Vicio # 8: Carrera.
“Epilogo I.”
La nieve se derretía y las plantas florecían.
La primavera había llegado y los animales de la montaña estaban felices de saber que el alimento ya no escasearía; pero la estación del florecimiento tenía otro significado para ellos: época de apareamiento.
Ese día, Sasuke y Naruto se levantaron temprano, como siempre, para buscar comida. El zorro se contentó con unas frutas que el minino le había bajado de un árbol, junto a un par de huevos.
Sin embargo el neko ese día estaba antojado de pescado; así que allí estaban, el cánido comiendo su almuerzo al reparo de la sombra, mientras veía como el felino chapoteaba en el agua, sacando el tercer pez hasta el momento.
Al parecer tenía intenciones de llevar comida para el día siguiente; desde que le habían robado esa mini heladera de baterías recargables a ese cazador ninfómano su vida era más simple.
Naruto lo sabía: todo era gracias a Sasuke, gracias a él había podido sufrir el crudo invierno, ya que luego de que su pata hubiera sido lastimada por una trampa de oso, el gato le había cuidado y había cazado la comida para ambos.
Volvió a sonreír, mientras seguía observando como chapoteaba. Siendo un animal criado por humanos…era un claro indicio que estos aún conservaban el instinto; el gato domestico que había conocido a principios del invierno había madurado para convertirse en lo que sus ojos venían en ese momento: un digno residente de la montaña, del cual él estaba orgulloso de tener como compañero de madriguera.
- Oe, dobe, deja de soñar despierto.
El kitsune parpadeó intentado salir de su embelesamiento, no entendía porque Sasuke lo hacía sentir así, exhorto de la realidad; momentos en donde sólo podía centrarse en él, pensar en él.
Comieron un pescado cada uno y luego de descansar un momento echaron a correr, con toda la comida que les había sobrado, hacia la madriguera.
En instantes como esos, Naruto buscaba correr delante o a la par del neko; porque cuando Sasuke iba adelante sentía un enorme deseo de ganar esa carrera “cazándolo”, para luego “hincarle el diente”.
«Primero nos fijábamos en hembras de distinta especie, ¿Pero cuando pasamos a fijarnos en los machos?»
Ya se podía imaginar a Gaara diciéndole algo así, cuando lo notara.
- Espera.—Sasuke se detuvo y el kitsune lo imitó.
- ¿Qué es eso?
- Un niño. Un niño llora.
Ambos se acercaron guiados por el llanto del pequeño. No se encontraba herido, pero si perdido y solo; y la noche estaba próxima.
- ¿Entonces qué? ¿Esperamos a que muera y lo asamos en una parrillada? Mi cumpleaños está cerca dattebayo.
- Claro que no usuratonkachi, debemos ayudarlo.
- ¡¿Qué?! ¡Oye, bromeaba con eso de comérmelo, pero no me acercaré a un humano, ni aunque sea una cría! ¡Ellos son peligrosos!
- Como quieras.
Él entendía el odio de Naruto, no podía obligarlo, por lo que optó con darle toda la comida y decirle que fuera a la madriguera; ya él volvería al cabo de unas horas.
El zorro tampoco se sentía seguro dejando al felino a su suerte con los humanos, pero confiaba en él, así que accedió, a regañadientes, pero lo hizo; y Sasuke…no volvió esa noche, ni la siguiente.
Al principio pensó que tal vez su amigo había decidido volver a su simple vida de gato casero, si bien luego se aterró al conjeturar la posibilidad de que esos humanos imbéciles gustaran de la carne de gato.
La única forma de saberlo era yendo al campamento, para asegurarse con sus propios ojos.
…
- Teme, veo que no la estás pasando tan mal.—el tono mordaz que utilizó el zorro era marcado, casi un gruñido.
El minino se encontraba recostado en una cama, incluso tenía un collar con cascabel en su cuello, pero…fue en el momento en que sus ojos azules se conectaron con aquellos negros que entendió que estaba en un error: Sasuke se encontraba allí en contra de su voluntad.
- ¡Vete! ¡Si te encuentran, te cazarán! ¡Ellos regresarán muy pronto!—exclamó el neko en cuanto vio los intentos desesperados de Naruto, por romper con sus dientes y uñas el mosquitero de la ventana.
Sin embargo, el kitsune no desistió y fue así que no mucho tiempo después se vieron corriendo por la basta noche.
- ¡Sólo queda un detalle!—exclamó el cánido antes de saltar encima del gato y quitarle ese maldito collar tintineante.
- ¡Oye!—gruñó el minino invirtiendo las posiciones en un giro.
El zorro quedó anonadado. Esa calidez que estaba sintiendo al tener a Sasuke tan cercano…Ahora entendía perfectamente lo que le estaba pasando.
- Sí, de nada.—rió Naruto al ver aquel “gracias” que los labios de su amigo no podían emitir.
Segundos después, el neko salió corriendo, remontando el camino. El kitsune le siguió.
Eran libres y estaban juntos, compitiendo para ver quien el día de mañana se encargaría de la caza.