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Schitterende geest por bourocks

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Notas del fanfic:

Ninguno de los hombres nombrado me pertenece, solo es ficción.

Notas del capitulo:

:)

¿Como definiría usted a Kato Shigeaki en tan solo una palabra? Desde sus padres, pasando por toda la gente de la escuela, hasta los vecinos de los tíos que vivían en Numazu tenían la misma respuesta ante aquella pregunta: brillante.

Por supuesto, todas estas personas estaban en lo correcto, el cariñosamente llamado Shige era en realidad un adolescente inteligente, verdaderamente una mente maestra. Bastaba solo con ver su cartilla de calificaciones perfectas, o sus trofeos en olimpiadas académicas del conocimiento para convencerse, y si esto no era suficiente, los escépticos podían oír y verle sacar conclusiones sobre cualquier cosa, por más simple e insignificante que esta fuese, el lograba hacer alguna analogía para que las palabras salidas de su boca cobraran un peso totalmente distinto, algo realmente excepcional.

 

Por otro lado, habían solo tres personas que al ser cuestionadas con la misma pregunta respondían algo completamente diferente, estos eran Kusano Hironori, Keiichiro Koyama y el mismísimo Kato Shigeaki.

 

Al preguntarle al primero, este sonreía y su cara se tornaba extremadamente relajada y sus acciones corporales no iban para nada de acuerdo con sus palabras o gesticulaciones, como si acabase de fumar o consumir algún alucinógeno, al final, y luego de una enorme introducción sin sentido, el decía: especial.

 Kato Shigeaki, con aquel acento casi cantado heredado de su niñez en Osaka contestaba luego de reír ante la sorpresa en la que le tomaba aquella pregunta, sus afilados ojos de achicaban un poco más y sonreía con lo que se podría llamar malicia, simpáticamente decía: Humano. 

Pero claro, como soy un narrador omnipotente, puedo decirles que en su mente hay solo una palabra yendo mil veces por segundo en cada filamento que une sus dotadas neuronas, esta palabra es claramente, algo que él nunca, a sus cortos 21 años ha pensado en reconocer ante nadie que no sea su reflejo y esta es: homosexual.

 Solo hay una persona que parece estar secretamente conciente de la condición de Shige, pero claro nunca lo dirá ni dejará entrever siquiera alguna posibilidad para revelar la inminente verdad y la razón está talvez en la respuesta que este da a la pregunta del comienzo, Koyama contesta con una sonrisa sincera: amigo.  

Kato solo necesita de las respuestas de las únicas dos personas que puede considerar sus amigos para estar contento, por ello, tiene especial cuidado en practicar cada día su baile y canto, aún cuando en la universidad, las más de ciento cincuenta leyes que serán cuestionadas en el día siguiente le tengan agobiado; incluso a pesar de cuanto odia ser un idol, Shige se esfuerza y así estar al nivel de sus compañeros de banda, para así mantener el lazo que le hace ver a Koyama por lo menos tres veces a la semana, además ser un idol le permitía costear las eternas llamadas hasta América para hablar con Kusano, quien en un arranque de madurez había exigido ir a estudiar ingles allá, al otro lado del mundo.  

 

Shigeaki era admirado y querido por muchísimas personas, pero cuando no tienes amor propio y tu vida gira en torno a hacer felices a solo dos personas, las cosas se comienzan a desequilibrar. Así como lo leen, Shige nunca se quiso mucho, solía mirarse al espejo y ver a un chico no muy delgado como para llamar la atención, tampoco gordo como para alarmarse. También, solía pensar que su vitoreada inteligencia había sido fruto de nobles casualidades, como el haber visto un programa en el canal de la historia justo una semana antes del examen o tener la buena costumbre de leer sobre cualquier tema.

Su pelo, contra todas las conclusiones lógicas que uno puede sacar sobre la raza japonesa, no era de un liso perfecto, sino que era ondulado y difícil de peinar. Su voz no era bonita y no gozaba de ninguna habilidad especial más que tener muy buena suerte.

Y claro, para terminar estaba su ya asumida homosexualidad, porque estaba claro que las mujeres no le gustaban, pero en cambio, siempre le habían interesado las facciones más toscas, los olores más penetrantes, las mentes menos emocionales, en fin, Shige realmente deseaba a los hombres, y aunque nunca había estado con nadie, por miedo a manchar la reputación de la banda,  el sabía lo que quería.

  

Las fans adoraban verle junto a Koyama, deseaban verles besarse como si la vida se fuese en eso, teniendo sexo desenfrenado en el camarín antes, durante y después de una presentación, abrazados bajos la luz de las estrellas o tomados de la mano en la orilla de una paradisíaca playa. Luego de bastantes años, Shige podía pensar en que a el también le encantaría estar con el delgado y alto joven de esa manera. Por supuesto, sabía que nunca sucedería, porque era el mismísimo Koyama quien cada tres o cinco meses le presentaba hermosas chicas con quienes solía estar de novio por un tiempo; Kato solo sonreía diciendo los comentarios más inteligentemente ácidos que en su vida hubiese dicho. Koyama le miraba con esos ojos de sufrimiento y  el pelinegro daba fin a su misión de “hagamos sentir estúpida a la novia de Koyama”.   

A pesar de haberlo hecho unas siete veces, Keiichiro nunca le había reprochado nada  y simplemente solía hablar sonriente sobre el amor entre los miembros de la banda y como intentaban cuidarse mutuamente, Shige solía preguntarse si su concepto estaba erróneo o Koyama era demasiado estúpidamente inocente para no darse cuenta de tremenda, y curiosa por cierto, escena de celos que le montaba; ante eso solo suspiraba cansado.

  

Una tarde de agosto, cuando la temperatura llegaba a los 35°, Shige descubrió, frente a un libro de la revolución francesa, que había llegado a su límite.

Así como los franceses de fuera de la clase noble no habían soportado tanto abuso y se habían rebelado, Kato se levantó, alcanzó de la mesa ratona de la sala de estar las llaves del auto, dijo un corto “volveré en un rato” a su madre  y se puso las zapatillas converse, para luego correr hasta el estacionamiento subterráneo del edificio.

Condujo una media hora hasta llegar a la residencia de Koyama y tocar el timbre como si de un autómata se tratase, no por que sus movimientos fuesen sin energía y automáticos, sino porque de hecho, se iría a declarar al el mejor amigo que en la vida había tenido, jugándose la amistad de más de ocho años solo por una crisis nerviosa y ni su cara ni su cuerpo mostraban signos de ello, de hecho, parecía como si le fuese a pedir un típico consejo sobre la coreografía como siempre.

 

Luego de tres minutos de espera totalmente pacífica de Shige, Koyama abrió la puerta con una gran sonrisa en el rostro y una hermosa mujer de cabello negro abrazándole.

 Shige pudo pensar muchas cosas en tan solo unas milésimas, pero el pensamiento que más peso tuvo y por ende, el único que quedo en su mente, fue el de la respuesta a la pregunta, Shige se preguntaba si podía cambiar la respuesta, porque había encontrado un término mucho mejor para definirse: estúpido.  

Miró solo a Koyama, atrapando en sus ojos negros toda la atención que el chico dentro de la apartamento pudiese tener, logrando incluso que la mujer pasara a tercer o cuarto plano. Antes de que Koyama hablase algo, Kato se apresuró a decir, con la expresión de alguien que habla sobre el estado del tiempo un día de primavera.

 

-Me gustas.

 

Y eso basto para que la chica cambiara su sonrisa a una cara de total estupefacción, pero por supuesto, Shige no le tomó atención alguna, estaba más interesado en la intensa mirada que le dirigía Koyama, quien no se había movido de su posición en la puerta.

Un minuto después, Keiichiro salió de su mutismo para hacer algo que habría desconcertado incluso a la más precisa adivinadora nacida en todas las épocas; el chico se lanzó con toda su energía para abrazar con fuerza a Shige, quien atrapado en la curvatura del cuello del más alto, supo en ese momento, que haber esperado tanto tiempo había servido de algo.    

  

-Al fin lo haz dicho…

 

Kato no recibió un “yo también” o un rotundo fracaso o, un gran beso apasionado, a cambio de eso consiguió un juramento hecho de silencio, una extraña manera de corresponder los sentimientos ya aceptados por todos quienes les conocían.

 

Fue así como Shigeaki Kato, el brillante y especial humano homosexual, amigo de su novio demostró que no puede ser definido en una sola palabra, porque el era mucho más que sílabas conectadas… Shigeaki Kato era alguien tan indefinible como la mismísima inteligencia.

Notas finales:

Me gusta, lo mejor que he publicado según mi criterio.

 Se agradecen los comentarios de cualquier tipo :)


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