Me alegra que no te haya pasado nada malo

- Yo también, no sé qué hubiese pasado si las cosas hubieran sido peores

- En estos momentos no estaríamos platicando – añadió Loki con un dejo de tristeza – tenlo por seguro

- Pero por suerte no sucedió nada – dijo el estratega tratando de subirle los ánimos

El castaño se levantó de la silla para poder acercarse más al pelivioleta y así poder rodearlo con sus brazos. En el proceso unas cuantas lágrimas abandonaron sus ojos

- Heimdall – dijo entre sollozos – estaba preocupado por ti

- Tranquilízate… todo está bien, no me ha pasado nada malo – le habló con tranquilidad.

Loki, por su parte, se separó un poco de él. Sus ojos estaban húmedos y sus mejillas, rosas. Observó al estratega y sin previo aviso juntó sus labios con los de él en un beso.

Heimdall se sorprendió ¿Y cómo no? Jamás pensó que recibiría un beso de una persona de su mismo sexo y mucho menos si esa persona era Loki.

Tomó al detective por los hombros y lo separó un poco de su cuerpo.

- Loki…

- Te quiero – murmuró fijando su vista en el pecho del otro

- ¿Cómo?

- Te quiero – dijo esta vez un poco más alto – ya no me hagas repetirlo

- ¿Por qué? – preguntó

- Porque me cuesta mucho admitirte mis sentimientos. Es difícil decirle te quiero a la persona que no siente lo mismo, pero era algo que me estaba matando por dentro, tenía que decirte lo que sentía de una vez por todas

- No digas eso

- Es la verdad, sentía que mi corazón iba a estallar en mil pedazos…

- No – negó – no digas que no te quiero. ¿De verdad lo crees? Las cosas no son así

- ¿Qué? – preguntó incrédulo

- Te quiero – dijo con una gran sonrisa el estratega – no me hagas repetirlo

Los dos chicos soltaron una pequeña carcajada para luego mirarse fijamente. Sus rostros se acercaron y sus labios se tocaron. En un movimiento rápido el pelivioleta tomó al otro por los hombros para poder besarlo sin problemas.

El beso inició. Ambos labios, tímidos e inquietos, se movían sin cesar haciendo presión sobre el cuerpo del contrario. La lengua del estratega se introdujo en la boca de Loki queriendo probar del sabor único de sus labios; deleitándose del más delicioso néctar jamás probado.

Ya esos labios le pertenecían; aquella lengua ya tenía una buena compañía… la de Loki. Ambas, algo tímidas al inicio, se rozaron y se estremecieron, pero aquel contacto les hacía falta, debían juntarse ¡Ya!

El encuentro comenzó.
 
Aquellos amantes danzaron como si su vida dependiera de ello, ya nada importaba, sólo ellos. Aquel momento era único, ambos cuerpos chocaban lentamente debido al estado de unos de los amantes, pero eso no impedía que lo disfrutaran.

Cada centímetro de piel, probado; cada rincón de sus cuerpos, explorado.
Haciéndose suyos, degustándose, devorándose; el momento estaba cerca, no faltaba mucho para que ambos amantes llegaran a la cumbre.

Finalmente, el momento llegó.

Cansados terminaron. Loki se desplomó cuidadosamente sobre Heimdall y éste lo abrazó fuertemente aferrándolo contra su pecho. Levantó su rostro y depositó un suave beso en los labios del detective.

- Te amo

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