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Accidentally In Love por AthenaExclamation67

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Notas del fanfic:

Kanon & Radamanthys

Accidentally In Love

By AthenaExclamation67

 

 

Kanon regresaba a su casa desde el trabajo, uno que le entusiasmaba pero que su hermano gemelo Saga usaba para burlarse de él.

"Busca un trabajo de verdad"

Le decía siempre, pero Kanon disfrutaba a lo grande. Era el dueño de una pequeña pero exclusiva chocolatería, "Piece Of Heaven", donde se podían compras gran cantidad de variedades de chocolate y si ellos no se podían suministrarlo, era simplemente por que no existía.

La tienda de Kanon era como la mafia de los chocolates. Los elaboraba con gran pasión, ese era el ingrediente esencial de odas y cada una de sus recetas. Tenia pedidos desde cualquier lugar del planeta, pero eso su hermano no lo valoraba. Saga era el típico ejecutivo, orgulloso y prepotente que se desvivía por destrózale la vida a sus subordinados.

Esa diferencia, fue la que hizo que Kanon decidiera independizarse. Kanon quería a su hermano, pero esa forma de tratarlo... Ya no podía consentirlo más, así que tras varios deas de meditarlo, se fue del apartamento que compartían, aunque lamentablemente no fue del modo que soñaba, quería haberle podido explicar a Saga los motivos de su marcha, que le absorbía demasiado, que le agobiaba, pero cuando Saga vio las maletas y cajas, montó en cólera y tuvieron una fuerte discusión.

-          Si te gusta joderle la vida a la gente... ¡Hazlo! Pero yo no voy a estar aquí para verlo ¡Qué te aguante otro! - le dijo y se fue casi llorando.

Desde ese día no volvió a ver a su gemelo, su reflejo exacto, aquel que siempre lo había consolado pero desde hacía unos meses se comportaba de un modo muy extraño.

**********

 

Kanon abrió la puerta de su nueva casa y tras acomodar su chaqueta sobre una silla, se puso a abrir algunas cajas que todavía no habían sido ordenadas después de la mudanza.

Cuando hubo terminado, miró a través de los cristales del ventanal que tenía un hermoso balcón repleto de plantas y quedó embelesado mirando como la luna que era llena brillaba. Abrió la puerta lentamente y se recostó sobre la baranda para observar el bello paisaje que la noche le procuraba hasta que algo, una de las macetas llamó su atención, la flor que había en ella se marchitaba. Estaba mustia, casi marchita y decidió tratar de recuperarla. Tomo su regadera y tras llenarla con agua y unas vitaminas para plantas volvió al balcón y la regó, dejo que el agua bañara la tierra y las raíces para ver si así mejoraba.

-          ¡HEY, WTF! - oyó  de pronto Kanon - ¿Qué se supone que haces tirando agua por la ventana?

Dio un brinco por el susto y se asomó a ver que pasaba.

-          Solo estaba regando las plantas - contestó con una sonrisa al ver al que gritaba.

-          Eres estúpido - renegó - estúpido es poco - siguió diciendo el extraño antes de seguir pronunciando palabras malsonantes.

Kanon se sintió ofendido y decidió bajar a enseñarle algo de educación a ese tipo que lo insultaba sin ningún tipo de reparo dando voces a esas horas de la madrugada.

-          ¿Qué problema tienes? - dijo Kanon al terminar de abrir la puerta de la calle.

El hombre se quedó callado, sin poder mediar palabra.

-          Sien...

-          ¡No sabes regar a otra hora! - exclamó sonrojado interrumpiendo a Kanon - ¡Nadie moja a Radamanthys de Wyvern y sale airoso de ello!

-          Pues yo soy Kanon y riego las plantas cuando se me da la real gana - acotó - ¡Amargado! - añadió, se dio la vuelta y entró en casa alterado.

Subió las escaleras y volvió a salir al balcón para ver lo que el tipo maleducado hacía. Cuando lo localizó, pudo ver como anotaba algo en un papel, se lo guardaba y se marchaba.

Kanon se rió, no podía creer que ese hombre se enfadara tanto por esa chorrada, más cuando lo interrumpió al mismo tiempo que él trataba de disculparse. Cenó algo ligero y se fue a dormir para estar fresco al día siguiente.

Por la mañana cuando despertó, hizo lo mismo de siempre, lo de todos los días. Una ducha, lavarse los dientes, el café de la mañana y para el trabajo a idear alguna receta sorprendente. Tomó su chaqueta y tras cerrar la puerta, bajó las siete escaleras que lo separaban de la calle, pero hubo algo que lo detuvo unos segundos, había una carta en su buzón.

-          ¡Una citación! - exclamó al ver el membrete de los juzgados - ¿Qué pasará?

Lo primero que se le vino a la cabeza fue su hermano, que no pasara a visitarle le parecía raro, pero cuando empezó a leer la carta del juzgado todo quedó aclarado.

"Se solicita su presencia para un careo, si gusta, es libre de venir con su abogado. Debe presentarse en el juzgado de instrucción nº 7 el día 31 de mayo a las 10 de la mañana en punto.

Es imprescindible la asistencia, de no ser así incurrirá en un delito de desacato hacia este tribunal y será multado o encarcelado según proceden las leyes."

Kanon tenía los ojos abiertos como platos cuando acabó de leer la citación.

-          El 31, pero si eso es mañana - exclamó.

Tomó su celular y llamó a la persona que se encargaba de todos sus asuntos legales, Milo.

-          ¡Hola! - respondió Milo cuando oyó la melodía de su teléfono.

-          ¡Milo! - grito - Necesito tu ayuda, verás me ha llegado una citación - le dijo - ¿Qué puedo hacer? - pregunto cuando acabó de leérsela.

-          Kanon... Kanon - habló Milo tratando de calmarlo - solo es un careo, será por alguna tontería, no te preocupes - dijo - nos vemos mañana media hora antes de la cita.

Kanon pasó todo el día intranquilo, inquieto, angustiado tratando de adivinar el motivo por el que lo habían citado. Al día siguiente. Se encontró con Milo tal y como habían acordado y tras hablar y darle unas cuantas indicaciones entraron al juzgado para ir a la sala donde le habían citado. Cuando entraron en la sala, Kanon no pudo más que sorprenderse.

-          ¡¡TÚ!! - exclamó al ver al que lo citaba.

-          Kanon cálmate - dijo Milo - dejame hablar a mí.

Kanon calló y miró fijamente a ese tipo, el mismo que había regado sin querer un par de días antes.

-          ¡Señores! - dijo el juez poniéndolos a todos en pie - Veamos que es lo que nos ocupa - añadió y abrió la carpeta que contenía la información del caso.

El juez leyó detenidamente todos y cada uno de los documentos y cuando terminó parecía realmente muy enfadado.

-          ¡Vamos a ver! - exclamó - ¿tiene usted mucho tiempo libre? - habló dirigiéndose a Kanon - ¿Cómo se le ocurre presentar una denuncia tan absurda?

Kanon apretó los puños.

-          ¡Oiga! - respondió enojado - yo no fui, además, tuve que oír como este tipo me insultaba - contestó sonrojado.

-          Kanon calma - dijo Milo.

-          Disculpe señor, una pequeña confusión - admitió el juez avergonzado - ¡Así que es usted el tarado! - añadió.

Radamanthys se incorporó de inmediato.

-          ¡Pero bueno, un respeto! - espetó - ¿Es que no sabe con quién está tratando?

El juez lo miró y se levantó del sofá en el que permanecía sentado.

-          Mire - dijo - a mi nadie me alza la voz - contestó levantando la suya - y por lo que a mi respecta... ¡Como si es usted Perico el de los Palotes! - agregó - ¡se cree que puede presentar semejante estupidez como denuncia!

Radamanthys lo miró muy enfadado, su nombre era desconocido en ese país que estaba visitando.

-          Señor juez - hablo Milo tranquilamente - el solicitante agredió verbalmente a mi cliente - dijo leyendo la carpeta que le habían entregado - además, muy mal debo de recordar las leyes si no se pueden regar las plantas de madrugada - añadió.

El juez tomó su mentón y miró a los tres que tenía delante. Kanon parecía apenado por la situación, Milo estaba completamente tranquilo al saber que no procedería denuncia alguna ya que no existía razón y Radamanthys permanecía todo ruborizado por la ira que sentía en ese momento.

-          Bien - habló el juez apoyando las manos en la mesa - caso cerrado. Señor Radamanthys de Wyvern, deberá pagarle una multa de 40.000 libras al ciudadano Kanon por daños y prejuicios y por difamación. Y haga el favor de tener en cuenta las leyes de los países que visita antes de volver a cometer otra estupidez como esta.

Kanon miraba a Radamanthys de reojo a cada rato, pensaba que en cualquier momento se le tiraría al cuello para estrangularlo. El juez hizo sonar su martillo y se marchó del lugar llevando a Radamanthys escoltado hasta la puerta después de que le extendió un cheque a Kanon para que no hubiera ningún altercado.

-          Dios mío que mal rato - dijo Kanon llevándose las manos a la cabeza.

-          Tranquilo Kanon - rió Milo - no hay mal que por bien no venga, piensa en el dinero que acabas de sacarle a ese estúpido y en como gastarlo - dijo satisfecho por el resultado del caso.

Pero Kanon no pensaba igual, no le gustaban ese tipo de situaciones, y no le interesaba el dinero de ningún modo, pero la actitud de ese hombre le dejó muy extrañado.

-          Kanon... dime algo - preguntó Milo - ¿Acaso te gusta ese tío? - dijo sin ambages.

-          ¡Pero como crees! - exclamó sonrojado.

-          Si, si. Ya veo. Como os pasasteis todo el rato mirándoos. Deduje que...

-          ¿Qué? ¡Nada de eso! - alegó sonrojándose más.

Milo se reía, Kanon era amigo suyo desde hacía mucho tiempo, y sabía perfectamente cuando algo o alguien le gustaba.

-          Bueno, bueno - bromeó - Yo debo irme ya. Aquí tienes todos los papeles del caso, direcciones, teléfonos, o vaya a ser que te dieran un cheque sin fondos - añadió riéndose a carcajadas.

-          ¡Eres un burro! - espetó Kanon.

Pero Milo no estaba muy equivocado, realmente Kanon había quedado impresionado con la belleza de ese hombre. Rubio, alto, ojos y cuerpo magníficos pero algo huraño. Kanon regresó a su casa y quedó mirando el talón, no pensaba cobrarlo, por suerte no necesitaba dinero gracias al buen funcionamiento de su negocio.

-          Iré a devolvérselo - dijo abriendo la carpeta para averiguar donde se encontraba la casa - ¡Inglaterra, madre mía que lejos! Pero da igual, iré y le devolveré su dinero - seguía hablando solo.

Kanon llamó a su negocio y avisó que se tomaba un par de días libres, sacó un pasaje de ida y vuelta para Inglaterra y salió corriendo hacia el aeropuerto. El avión se iba en menos de tres horas, había tenido mucha suerte y encontró un vuelo para ese mismo día, así que tras tomar una chaqueta y acicalarse un poco se marchó.

Durante el viaje que duro unas cuatro horas, pensó en como abordarle cuando estuvieran frente a frente, aunque no logró decidirse por ninguna de las ideas que le surgieron. Bajó del avión y cuando estaba saliendo del aeropuerto algo llamó su atención.

-          ¡¿Pero qué?! - pensó - Íbamos en el mismo avión... ¿Cómo no lo vi?

Quedó perplejo unos instantes y trató de alcanzarle mas no lo logró, Radamanthys subió a un  coche negro y se fue. Kanon salió corriendo tras él y subió a un taxi.

-          ¡Vamos siga a ese coche negro! - le dijo al conductor.

Su corazón latía con fuerza, agitado. No podía creer tanta casualidad.

-          Señor, el coche ha entrado en esa Mansión - dijo el taxista al cabo de un rato sacándolo de sus pensamientos.

Kanon miró hacia el exterior y pudo ver la casa donde vivía ese hombre al que vio bajar del coche negro que lo había recogido en el aeropuerto.

Radamanthys entró en su casa y entorno la puerta dándola por cerrada para después poder irse a descansar un rato de todo su agitado día.

Kanon por su parte, aprovechó que la gran reja que guardaba la mansión estaba terminando de cerrarse para colarse en el recinto, un enorme recinto del que estaba rodeada la mansión. Llegó sigiloso hasta la puerta sin que nadie advirtiera su presencia y justo cuando estaba por tocar el timbre vio que la puerta estaba semi abierta.

-          Que raro... - pensó y sin dudarlo un segundo entró.

Vio que Radamanthys había dejado sus maletas en la entrada y tras cerrar la puerta con el mayor silencio que pudo empezó a buscarle. Subió una escalera central mirando todo el esplendor que había a su alrededor. Una mansión grandiosa llena de cuadros valiosos y decorada con un gusto excelente.

Terminó de subir la larga escalera y sin querer tropezó haciendo un poco de ruido que creyó pasó desapercibido al no ver a nadie. Caminó hasta una de las habitaciones que tenía la puerta medio abierta y con luz para ver si Radamanthys se encontraba en su interior.

En silencio, se acerco y cuando estaba por tomar el picaporte quedó embobado con un cuadro de Radamanthys, uno en el que estaba subido a un corcel negro fabuloso que resaltaba más aún su belleza.

-          ¡Ladrón! - exclamó Radamanthys tomándolo del cuello de la camisa y tirándolo al suelo de la habitación para después clavarle una rodilla en las costillas para inmovilizarle.

-          ¡Espera! - espetó Kanon descubriendo su cara que quedo oculta por sus cabellos agitados al caer.

-          ¡TÚ!... ¿Qué haces en mi casa? - preguntó.

Kanon se incorporó ligeramente y vio como aún lo miraba de un modo extraño.

-          Vine a devolverte tú dinero - dijo - no me hace ninguna falta - añadió.

-          ¿Y por eso vienes hasta aquí? - dijo Radamanthys.

Kanon se sonrojó y se levantó para marcharse dejando a Radamanthys arrodillado en el suelo.

-          Toma, aquí tienes tu dinero - dijo sacando el talón.

Radamanthys se sorprendió, tomo el talón de las manos de Kanon y lo miró incrédulo de sentir la bondad que Kanon emanaba.

-          Un momento... ¡Espera! - le pidió - yo... - dijo desviando la mirada hacia el suelo - esto se me fue de las manos - explicó - yo puse la denuncia con la excusa para poder volver a verte, pero el juez lo estropeó, quería disculparme y...

-          ¿Querías volver a verme? - reaccionó Kanon interrumpiendo sus palabras - ¿Por qué no me buscaste en Grecia?

-          Lo hice - contestó. pero no te encontré. Quería halar contigo y no te encontré, yo quería... yo quería...

Kanon lo miraba asombrado, no solo quería disculparse con él, si no que quería decirle algo más.

-          Me gustaste desde que vi como asomabas tu cuerpo por el balcón - dijo sorprendiéndole - y bueno, no fue una buena reacción, había tenido un muy mal día y cuando bajaste ya había metido la pata, luego todo se enredó.

Kanon sonrió e inesperadamente le besó. Un beso calido y tierno que los fundió en un fuerte abrazo y cuando la falta de aire los separó se miraron fijamente a los ojos.

-          Bueno... Si te soy sincero... Yo también use el pretexto del cheque para poder verte de nuevo - le dijo y le volvió a sorprender con un nuevo pero más efusivo beso.

Kanon se arrodilló para estar  más cerca de Radamanthys y lo rodeó con sus brazos para volver a besarlo y lentamente sacarle la camiseta, dejando que sus labios se deleitaran con su cuello y su pecho haciendo que Radamanthys se excitara.

-          ¡Rada, Rada! - se oyó de lejos.

Radamanthys se estremeció.

-          ¡Rápido, debes irte! - exclamó.

-          ¿Qué? - dijo Kanon - ¿Pero que pasa, quién es?

Radamanthys no sabía como contestarle, pero insistió al oír los pasos que repetían su nombre una y otra vez.

-          Vete... ¡Es mi novia!

Kanon sintió una puntada en el pecho, lo miró con desilusión y tras levantarse se fue. Miro que nadie lo viera, en especial esa mujer y se metió en la habitación de enfrente para poderse esconder.

-          ¡Rada cielo! - exclamó la mujer - ¡Por fin has regresado! - dijo tirándose encima de él.

-          Pandora... Si acabo de llegar, me estaba poniendo cómodo.

Pandora se abrazó fuertemente a Radamanthys y le besó.

-          Vaya, veo que te alegras de verme - dijo cuando se separó del cuerpo de Radamanthys notando su abultada entrepierna.

Kanon sentía arcadas, la angustia se estaba apoderando de él, salió de la habitación y sin quererlo, tuvo que ver como el que creía que le correspondía se burlaba de él revolcándose con esa mujer. Salió de esa casa que le costaría mucho de olvidar y regresó al aeropuerto donde tomo el primer avión que regresaba a Grecia para poder encerrarse en su casa.


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